Título: Único superviviente
Autor: Dean R. Koontz
Traducción: Adolfo Martín
Pie de imprenta: Barcelona: Planeta, 2001
Colección: Booket. Bestseller internacional; nº 1035
T.O.: Sole Survivor (1997, Alfred A. Knopf / BCE)
Género | materia: novela | thriller – CF
Dean R. Koontz es un prolífico escritor que en sus inicios consiguió cierto prestigio entre los expertos en la literatura negra y de ciencia ficción. De su inicial etapa policial, que yo sepa, nada se ha editado en nuestro país, pero dentro de la ci-fi tenemos una curiosidad como La semilla del demonio (Demon Seed, 1973)[1], después llevada al cine como Engendro mecánico (Demon Seed, 1977), de Donald Cammell. Sin embargo, en cierta etapa de su carrera perdió digamos esa especialización y comenzó a emplear la fórmula del best-seller, lo que le ha reportado pingües beneficios, pero le ha costado perder el prestigio que poseía.
En el peor de los casos, las novelas de Koontz últimas son formularias y mecánicas, y ofrecen una estructura muy similar, aún partiendo de premisas muy distintas. Sin embargo, en alguna ocasión logra saltar la chispa y consigue crear una trama atractiva e hipnótica, y un desarrollo absorbente. Ese es el caso de títulos como Fantasmas (Phantoms, 1983), Víctimas (Watchers, 1987) o Relámpagos (Lightning, 1988). Eso, por supuesto, dentro de su ingente bibliografía, pues intercaladas entre esas obras hay otras muchas de pésima calidad, que inducen a desentenderse de sus creaciones, y quizás haya alguna que otra novela apreciable por ahí olvidada[2].
Único superviviente (Sole Survivor, 1997) está a mitad de camino entre ambas opciones. Ofrece un arranque que engancha, con el protagonista, Joe Carpenter, que ha perdido a su esposa y dos hijas en un accidente de aviación. Arrastra su pesar hasta hallarse totalmente abatido, cuando, en el primer aniversario del suceso, acude a la tumba de su familia y encuentra a una mujer negra haciendo fotografías a las lápidas. Ella se muestra misteriosa y esquiva, y luego huye de unos pistoleros que la acosan. A partir de ahí, Joe se verá inmerso en una trama conspiranoica, que ofrece de por medio extraños suicidios así como la manipulación del ADN.
Por tanto, la atención es captada de inmediato, y la lectura se hace rápida para el lector, aparte de que la redacción se toma su tiempo en desarrollar los personajes y plantea diálogos interesantes. Sin embargo, el texto ofrece dos defectos graves para considerar la novela aceptablemente conseguida.
Por un lado, Koontz se inclina a la dispersión. Se ha de ser un escritor muy dotado para, una vez se llega a un crescendo narrativo, desviar la atención del lector hacia otro punto y seguir manteniendo el interés. Buen ejemplo de ello es la larga perorata que hay entre el protagonista y el vendedor de coches usados, que gasta demasiadas páginas para un breve mensaje, y que dramáticamente se muestra inverosímil (Joe está siendo perseguido y se dedica a una conversación metafísica con el vendedor).
El otro problema es el meollo de toda la historia. Cuando este llega (y que no precisaré, en respeto a futuros lectores) resulta cautivante y muy atractivo, con todo lo que acontece en el Instituto Quartermass (guiño cinéfilo, sin duda, con una leve variante). Sin embargo, es algo demasiado jugoso como para desperdiciarlo en un mero thriller de persecuciones, y da la impresión de que se podría haber hecho algo mucho más sustancioso, denso y complejo con esa idea.
El resultado, pues, es una obra simpática y entretenida, que se deja leer sin esfuerzo, acaso para un día de playa o de lluvia, pero que desaprovecha unas enormes posibilidades y que con unas cuarenta o cincuenta páginas menos de esa referida dispersión podría haber resultado más positiva.
Carlos Díaz Maroto
[1] Salvo error, la novela ha sido publicada en España en 1977 por Producciones Editoriales y en 1987 por Gaviota. Koontz la rescribió totalmente en 1997; mientras la primera versión está narrada desde una óptica múltiple, la nueva se ve en exclusiva desde la perspectiva de Proteus. Sería interesante que alguna editorial española editase esa nueva versión.
[2] Muchas de ellas llegan a un nivel tan anodino que no recuerdo si las he leído, pues los títulos además son muy poco explícitos. Sí recuerdo, y como muy mediocre, Los servidores del crepúsculo (The Servants of Twilight, 1988).