Susan Winter ha fletado un vuelo con destino a las montañas Tarahumare, un valle perdido de México al que el gobierno del país tiene prohibido acercarse, con el fin de localizar a su novio Bruce, desaparecido tres años atrás. Le acompañan tres hombres, cada uno de ellos impulsado por un interés propio. Cuando allí llegan comprueban que en la zona existen animales gigantes… y algo más.

Dirección: Bert I. Gordon. Producción: B&H Productions Inc. para Allied Artists Pictures. Productor: Bert I. Gordon. Ayudante de producción: Flora M. Gordon. Productor asociado: Henry Schrage. Guion: Bert I. Gordon. Fotografía: Ira H. Morgan. Música: Albert Glasser. Montaje: Carlo Lodato. FX: Jack H. Young (efectos de maquillaje), Bert I. Gordon (creador de efectos técnicos). Intérpretes: James Craig (Russ Bradford), Gloria Talbott (Susan Winter), Lon Chaney Jr. (Martin ‘Marty’ Melville), Tom Drake (Lee Brand), Duncan ‘Dean’ Parkin [acreditado como Duncan Parkin] (el cíclope), Vicente Padula (el gobernador), Marlene Kloss (la dependienta), Manuel López (policía)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1957. Duración y datos técnicos: 66 min. B/N 1.85:1.

 

Después de Beginning of the End (1957), una película de ciencia ficción sobre saltamontes gigantes, Bert I. Gordon abordó la presente The Cyclops (1957) ―que se traduce como «El cíclope», y no «Los cíclopes»―, donde de nuevo vuelve a plantear el tema del gigantismo, el mayor de los pilares del cine del realizador. En esta ocasión busca una localización algo exótica, en México, aunque para el rodaje no se movieron de la zona de Los Ángeles. El film arranca en la localidad de Guayjorm, en el país más allá de río Grande, y no sabemos qué habría bebido Gordon para inventarse tal nombre.

En la muy larga escena inicial, Susan Winter (Gloria Talbott) intenta conseguir el permiso por parte de las autoridades locales para partir en un vuelo con destino a las montañas Tarahumare, lugar donde, tres años atrás, su prometido, Bruce Barton, desapareció. Sin embargo, el gobernador desautoriza la partida, dado que, por un lado, cree que en ese tiempo el hombre habrá muerto, y los tres hombres que la acompañan poseen intereses ambiciosos para dirigirse a la zona. Da la impresión de que el gobierno mexicano tiene conocimiento de lo que sucede en esa región y trata de impedir que la gente corra peligro. No importa: los protagonistas hacen oídos sordos, abaten al agente que ha de vigilarles y parten rumbo a la región prohibida.

Una vez allí, tenemos la clásica trama de la expedición en una región inexplorada y plagada de peligros. Junto a Susan están Lee Brand (Tom Drake), el piloto de la avioneta, Russ Bradford (James Craig), un científico, y Marty Melville (Lon Chaney, Jr.), un industrial que busca uranio en la zona. Con solo cuatro personajes, pues, se mantiene el resto de la película, que se articula por medio de charlas y discusiones, sobre todo centradas en los intentos de Marty por escapar del lugar, una vez comprueban todos que la zona está habitada por animales gigantes.

Esas escenas con animales se resuelven con trucajes obvios, como es dividir la pantalla y jugar con la perspectiva, rodando con criaturas reales, para fingir la adecuada proporción. El primer ser que advertimos es un lagarto, y después veremos un ratón de campo atacado por un águila. Nuevos reptiles tendrán presencia, hasta que, al fin, al listado se suma nada menos que un cíclope. No se trata de una criatura procedente de la mitología griega, sino un hombre gigante, de cuatro metros y medio, que tiene el rostro deformado por una mutación, con excreciones carnosas tapándole la mitad de la cara, y en la otra mitad tiene un ojo casi fuera de la órbita, amén de dientes que le nacen directamente del labio.

