Susie Bannion llega a una academia de baile, en el Berlín de los setenta del pasado siglo. Pronto se percibe que en el edificio hay algo misterioso que aletea por el lugar. El doctor Klemperer recibe la vista de una paciente, alumna del centro, que se muestra totalmente desequilibrada y acusa a las profesoras de ser brujas.
Dirección: Luca Guadagnino. Producción: Frenesy Film Company, Videa, First Sun, MeMo Films, Mythology Entertainment, Amazon Studios, K Period Media. Productores: Bradley J. Fischer, Luca Guadagnino, David Kajganich, Francesco Melzi d’Eril, Marco Morabito, Gabriele Moratti, William Sherak, Silvia Venturini Fendi. Productores ejecutivos: Carlo Antonelli, Lauren Beck, Josh Godfrey, Roberto Manni, Stella Savino, Kimberly Steward, James Vanderbilt, Massimiliano Violante. Productor asociado: Dario Argento. Guion: David Kajganich, según los personajes creados por Dario Argento y Daria Nicolodi. Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom. Música: Thom Yorke. Montaje: Walter Fasano. Diseño de producción: Inbal Weinberg. FX: Franco Ragusa (supervisor de efectos especiales), Luca Saviotti (supervisor de efectos visuales). Intérpretes: Dakota Johnson (Susie Bannion), Tilda Swinton (Madame Blanc / Dr. Josef Klemperer / Helena Markos), Doris Hick (Frau Sesame), Malgorzata Bela (Susie’s Mother / Muerte), Chloë Grace Moretz (Patricia), Angela Winkler (Miss Tanner), Vanda Capriolo (Alberta), Alek Wek (Miss Millius), Jessica Batut (Miss Mandel), Elena Fokina (Olga), Mia Goth (Sara), Clémentine Houdart (Miss Boutaher), Ingrid Caven (Miss Vendegast), Sylvie Testud (Miss Griffith), Fabrizia Sacchi (Pavla), Brigitte Cuvelier (Miss Kaplitt), Renée Soutendijk (Miss Huller), Jessica Harper (Anke), Christine Leboutte, Vincenza Modica, Marjolaine Uscotti, Charo Calvo, Sharon Campbell, Elfriede Hock, Iaia Ferri, Gala Moody, Sara Sguotti, Olivia Ancona, Anne-Lise Brevers, Halla Thordardottir, Stephanie McMann… Nacionalidad y año: Italia, Estados Unidos 2018. Duración y datos técnicos: 152 min. Color 1.85:1.
Una de las aproximaciones analíticas con las cuales se podría enfocar Suspiria (Suspiria, Luca Guadagnino, 2018) sería realizar un estudio comparativo con Suspiria (Suspiria, Dario Argento, 1977). Cierto es que, una vez visto, este remake no resulta tan ajeno al original como se decía, e incluso hay algunos elementos icónicos que se repiten, así, cuando Jessica Harper salía del aeropuerto, una ráfaga de viento la recibía, como presagiando el mal, momento que se repite aquí cuando en el metro el aire le arroja a la protagonista el mapa al suelo; o las garras de la Madre Suspiriarum cuando asoman trémulas de entre los cortinajes.
Sin embargo, este film resulta tan autónomo y autosuficiente que creemos más interesante analizarlo por sí mismo, sin referencias ajenas —aunque algunas habrá—. En esencia, la idea es la misma: un cónclave de brujas apostado en una academia de baile. En este caso, sin embargo, la academia no es un enclave más o menos exótico donde situar una historia de crímenes que terminan desvelando una trama brujeril, sino que el propio escenario se erige como una motivación decisiva. Ese coven está integrado por brujas de una era precristiana, algo así como una versión negra de la magia blanca Wicca, donde se rinde culto a la madre tierra. De ahí que por medio de esas danzas rituales se comuniquen con la propia tierra, de la cual parten los poderes para extenderse por las ceremoniantes.
No es gratuito que prácticamente todos los personajes sean mujeres —sale algún hombre como muy secundario, y el doctor Josef Klemperer está interpretado por una mujer— y la relación que se articula entre ellas es la de madre-hija. Desde antes del inicio, con la madre maltratadora que tiene Susie, como la nueva relación que establece esta con Madame Blanc; en la escena del restaurante, cuando las maestras acarician a las alumnas, el gesto tiene más de maternal que de lubricidad. Así, siempre se establecen las relaciones entre los personajes a dos niveles, uno superior y otro inferior, donde se desvela el tema del dominio de un personaje sobre otro.
En medio, pues, de ese internado se establece una lucha de poder entre diversas facciones brujeriles, dotadas estas de poderes auténticos. Guadagnino expone esa capacidad por medio de la cámara, ya sea con movimientos de travelling fluidos, interrelacionando los personajes a través de un abrupto zoom o haciendo uso de transparencias. Desde la misma llegada de Susie al lugar —o antes inclusive, como vimos— percibimos la presencia de algo sobrenatural que sobrevuela alrededor de las alumnas, y solo por el uso de la cámara se extiende la inquietud sobre el espectador, que detecta, acaso inconscientemente, una planificación acentuada de maneras abruptas, donde el eje es violentado en ocasiones para aportar inquietud.
Como contraposición con el film de Argento, Guadagnino decide hacer uso de colores primarios —salvo en la escena del baile final, donde abruptos rojos (rojo profundo) violentan la pantalla—, para así también acercarse a las películas de la época y país donde transcurre la acción, y el realizador ha citado a Rainer Werner Fassbinder como elemento visual de referencia. La inmersión de la trama dentro de un contexto histórico real, las actividades del grupo terrorista Baader-Meinhof[1], lo cual contrapone un elemento desestabilizador real con otro irreal, dando fuerza a uno con su oponente. Y sobre todo el film aletea el fantasma del nazismo a través del personaje del profesor y su esposa, ausente desde que fue prisionera en un campo de internamiento; cuando al fin aparece el personaje, este es interpretado por Jessica Harper, protagonista del film de Argento.
En todo caso, si visualmente la película pudiera remitir a Fassbinder, argumental y atmosféricamente se acerca mucho al cine del polaco Roman Polanski, y hay momentos que pudieran recordar a un título como El quimérico inquilino (Le locataire, 1976). E incluso la hipnótica escena de la danza final parece reverberar ecos de la película Eyes Wide Shut (Eyes Wide Shut, 1999), de Stanley Kubrick.
De esta manera, el director de Cegados por el sol (A Bigger Splash, 2015) —en su primera, de momento, película de terror— concibe una cinta plagada de una atmósfera asfixiante, ultraterrena diríase en contraposición con los tonos luminosos de la citada, o también de Call Me by Your Name (Call Me by Your Name, 2017).
Anécdotas
- Título en México: Suspiria: El maligno.
- Dakota Johnson tomó dos años de clases de danza para entrenarse con destino a este film.
- Como puede verse en los créditos, Tilda Swinton interpreta tres papeles diferentes, pero para el del anciano doctor Josef Klemperer adopta el seudónimo de Lutz Ebersdorf.
- Jessica Harper, protagonista de la versión previa, aparece en un breve cometido, al final, como Anke, esposa del doctor. La actriz engañó al director, diciendo que sabía alemán, y después se apuntó rápido a una academia.
- En 2008 ya surgió el proyecto de un remake de Suspiria, con Natalie Portman de protagonista, Judi Dench o Isabelle Hupert como Madame Blanc y David Gordon Green —La noche de Halloween (2018)— como director, y a producir por el propio Guadagnino; cuando el proyecto se frustró Guadagnino decidió dirigirlo él mismo.
- Las escenas de danza están coreografiadas por Damien Jalet.
- Estrenada en Estados Unidos el 26 de octubre de 2016 en Los Ángeles y Nueva York, y después masivamente el 2 de noviembre. En Italia se estrenará el 1 de enero de 2019. Y en España se estrenó el 5 de diciembre de 2018.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] La Facción del Ejército Rojo, RAF o banda Baader-Meinhof fue una de las organizaciones revolucionarias más activas de la Alemania Occidental en la posguerra. Operó entre la década de los setenta y 1998, causando gran agitación en Alemania (especialmente en el otoño de 1977, lo que llevó a una crisis nacional) y la muerte de treinta y cuatro personas y veinte miembros del grupo debido a diversos atentados.