Una expedición en una zona aislada de México se topa con una extraña criatura que habita en un lago, una especie de híbrido entre humano y pulpo. El monstruo comenzará a asesinar a los miembros del grupo.
Dirección: Harry Essex. Producción: Filmers Guild, Heritage Enterprises Inc. Productor: Michael Kraike. Co-productor: Harry Essex. Guion: Harry Essex. Fotografía: Robert Caramico. Montaje: Robert Freeman. FX: George Barr (diseño del Octaman), Rick Baker, Doug Beswick (creación del Octaman), Harry Walton (ayudante de efectos especiales). Intérpretes: Pier Angeli (Susan Lowry), Kerwin Mathews (Dr. Rick Torres), Jeff Morrow (Dr. John Willard), David Essex (Davido), Jerome Guardino (Johnny Caruso), Robert Warner (Steve Dodd), Norman Fields (Mort Stein), Jax Jason Carroll (Dr. Jameson), Wally Rose (Carlos), Buck Kartalian (Raul), Richard Cohen (Enrique), Samuel Peloso (Pedro), Read Morgan (el Octaman). Nacionalidad y año: Estados Unidos, México 1971. Duración y datos técnicos: 79 min. color 1.78:1 (formato DVD recortado) 1.33:1 (formato VHS).
Harry Essex (1910-1997) se graduó en la Universidad de St John en 1936, tras lo cual trabajó de asistente social durante el día, mientras escribía para el teatro de noche. Entre sus labores iniciales efectuó tareas variadas para los periódicos New York Daily Mirror y Brooklyn Eagle, redactó relatos para Collier’s y The Saturday Evening Post y participó en una obra de Broadway titulada Something for Nothing que fue un clamoroso fracaso. En todo caso, su intención desde siempre era escribir películas, y sus primeros créditos provinieron de la adaptación de un relato y una obra teatral escritos por él, siendo su debut con la historia “The Electric Man” (firmada como H. J. Essex) para la deliciosa El hombre que fabricaba monstruos (Man Made Monster, George Waggner, 1941). Su primer encargo como guionista fue en el policial Boston Blackie and the Law (D. Ross Lederman, 1946), y llegó a participar en películas tan buenas como Orden: Caza sin cuartel (He Walked by Night, Alfred L. Werker, Anthony Mann, 1948) o El cuarto hombre (Kansas City Confidential, Phil Karlson, 1952). Su contacto inicial con el cine fantástico, dejando a un lado el debut referido, fue escribiendo el guion para It Came from Outer Space [tv: Vinieron del espacio; dvd: Llegó del más allá / Llegaron del espacio, Jack Arnold, 1953].
Sin embargo, su gran éxito llegaría con La mujer y el monstruo (Creature from the Black Lagoon, Jack Arnold, 1954). En todo caso, la historia de este film fundamental viene de lejos. Fue en 1941 cuando, durante una fiesta, el productor William Alland conversó con el legendario operador mexicano Gabriel Figueroa, y este le habló sobre el mito de una raza, mitad humana mitad pez, que habitaba en el río Amazonas. La idea quedó anclada en el interior de Alland y, diez años después, redactó una historia titulada “The Sea Monster”, apoyándose también en el cuento “La bella y la bestia”. Después de trabajar diversos profesionales sobre esa idea, entró en el juego Harry Essex, quien daría las ideas definitivas al proyecto y conformó una de las películas más míticas de la década de los cincuenta.
El éxito del film derivó en dos secuelas directas, Revenge of the Creature [dvd: La venganza de la criatura, J. Arnold, 1955] y The Creature Walks Among Us [dvd: La criatura camina entre nosotros, John Sherwood, 1956]. En todo caso, el concepto reaparece, por ejemplo, en títulos como la italiana La isla de los hombres peces (L’isola degli uomini pesce, Sergio Martino, 1979) o la norteamericana Humanoides del abismo (Humanoids from the Deep, Barbara Peeters & Jimmy T. Murakami, 1980), y es directamente utilizado en otros títulos como en la mexicana El castillo de los monstruos (Julián Soler, 1958) o en Una pandilla alucinante (The Monster Squad, Fred Dekker, 1987), que no es sino una nueva reunión de monstruos al estilo de los cócteles de la Universal.
En cierta manera, la colaboración de Essex con Hollywood finalizó con el guion del wéstern El hombre solitario (The Lonely Man, Henry Levin, 1957); ocho años después regresaría con otra película del Oeste, Los cuatro hijos de Katie Elder (The Sons of Katie Elder, 1965) y luego retornaría con una pequeña producción, El hombre y el niño (Man and Boy, E.W. Swackhamer, 1971). Fue ese mismo año cuando decidió montar lo que acabaría convirtiéndose en Octaman (1971). En realidad, se trata de una reelaboración de su gran éxito La mujer y el monstruo, pero cambiando al “hombre con agallas” del célebre film de Jack Arnold por un hombre pulpo. El resto sigue los moldes básicos de su referente: una criatura, híbrida entre humano y animal marino ―aunque aquí vive en un lago― que es descubierta por una expedición científica en un país al sur de la frontera de Estados Unidos (México, en este caso); una mujer, que forma parte de la expedición, despertará el interés de la bestia; e incluso se repiten elementos procedentes directamente de la película referida, como es atacar a la criatura con un quinqué que estalla sobre su piel, o que al final esté refugiada en una cueva.
Por lo demás, se potencia la conexión con “La bella y la bestia”, que es mencionada en su literalidad. Otra cita es el film King Kong (King Kong, Merian C. Cooper, Ernest B. Schoedsack, 1933), que, aunque no es referido por su título, un personaje dice que lo vio por televisión, y de esa manera se establece el vínculo con lo que está aconteciendo en Octaman. La criatura fue el primer trabajo para el cine del luego mítico Rick Baker, y ese es uno de los factores que han convertido esta película en objeto de culto. Otro de los motivos fue su errática distribución. Fue estrenada en cines en México, pero en Estados Unidos parece ser que disfrutó de un estreno tardío, vía televisión, en 1973; luego, tuvo una edición en vídeo en un año incierto por parte de European Video Corporation; y recientemente ha dispuesto de una publicación restaurada en DVD en 2012 por Bay View Entertainment. Las críticas negativas, por lo demás, acabaron por sepultarla.
En esta ocasión, Essex no solo escribe el guion, sino que es co-productor de la película (sin acreditarse en esa labor) y hasta la dirige. Esta última tarea ya la efectuó con anterioridad, en concreto con I, the Jury (1953), adaptación de la célebre novela de Mickey Spillane, otro policial, Mad at the World (1955) y, tras la presente, otra cinta de ciencia ficción y horror “de culto”, The Cremators (1973). Viendo Octaman, desde luego, no parece que Essex esté llamado para ser un maestro de la realización, pues su labor resulta bastante torpe. Aunque bien es cierto que sus demostradas aptitudes previas como guionista aquí tampoco tienen reflejo, pues aparte del refrito que supone en cuanto a planteamiento, como ya hemos visto, desarrolla la trama de un modo cansino, plagándolo de diálogos que pretende trascendentes y no son sino pueriles.
Véase el momento, por ejemplo, donde uno de los miembros de la expedición está vigilando al monstruo, sedado y retenido en una red. El individuo se queda dormido y es despertado por la chica, con la cual se pone a hablar, literalmente, sobre la inmensidad del universo. Y la criatura aprovecha para escapar y atacarles. El guion, ciertamente, parece un tanto improvisado sobre la marcha. La propia captura de la criatura se basa en argumentos absurdos: rodean al bicho con gasolina y la encienden, creando un círculo de fuego donde la tienen retenida. Luego, uno de los personajes refiere que “el fuego consumirá el oxígeno que tiene alrededor”. Eso, en medio del campo. Pero el caso es que la bestia se desmaya. En otro momento, cuando es de noche, los hombres repelen a la bestia enfocándoles las linternas en los ojos, pues parece que la luz le molesta, cuando con anterioridad ha vagado en pleno día sin el menor problema.
En el campo de la realización Essex no pasa de la estructura del plano-contraplano. El traje de la criatura, no muy convincente, podría haber dado el pego si no lo rodara a plena luz del día con tomas frontales donde la luz resalta los remiendos. Y hay otro momento en que los personajes se deslizan, dentro de la cueva, por una galería angosta, reptando. Sin embargo, se percibe con claridad todo el aire que queda por encima de los actores, cuando un plano más cerrado hubiera solucionado ese fallo[1].
El reparto, como suele suceder en este tipo de films, está compuesto por viejas glorias. Protagoniza nada menos que Pier Angeli, maravillosa actriz italiana que saltó a la fama con su debut en el cine, Mañana será tarde (Domani è troppo tardi, Léonide Moguy, 1950). Durante la post-producción de Octaman, y con solo treinta y nueve años de edad, murió de resultas de una sobredosis de barbitúricos, y la versión oficial es que fue un suicidio, aunque hay voces que claman que fue accidental. A su lado tenemos a Kerwin Matthews, protagonista de aquella joya que fue Simbad y la princesa (The 7th Voyage of Sinbad, Nathan Juran, 1958). Ellos dos puede decirse que son lo mejor de la película en el aspecto interpretativo (en especial ella), pues Jeff Morrow, pese a figurar el tercero en el reparto, apenas sale unos tres minutos. Un papel destacado tiene, empero, David Essex, que es, por supuesto, hijo del director, y que es sencillamente espantoso. Volvió a aparecer en The Cremators y tuvo la decencia de no volver a ponerse delante de una cámara.
Uno de los platos fuertes de la película, por supuesto, es el monstruo. El film gozó con un presupuesto estimado de 250.000 dólares, cinco mil de los cuales fueron a parar como sueldo a Pier Angeli. Muy poco, en todo caso, para un film de la época. El traje es muy atractivo de diseño: un cabezón de pulpo enorme, y brazos y piernas se camuflan para convertirlos en sendos tentáculos (los pies tienen una especie de zapatos terminados en punta para semejar ese miembro); otros dos tentáculos cuelgan por la parte trasera de los hombros, y otros dos de la cintura, también por la espalda. Lo cual suma ocho tentáculos, pese a que ciertas fuentes refieren que solo dispone de seis. Para una película barata aparece resultón, pero la forma que lo retrata Essex traiciona ese trabajo. Y eso que la fotografía es debida a Robert Caramico, un magnífico profesional, bastante vinculado al género desde su debut con Orgy of the Dead (Stephen C. Apostolof, 1965).
Así pues, una serie de coincidencias, como ese oscurantismo al que se vio relegado el film, la muerte de su mítica estrella o el que supusiera el debut de un profesional de los efectos especiales admirado con justicia, convirtieron Octaman en un film de culto, cuando en realidad solo es una cinta barata de monstruos, convencional y aburrida, que si no fuera por las circunstancias referidas hoy estaría totalmente olvidada.
Anécdotas
- Título en Argentina: Octaman, el hombre pulpo.
- El rodaje tuvo lugar en México, así como en California, en las cuevas Bronson y el cañón Bronson, en el parque Griffith, y en los estudios de la Universal para los interiores. La filmación ocupó entre el junio y julio de 1971.
- Parte del clímax final aparece en la película Noche de miedo (Fright Night, 1985). Forma parte del programa que presenta Peter Vincent (Roddy McDowall), quien la presenta como una cinta llamada Mars Needs Flesh.
- Estrenada en México el 3 de noviembre de 1971. En Estados Unidos se estrenó en noviembre de 1973 vía televisión.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] La copia que he visto es la edición “40th anniversary widescreen” en DVD, que tiene el formato panorámico, al parecer, compuesto por el método de amputar imagen por arriba y por abajo. Lo cual haría sospechar que la copia original en 1.33:1 ofrecería aún más información por arriba.