Gran parte de la película se la pasa el personaje de Russ, que es científico, preguntándose por el motivo por el cual los animales han crecido tanto en aquel lugar. Nosotros, que hemos visto muchos filmes de ciencia ficción del período, lo sabemos desde el principio, justo desde que se nos informa que Marty busca uranio en la zona. Efectivamente, todo es producto de la radiactividad, la sustancia comodín de la mayoría de las cintas fantacientíficas de la época. Y, una vez aparece el cíclope, también sospechamos de quién se trata: da la impresión de que Susan lo sabe, pero se lo está negando a sí misma, hasta que al fin Russ se lo confirma.

Los personajes, por supuesto, son muy elementales. Susan es la chica de la película, y por tanto está ahí para mostrarse guapa y gritar en los momentos oportunos, aunque al menos se la ve resolutiva y no demasiado patosa. El piloto está sencillamente para trasladar al resto de los personajes y servir de interlocutor a lo que se habla. Marty es el egoísta que solo piensa en sí mismo y actúa solo por impulsos. Hay una escena surrealista, cuando van aún en la avioneta, en que se pone nervioso y suelta un puñetazo al piloto, tomando él mismo los mandos y poniendo el vehículo en barrena contra el suelo. Detrás de él está sentado Russ, quien lo comienza a estrangular para impedir su loca acción. Al fin, aterrizan, salen del avión y siguen hablando tan tranquilamente, como si nada hubiera sucedido.

A lo largo del film Susan parece verdaderamente interesada en rescatar a su novio, del que aún está enamorada. Poco a poco, sin embargo, la realidad se irá imponiendo, y al fin descubrirá lo que ha sucedido con él. En cierto modo, aún está vivo, pero está tan cambiado… Russ se halla ahí al lado, siempre compresivo, siempre preocupado por ella. Intuimos que, terminada la película, de un modo paulatino se irán enamorando y, al fin, se casarán, pero la relación entre ambos apenas se muestra desarrollada, quedando únicamente en su simiente. Es un detalle interesante, hasta cierto punto, el que no acentúe en exceso la historia de amor.

Con poco más de una hora de metraje, la trama avanza con lentitud, y de vez en cuando se intercalan escenas de animales gigantes, poniendo en peligro a los protagonistas. El tercio final se centra en la lucha contra el cíclope, donde Gordon vuelve a jugar con las sobreimpresiones y las perspectivas. También construye una mano gigante artificial para algunos planos. En todo caso, las acciones del monstruo son bastante torpes, y se ocupa en gran medida en lanzar zarpazos a los personajes. En un momento dado que coge a Susan nos escamotea el plano del trucaje, la pelea con la serpiente está muy mal resuelta, y el enfrentamiento final con la criatura se inspira de un modo obvio en el del cíclope Polifemo de La odisea de Homero.

La cinta es muy elemental y primaria, y solo satisfará, y con reservas, a muy amantes de la ciencia ficción de los cincuenta. Si acaso, podría verse como un elemento seminal para dos películas posteriores del propio Gordon como serían El gigante ataca [tv/dvd: El asombroso hombre creciente] (The Amazing Colossal Man, 1957), que abordaría justo después, y la secuela de la misma, War of the Colossal Beast [tv: La guerra de la bestia gigante; dvd: La guerra del monstruo colosal, 1958], donde inclusive recuperaría la caracterización del cíclope de aquí. Solo eso y nada más.

 

Anecdotario

  • Título en Argentina y México: Cautivos del monstruo. Título en Venezuela: Los cíclopes.
  • Originalmente iba a ser estrenada por RKO Radio Pictures, pero fue vendida a Allied Artists cuando RKO cerró su división de distribución.
  • Paul Frees aportó diversos efectos sonoros. Entre sus contribuciones figuran los sonidos vocales del cíclope, el sonido de la respiración del lagarto gigante y la voz «mexicana» que se oye en la radio del avión.
  • Jim Dannaldson fue responsable de las secuencias con animales, y Ralph Helfer fue el supervisor de la lucha con la serpiente.
  • Estrenada en Estados Unidos el 28 de julio de 1957, en programa doble con Daughter of Dr. Jekyll [dvd: La hija del médico y la bestia, Edgar G. Ulmer, 1957], también protagonizada por Gloria Talbott. En España jamás se ha visto. 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *⅟₂

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra