El doctor Julian Blair está desarrollando una máquina capaz de registrar los impulsos mentales independientes de cada persona. En un accidente muere su muy amada esposa, y cuando, en su pesar, enciende de forma inconsciente la máquina, reaparece la señal que quedó registrada de la mujer. Eso le hace pensar que puede comunicarse con las personas una vez fallecidas, y se aliará a una médium con el fin de conseguirlo.

Dirección: Edward Dmytryk. Producción: Columbia Pictures. Productor: Wallace MacDonald [sin acreditar]. Guion: Robert Hardy Andrews, Milton Gunzburg, basado en la novela The Edge of Running Water de William Sloane. Fotografía: Allen G. Siegler. Música: Morris Stoloff        (director musical); George Antheil, Gerard Carbonara, Sidney Cutner, Werner R. Heymann, Ben Oakland, Karol Rathaus, Gregory Stone, Victor Young (música de stock, sin acreditar). Montaje: Al Clark. Dirección artística: Lionel Banks. FX: Franz Dallons, Oscar Dallons, Paul Dallons (accesorios). Intérpretes: Boris Karloff (Dr. Julian Blair), Richard Fiske (Dr. Richard Sayles), Amanda Duff (Anne Blair), Anne Revere (Mrs. Blanche Walters), Ralph Penney (Karl), Dorothy Adams (Mrs. Marcy), Walter Baldwin (Seth Marcy), Kenneth MacDonald (sheriff Ed Willis), Shirley Warde (Helen Blair), Ernie Adams (Elam), Lester Allen (Dr. Van Den), Wheaton Chambers (Dr. Sanders), Earl Crawford (Johnson), Harrison Greene (Mr. Booth, dueño de la pastelería), Erwin Kalser (profesor Kent), Eddie Kane (profesor Walt), George McKay (agente de la estación), Al Rhein (conductor del camión), John Tyrrell (jefe de correos), Jacques Vanaire (Dr. Hartley)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1941. Duración y datos técnicos: 65 min. B/N 1.37:1.

 

Tras su éxito en el ciclo de películas de terror con la Universal, Boris Karloff pasó por diversas productoras, y de ese modo llegó a colaborar con Columbia Pictures. En muchos de los films para esta dio vida a un científico «loco», icono desarrollado dentro de ese arquetipo, pero movido por impulsos nobles. Es decir, la «locura» venía más representada por las actividades que efectuaba y no por las resoluciones morales que lo movían. Una de esas cintas fue The Devil Commands [dvd: Más allá de la tumba, 1941], que rodó después de Before I Hang [dvd: El mago de la muerte, Nick Grinde, 1940], también ubicada dentro de esa corriente, y antes de la comedia The Boogie Man Will Get You [dvd: ¡Que viene el coco!, Lew Landers 1942], aunque durante ese período también trabajó con otras compañías.

 

 

 Para algunos cinéfilos no vinculados únicamente al género de terror les sorprenderá que la presente cinta venga dirigida por un realizador del renombre de Edward Dmytryk. Y es que antes de ser el responsable de grandes producciones como Lanza rota (Broken Lance, 1954) o El baile de los malditos (The Young Lions, 1958), fue un aplicado artesano de baratas entregas de complemento para los cines de sesiones dobles, desde que debutara con el wéstern The Hawk (1935). De hecho, dentro del género fantástico ya había tocado con anterioridad el tema con el thriller con ciertos elementos futuristas Television Spy (1939), y tras la que nos motiva realizó para la Universal Captive Wild Woman [tv: La mujer salvaje cautiva, 1943]. El film está basado en una novela de William Sloane. De nombre completo William Milligan Sloane III (1906-1974), aparte de escritor de historias de ciencia ficción y fantasía fue también editor, y es famoso en especial por El tiempo de la noche (To Walk the Night, 1937), la única de sus obras conocidas en España. Esa y la presente son sus dos única novelas, y tiene además dos antologías de relatos, Space, Space, Space (1953) y Stories for Tomorrow (1954), todas las cuales están esperando aún un editor en nuestro país. Una sinopsis de The Edge of Running Water que hemos encontrado refiere lo siguiente: «Trata de las aventuras de un joven psicólogo en una remota granja de Maine; de la muerte de una mujer y la desaparición de un inventor. Con un trasfondo bastante normal, los acontecimientos adquieren la forma del terror, con un matiz de lo desconocido: indicios de cosas más allá de la frontera de lo natural, incluidas las extrañas investigaciones sobre la supervivencia después de la muerte de un electrofísico medio loco. En este contexto, una tierna historia de amor añade una conmoción y un encanto inesperados». No queda muy claro, pero da la impresión de que ese joven psicólogo podría corresponder al personaje que en el film es el doctor Richard Sayles (Richard Fiske), el prometido de Anne Blair (Amanda Duff), hija del doctor Julian Blair, sobre el cual se centra la cinta, y al que encarna Boris Karloff.

