Inicios del siglo XX. Orlando, Duque de Oxford, colabora estrechamente con el rey de Inglaterra para resolver conflictos que afecten al país. En toda Europa parece haber un ambiente proclive para que algo terrible se desate. Intentando evitar una guerra, Orlando, junto a su hijo y otros socios, viaja a Rusia con el fin de acabar con la vida de Rasputín, que tiene a la familia real en sus manos.

 

Dirección: Matthew Vaughn. Producción: 20th Century Studios, Marv Films, Marv Studios. Productores: Adam Bohling, David Reid, Matthew Vaughn. Co-productores: Cliff Lanning, Angus More Gordon, Carlos Peres. Productores delegados: Ralph Fiennes, Dave Gibbons, Stephen Marks, Mark Millar, Claudia Schiffer. Guion: Matthew Vaughn, Karl Gajdusek, según una historia de M. Vaughn, basado en el cómic The Secret Service creado por Mark Millar y Dave Gibbons. Fotografía: Ben Davis. Música: Dominic Lewis, Matthew Margeson. Montaje: Jason Ballantine, Robert Hall. Diseño de producción: Darren Gilford. FX: 4DMax, BUF, Framestore, NVIZ, RISE Visual Effects Studios, Rhythm & Hues Studios, Snow Business International, Visualskies, Weta Digital. Intérpretes: Ralph Fiennes (Orlando, Duque de Oxford / Arthur), Gemma Arterton (Pollyanna «Polly» Wilkins / Galahad), Rhys Ifans (Grigori Rasputin), Matthew Goode (capitán Morton / el Pastor), Tom Hollander (rey Jorge / Percival / Kaiser Guillermo / zar Nicolás), Harris Dickinson (Conrad Oxford), Daniel Brühl (Erik Jan Hanussen), Djimon Hounsou (Shola / Merlín), Charles Dance (Herbert Kitchener), Aaron Taylor-Johnson (Archie Reid / Lancelot), Alexandra Maria Lara (Emily, duquesa de Oxford), Alexander Shaw (Conrad Oxford de niño), Joel Basman, Valerie Pachner, Olivier Richters, Todd Boyce, Aaron Vodovoz, Ron Cook, Branka Katic, Alison Steadman, Cassidy Little, August Diehl, Ian Kelly, Stanley Tucci, David Kross… Nacionalidad y año: Reino Unido, Estados Unidos 2021. Duración y datos técnicos: 130 min. color 2.39:1 (copia para cines) 1.90:1 (copia para IMAX, algunas escenas).

 

Precuela de los dos títulos previos, que se traslada a alrededor de un siglo en el pasado, he oído referir de forma abundante que la presente película es «pulp puro». Veamos: el pulp es un sistema de impresión. A principios del siglo XX, en Estados Unidos, la alfabetización llegó a tanta gente que como medio de entretenimiento se diversificó la oferta literaria. Gran cantidad de revistas surgieron en el país (y diversas variantes en otros lugares) ofreciendo literatura de evasión. Como iban dirigidas a clases populares, el precio debía ser asequible, por lo cual decidió utilizarse papel malo, proveniente de la pulpa de madera; de ahí el apelativo.

Ahora bien, con el tiempo, la palabra «pulp» ha venido a referir un tipo concreto de narración, con un estilo literario, unos estilemas narrativos, muy propios. Diversos géneros, como el criminal, la ciencia ficción, el policíaco, la aventura, etc., se benefician de este tipo de narraciones rápidas y efectivas, creadas solo para entretener, pero con ciertas convenciones narrativas, independientemente después de la calidad intrínseca del autor. Todo lo cual, lamento decir, no encuentro para nada en esta película, trasladado a términos cinematográficos.

Después, aparte de que sea o no pulp, el caso es que, como película, es en verdad mala. La primera hora es terrible. Semeja más una de esas reconstrucciones que aparecen en los documentales históricos con dramatizaciones de lo que narra, dado la falta de intensidad dramática con que se despliega lo que acontece. Además, en ocasiones parece un tráiler de una serie, de lo sintetizado que está lo que se cuenta en algunos instantes, para, al momento siguiente, dilatar en exceso otras situaciones que no merecen tamaña atención. El trabajo de montaje de toda esta parte es tremendo, sin ningún sentido del ritmo.

Lo que viene después diría que es incluso peor. Cuando digamos la trama comienza a desenvolverse, tras un sinfín de prolegómenos, nos encontramos ante una típica muestra de mediocre cine de acción actual, con todas sus convenciones, al estilo de bodrios como Wild Wild West (Wild Wild West, Barry Sonnenfeld, 1999), La Liga de los Hombres Extraordinarios (The League of Extraordinary Gentlemen, Stephen Norrington, 2003) o Van Helsing (Van Helsing, Stephen Sommers, 2004), pongamos por caso.

Y, por supuesto, el humor no sirve para otra cosa que para justificar la ausencia total de un mínimo intento de dar a la trama unos visos, no ya de verosimilitud, algo por completo desterrado del planteamiento, sino de buscar una construcción de la historia que se apoye en un mínimo de esfuerzo de evolución dramática. Un ejemplo palpable es, hacia el final, cuando los héroes se encuentran en lo alto de un risco montañoso y Ralph Fiennes comenta: «¿Y cómo bajamos de aquí?». La elipsis subsiguiente se convierte en un chiste que, además, encubre la incapacidad de solventar situaciones. Otro caso es el del humor sacado de rosca, que en lugar de hacer reír provoca una expresión atónita en el espectador, como la escena de sexo entre Rasputín y el protagonista, o la subsiguiente pelea al ritmo del 1812 de Tchaikovskii (al menos, en ese momento se puede disfrutar de buena música, algo es algo).

Y no digamos el cúmulo de tópicos de folletín barato que se acumulan en el film, ejemplo prístino de lo cual sería todo lo relativo al hijo del protagonista, Conrad, y que aquí sí hace reír, no por solvencia de los gags humorísticos, que no hay, al contrario, la cosa se pone terriblemente seria, sino porque el intento de dramatismo es tal que solo provoca la carcajada.

Otro capítulo a considerar es el de los actores. Suele ser costumbre ―aunque suponga una falta de profesionalidad tremenda― que actores de gran valía, en cintas de la índole presente, y conscientes de que están implicados en una mediocridad, no se esfuercen lo mínimo y den lo peor de sí mismos. Aquí sucede eso mismo, resultando en verdad sorprendente el bajísimo nivel interpretativo que ofrece un actor como Ralph Fiennes, que en tiempos fue extraordinario. De hecho, el plantel de intérpretes del film resulta bajísimo, y solo hay dos actores que muestran respeto al espectador, y no solo se esfuerzan en su cometido, sino que están realmente bien, y esos son Daniel Brühl y Djimon Hounsou.

Se supone que un director, película a película, va desarrollando una capacidad narrativa más desarrollada, va aprendiendo mejor el oficio, y optimiza su trabajo de forma paulatina. Bueno, el caso es que con Matthew Vaughn parece suceder justo lo contrario. Poco a poco ha ido a peor, y resulta sorprendente la incapacidad narrativa que demuestra en este film, solo saturado de planos pomposos y mayestáticos para aparentar algo, pero sin sentido alguno de la mesura, de la narración, de crear un ritmo uniforme a todo. El resultado es uno de los bodrios más descomunales habidos en mucho tiempo. Palabrita del Niño Jesús.

 

Anécdotas

  • Títulos de rodaje: Kingsman 3 / Kingsman: The Great Game.
  • Título en Argentina, Chile, Colombia, México y Perú: King’s Man: El origen.
  • El título provisional de la película era The Great Game (El Gran Juego). Este término se dio a un enfrentamiento político entre Inglaterra y Rusia en el siglo XIX.
  • Nicolas Cage, Brad Pitt y Rachel Weisz fueron considerados para roles del film.
  • Hacia la mitad de los créditos finales hay una escena más, bastante importante.
  • Precuela de Kingsman: Servicio secreto (Kingsman: The Secret Service, 2014) y Kingsman: El círculo de oro (Kingsman: The Golden Circle, 2017), ambas dirigidas por Matthew Vaughn.
  • Esta película debía haberse estrenado inicialmente el 15 de noviembre de 2019, pero sería retrasada hasta cinco veces a causa del covid.
  • Estrenada en Estados Unidos el 22 de diciembre y en el Reino Unido el 26 de diciembre de 2021. En España se estrenó el 29 de diciembre.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: •

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra