Un rico arquitecto viaja con su esposa en un avión comercial, haciendo alojar como carga los restos de una abadía medieval, que pertenece a la familia de su mujer, y que pretende reconstruir en Estados Unidos. Pero el monasterio se construyó sobre un lugar de ceremonial druida, y una de sus piedras es, precisamente, una losa de sacrificios. Ahora, aquellos restos están malditos, y comienzan a expandir sobre el avión, los pasajeros y la tripulación, su influjo…
Dirección: David Lowell Rich. Producción: CBS Television Network. Productor: Anthony Wilson. Guion: Ronald Austin, James D. Buchanan, según una historia de V. X. Appleton. Fotografía: Earl Rath. Música: Morton Stevens. Montaje: Bud S. Isaacs. Dirección artística: James Hulsey. Intérpretes: Chuck Connors (capitán Ernie Slade), Buddy Ebsen (Glenn Farlee), Tammy Grimes (Mrs. Pinder), Lynn Loring (Manya), Jane Merrow (Sheila O’Neill), France Nuyen (Annalik), William Shatner (Paul Kovalik), Roy Thinnes (Alan O’Neill), Paul Winfield (Dr. Enkalla), Will Hutchins (Steve Holcomb), Darleen Carr (Margot), Brenda Benet (Sally), Russell Johnson (Jim Hawley), H. M. Wynant (Frank Driscoll), Mia Bendixsen (Jodi), Gerald Peters (cargador de tractor), Robert Donner (dispensador), Peter Ashton (empleado), Veronica Anderson (empleada)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1973. Duración y datos técnicos: 74 min. Color 1.33:1.
David Lowell Rich (1920-2001) fue un director bastante extraño. En cine realizó once películas de variada temática, siendo la más famosa de ellas La mujer X (Madame X, 1966), un desaforado melodrama con Lana Turner que, de exagerado, se convierte en una involuntaria comedia de lo más disfrutable. También dirigió una de las entregas de la saga «Aeropuerto», Aeropuerto ’80 (The Concorde… Airport ’79, 1979), de modos absolutamente televisivos, y en el género fantástico ofreció Have Rocket — Will Travel (1959), una comedia de ciencia ficción con los Tres Chiflados, y La gata en la terraza (Eye of the Cat, 1969), un terror sobre gatitos malos.
Dentro de la televisión fue mucho más activo, medio en el que debutó en 1950, efectuando casi cien productos, entre episodios de distintas series y muchos telefilmes a partir de 1970. El presente fue el primero de los efectuados dentro del género fantástico, y después fue responsable del célebre Escuela satánica para señoritas / El colegio de Satán (Satan’s School for Girls, 1973). También hay que destacar un telefilm de catástrofes aéreas, Aeropuerto 78: Vuelo supersónico (SST: Death Flight, 1977), que en España se estrenó en cines haciéndolo pasar como una entrega de «Aeropuerto».
Precisamente The Horror at 37,000 Feet (1973) parece rodado con el fin de aprovechar el decorado de una de las películas de la serie «Aeropuerto», pero buscando ahorrar presupuesto y plantear algo un poco diferente, aunque el arranque es muy similar al de las cintas de género catastrófico, con la confluencia de los pasajeros y la tripulación en el aeropuerto, su abordaje al avión, y un ligero retrato de los mismos. Incluso en el avión viaja una niña, y en un momento determinado se ve una guitarra, elementos ambos que serían, unidos, uno de los instantes más estomagantes de la posterior Aeropuerto 1975 (Airport 1975, Jack Smight, 1974). Y, al igual que estos filmes, su reparto está compuesto por un caudal de estrellas, en este caso típicamente televisivas, o viejas glorias, así los veteranos Chuck Connors y Buddy Ebsen, y las figuras catódicas William Shatner y Roy Thinnes, entre otras (en los créditos iniciales todos los intervinientes son citados por riguroso orden alfabético, para no desmerecer).
Este telefilm detenta muy mala fama, algo que no comprendo. De hecho, me parece tremendamente inferior el posterior Escuela satánica para señoritas, que dispone de mucho prestigio, sin embargo. Destaca, ante todo, un reparto que funciona muy bien. De hecho, se nos presenta un casting en verdad agraciado, con un nivel superior al habitual en telefilmes. Debe subrayarse lo insólito del papel que ofrece Buddy Ebsen, por lo general ancianito venerable, y que aquí se muestra oscuro y maligno, y además lo hace bien. También cabe señalar a William Shatner como un sacerdote alcohólico que ha perdido la fe, y que está en verdad magnífico en el constante cinismo que manifiesta.
A partir de una historia de V. X. Appleton (escritor del que nada más he localizado, por lo cual sospecho que pudiera ser un seudónimo de alguien, que ha optado por una irónica mención al ron de ese nombre), el guion está concebido por Ronald Austin y James D. Buchanan, quienes también, en comandita, fueron responsables de sus tres únicos créditos cinematográficos, la comedia El suceso (The Happening, Elliot Silverstein, 1967), el ligero film de aventuras Misión increíble (Midas Run, 1969) y la obra sobre ladrones de guante blanco Harry Dedos Largos (Harry in Your Pocket, Alf Kjellin, 1973). En cuanto a televisión, han colaborado juntos para escribir episodios de series como Cannon o Los ángeles de Charlie, así como diversos telefilmes. En realidad, ambos nombres son el seudónimo de una sola persona, Ronald Munns, del que tampoco he hallado excesiva información, salvo que también es (o fue) autor teatral.
Lo llamativo del presente guion es el diseño de personajes, en el sentido de que apenas se aclara nada sobre ellos. Podría parecer que se trata de un fallo de desarrollo, pero me da la impresión de que es intencionado, con el fin de conferirles de cierta ambigüedad moral y no saber muy bien qué esperar al respecto. Detengámonos, por ejemplo, en el referido rol de William Shatner, un sacerdote que parece atravesar una crisis de fe, lo cual hace que se vuelque a la bebida y se muestre bien escéptico acerca de la condición humana. No conocemos nada sobre su pasado, salvo que fue excomulgado. Va acompañado por una pizpireta muchacha de la que tampoco estamos al corriente sobre qué hace ahí, si es una sobrina, una secretaria o una amante.
O también podríamos fijarnos en el personaje al que da vida Buddy Ebsen. Queda evidente de que es alguien rico, pues así lo declara, pero más allá de eso poco sabemos. Se pasea por el avión como si fuera alguien, y es un tanto seco, y cuando se desata el peligro rápidamente pierde los papeles y no le importa sacrificar a los demás con el fin de salvarse él. O el personaje de Mrs. Pinder, que en Inglaterra denuncia ante los tribunales a O’Neill por llevarse los restos arqueológicos del lugar y, cuando no consigue resolución favorable, lo persigue al avión, acosándole, y semejando más bien una bruja, aunque no termina de matizarse.
David Lowell Rich intenta huir del enclaustramiento que supone rodar la mayor parte de la película dentro de un avión utilizando una cámara fluida que se mueve entre las butacas, pasando entre los distintos personajes, seleccionando estos visualmente. Hay un momento muy curioso, hacia el final, cuando William Shatner se enfrenta al Mal, en el cual en un rápido plano se vislumbra cómo sus vestiduras tradicionales han mutado en un atuendo eclesiástico, con alzacuello, para simbolizar el retorno de su fe. Los efectos especiales son muy sencillos, siendo el más negativo el efecto inicial, cuando las ventanillas de la cabina de mando se empañan por el frío, y cómo el vaho desaparece por el efecto de paro de imagen; el resultado aparece muy burdo, cuando hubiera quedado mejor un rápido desvanecimiento. Y tampoco queda muy convincente el perro congelado, que se percibe que es un animal disecado. Pero otros efectos, como esa sustancia pastosa, y su terrible consecuencia sobre la muñeca, poseen intensidad. Por cierto que el efecto de sonido que se supone procede de la carga maldita es muy similar al que emitían las hormigas gigantes de esa joya que es La humanidad en peligro (Them!, Gordon Douglas, 1954).
En resumidas cuentas, pese a determinadas imperfecciones (como cierta ocasional desmaña) se trata de un telefilm atractivo, con un ligero tono que rememora a los relatos de Arthur Machen, y ecos de carácter lovecraftiano. Y, lo mejor de todo, que no parece rehuir de detalles imaginativos y fantasiosos, y hace lo que puede pese a su reducido presupuesto.
Anécdotas
- Títulos en Argentina: Horror a 37.000 pies / Horror a 37.000 pies de altura.
- Según William Shatner, muchos de sus fans consideran la presente la peor película de todas las que ha hecho.
- Roy Thinnes y Lynn Loring eran marido y mujer en la vida real en el momento de trabajar juntos en este telefilm (aunque no hacen de pareja).
- Exhibido originalmente en Estados Unidos el 13 de febrero de 1973.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ***
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
Magnifica resena, Carlos!!! Muchas gracias.
Muchas gracias.