El profesor Deemar está intentando desarrollar una sustancia que provoque el crecimiento desmesurado de los animales y así hacer uso de ellos para combatir el hambre en el mundo. Dos de sus ayudantes se aplican ellos mismos el elemento y desarrollan una acromegalia; uno de ellos, enloquecido, ataca a Deemer y destruye el laboratorio, dejando escapar una tarántula tratada…
Dirección: Jack Arnold. Producción: Universal International Pictures. Productor: William Alland. Guion: Robert M. Fresco, Martin Berkeley, según argumento de Jack Arnold, Robert M. Fresco. Fotografía: George Robinson. Música: Herman Stein, Henry Mancini (stock), Joseph Gershenson (supervisor). Montaje: William Morgan. Dirección artística: Alexander Golitzen, Alfred Sweeney. FX: Bud Westmore (maquillaje), Wah Chang (marioneta de la araña), Clifford Stine (efectos visuales), David S. Horsley (supervisor de efectos visuales). Intérpretes: John Agar (Dr. Matt Hastings), Mara Corday (Stephanie ‘Steve’ Clayton), Leo G. Carroll (profesor Gerald Deemer), Nestor Paiva (sheriff Jack Andrews), Ross Elliott (Joe Burch), Edwin Rand (teniente John Nolan), Raymond Bailey (Townsend), Hank Patterson (Josh), Bert Holland (Barney Russell), Steve Darrell (Andy Andersen), Don Dillaway (Jim Bagny), Eddie Parker (Paul Lund / Eric Jacobs), Vernon Rich (Ridley), Billy Wayne (Murphy), James Hyland (Grayson), Tom London (Jeff), Clint Eastwood (líder del escuadrón del jet), Bing Russell (ayudante del sheriff), Dee Carroll, Edgar Dearing, George DeNormand, Jack Hendricks, Jane Howard, Robert Nelson, Ray Quinn, Robert Robinson, Robert R. Stephenson, Jack Stoney, Rusty Wescoatt, Robert J. Wilke, Bud Wolfe… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1955. Duración y datos técnicos: 80 min. B/N 1.37:1.
Por supuesto, no es necesario explicar la importancia de Jack Arnold en el campo de la ciencia ficción de los cincuenta, pues su figura es uno de los nombres fundamentales de la misma. El increíble hombre menguante (The Incredible Shrinking Man, 1957) es su obra maestra, pero desplegó otros títulos de importancia a través de esa década prodigiosa. Tarantula (1955) es una de esas películas que caracterizan el periodo, donde también cabe destacar la figura de William Alland como productor de esas cintas para la Universal. Destaquemos también al tándem de guionistas que contribuyeron en el film, Robert M. Fresco y Martin Berkeley, autores asimismo de otros clásicos del momento. Especie de variación de la novela El alimento de los dioses (The Food of the Gods, 1904) de H. G. Wells, de nuevo, al igual que en It Came from Outer Space, la acción se sitúa en una localidad desértica, sin duda con el fin de ahorrar presupuesto, pero ello confiere al film un poso de autenticidad documentalista con las tomas de los exteriores del desierto o el ambiente rural de la pequeña ciudad.
El film comienza, pues, con un plano del desierto, atmosférico, misterioso. Un travelling lateral nos exhibe a un hombre avanzando y dando tumbos; cae al fin y vemos que su rostro está deformado por la acromegalia. Entonces comienzan los créditos. Ese arranque sitúa las piezas sobre el tablero, expone los planteamientos que se manejarán: por un lado, la tragedia humana; por otro, el misterio del desierto. Si nos atenemos al metraje que la araña ocupa en la película, comprobaremos que este es escaso: son otros elementos los que interesan a Arnold.
Así pues, ante el espectador despliega un pequeño grupo de personajes: el médico del pueblo, el doctor Matt Hastings (John Agar), una guapa ayudante de laboratorio que llegará al lugar, Stephanie Clayton (Mara Corday), a la que gusta que la llamen ‘Steve’, y el profesor Gerald Deemer (Leo G. Carroll), responsable de todo. El arranque de ese personaje deforme vagando por el desierto en pijama nos plantea una incógnita que se irá desvelando poco a poco. Esta vez, el científico, llevado por impulsos nobles, busca combatir la hambruna mundial, para lo cual intenta hacer crecer de tamaño los animales. Herencia de la época, a su sustancia le aplica un isótopo para crear la mutación: nuevamente es la radiactividad la culpable de todo. No es difícil identificar las malformaciones de los personajes con los efectos reales que tuvo la irradiación en los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki, detonadores de gran parte del cine de ciencia ficción de los cincuenta.
Esas monstruosidades (magníficos maquillajes de Bud Westmore, miembro de una familia mítica en la especialidad en Hollywood), producidas por la torpeza y la locura del ser humano, se contraponen a la de la tarántula gigante, representación de la fuerza de la naturaleza revuelta, una vez el hombre ha aplicado su mano sobre ella. Cuando escapa del laboratorio tiene el tamaño de un perro; después comienza a vagar por el desierto y a crecer, mientras los personajes van desenhebrando sus relaciones, como si fuese una telaraña. Al fin, el monstruo ataca, como catalizador de todo. El clímax es breve, y una vez más son las nuevas armas destructivas creadas por el hombre, el napalm, el que consigue recrear el equilibrio… ¿hasta cuándo?
La araña gigante era una tarántula auténtica, sobreimpresionada en las imágenes reales, y que era conducida en la dirección deseada por medio de chorros de aire. Solo al final, cuando es bombardeada, es reemplazada por una marioneta realizada por Wah Chang, habitual colaborador de George Pal. Los efectos visuales no solo se utilizan para los planos del animal, sino que también las hermosas montañas que sirven de fondo a la ciudad son realizadas por ese medio.
Tarantula es uno de los grandes clásicos del género de los cincuenta, con un director fundamental, actores solventes, una trama atractiva y que, a día de hoy, puede considerarse la mejor película de arañas gigantes que se haya hecho, subgénero este que me produce especial atracción.
Anécdotas
- El profesor Deemer predice que en el año 2000 la población humana será de 3.600 millones de habitantes; en realidad, fue el doble.
- En un brevísimo papel se puede apreciar a Clint Eastwood como el piloto del avión a reacción que ataca al arácnido; va provisto de mascarilla de oxígeno, por lo cual solo se le ven los ojos…
- Esta pequeña joya fue rodada en diez días.
- Bert I. Gordon, contumaz especialista de películas de gigantismo o reduccionismo (Attack of the Puppet People), efectuó una posterior imitación con la simpática pero muy inferior Earth Vs. the Spider / The Spider [tv: La araña, 1958].
- La película Kingdom of the Spiders (1977), de John «Bud» Cardos, estrenada en España como ¡Tarántula!, no tiene nada que ver con el film que examinamos, tratando de un pueblecito invadido por centenares de arañas de tamaño real.
- Remake de un episodio de la serie Misterios de la ciencia (Science Fiction Theatre; 1955-1957) titulado “No Food for Thought” (1955 [1.3]), también dirigido por Arnold a partir de un guion de Fresco.
- Estrenada en Estados Unidos el 23 de noviembre de 1955. En España no se estrenó.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)