En una hacienda mexicana, el potentado interroga a la fuerza a su hija sobre quién es el padre del hijo que está esperando. Al fin, ella declara que fue Alfredo García, y el hacendado pide que le traigan su cabeza. Pronto, una serie de cazarrecompensas se mueven de un lado a otro, indagando pistas, y llegan hasta Bennie, que decidirá implicarse en la búsqueda.

Dirección: Sam Peckinpah. Producción: Estudios Churubusco Azteca S.A., Optimus Films. Productor: Martin Baum. Productor ejecutivo: Helmut Dantine. Productor asociado: Gordon T. Dawson. Guion: Sam Peckinpah, Gordon T. Dawson, según argumento de S. Peckinpah, Frank Kowalski. Fotografía: Álex Phillips Jr. Música: Jerry Fielding. Montaje: Dennis Dolan, Sergio Ortega, Robbe Roberts. Dirección artística: Agustín Ituarte. Intérpretes: Warren Oates (Bennie), Isela Vega (Elita), Robert Webber (Sappensly), Gig Young (Quill), Helmut Dantine (Max), Emilio Fernández (El Jefe), Kris Kristofferson (Biker), Chano Urueta (Manchot), Donnie Fritts (John), Jorge Russek (Cueto), Chalo González (Chalo), Don Levy, Enrique Lucero, Janine Maldonado, Tamara Garina, Farnesio de Bernal, Ahui Camacho, Mónica Miguel, Paco Phárrez, Manolo, Sharon Peckinpah… Nacionalidad y año: Estados Unidos, México 1974. Duración y datos técnicos: 112 min. color 1.37:1 (formato negativo) 1.85:1 (formato de proyección).

 

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Quiero la cabeza de Alfredo García (1974) podría considerarse la última película personal del gran Sam Peckinpah; después de esta solo dirigió encargos, en concreto Aristócratas del crimen (The Killer Elite, 1975), La cruz de hierro (Cross of Iron, 1977), Convoy (Convoy, 1978) y Clave Omega (The Osterman Weekend, 1983), amén de trabajar en Blackjack (Jinxed!, 1982), en la que sustituyó a Don Siegel tras sufrir éste un infarto, así como el video Too Late for Goodbyes (2004), de Julian Lennon. Es, también, la única película de toda su carrera en la cual los productores ni lo despidieron, ni manipularon el montaje; podría considerarse, pues, que el resultado es la esencia de Peckinpah, con los errores o virtudes que tuviera.

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La película se inicia con un plano diríase elegíaco, un plácido lago lleno de patitos, y una joven reclinada contemplando las aguas. Pero eso solo es un espejismo, una ilusión de lo que después vendrá. Pese a que hay momentos en que todo parece ir bien a la pareja protagonista (unos estupendos Warren Oates e Isela Vega), como el momento en que hacen camping reclinados en la verde hierba, todo va fraguándose como una bola de nieve en pendiente, acumulando tragedias, sinsabores, sangre y muerte. Con una estructura de road-movie, que ofrece ecos que remiten a La huida (The Getaway, 1972), de hecho la presente podría proceder igualmente de una novela de Jim Thompson, pues transmite la misma desesperación que sus obras literarias. Quiero la cabeza de Alfredo García es un drama macabro, narrado en clave de thriller y que algunos han querido ver igualmente como un wéstern.

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El trailer menciona que en la película habrá veinticinco muertos. No lo sé, no los he contado. La cantidad es lo de menos, sino la calidad. Peckinpah aplica a la narración una progresión matemática, yendo a más de una forma constante, en su impacto de muertes, de violencia convocada por el capricho de un terrateniente al que no le gusta que se hallan follado a su hija.

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En medio de todo, Bennie es un desarrapado de la sociedad, un perdedor, que malvive en la frontera de México como puede, y ve la oportunidad de salir de ese pozo de mierda en el que vive y, al fin, construirse un futuro para él y para Elita, una puta mexicana de la cual está enamorado. En el transcurso, se toparán con la muerte incansable, que se va cobrando víctimas por la búsqueda de Alfredo García, un pobre infeliz que murió en un tonto accidente de automóvil. Esa ironía alcanza al mismo final, cuando la cabeza llegue al fin a aquel que ha clamado por ella, el Jefe, un muy adecuado Emilio Fernández, que en ese momento está celebrando orgulloso el bautizo de su nieto, aunque haya pagado porque maten al padre.

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Ironía, pues, pero también dolor, desesperanza, frustración. Peckinpah aplica su habitual estilo, con ralentíes en los momentos en que los coches derrapan o las balas alcanzan a sus destinatarios, y con un plantel de personajes que son la esencia pura de su creador. El referido Bennie, o la desesperanzada Elita, o también esa pareja de asesinos desalmados, Sappensly y Quill (elegantes Robert Webber y Gig Young), que muy bien podrían ser pareja (“en lo bueno y en lo malo, hasta que la muerte nos separe”). Tal vez, si hubiera que buscarle un defecto a la película, podría ser su música, muy “normal”, muy de Hollywood, y que no refleja el ambiente desarraigado de lo que se cuenta, acaso en un intento de contraponerlo por contrastes, pero yo hubiera preferido una guitarra española, solitaria, melancólica y triste, pespunteando los compases de la tragedia que se va desatando.

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Anécdotas

  • En 1975, en los premios Ariel mexicanos, Isela Vega fue nominada en la categoría de mejor actuación femenina.
  • Rodada con un presupuesto estimado de un millón y medio de dólares.
  • Para encarnar a su personaje Warren Oates se inspiró en el propio Peckinpah, incluyendo unas gafas suyas que le robó.
  • A James Coburn se le ofreció el papel de Bennie, pero lo rechazó porque no le gustaba el guion. También se le ofreció a Peter Falk, y le interesaba, pero su compromiso con la serie Colombo no se lo permitió.
  • Fue idea de Robert Webber dar un matiz ambiguo a su relación con Gig Young. Peckinpah lo aprobó.
  • Estrenada en Estados Unidos el 7 de agosto de 1974, y en México el 13 de marzo de 1975. En España se estrenó el 25 de octubre de 1976.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

 

CALIFICACIÓN: ****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra