Papá ha muerto. La familia ha de hacer frente a esa circunstancia. Pronto se quedarán sin comida, y hay que salir para seguir viviendo, para seguir matando.

Dirección: Jorge Michel Grau. Producción: Centro de Capacitación Cinematográfica, Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad. Productor: Nicolás Celis. Productores ejecutivos: Henner Hofmann, Liliana Pardo. Guion: Jorge Michel Grau, Rogelio Guedea. Fotografía: Santiago Sánchez. Música: Enrico Chapela. Montaje: Rodrigo Ríos. Diseño de producción: Alejandro García. Efectos especiales: Alejandro Vázquez, Efeccine Mobile. Intérpretes: Francisco Barreiro (Alfredo), Alan Chávez (Julián), Paulina Gaitán (Sabina), Carmen Beato (Patricia), Jorge Zárate (Owen), Humberto Yáñez (papá), Daniel Giménez Cacho (Tito), Juan Carlos Colombo, Miriam Balderas, Miguel Ángel Hoppe, Raúl Kennedy, Octavio Michel, Esteban Soberanes… Nacionalidad y año: México 2010. Duración y datos técnicos: 90 min. Color 2.35:1.

 

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No puede decirse que Somos lo que hay (2010) sea una bonita tarjeta postal que nos invite a visitar México D.F. La corriente crítico-social del cine mexicano es abundante, y puede rastrearse, dentro de los títulos más afamados, hasta Los olvidados (Los olvidados, 1950), de Luis Buñuel. Todos conocemos por las noticias las condiciones de vida que hay en esa gran capital, con casi nueve millones de habitantes hacinados, y donde la miseria campa por sus anchas y el crimen es copioso, ante la incapacidad (o desidia a veces) de la policía. Imagino que a los cineastas les duele en el alma las circunstancias de su ciudad, y utilizan este medio para gritarlo, a veces haciendo uso de la parábola o de la hipérbole.

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Jorge Michel Grau dirigió cuatro cortometrajes antes de hacer frente a esta película. Después ha participado en diversos filmes colectivos, así 60 Seconds of Solitude in Year Zero (2011), The ABCs of Death (2012) —con el segmento “I is for Ingrown”— y México Bárbaro (2014) —mediante el sketch “Muñecas”—. Después debutó en los Estados Unidos con el thriller A cielo abierto (Big Sky (2015), tras el éxito que supuso la presente y su consiguiente —y lejano— remake a cargo del talentoso Jim Mickle, estrenado en España con el título Somos lo que somos (We Are What We Are, 2013). No cabe duda, con solo visionar esta película, que Grau es un cineasta a considerar, con una forma de mirar las situaciones peculiar, incómoda y reflexiva.

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En cierto modo, Somos lo que hay podría verse como la respuesta charra a La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, 1974), de Tobe Hooper, pues ambas, en esencia, nos presentan a una familia unida por el ritual común del canibalismo. Solo que aquí la acción no transcurre en solitarias poblaciones aisladas —como sí acontece en su remake yanqui—, sino en una de las urbes más habitadas del mundo. De este modo Grau efectúa una contraposición entre civilización y barbarie, manteniendo siempre en un dificultoso equilibrio ambos conceptos. El propio inicio deja clara la tesis: un anciano avanza por la calle derrumbándose de continuo; cuando al fin cae muerto, el resto de la gente tarda en apercibirse de ello; al fin, se lo llevan y un empleado público limpia la calle de su huella. Ese es el destino de los personajes, parece decirse: morir y ser olvidado. De ahí que los principios de la familia de caníbales sean vivir, ante todo, como dice el papel que la cantante del metro le entrega a Alfredo.

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En realidad, todo es una concepción de moralidad. La familia ve en el canibalismo una forma de subsistir, de hacer frente a la miseria que asola la sociedad. Curiosamente, tienen una visión muy puritana de cuestiones como la prostitución y la homosexualidad, pero después no tienen prejuicio alguno en despedazar a una persona para alimentarse de ella. Las escenas de barbarie son escasas, pero de un impacto demoledor: la primera secuencia cuando, literalmente, los dos varones salen de cacería, intentando atrapar a un niño entre los pilluelos de la calle; cuando ambas mujeres toman al taxista con sendos ganchos de la barbilla y de la ingle; o cuando las vemos a través de un grueso plástico despedazarlo.

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La fotografía de tonalidades verdosas, obra de Santiago Sánchez, adquiere matices dorados en las escenas de la matanza, como embelleciendo tan terrible acto, frente a la desolación de los demás momentos. La magnífica música de Enrico Chapela adquiere sonoridades industriales, distorsionantes, de un modo paulatino, hasta hacerse casi insufrible —nuevo punto de contacto con el film de Hooper—. Los actores, en fin, aportan un poso de naturalidad apabullante a sus personajes, hundidos no tanto en la miseria social como en la emocional, luchando contra pulsiones reprimidas, donde el incesto se vislumbra en cada mirada huidiza.

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Somos lo que hay es cine social, pero también es cine de horror. Un horror visceral, desazonador, incómodo, porque es el horror que mora en las ciudades, el horror de la miseria que asola a una sociedad que solo mira por sí misma, y que está camino de la destrucción.

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Anécdotas

  • Título internacional: We Are What We Are.
  • En los premios Ariel de México (2011) tuvo candidaturas a la mejor banda sonora y a los efectos especiales. En el festival de cine de Gérardmer ganó el premio especial del jurado, ex aequo con Encontré al diablo (Akmareul boatda, 2010). También participó en 2010 en los festivales de Cannes y Varsovia.
  • Remake (más o menos): Somos lo que somos (We Are What We Are, 2013), de Jim Mickle.
  • Estrenada en México el 3 de diciembre de 2010.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)