La Enterprise ha sido convertida en una nave de entrenamiento de cadetes, dirigidos por el capitán Spock. Mientras, en la base Regula I, la doctora Marcus y su hijo están al frente de un trabajo científico de un proyecto conocido como Génesis. La nueva fase de ese proyecto consiste en experimentar con todo un planeta, sin vida, y el elegido es Ceti Alpha VI; la nave Reliant va a explorar el lugar, con el capitán Terrell y Chekov, que está allí destinado, y por error se posan sobre Ceti Alpha V, para toparse con una colonia que desterró Kirk años atrás, con Khan al frente. Éste patentiza que la venganza la tiene en sus manos.
Dirección: Nicholas Meyer. Producción: Paramount Pictures, Productor: Robert Sallin. Productor delegado: Harve Bennett. Guion: Jack B. Sowards, [Nicholas Meyer], según argumento de J. B. Sowards, Harve Bennett, [Samuel A. Peeples], según la serie de Gene Roddenberry. Fotografía: Gayne Rescher. Música: James Horner. Montaje: William Paul Dornish. FX: Industrial Light & Magic (efectos visuales), Visual Concept Engineering (animación adicional), Stargate Studios (efectos visuales). Intérpretes: William Shatner (almirante James T. Kirk), Leonard Nimoy (capitán Spock), DeForest Kelley (doctor McCoy), Walter Koenig (Pavel Chekov), George Takei (Hikaru Sulu), Kirstie Alley (teniente Saavik), Ricardo Montalbán (Khan), James Doohan (Scotty), Nichelle Nichols (comandante Uhura), Bibi Besch (doctora Carol Marcus), Merritt Butrick (doctor David Marcus), Paul Winfield (capitán Clark Terrell), Ike Eisenmann (Peter Preston), Jeff McBride, John Vargas, John Winston, Paul Kent, Nicholas Guest, Russell Takaki, Steve Bond, Judson Earney Scott. Nacionalidad y año: Estados Unidos 1982. Duración y datos técnicos: 113 min./116 min. [director’s cut] color 2.20:1 (copias en 70 mm) 2.39:1.
Pese a que hoy día muchos fans se quejan de que la primera película es muy aburrida, o que es poco trek [sic], el éxito fue apabullante. Con un presupuesto de treinta y cinco millones de dólares, solo en su primer fin de semana recaudó casi doce millones, y no había acabado el mes de estreno cuando ya se había superado en taquilla ese presupuesto, y se estima que, a nivel mundial, recaudó ciento treinta y nueve millones de dólares. Era obvio, pues, que una secuela estaba asegurada. Esta continuación apareció tres años después, pero en ese lapso se replantearon el proyecto a fondo.
En primer lugar, y pese a que la película previa había sido un gran éxito comercial, se variaron determinados elementos. Lo más llamativo es que Gene Roddenberry fue dejado un tanto al margen, y la producción corrió a cargo de Harve Bennett. Según parece, Paramount estaba harta de los retrasos y re-escrituras que Roddenberry impuso a la película previa, y también le responsabilizaban del derroche de presupuesto… si bien en gran parte eso era culpa de la propia productora, por cambiar de idea sobre el tipo de producto a realizar una y otra vez.
La Paramount, pues, encarga a Bennett la elaboración de una película dentro de unos cánones presupuestarios algo razonables. Al fin y al cabo, la cinta anterior, en el momento de su estreno, fue calificada como la de mayor presupuesto de la historia, si bien cabe apuntar que en ese presupuesto se incluía todo lo derrochado en el desarrollo de la abortada serie televisiva Phase II. También se le pidió hacer algo más… «marchoso», dado que el previo film, pese al éxito, a mucha gente aburrió. Así pues, Bennett se puso a ver todos los capítulos de la serie clásica, en busca de algo que lo inspirara; su objetivo era ofrecer algo de lo cual carecía la entrega previa: un villano. Y cuando vió el episodio «Space Seed» se quedó impresionado por la interpretación de Ricardo Montalbán como Khan. «Sería interesante volver a ese mundo en cien años y ver la cosecha de la semilla plantada hoy», dice Spock en aquel capítulo, y la película responderá a esa especulación, no en cien años, sino solo en veinte.
En noviembre de 1980 Bennett escribe un primer tratamiento titulado Star Trek II: The War of the Generations. En él, Kirk es requerido para investigar una rebelión en un mundo de la Federación. Camino del planeta, salva a una mujer con quien en tiempos mantuvo una relación, y averigua que tienen un hijo común, el cual, además, es uno de los líderes de la rebelión. Una vez llega al planeta, Kirk es capturado y sentenciado a muerte por su propio hijo, antes de descubrir que la mente maestra detrás de todo es nada menos que Khan. Kirk, al final, logra hacer frente a Khan, y el hijo de aquél, por último, se unirá a la tripulación de la Enterprise. No podemos decir que, en esa sinopsis, haya mucha ciencia ficción, aunque sí mucho melodrama (barato, que Bennett no es Douglas Sirk, precisamente).
La decisión de Bennett era centrarse en los conflictos derivados de la edad de los personajes. Al dilema de Kirk enfrentado a un hijo del que nada sabe unió las preocupaciones de Spock con respecto a la muerte y otra relación amorosa entre McCoy y una mujer mucho más joven que él. Para desarrollar un guion a partir de ahí Bennett contrató a Jack B. Sowards, otra figura televisiva, al igual que él. En los años previos a esta película, Sowards había escrito algunos «Estrenos TV» exitosos, pero no parecía la persona más adecuada para ponerse al frente de un proyecto así, si bien se declaraba fan de la serie original. En su tratamiento, Bennett había mencionado a Spock un tanto de pasada, dado que, una vez más, Leonard Nimoy se había desvinculado del proyecto. Sowards creía poder convencer a Nimoy con una argucia: su personaje moriría una vez desarrollado un tercio de la historia. El actor se entusiasmó ante la idea de interpretar su muerte. Cierto es: no parecía tener demasiado cariño al personaje que lo había convertido en el mito que era.
Sowards se puso al frente del guion, y para febrero ya había expandido de forma notoria el boceto originario, incorporando el elemento de un arma devastadora que iba a ser probada por parte de la Federación, y cuyo nombre respondía al de Sistema Omega. El director artístico, Michael Minor, amplió esta referencia; mientras que en el guion de Sowards era un arma, sin más, Minor sugirió convertirlo en un ingenio capaz de terraformar[1]. El poder del instrumento variaba drásticamente la orografía de un planeta, por lo cual podía ser usado como arma, pero la intención era crear un paraíso, no un infierno. Sowards aceptó la sugerencia, entusiasmado. Otra línea argumental desechada para la película fue la aparición de la nave Excelsior, con Sulu comandando el navío; la Excelsior se recuperó en la cuarta película, y Sulu al fin fue ascendido en la sexta y puesto al mando de ella.
Iniciada la pre-producción, sin embargo el guion, aún no terminado del todo, no satisfacía a Bennett, así pues se contrató a Samuel A. Peeples, un habitual de la serie clásica. Este creó otra historia, prescindiendo de Khan, y centrándola en dos extraterrestres llamados Sojin y Moray, exiliados de otra dimensión, y que detentan poderes inconmensurables. Y mientras ese guion se desarrollaba, Bennett pensó en algún director que llevara a cabo todo, y tuvo el buen tino de decidirse por Nicholas Meyer, según parece por sugerencia de Karen Moore, ejecutiva de Paramount Television por aquel entonces, y amiga del director.
Los efectos especiales debían ser realizados por la compañía de George Lucas Industrial, Light & Magic, la ILM, pero estos informaron a los productores que si en breve, esto es, un par de semanas, no disponían de un guion completo, los efectos no podrían estar listos para la fecha en la que se pretendía estrenar. Por otro lado, el borrador de Peeples estaba listo, pero según el productor Robert Sallin su filmación era inviable. «No me parecía propio para una película. Algunas de las ideas resultaban demasiado manidas, y eran muy banales en su perspectiva. No había nada subyacente en ellas. Trataba más sobre gente disparando y cosas así, en oposición a una auténtica historia», llegaría a declarar.
Poco después, Meyer solicitó una copia del guion, y aunque renuentes al inicio, se lo mandanro, y el director dijo que deseaba hacer una reunión en la cual se dispusiera de todos los bosquejos existentes. Meyer decidió realizar un guion definitivo con todos los elementos diferentes y dispersos en todos los borradores previos, creando una única narración uniforme y potente. Según sus propias palabras: «Me interesaba ensamblar y canibalizar las distintas partes que me parecían aprovechables. Lo que me cautivó fue la historia. No volví a revisar los bosquejos, pues carecían de los términos adecuados. Todo debía estar en mi propio lenguaje y del modo en que yo lo comprendiera».
Pretendía crear una historia que, aún ambientada en el futuro, fuera coherente para un público del siglo XX, y también intentó aportar humor al conjunto, dentro de un tono de respeto. «Creo que introducir humor en una película seria provoca que los elementos serios adquieran más densidad, y los humorísticos sean más explosivos». Por otro lado, decía no conocer la serie original, y que su intento era trasladar al espacio una serie de novelas que a él, en especial, le cautivaban: las de Horatio Hornblower[2]. Escribió, desde esa perspectiva, un guion en doce días y, en sus palabras, resultó «muy, muy, muy marinero o, como solía decir mi esposa, “náutico, pero bonito”».
Una vez acabada la cinta anterior, los decorados fueron abandonados, y el equipo de este nuevo film se encontró todo tal cual, pudiendo aprovecharlos. El diseñador de producción Joseph Jennings efectuó ligeros cambios, el más evidente de ellos el volver a pintar el puente de mando de colores más oscuros, para hacer el film más cálido que el previo, menos «de hospital» digamos, a como había sido en el anterior. En todo caso, a Meyer no le gustaba demasiado el diseño, pues consideraba que había muchos elementos sin sentido y que resultaba muy tedioso de rodar, en especial dado que gran parte de la película se centraba en ese escenario. Así pues, a modo de compensación digamos, centró sus esfuerzos en rediseñar el puente de la Reliant (que en realidad era el de la Enterprise, ofreciéndose plano y contraplano entre distintas naves rodados en un mismo decorado, redelineado convenientemente). Además, en unión al director de fotografía, Gayne Rescher, buscó modos de dar vida a los planos del puente, jugando con las fuentes de luz. Por lo demás, se añadió un nuevo elemento de la Enterprise, la sala de torpedos, que en realidad era el decorado del puente de mando klingon de la película previa, un tanto maquillado para la ocasión. Y, al fin, los efectos especiales pudieron ser hechos por la ILM. Al respecto, el productor Robert Sallin declararía: «Fueron increíbles. Los más profesionales, los más encantadores, los más responsables; no puedo sino decir cosas positivas sobre todo el equipo. Fue una experiencia alucinante».
De igual modo, el complejo orbital que aparecía en «Star Trek I» aquí se convirtió en la estación espacial Regula I (vuelto cabeza abajo). La ILM, por su parte, construyó nuevos modelos, en particular la Reliant, que se intentó hacer lo más distinta a la Enterprise por razones lógicas (además, cuando Bennett vio el diseño, lo contempló invertido de manera accidental, y así lo autorizó). Otra labor fue la de realizar «nuevos» modelos de ambas naves, a medida que iban siendo dañadas mutuamente en batalla; el intento, por supuesto, era hacerlo sin dañar las propias maquetas originales. A la Enterprise se le fueron añadiendo piezas de aluminio para fingir los estragos ocasionados; como los deterioros de la Reliant eran más obvios, se efectuaron distintos modelos con diferentes fases de daños.
La babosa de Ceti estaba moldeada y luego recubierta con mermelada de frambuesa, para darle un aspecto más repugnante. Se hicieron modelos de distintos tamaños, según los planos fueran más cercanos o lejanos, así, cuando se arrastran por el rostro son simplemente un trozo de espuma recortado y articulado, pintado de marrón; en el plano en que se introducen por las orejas, se hizo un molde gigante de la oreja, de cerca de medio metro, de resultados muy mediocres, en verdad.
La batalla de la nebulosa Mutara fue otro desafío. Para diseñar la nebulosa utilizaron un contenedor con un líquido coloreado –ponían tres cuartas partes de agua salada, una placa de plástico, agua clara, y luego retiraban la placa para mezclarlo, y se producían esos efectos con el tintado–, y lo filmaron durante semanas, a dos imágenes por segundo, para acelerar el movimiento, hasta encontrar combinaciones de ondulaciones del líquido que quedasen adecuadas para su objetivo. Para la propia batalla se hizo uso de maquetas mucho más pequeñas que las originales, para jugar con la perspectiva de ver todo rodado desde una mayor distancia. La escena en la cual la Reliant daña la sección del cuello de la Enterprise se realizó por medio de la clásica técnica de stop motion, esto es, imagen a imagen.
La explosión final del ingenio Génesis fue realizada por la ILM alquilando el Cow Palace de San Francisco[3], y cubriendo el techo con una lona negra, con la cámara en el suelo apuntando a lo alto, rodándose el efecto con una cámara especial a 2.500 imágenes por segundo.
Uno de los mayores fallos de los que se le suele acusar a la película es el momento en el cual Khan se topa con Chekov, y aquél reconoce al tripulante, cuando éste no se integraría a la Enterprise hasta la segunda temporada. De hecho, inclusive Khan subraya: «Nunca olvido una cara». Se suele disculpar esta circunstancia alegando que Chekov ya estaba por entonces en la Enterprise, pero que ningún capítulo requirió su presencia en la trama principal, y en «Space Seed» en concreto Khan y Chekov se encontraron en off.
De igual modo, en una novela no canónica de la saga, To Reign in Hell (2005), de Greg Cox, se explica que Chekov era por aquel entonces oficial de seguridad de la Enterprise, y que formó parte del equipo que condujo a Khan y su gente al planeta Ceti Alpha V. Esta novela, por cierto, se centra en la supervivencia del grupo en aquel planeta, algo que deja con la miel en los labios una vez finaliza el episodio de la serie. De hecho, el libro es el tercero en una serie de novelas sobre Khan Noonien Singh escritas por Cox.
En los audiocomentarios del DVD, Nicholas Meyer comenta que era consciente del fallo, y que hubiera sido fácil reemplazar a Chekov por Uhura por ejemplo, pero que no le concedió importancia, dado que su admirado Arthur Conan Doyle también entraba en no pocas contradicciones con la continuidad en sus historias de Sherlock Holmes. Por su parte, Walter Koenig, en el comentario de texto del DVD, así como en diversas convenciones, suele bromear aludiendo que Chekov hizo esperar una enormidad a Khan ante la puerta del baño, motivo por el cual no le olvidó…
Otro fallo que pudiera achacarse a la continuidad es que, al final del episodio de la serie clásica, Khan acoge el exilio con entusiasmo, como una especie de desafío a sus capacidades. En la película, sin embargo, está cegado por el odio y la venganza; ello es achacable a la muerte de su amada, y luego esposa, la teniente Marla McGivers, la tripulante de la Enterprise que traiciona a su gente para ayudar a Khan, y que también fue exiliada junto a él. Choca, en todo caso, que un superhombre como tal se deje arrastrar por esos sentimientos. En todo caso, tampoco nos parece un fallo en el sentido estricto. Al fin y al cabo, todos somos humanos.
Resulta curioso, por lo demás, observar cómo el arranque de este Star Trek II es tan similar al de Star Trek I. No solo por la enorme cantidad de planos reciclados de la cinta anterior, sino por la estructura que se le otorga, con la Enterprise en manos de otro que no es Kirk, la visita de inspección de éste, y cómo, a consecuencia de un grave problema, Tiberyus ha de ponerse de nuevo al mando de la Enterprise y liderar la misión. En la previa, durante el camino se incorporaba a la nave un antiguo tripulante que la había dejado, Spock, y en esta será Chekov.
Toda esa parte, pues, se observa como un reflejo de lo que ya vimos con anterioridad, solo que esta vez no existe el componente de reencontrarse con viejos amigos después de muchos años, y esa fase inicial, pues, pierde la carga emocional y de maravilla que tenía el film previo. Por suerte, la puesta en escena de Meyer, clásica, potente, con buen ojo para los detalles, logra eliminar en parte cierto tono de repetición y consigue conferir interés a momentos pequeños, como el encuentro en el apartamento de Kirk entre éste y Bones, o la interesante escena de presentación de los cadetes, que además confiere algo de importancia a los tripulantes de la Enterprise más allá de los conocidos.
Tras este preámbulo, la historia comienza a expandirse en dos frentes, la reaparición de Khan por un lado, y la investigación del proyecto Génesis por otro. Ambas sub-tramas son bastante interesantes, y el guion alterna ambas con habilidad, si bien el mayor peso lo soporta la parte de Khan, máxime porque la otra línea argumental se ve perjudicada por un personaje poco atrayente, tal como está desarrollado, como es el hijo de Kirk, un científico imaginamos de gran valía pero que solo se comporta como un adolescente enfurruñado. Las dos sub-tramas, obvio es, acabarán confluyendo de forma hábil, aportando una tercera parte final emocionante y colmada de interés.
En el camino se nos han ofrecido relaciones entre los personajes y batallas, esto es, lo que la productora ansiaba. Meyer hilvana todo como un viejo maestro (magnífico el travelling cuando las rejillas para el carril del torpedo son levantadas), confiriendo el mismo interés a las escenas introspectivas que a la extrovertidas, y muestra un buen ojo para la dirección de actores (el resto de su filmografía, mejor o peor, nos ha demostrado su capacidad para esa labor), si bien en ese sentido sobresalen dos actores por encima del resto: James Doohan, esto es, Scotty, un siempre sólido actor que, creemos, nunca ha sido valorado en su justa medida, y un espléndido Ricardo Montalbán.
De hecho, Ricardo Montalbán es quien concede en gran medida la fuerza que detenta el film, y logra disimular las contradicciones del personaje con respecto a cómo fue presentado en «Space Seed», humanizándolo. Veinte años abandonado en un planeta inhóspito, junto a la muerte de su amada esposa, han convertido a un hombre superinteligente en una criatura salvaje que solo vive para el odio y la venganza, que ha desarrollado un «resentimiento distorsionado», en palabras del propio Montalbán; Khan será engañado varias veces y, si en el episodio de la serie clásica se refería de él que, pese a ser un déspota, siempre buscó no matar a nadie, aquí procederá a liquidar sin compasión a quien se le presente. Inclusive hará alarde de cobardía relegando el asesinato de su odiado Kirk en otra persona. Nada de eso importa, puesto que la soberbia encarnación de Ricardo Montalbán (que rodó la película justo a la mitad de su serie La Isla de la Fantasía, donde encarnaba un personaje diametralmente opuesto[4]) confiere complejidad y riqueza a esos matices emocionales.
El concepto de Bennett de desarrollar la película en torno a la idea del envejecimiento, y que se circunscribía a los personajes de Kirk, Spock y McCoy, al final apenas tiene reflejo en el guion definitivo, salvo el detalle de las gafas de Kirk, y pensamos que esa supresión fue una buena decisión: William Shatner quería jugar con esa idea de cumplir cincuenta años y estar ya viejo para su cometido, pero creemos que en esa época esa edad para nada es el final de una carrera; además, veremos personajes en acción que es evidente tienen más de esa edad. Un poco contradictorio, pero por suerte no se subraya en demasía, salvo el poético elemento que hemos referido, el de las gafas, que es una metáfora de cómo Kirk se aferra a un pasado que se le escapa; el detalle final de las gafas rotas representa la confirmación de ese pasado definitivamente perdido.
La relación de Kirk con su antiguo amor, la doctora Marcus, y de rebote con el hijo que él descubre tener, pudiera haber sido interesante, pero es a nuestro juicio lo más flojo de la cinta, titubeante y poco desarrollado (quizás porque la propia relación pretende representarse titubeante, tras tantos años). La escena final, que podría considerarse de reconciliación, entre padre e hijo, aporta algo de la emoción de la que prescinden las otras escenas que historian esta relación que, en realidad, no llega a parte alguna.
Otro gran momento confiere de fuerza y viveza a la cinta, como es la excelente escena de la muerte y el posterior funeral de Spock. La ceremonia es brillante, con los cadetes a los lados del féretro (que es un torpedo fotónico) y la música de gaita interpretando Amazing Grace; y por último tenemos las emocionadas palabras de Kirk, reteniendo las lágrimas (qué buen actor puede ser William Shatner cuando quiere) mientras el féretro es lanzado al espacio, la última frontera.
La película finaliza, de un modo magistral, precisamente con lo que en otras es el prólogo. El espacio, las estrellas… Y el famoso monólogo, ahora pronunciado, no por Kirk, sino por Spock por vez primera…
Anécdotas
- Título en Argentina, México, Perú y Uruguay: Viaje a las estrellas II: La ira de Khan.
- Cuando se estrenó la película el título no conllevaba el «II» que después se le añadió en posteriores apariciones en televisión, vídeo, DVD y BD.
- En 1983, la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films la premió en las categorías de mejor actor (W. Shatner) y director, y fue candidata en las de mejor película de ciencia ficción, guion, actor secundario (W. Koenig), actriz secundaria (K. Alley), vestuario y maquillaje. Ese mismo año, en los premios Hugo fue nominada a mejor representación dramática.
- Rodada con un presupuesto estimado de 11.200.000 dólares. En el primer fin de semana de su estreno logró una taquilla de 14.347.221,06 dólares.
- Inicialmente, George Takei no quería aparecer en la película, pero William Shatner le llamó y le convenció. (Viendo en el film la importancia que se da a su personaje se sospechan sus imposiciones).
- El comandante Kyle (interpretado por John Winston) de la Relyant es un tripulante habitual de la Enterprise en la serie original.
- El personaje de Marla McGyvers, que se enamoraba de Khan en «La semilla espacial», iba a haber salido en la película, pero la actriz que la interpretaba, Madlyn Rhue, padecía esclerosis múltiple, así que se eliminó del guion, haciendo que muriera.
- Inicialmente, la antigua relación del capitán Kirk había de ser la doctora Janet Wallace (interpretada por Sarah Marshall), que aparecía en el episodio clásico «Los años mortíferos» («The Deadly Years», 8 dic. 1967 [2.12]), pero finalmente derivó en la doctora Carol Marcus (Bibi Besch), creada para la película.
- Nicholas Meyer contrató para hacer la música a John W. Morgan, pero los productores pensaban que no tenía demasiada experiencia y en su lugar contrataron a James Horner. Inicialmente se pensó en repetir con Jerry Goldsmith, o en su lugar coger a Miklós Rózsa (ya trabajó con Meyer en Los pasajeros del tiempo), pero la reducción de presupuesto lo desaconsejó.
- Después de Star Trek: La película (1979), Gene Roddenberry escribió su propia secuela. En su trama, la tripulación de la Enterprise viaja en el tiempo para corregir una línea temporal corrupta después de que los klingons usaran al Guardián de la Eternidad para evitar el asesinato de John F. Kennedy.
- Esta película es una secuela de Star Trek, la película: La conquista del espacio (Star Trek: The Motion Picture, Robert Wise, 1979), así como del episodio de la serie original, La conquista del espacio / Viaje a las estrellas / Star Trek (Star Trek, 1966-1969) titulado «La semilla espacial» («Space Seed», 16 feb. 1967 [1.22]), dirigido por Marc Daniels, según un guion de Gene L. Coon y Carey Wilber, a partir de un argumento de Wilber.
- A esta película le siguió Star Trek III: En busca de Spock (Star Trek III: The Search for Spock, Leonard Nimoy, 1984).
- Estrenada en Estados Unidos el 4 de junio de 1982. En España se estrenó el 19 de diciembre.
Carlos Díaz Maroto y
Luis Alboreca (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] La terraformación es un sistema de modificación de un planeta u otro cuerpo celeste para acondicionarlo con el fin de hacerlo habitable para el ser humano; también se conoce como ingeniería planetaria. Aparece por primera vez en 1930 en la novela de Olaf Stapledon La última y la primera Humanidad (First and Last Men), pero el término «terraformación» la emplea originalmente Jack Williamson (bajo el seudónimo de Will Stewart) en Seetee Shock (1949). Hoy día aún estamos lejos de realizar esta labor, pero ya se plantea la idea, y la NASA ha organizado debates con el fin de efectuarlo con Marte. Carl Sagan propuso la idea con respecto a Venus en un artículo publicado en 1961.
[2] Antes de iniciarse el rodaje, Meyer proyectó a todo el reparto la estupenda película de Raoul Walsh. No olvidemos que para crear Star Trek Gene Roddenberry, entre otras fuentes, se inspiró en las novelas originarias de C. S. Forester.
[3] Un edificio fundado en 1941 y utilizado para diversos eventos de todo tipo, en especial el Grand National Rodeo.
[4] De hecho, al principio hubo dudas sobre incorporarlo al film, dada la imagen actual que se tenía del actor debido a esa serie.