Cuando el mítico actor inglés protagonizó The Devil Commands (1941) tenía 54 años. Aquí es un científico aplicado que está profundamente enamorado de su esposa Helen (Shirley Warde). La emplea para sus experimentos, pero sobre todo siente una veneración especial por ella. Cuando la mujer fallece en un accidente automovilístico, todo su mundo se derrumba, quedando por completo desconsolado, y ni siquiera la presencia de su hija parece traerle de vuelta a la realidad. Un sirviente algo simple que tiene, Karl (Ralph Penney), le habla de Mrs. Walters (Anne Revere), una médium a la que asiste, y le convence para acompañarle. Rápidamente, el científico descubre los engaños de la vidente, pero también averigua que, pese a ello, posee ciertos poderes mediúmnicos, y se alía con ella para investigar la pervivencia del alma después de la muerte, y así comunicarse con su difunta esposa.

Lo mejor de la película, como cabía esperar, es la excelente interpretación que efectúa Boris Karloff, atestada de matices. Al principio se nos muestra como un científico serio y ortodoxo, pese a que investiga en vías novedosas, y que se inspiran en la electroencefalografía. Después aparece junto a su esposa, y lo vemos sonriente y entusiasta, siempre atento a lo que le diga su mujer. Tras la muerte de esta, queda totalmente derrumbado, y se muestra abatido y desconsolado. Y cuando se alíe con Mrs. Walters se convertirá en un títere de esta, manejado por ella. Es impresionante el plano, cuando llega a interrogarles el sheriff, con el doctor Blair en lo alto de la escalera, despeinado y con la expresión ida, asintiendo a lo que Walters refiere, sin ánimos ni voluntad propia.

Otro de los grandes elementos del filme es el tono pulp que destila en su integridad. El traje de experimentación que desarrolla Blair es apasionante, con una especie de peto y un casco metálico que se abre como un libro, y que semeja un instrumento de la inquisición, pero que, una vez puesto, da al sujeto un aspecto como de superhéroe, o más bien supervillano. La parafernalia electrónica que ofrece el laboratorio es acorde a la imaginería que esperaríamos, y ofrece una apariencia impresionante cuando, hacia el final, vemos una mesa rodeada de cadáveres sentados, con el casco puesto, y recubiertos todos ellos de capuchas negras, lo cual otorga a la imagen una presencia aterradora.

Resulta bastante interesante cómo en la trama se aúna la investigación científica con la metafísica, congregándose los estudios del doctor con las supercherías (que terminan no siéndolo) de la médium. De ese modo, la película ofrece de forma simultánea una visión de ciencia ficción y de fantasía. Y el tono de muchos momentos entra dentro del género de terror. En ese último sentido, inclusive tendremos dispositivos como el caserón tétrico azotado por una tormenta, los lugareños que tienen miedo del edificio maldito, o hasta la turba enfurecida que, antorchas en mano, irán a destruir al científico loco, como en una antigua película de Frankenstein.

El guion está desarrollado de un modo más aplicado que en la media de este tipo de filmes, donde, por ejemplo, el sheriff solía ser medio tonto y no se enteraba de nada hasta que los guionistas así lo requerían por el cumplimiento del metraje. Aquí se comporta de un modo lógico y pertinente, dadas las situaciones. Dmytryk dirige con potencia el film, ayudado por una excelente fotografía en blanco y negro de Allen G. Siegler, que incrementa los elementos macabros y atmosféricos. Ignorada en España, como es lógico, dadas las connotaciones sobre el más allá que arroja, en contra de la doctrina católica, hallar hoy en día esta joya desconocida supone todo un descubrimiento para el aficionado al género. Merece bastante la pena.

 

Anecdotario

  • Títulos alternativos: The Devil Said No / When the Devil Commands.
  • Título en Argentina y México: Más allá de la tumba.
  • Estrenada en Estados Unidos el 3 de febrero de 1941. En España no debió pasar censura, y se editó finalmente en DVD por parte de Absolute Distribution, en la colección L’Atelier XIII, en un pack dedicado a Boris Karloff.

 

Bibliografía

The Edge of Running Water; por William Sloane. Farrar & Rinehart, 1939. Inédita en España. 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra