Washington, en cualquier momento. De pronto, un platillo volante aparece en los cielos y aterriza en un parque. El ejército y la multitud lo rodean, cuando de su interior sale un robot colosal y un humanoide que extrae de sus ropas un extraño objeto. Un soldado, nervioso, le dispara, pero el objeto solo era un regalo. Trasladan al herido visitante a un hospital, pero pronto escapa. Poco después, a una pensión llega un desconocido…

Dirección: Robert Wise. Producción: Twentieth Century Fox Film Corporation. Productor: Julian Blaustein. Guion: Edmund H. North, según el relato “Farewell to the Master” de Harry Bates. Fotografía: Leo Tover. Música: Bernard Herrmann. Dirección artística: Addison Hehr, Lyle R. Wheeler. Montaje: William Reynolds. FX: Fred Sersen (efectos visuales), Melbourne A. Arnold (diseño del robot), L.B. Abbott, Ray Kellogg, Emil Kosa (equipo de efectos). Intérpretes: Michael Rennie (Klaatu), Patricia Neal (Helen Benson), Hugh Marlowe (Tom Stevens), Sam Jaffe (profesor Jacob Barnhardt), Billy Gray (Bobby Benson), Frances Bavier (Mrs. Barley), Lock Martin (Gort), John Brown (George Barley), Wheaton Chambers (Mr. Bleeker), Frank Conroy (Mr. Harley), Marjorie Crossland (Hilda), Edith Evanson (Mrs. Crockett), Elizabeth Flournoy (Emma), Freeman Lusk (general Cutler),  George Lynn (coronel Ryder), Tyler McVey (Brady), Dorothy Neumann (Margaret), Sammy Ogg (Sam), Olan Soule (Mr. Krull), Harlan Warde (Carlson), Patrick Aherne, John Costello, Lawrence Dobkin, Franklyn Farnum, Harry Harvey, Harry Lauter, Ted Pearson, ‘Snub’ Pollard, Stuart Whitman, Carleton Young …  Nacionalidad y año: Estados Unidos 1951. Duración y datos técnicos:  89 min. – B/N – 1.37:1 – 35 mm.

 

Los años cincuenta del pasado siglo fueron una era gloriosa dentro del género de la ciencia ficción cinematográfica. Con anterioridad se habían realizado grandes producciones en diversos países (Aelita, Metrópolis, La vida futura…), pero por lo general había pocas películas de la temática, y muchas de ellas entraban dentro de la categoría de los seriales (Flash Gordon, Buck Rogers…) o se trataba de producciones de terror con elementos fantacientíficos, como las cintas de Boris Karloff en sus cometidos de científico loco.

Imagen del film ruso Aelita

Los años cincuenta, como se dice, fueron distintos. La Segunda Guerra Mundial había finalizado, el bombardeo atómico sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en cierta manera, habían acabado con la ingenuidad del ser humano, y la posterior carrera nuclear nos internaba en un período diferente, al que se sumaban las primeras prácticas de exploración espacial y se comenzaba a erigir un muro ideológico entre dos bandos. Era un excelente caldo de cultivo para el cine de ciencia ficción. De pronto, la cantidad de cintas de tal temática aumentó de forma intensiva, en especial en Estados Unidos, y películas sobre la conquista del espacio, invasiones alienígenas o mutaciones humanas o animales llenaron las pantallas.

Una de las primeras películas de ciencia ficción de la década de los cincuenta

Por supuesto, muchas de estas cintas eran producciones baratas sin ninguna otra ambición que llenar las salas de un público ansioso de estas historias. Otras, si bien baratas, ofrecían rasgos imaginativos, que suplían la falta de presupuesto con ingenio. Pero entre todas ellas surgió un pequeño grupo de filmes que contaban con el apoyo de un gran estudio detrás y que revelaban ambiciones mayores. Ultimátum a la Tierra es una de ellas. El productor Julian Blaustein (Flecha rota, Desirée, Hombres temerarios, Los cuatro jinetes del Apocalipsis) buscaba llevar a cabo un film que ilustrara los miedos y desconfianzas de la época de la guerra fría y la era atómica. Para ello, llegó a leerse cerca de doscientas novelas o relatos de ciencia ficción, hasta que al fin optó por adaptar un cuento publicado en el número de octubre de 1940 de la revista pulp Astounding Science Fiction, titulado «Farewell to the Master» y escrito por Harry Bates (1900-1981). La historia fue un tanto variada[1], pues en el original todo es narrado desde el punto de vista de un periodista llamado Cliff Sutherland, y el robot, de doce metros de altura, se llama Gnut. Tras una serie de investigaciones del reportero se llegará a un final sorpresa.

Portada de la revista donde apareció el relato

La elección fue aprobada por el jefe de los estudios, Darryl F. Zanuck. Una vez seleccionado el relato, pues, el guion fue escrito por Edmund H. North, polifacético profesional autor de libretos tan variados como los de Ritmo loco, Flamingo Road, Juntos hasta la muerte, En un lugar solitario, Solo el valiente, Motín en el Defiant o Patton. De cierta predilección hacia el cine del Oeste y el bélico, solo volvería a tocar la ciencia ficción al final de su carrera con Meteoro (Meteor, 1979), de Ronald Neame (que también ofrece un mensaje de unión entre las potencias mundiales). El libreto definitivo y revisado de Ultimátum a la Tierra fue fechado el 21 de febrero de 1951. Por cierto que, una vez leído el guion, el Ejército se negó a colaborar en la película.

Imagen de Meteoro

Como director se decidió contar con Robert Wise, que por aquel entonces estaba bajo contrato con la Fox. Con anterioridad a la presente Wise había dirigido el film de suspense La casa de la colina (The House on Telegraph Hill, 1951), y después abordaría el noir La ciudad cautiva (The Captive City, 1952). Este excelente realizador todoterreno, que debutó como montador, y fue responsable de la edición de Ciudadano Kane, se inició en la unidad de Val Lewton en la RKO dirigiendo clásicos del terror como La maldición de la mujer pantera y El ladrón de cuerpos. Realizó magníficas películas criminales (Nacido para matar, Misterio en México, Apuesta contra el mañana), del Oeste (Sangre en la luna, Entre dos juramentos, La ley de la horca), de terror (The Haunting – La casa encantada, Las dos vidas de Audrey Rose), bélicas (Las ratas del desierto, Torpedo), melodramas (La torre de los ambiciosos, Quiero vivir, Cualquier día en cualquier esquina) y musicales (West Side Story, Sonrisas y lágrimas). Aceptó dirigir Ultimátum a la Tierra tanto por su propuesta anti-armamentista como porque realmente creía en los OVNIS. Tras esta rodaría otras dos grandes películas de ciencia ficción, La amenaza de Andrómeda (The Andromeda Strain, 1971) y Star Trek: La película – La conquista del espacio (Star Trek: The Motion Picture, 1979).

La amenaza de Andrómeda también es de Robert Wise

Para interpretar al extraterrestre Klaatu se pensó en un principio en Spencer Tracy. Después se consideró a Claude Rains, y este accedió en un inicio, pero cuando le surgió una oferta teatral decidió optar por esta. Por fin, se eligió a Michael Rennie, dado que era escasamente conocido y se le aceptaría mejor en un papel de alienígena. De origen británico, había hecho muchas películas en su país, y debutó en el cine norteamericano el año anterior con el film de aventuras La rosa negra (The Black Rose), de Henry Hathaway. Actor de gran estatura, sobrio y de facciones amables, otorgó su oficio a un papel que entregaba ciertas connotaciones místicas.

¿Spencer Tracy como el extraterrestre Klaatu?

Helen Benson es encarnada por la gran actriz Patricia Neal, a quien se puede recordar por títulos como El manantial, El rey del tabaco, Correo diplomático, Desayuno con diamantes o Hay que matar a B. El presente cometido lo abordó sin excesivo interés, considerando que era una más de ciencia ficción de la época, y declaró que debía esforzarse para recitar sus diálogos en serio. En todo caso, logró controlar esos prejuicios y ofrece una excelente interpretación.

Espléndida Patricia Neal en El manantial

Hugh Marlowe encarna al desagradable prometido de Helen. Lo volveríamos a ver en otro clásico de la ciencia ficción con Earth vs the Flying Saucers [tv/dvd: La Tierra contra los platillos volantes, 1956], de Fred F. Sears, y ese mismo año repetiría en World without End [dvd: Mundo sin fin], de Edward Bernds. Añadamos también entre el excelente reparto a Sam Jaffe (Horizontes perdidos, La jungla de asfalto), en su papel de einsteiniano científico[2], y Billy Gray como el niño Bobby Benson. También se añadieron auténticos reporteros de noticias para informar en las escenas de noticiarios. Para el papel del robot Gort se pensó en Jack Palance, pero luego se optó por Lock Martin, que trabajaba de portero en el Graumann’s Chinese Theater, y era de gran altura.

Lock Martin en su trabajo habitual

La partitura compuesta por el gran Bernard Herrmann se ha convertido en icónica. Para interpretarla hizo uso de violines, cellos y bajos electrónicos, dos órganos Hammond, un gran órgano electrónico, tres vibráfonos, dos glockenspiels (instrumento parecido a un xilófono), una marimba, un tam-tam, dos tambores bajos, tres timbales de concierto, dos pianos, una celesta (parecida a un piano), dos harpas, un cuerno, tres trompetas, tres trombones y cuatro tubas. Y, en especial, dos theremines electrónicos.

El theremín es un instrumento electrónico inventado en octubre de 1920 por el físico y músico ruso Lev Serguéievich Termen, quien después afrancesaría su nombre a León Thérémin. Consiste, esquemáticamente, en una caja con dos antenas; acercando y alejando la mano a cada una de las antenas, sin tocarlas, se produce un sonido electrónico. En cine, uno de los primeros compositores en hacer uso de ese instrumento fue Dmitri Shostakovich, que lo empleó para el film Odna (1931), de Leonid Trauberg y Grigori Kozintsev. Después, Hollywood lo utilizaría principalmente para películas de misterio (Recuerda, La casa roja, La escalera de caracol) o ciencia ficción (Cohete K-1, El enigma de otro mundo, Venidos del espacio). Para su partitura, Bernard Herrmann empleó dos instrumentos, manejados por el doctor Samuel Hoffman y Paul Shure, uno de los cuales hacía uso de un tono bajo y el otro de uno agudo. Además, Herrmann manejó técnicas de sobre-grabaciones sucesivas, o también de grabación invertida. Esta composición influyó notoriamente en Danny Elfman, que dice que lo inspiró para ser músico; en Mars Attacks! Elfman hace uso del theremín de un modo muy similar.

Bernard Herrmann

El rodaje tuvo lugar en los estudios de la Fox, así como en los terrenos de la productora, en Century City, California. Una segunda unidad tomó planos de Washington, pero ninguno de los actores principales se trasladó allá; en los planos generales se trata de dobles, y en los cercanos actúan junto a transparencias. Los decorados fueron concebidos por Thomas Little y Claude Carpenter, quienes para el interior de la nave colaboraron junto al mítico arquitecto Frank Lloyd Wright. La nave espacial fue erigida de madera, alambre y yeso mate. Para el robot se construyeron dos trajes, uno para los planos frontales y otro para los traseros, cada uno de ellos con abertura en el lado contrario. Su peso y rigidez, así como la escasa fuerza del actor que lo llevaba, obligó a que en los planos donde porta en brazos a Patricia Neal y a Michael Rennie fueran trucados. Ella era sostenida por cables (que se pueden distinguir en la película) y él era transportado por una dolly fuera de plano; en las tomas traseras se trataba de maniquíes.

Durante el rodaje

Como se ha dicho al inicio, Ultimátum a la Tierra es un reflejo de la situación social de la época en que se rodó, y expone el período de guerra fría que en esos instantes acontecían entre los dos ejes, el soviético y el norteamericano. En un momento determinado, una de las inquilinas de la pensión dice, más o menos: «Yo creo que ese hombre del espacio procede de aquí mismo, y ya saben a dónde me refiero». La pensión a la cual llegará Klaatu representa, en sus inquilinos, un microcosmos sobre el ser humano, y trasluce los prejuicios, miedos e intolerancia inherentes a esta especie autodenominada inteligente.

El personaje de Klaatu es representado como un ser beatífico, paciente (tampoco mucho) y de aires suaves. Por ello en principio se pensó en un actor como Spencer Tracy, que había encarnado a un sacerdote en bastantes ocasiones. Klaatu es la piedra de toque que necesita la Humanidad, para advertir a esta del peligroso rumbo belicista que están tomando sus acciones. Es curioso cómo esta película de 1951 resulta tan actual en una situación como la presente. También es llamativo cómo en el film el elemento de esperanza con respecto a la especie humana es representado por una mujer y un niño, y el personaje principal masculino terrestre es caracterizado como un ser mezquino, que se mueve por sus impulsos más primitivos y egoístas. El trato machista que da a su prometida es un ejemplo más de su carácter, y ante su actitud Helen toma una decisión drástica y sin histerismos. Una prueba más de la inflexión ideológica de esta obra.

Mucho se ha hablado de la estructura de la historia, que hace un paralelismo con la figura de Jesucristo. Así, Klaatu, al igual que Jesús, viene del cielo portando un mensaje de paz, realiza portentos (la paralización del mundo), es incomprendido, traicionado por alguien cercano a él y muerto; luego resucita y vuelve a los cielos. Significativamente, cuando Klaatu se infiltra entre los mortales, adopta el nombre de Carpenter (carpintero). Robert Wise declaró que no era consciente de esta disposición hasta que se le hizo ver años después. Más tarde, el film E.T. el extraterrestre (E.T. the Extraterrestrial, 1982), de Steven Spielberg, compartiría esa misma estructuración. Wise aplica a todo ello un tono de cine negro, haciendo uso de los contrastes que aporta la espléndida fotografía monocromática, jugando con las sombras (esa espléndida toma de Michael Rennie cuando llega a la pensión, encuadrado en un atmosférico contrapicado) y con los planos nocturnos de exteriores. La escena en que Klaatu resucita sufrió algunos cambios. La idea original era que su resurrección fuese definitiva. Sin embargo, los censores se sintieron muy incómodos ante este incidente, y obligaron a que se dijese que Klaatu había resucitado solo por algún tiempo. También se hizo añadir la frase de que la resurrección definitiva solo «estaba en manos del Sumo Hacedor», algo que irritó enormemente tanto a Wise como al guionista North.

Existen dos remotos remakes de la presente: Stranger from Venus (1954), de Burt Balaban, y The Cosmic Man (1959), de Herbert S. Green. La primera, en co-producción con Gran Bretaña, ofrece un punto de partida similar (el encuentro de una mujer con un misterioso individuo que resultará ser alienígena), y hasta es protagonizada de nuevo por Patricia Neal. La segunda ofrece inclusive la visita de un inquilino misterioso que resultará venir del cosmos.

Stranger from Venus (1954)

Y en 2008 se realizó un remake oficial por parte de la Fox, de idéntico título a la presente tanto en su versión original como española. El director fue Scott Derrickson y los protagonistas Keanu Reeves (Klaatu), Jennifer Connelly (Helen Benson), Jaden Smith (Jacob Benson) y John Cleese (profesor Barnhardt). La tarea que el actual guionista, David Scarpa, se planteó con respecto al guion antiguo ofrece un intento de fidelidad al tiempo que procura aportar cosas nuevas. Resulta curioso, al respecto, cómo la primera media hora de la película es la que mayor fidelidad ofrece con respecto a la antigua, si bien se le trata de imbuir de un toque hiperrealista muy acorde con el último cine «serio» de ciencia ficción; aunque para ello se tira de ideas que no son difíciles de rastrear en otros clásicos del género. Después, el guion parece no hallar su rumbo, y convierte la narración en una montaña rusa de momentos interesantes con otros muchos que no lo son, haciendo uso para ello de una facilona estructura de road movie. Scarpa parece no saber muy bien qué narrar, y va dando palos de ciego a medida que avanza la historia de cualquier forma. Scott Derrickson demuestra ser, al menos, un director con estilo, que sabe aportar fuerza a las imágenes (ese apabullante travelling a ras de suelo aproximándose a la mujer y el niño abrazados en el cementerio), y ofrece soluciones visuales muy atractivas, como el estupendo diseño de Gort (desperdiciado cuando lo «atomiza» y convierte en plaga). El resultado es una película muy por debajo de sus posibilidades, que desperdicia muchos buenos momentos a favor de la indecisión, el folletín barato y la espectacularidad vacua.

Imagen del remake

Ese mismo año 2008 se realizó una especie de plagio por parte de la especialista en esta lides, la productora The Asylum, con El día que el mundo se detuvo (The Day the Earth Stopped), dirigida y protagonizada por C. Thomas Howell, y con un punto de partida muy similar, pero hipertrofiado: cientos de inmensos robots intergalácticos aparecen en las principales capitales del mundo con un ultimátum: demostrar la valía de la civilización humana, o esta será destruida.

 

Anécdotas

  • Títulos de rodaje: Journey to the World / Farewell to the Master.
  • Título en Argentina, México, Perú, Uruguay y Venezuela: El día que paralizaron la Tierra. Título en Chile: El día que se paralizó la tierra. Título en Venezuela: El día que la tierra se detuvo.
  • En 1952 la cinta fue premiada con un Globo de Oro como «mejor película en promover el entendimiento internacional», y también fue candidata por su partitura musical. En 1995 fue incorporada al National Film Preservation Board, que se dedica a preservar en la Biblioteca del Congreso los filmes norteamericanos «cultural, histórica o estéticamente significativos».
  • La frase «Klaatu barada nicto», que Helen debe pronunciar ante Gort, se ha convertido en icónica, y ha sido repetida, de un modo u otro, en infinidad de ocasiones en otras películas (El ejército de las tinieblas, El retorno del Jedi, Tron, Héroes fuera de órbita o incluso un episodio de Los casos de Rockford). Se ha especulado mucho acerca de su significado, desde una simple consigna para desactivar la función destructora de Gort hasta algo así como «He muerto, no destruyas, repárame».
  • A Harry Bates se le pagaron 500 dólares por los derechos de su relato.
  • Se consideró a Anne Baxter para el papel de Helen Benson.
  • De la presente película se realizó una versión radiofónica el día 4 de enero de 1954, dentro del programa Lux Radio Theater, donde Michael Rennie y Billy Gray repetían sus papeles, y el de Helen Benson era recitado por Jean Peters.
  • La Fox encargó a Ray Bradbury escribir un guion para una posible secuela de la película. Con el título de The Day the Earth Stood Still II: The Evening of the Second Day, el autor de Crónicas marcianas presentó el día 10 de marzo de 1981 un boceto de cincuenta páginas, pero finalmente la película no se rodó.
  • Estrenada en Estados Unidos el 18 de septiembre de 1951, en una premier en Nueva York; después, el 28 de septiembre se estrenó en Los Ángeles. En España se estrenó el 14 de mayo de 1953 en Madrid.

 

Bibliografía

«El amo ha muerto». En Vinieron del espacio exterior: la ciencia ficción en el cine, recopilación de Jim Wynorski; traducción del inglés de Domingo Santos y Francisco Blanco. Barcelona: Martínez Roca, 1983. Colección Super ficción; 86.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Una versión más fiel, y que gozó de las bendiciones del autor, fue una adaptación al cómic realizada en septiembre de 1973 por la Marvel, dentro de su serie Worlds Unknown, en el nº 3. El guionista fue el editor de la revista, Roy Thomas, y el dibujante Ross Andru.

[2] La Fox intentó despedir al actor debido a su condición izquierdista, presionada la compañía por la caza de brujas anticomunista imperante. El productor Blaustein apeló al jefe de los estudios, Zanuck, y este accedió a mantenerlo, pero hasta finales de los cincuenta Jaffe no volvió a trabajar en Hollywood.