El doctor Conway desarrolla un ingenio para predecir terremotos. Su máquina prevé un inminente temblor de niveles catastróficos, por lo cual hace una advertencia al gobierno, pero no es tomado en consideración. Cuando el seísmo se produce, se convoca una reunión urgente. Pero Conway señala que eso solo es el principio, y que se acerca un terremoto que deja al anterior en pañales…
Dirección: Fred F. Sears. Producción: Clover Productions para Columbia Pictures. Productor: Sam Katzman. Guion: Jack Natteford, Luci Ward. Fotografía: Benjamin H. Kline, Irving Lippman. Música: George Duning, Friedrich Hollaender, Arthur Morton, Leith Stevens. Montaje: Paul Borofsky, Al Clark. Dirección artística: Paul Palmentola. Intérpretes: Kathryn Grant (Laura ‘Hutch’ Hutchinson), William Leslie (Dr. David Conway), Tristram Coffin (Dr. Ellis Morton), Raymond Greenleaf (gobernador Chaney), Charles Evans (general Bortes), Frank J. Scannell (sheriff Quinn), Marshall Reed (ayudante del general), Fred Coby (ranger Brown), Paul Savage (ranger Kirk), Terry Frost, Paul Bradley, John Close, Sam Harris, Robert Kino, Lyle Latell, Pierce Lyden, Philo McCullough, Paul McGuire, Dennis Moore, Charles Morton, John Phillips, Fred F. Sears, Natividad Vacío, Otto Waldis, John Zaremba… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1957. Duración y datos técnicos: 64 min. – B/N – 1.85:1 – 35 mm.
The Night the World Exploded (1957) es una de las muchas películas de ciencia ficción de los años cincuenta del pasado siglo, de un nivel de calidad aceptable, que fueron totalmente ignoradas por los distribuidores españoles debido a sus habituales prejuicios hacia lo fantástico. Por esa misma época se estrenó un aluvión de films norteamericanos del género de la comedia, el wéstern, la aventura o el policial, por citar algunos, que llegaron sin problema alguno (salvo por cuestiones de censura), de nivel similar o inferior al presente, pero que centraban su trama en el «realismo».
Y eso que la presente cinta busca su base, precisamente, en un cierto «realismo». Así, no hay monstruos ni extraterrestres, sino que la trama se sustenta en fenómenos «naturales» que provocan desastres a nivel planetario. La película se alberga en la temática catastrófica, y podría decirse que es un precedente de títulos como Terremoto (Earthquake, 1974, Mark Robson) o, sobre todo, 2012 (2012, 2009, Roland Emmerich). Aquí, una serie de terremotos asola la Tierra, y un grupo de científicos intentará impedirlo. Para ello los protagonistas se sumergen en las entrañas del planeta, a través de las cuevas Carlsbad, bello paraje turístico norteamericano, sito en la Montañas Guadalupe, al sureste de Nuevo México. Gran parte de la cinta se concentra en esa localización, donde los investigadores descubren un nuevo elemento, el 112, causante de los fenómenos: son rocas de unos tres centímetros de diámetro que, al contacto con el aire, crecen, se calientan y, al fin, explotan.
La película es sencilla y entretenida. No busca ser un film revolucionario en la historia del cine, sino un mero elemento de distracción de los que se proyectaban en los cines de la época en programas dobles. La trama está escrita por Jack Natteford, habitual en el cine del Oeste, junto a Luci Ward, sin duda la encargada de otorgar el punto de vista femenino necesario. La protagonista de la película, de hecho, es Kathryn Grant (la princesa Parisa de la sensacional Simbad y la princesa), por encima del elenco masculino, si bien su papel será el habitual del cine en la época, así, aunque sirva de ayudante de su prometido, el profesor Conway, por lo general solo le pasará una carpeta o el teléfono, y preparará café. Además de ello, la muchacha tiene una perra terrible con casarse, mientras su novio intenta salvar el mundo.
Dirige Fred F. Sears, habitual director, también, de wésterns, pero que en los cincuenta realizó un puñado de cintas de ciencia ficción, así The Werewolf [dvd: Los colmillos del lobo, 1956] –cinta licantrópica con explicación científica–, The Earth versus the Flying Saucers [tv/dvd: La Tierra contra los platillos volantes, 1956] –la más famosa, con efectos de Ray Harryhausen– y The Giant Claw [dvd: La garra gigante, 1957], amén de la presente. Sears es un artesano con oficio, sencillo y sin filigranas, que va directo al asunto y busca efectuar su cometido con un presupuesto demasiado limitado. Aquí, muchos planos de terremotos son imágenes de archivo, ofreciendo solo efectos realizados a propósito en el derrumbe dentro de las cuevas, así como en la explosión final en la presa (donde también se intercalan algunos planos de archivo).
Anécdotas
- Rodada entre el 8 y el 20 de noviembre de 1956. Aparte de las referidas cavernas, la filmación también se produjo en el Iverson Movie Ranch de Chatsworth, California, y el ElectroData (Burroughs) Corporation Building de Pasadena, California.
- La película comienza con la siguiente narración en off: «Los que vivieron para contarlo recuerdan que el día comenzó con una belleza frágil y sobrecogedora. La temperatura era fresca, el aire puro de montaña… Un día irreal como para servir de escenario al nacimiento del mundo o a su muerte».
- En 1996, 39 años después de que se hiciera esta película, los científicos identificaron un Elemento 112 real. Después de varios años de controversia en torno al descubrimiento, el Elemento 112 finalmente fue admitido en la tabla periódica en 2009 y recibió el nombre de copernicio, en honor a Nicolás Copérnico, el astrónomo que estableció por primera vez que la Tierra orbitaba el sol en lugar de al revés.
- Lou Morheim fue contratado originalmente para escribir el guion y Bob Kent para producirlo.
- Para ahorrar presupuesto, la narración la efectúa el propio director.
- Las imágenes de la explosión de la presa proceden de la película Born to Be wild (Joseph Kane, 1938).
- Estrenada en programa doble junto a The Giant Claw (1957), de igual director y productor, en junio de 1957. En España, como se ha referido, no fue vista.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN:**
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra