Durante su vuelo a Marte un cohete es interceptado por una extraña corriente espacial que lo acelera de un modo inaudito, yendo a parar a un planeta desconocido. Los tripulantes comienzan a explorar el lugar y pronto descubren que se trata de la propia Tierra, en un futuro lejano a la época en que la abandonaron, y que está habitada por monstruos y mutantes.

Dirección: Edward Bernds. Producción: Allied Artists Pictures. Productor: Richard V. Heermance. Productor ejecutivo: Walter Mirisch. Guion: Edward Bernds. Fotografía: Ellsworth Fredericks. Música: Leith Stevens. Montaje: Eda Warren. Dirección artística: Dave Milton. FX: Emile Lavigne (maquillaje de las criaturas), Irving Block, Jack Rabin, Milt Rice (efectos especiales). Intérpretes: Hugh Marlowe (John Borden), Nancy Gates (Garnet), Nelson Leigh (Dr. Eldon Galbraithe), Rod Taylor (Herbert Ellis), Shawn Smith [Shirley Patterson] (Elaine), Lisa Montell (Deena), Christopher Dark (Henry ‘Hank’ Jaffe), Booth Colman (Mories), Everett Glass (Timmek), Stanley Fraser (Elda), David Alpert, John Bleifer, Paul Brinegar, John Close, Walter Conrad, Hugh Corcoran, Bill Forman, Michael Garth, Mimi Gibson, Strother Martin, Nancy Howard… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1956. Duración y datos técnicos: 80 min. color 2.35:1.

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Edward Bernds fue un realizador todoterreno que tocó muchos géneros, en especial la comedia, en la cual dirigió muchos cortos de Los Tres Chiflados. En la última etapa de su carrera comenzó a interesarse por la ciencia ficción, con títulos como The Bowery Boys Meet the Monsters (1954), World Without End (1956), Space Master X-7 (1958), Queen of Outer Space (1958), El regreso de la mosca (Return of the Fly, 1959), Valley of the Dragons (1961), The Three Stooges Meet Hercules (1962) y The Three Stooges in Orbit (1962). Siendo estrictos, podríamos considerar World Without End la primera de este ciclo, donde nuestro hombre impone su impronta en el género escribiendo y dirigiendo la historia, que responde al arquetipo temático imperante, sea en cintas donde una expedición va a parar a otro planeta, o al futuro del nuestro.

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Así, aquí tenemos una primera parte donde nuestros intrépidos tripulantes llegan a un lugar desconocido y comienzan la exploración, topándose con extraños peligros, en este caso concreto una cueva habitada por arañas gigantes del tamaño de un pastor alemán (un pésimo muñeco de goma, muy colorido, que brinca sobre uno de los astronautas, y el mismo muñeco aparece también asomando por una abertura en la roca) así como cavernícolas mutantes con un solo ojo. En la segunda parte, siguiendo la norma, los tripulantes al fin establecen contacto con los habitantes civilizados de ese mundo, en este caso los terrestres no mutados que se situaron en una ciudad subterránea huyendo de las radiaciones. Y, como es habitual en este tipo de películas, esa nueva sociedad parece ser acogedora, pero pronto se descubre un elemento desestabilizador o, mejor dicho, desestabilizado por la presencia de los visitantes, y que pondrá en apuros a los protagonistas.

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Hasta aquí, la fórmula convencional exhibida por Bernds. Lo curioso del caso es que, si se observa con detalle, el arranque de la cinta recuerda un tanto al de una futura joya del género como es El planeta de los simios (The Planet of the Apes, 1968), de Franklin J. Schaffner, para, después, con la aparición de los humanos viviendo bajo la superficie, remitir a la segunda entrega de la referida saga, Regreso al planeta de los simios (Beneath the Planet of the Apes, 1970), de Ted Post. También cabe destacar la dinámica que se establece en esa segunda parte, en la que unos viajeros de un remoto pasado, casi medio siglo atrás, llegan a una sociedad ya establecida y de inmediato se dedican a poner en tela de juicio lo pertinente de esa sociedad e intentar variarla a su antojo, imponiéndose por medio de sus actitudes machistas y la fuerza bruta. Los hombres desconfían, en especial uno, que resulta ser celoso y asesino, pero las mujeres, por supuesto, caen rendidas ante la enorme virilidad de los machos primitivos.

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Aunado a ese risible esquematismo ideológico, tenemos en la superficie a los mutantes, trogloditas con un solo ojo que también están viendo cómo sus generaciones están cambiando: si los que viven bajo la superficie comprueban cómo sus genes pierden efectividad, extinguiéndose lánguidamente, los que viven sobre esta se aperciben cómo sus deformaciones desaparecen, naciendo bastantes niños completamente sanos. Deena, una ex-primitiva y guapa que vive acogida por la civilización del subsuelo, informará que entre los mutantes «solo atacan los más feos», estando los guapos encerrados en cuevas. A todo ello, nuestros aguerridos explorados saldrán a exterminar trogloditas mutantes a golpes de bazuca, exterminándolos sin un ápice de compasión.

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Dejando a un lado, pues, la burda ideología que exhibe todo, si se logra entrar en el juego el film nos depara una notoria diversión: está narrada sin talento pero con energía, dispone de un plantel actoral superior a la norma (atención a un ya descollante Rod Taylor) y, sobre todo, exhibe una muy grata iconografía, acorde con las portadas de las publicaciones pulp de la temática, y ensalzada por la espléndida fotografía en color y Cinemascope, en especial con esos pasillos interminables cruzados por pórticos de forma irregular y los modelitos que exhiben las bellezas del futuro. Un entretenimiento menor pero honesto, que no promete más de lo que consagra.

 

Anécdotas

  • Título de rodaje: Flight to the Future.
  • Ambientada en 2508.
  • El director de diálogos fue Sam Peckinpah.
  • La nave está reutilizada de la construida para el film Flight to Mars [vd/tv/dvd: Vuelo a Marte, Lesley Selander, 1951], así como los trajes espaciales.
  • Película producida por Allied Artists Pictures, lo que con anterioridad fue la Monogram, se realizó en color, CinemaScope y con una duración habitual a sus producciones para quitarse la imagen de productora pobretona.
  • El director quería a Sterling Hayden o Frank Lovejoy como protagonista. El productor contrató a Hugh Marlowe por una cuarta parte de lo que hubieran costado los otros.
  • Algunos efectos especiales de la presente se reciclaron en Queen of Outer Space (1958), de Edward Bernds.
  • Los herederos de H. G. Wells denunciaron la película como plagio de la novela La máquina del tiempo.
  • Estrenada en Estados Unidos en programa doble con Indestructible Man [dvd: El hombre indestructible, 1956], de Jack Pollexfen, el 25 de marzo de 1956; en España no se ha visto hasta su reciente edición en DVD por parte de L’Atelier 13.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: **

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra