En la nave espacial de Wolf se cuela una criatura extraña. Después, el vehículo manifiesta una avería y debe aterrizar en un planeta-prisión, donde tanto los reclusos como el monstruo representarán un peligro.
Dirección: Jay Kamen. Producción: Dove Corporation Ltd., Empire Pictures, New World Pictures. Productor: Bob Wynn. Productor delegado: Charles Band. Guion: Mitch Brian. Fotografía: Sergio Salvati. Música: . Montaje: Victoria Martin. Diseño de producción: Giovanni Natalucci. FX: William Butler, Chet Zar (efectos de maquillaje), William Butler, Michael Deak (supervisores de efectos especiales). Intérpretes: Rex Smith (Wolfgang Shadduck), Lisa Langlois (Miranda), Patrick Macnee (padre Christopher), Christopher Neame (Calihan), Michael Hennessy (Stephens), Cec Verrell (Antonia), Benito Stefanelli (Vapes), Donald Hodson (Kane), Pamela Prati (súcubo), Ann Margaret Hughes (Myra), Loredana Romito (Bonnie), Debra Dion (amiga de Wolfgang), Jay Kamen (amigo de Wolfgang)… Nacionalidad y año: Estados Unidos, Italia 1988. Duración y datos técnicos: 84 min. color 1.85:1.
Dentro del cine de la Empire, hay, por supuesto, películas más o menos conocidas, populares. Transformations (1988) no es una de ellas, y muchos aficionados al género la desconocen. Su director, Jay Kamen, tampoco sonará demasiado. Nacido en Brooklyn, Nueva York, en 1953, su principal labor cinematográfica se centra en el campo del sonido, dentro del cual ha trabajado en títulos como Karate Kid II, El chico de oro, La caza del Octubre Rojo, RoboCop III o Independence Day, para hacerse una idea. También ha elaborado una carrera paralela como montador, de carácter inferior, tanto cuantitativa como en importancia industrial. Y como director solamente ha sido responsable, hasta el momento, de tres títulos, aunque tampoco del todo: debutó con la presente; mucho después, en 2010, dirigió y escribió un corto musical, Not Your Time, protagonizado por Jason Alexander (Seinfield); y su último trabajo se integra en un film de sketches, Stars in Shorts, montado en 2012, pero que en realidad tiene incorporado el corto anteriormente mencionado.
Con producción delegada (no acreditada) de Charles Band, la película es obra conjunta de las compañías Dove Corporation Ltd. —creada en exclusiva para este film—, Empire Pictures y la New World Pictures de Roger Corman. El guionista es Mitch Brian, que el año anterior se estrenó en el cometido con Night Screams [vd: Night Screams: Gritos de miedo, 1987], de Allen Plone, una de psycho-killers. Después, por ejemplo, participaría activamente en la estupenda serie de animación de Batman de Paul Dini (creando para el medio al personaje de Renée Montoya, ya existente en los comics), y participó en el guion de El celo / Presence of Mind (1999), co-producción hispano-norteamericana dirigida por el mallorquín Antoni Aloy que adaptaba la soberbia novela de fantasmas Otra vuelta de tuerca de Henry James. Un recorrido, desde luego, atípico.
La presente película, dentro de la Empire, está situada entre dos cintas como Grotesque (1988), de Joe Tornatore, con Linda Blair y Tab Hunter, y Ghoulies II [vd: Ghoulies II, 1988], de Albert Band. Transformations tiene toda la pinta de haberse fraguado con el fin de ahorrar costes (más aún de lo habitual, quiero decir), puesto que se rodó aprovechando los decorados de dos films simultáneos en rodaje como Robot Jox [vd/tv: Robot Jox, 1989], de Stuart Gordon, y Arena [vd/tv: Arena, el ring de las galaxias, 1989], de Peter Manoogian[1]. Como puede comprobarse por las fechas, la que nos ocupa acabó su rodaje mucho antes, efectuándose este a partir de finales de marzo de 1987. Sin embargo, su estreno en formato de vídeo en Estados Unidos no se produjo hasta el 8 de octubre de 1991; su debut en Alemania[2] y Japón, en igual sistema, se produjo mucho antes, en septiembre de 1988, y en España se editó en vídeo con el título original sin traducir.
La pareja protagonista está encarnada por Rex Smith (antiguo ídolo musical para quinceañeras, y que sería Daredevil en uno de los telefilmes de Hulk, así como el piloto de El Halcón Callejero) y Lisa Langlois (quien otrora trabajó con directores de la talla de Claude Chabrol y John Huston, y antes de esta película protagonizó un film de bichos tan divertido como The Nest [vd: El nido, 1988], de Terence H. Winkless). Sin embargo, tras ellos tenemos intérpretes tan estimables como el mítico Patrick Macnee o Christopher Neame, estrella efímera para la Hammer.
Después de unos títulos de crédito sobre fondo estrellado divisamos una nave espacial lanzada hacia la pantalla, a tal velocidad que no podemos distinguir si está bien hecha o no. De inmediato pasamos al interior de la nave, donde acontece una situación que podría semejar muy propia de una comedia de adolescentes ochentera: el protagonista, el piloto espacial Wolfgang Shadduck, “Wolf”[3], (Rex Smith) recibe una comunicación de un grupo de cinco amigos juerguistas para felicitarle el cumpleaños, y le prometen un regalito. El piloto habla con el ordenador de la nave, que tiene una voz femenina de lo más seductora. Mientras se echa a dormir, una criatura extraterrestre de aspecto antropomorfo, pero viscosa y terrible, se cuela en la nave, sin que veamos cómo; simplemente, ya está allí, caminando por la sección de carga. Las alarmas suenan, el durmiente se despierta y cuando abre la puerta de su camarote encuentra una morena despampanante que le felicita el cumpleaños. Él lo acoge con una risita y de inmediato se ponen a echar un polvo; en pleno éxtasis, cierra los ojos, por lo cual no ve que la morenita se está convirtiendo en un monstruo. En realidad, la escena está destinada a nosotros, para que percibamos que se trata de una criatura polimorfa. De pronto Shadduck abre los ojos y la chica no está ahí. ¿Ha sido todo un sueño?
Pero la nave ha quedado dañada por algún tipo de actividad de la criatura, y mientras el piloto trata de arreglar los controles, cae abatido por una descarga, por lo cual no puede observar una advertencia del ordenador (ahora, solo escrita en una pantalla): “Aproximándose al planeta Hephaestos IV. Acceso restringido. Prisión-colonia minera de máxima seguridad. Cualquier aproximación será repelida con fuerza mortífera. No aproximarse. PELIGRO.”
En la colonia penal, los presos trabajan moviendo cajas mientras los vigilantes parecen haberle robado el casco a Darth Vader, pero con una pantalla transparente de soldador por delante. Mientras, en la iglesia, el padre Christopher (Patrick Macnee) está celebrando misa cuando percibe la presencia del Mal, y un crucifijo cae al suelo. Cuando Wolfgang despierta, se halla en la enfermería del penal: no ha sido abatido, y le recibe una atenta enfermera, Miranda (Lisa Langlois, quien recita los diálogos con el deje mecánico de un robot), que le observa con no poca complacencia, así como el alcaide, aunque este es menos cariñoso: le advierte que no salga del área restringida.
A partir de ahí se plantean los ejes por los cuales se vertebrará el resto del film. Wolf debe quedar en la colonia, mientras su nave es reparada; chico y chica ya están presentados; y tenemos un entorno amplio, tortuoso y lleno de víctimas potenciales y sin importancia argumental (algunas de ellas se nota que están dobladas, tratándose posiblemente de actores italianos que no dominan el inglés). Las víctimas, por cierto, serán bien pocas, al menos a manos de la bestia, siendo más habitual la matanza por parte de presos o carceleros.
Pese a que el film está planteado meramente como diversión, esta aparece muy de tarde en tarde, y aun con su escasa duración (hora y veinte) hay momentos en los que se hace eterno. La trama resulta elemental y, en muchos momentos, absurda: la chulería con la que campan los presos es apabullante, en especial una interna que se permite amenazar y tener cohibida a la enfermera del centro. Tanto por los pasillos, en la cantina o en las duchas no hay vigilante alguno, y en éstas se produce el asesinato de un preso sin más, sin justificación argumental, para aparecer los vigilantes después y matar sin contemplaciones al agresor. Peores aún son las escenas de intimidad entre Wolf y Miranda, hablando mientras una música melosa suena, y ella le mira con candor y dulzura. Al principio, ella dice que ese sitio es su hogar (de hecho, nació allí, y está “apresada” también, sustituyendo al médico), y más adelante le solicita que la lleve con él.
Mientras, Wolf comienza a sentir extrañas influencias: tiene visiones (subjetivas) de la criatura con la que fornicó, y en su cuerpo empiezan a aparecer sarpullidos aovados, similares a los que tenía el ser en la espalda. Mientras folla con una mujer barbuda con la que ha ligado en la cantina (y a la que rechazó una primera vez cuando esta se le insinuó chupando voluptuosamente la pajita de su bebida), esta le toca una erupción que estalla en un humor viscoso, y él la estrangula. El súcubo ahora lo ha convertido en un íncubo. ¿Parábola del sida, o mero trasfondo puritano, donde el sexo es la condición terrible que expande el mal? Cuando el piloto espacial huye de los vigilantes, es salvado in extremis —le desvía por un pasillo—, por el sacerdote, que lo lleva a la capilla, donde le comienza a recitar el Apocalipsis. Luego, le narra que ya antes se topó con ese mal, en una colonia espacial, donde un hombre le confesó que una mujer vino a él en sueños, y luego se contagió con la plaga. Resulta curioso cómo tantas películas se regodean con escenas de sexo que luego condenan por medio de los diálogos. Aquí, por cierto, tampoco hay tanto sexo, pese a la frase comercial con que fue lanzada la película: “Lust in space”[4]. Volviendo al sacerdote, este refiere que solo un amor puro puede vencer el poder del demonio, el Mal puro y en esencia, con lo cual las referidas connotaciones puritanas que destila el guion se hacen más ostensibles.
El resultado es una cutrez apabullante, una aburrida serie Z que, pese a ello, de ridícula que es a veces provoca sonoras carcajadas. La dirección de Jay Kamen es plana y rutinaria, y el guion de Mitch Brian, como ha podido comprobarse, es un desvarío sin sentido. El desarrollo de personajes es por completo inexistente, y cuando este parece intentar esbozarse, por medio de pesados diálogos, semeja más relleno de metraje que profundización en los caracteres. La música es ramplona (aunque, por suerte, hacia el final se nos obsequia con un tema de Mozart), y solo en el campo de los efectos especiales la consecuencia, sin ser estimable, al menos denota cierta capacidad para desarrollar algo aceptable pese al bajo presupuesto: la nave del protagonista es sencilla pero efectiva, y orbitando el planeta prisión tenemos otra muy al estilo Star Wars; los efectos de maquillaje, por su parte, son viscosos y asquerositos, e incluso ofrece planos de la transformación final de Wolf por medio de válvulas de aire, al estilo de Un hombre lobo americano en Londres.
Transformations supone un film de ciencia ficción y horror, una space opera que acaba derivando en casi una cinta satánica, donde Han Solo se transforma en el demonio, mezcla que así, sobre el papel, suena sugerente, pero que en los resultados aparece de una mediocridad insultante.
Anécdotas
- Rodada en los Estudios Empire sitos en Roma.
- Se filmó un número musical en el bar que se eliminó del montaje definitivo.
- Como protagonista se consideró inicialmente a David Soul.
- Su retraso en el estreno fue debido a la quiebra de New World.
- Estrenada en Estados Unidos el 8 de octubre de 1991 directamente a vídeo. En España se estrenó de igual manera.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: •
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] También está reutilizada la música de Eliminators [vd: Los aniquiladores / Indestructibles, 1986], de Peter Manoogian. Para compensar, tomas de alguna de las (pocas) naves de Transformations se reaprovecharon para Beach Babes from Beyond (1993), Beach Babes 2: Cave Girl Island (1995) y Petticoat Planet [vd: El planeta de los sentidos, 1996], todas de David DeCoteau.
[2] En Alemania se tituló Alien Transformations, por lo cual en determinadas fuentes es citada por ese apelativo.
[3] Más adelante averiguamos que nació hace veintiséis años en la Colonia Terrestre 2, en Olimpia, Marte, es piloto de transportes, y es buscado por contrabando de armas en seis sistemas solares distintos.
[4] “Lujuria en el espacio”, pero que suena similar a “Lost in Space”, alusión a la mítica serie de televisión Perdidos en el espacio.