No después de medianoche; por Daphne du Maurier; traducción de Aurora Rodríguez; ilustración de la cubierta, Álvaro [Pradera Chaves]. Barcelona: Plaza y Janés, 1972. Colección: Reno; nº 431. T.O.: Not After Midnight (1971).

 

Daphne de Maurier (1907-1989) es una escritora popular, en cierto sentido, gracias a Alfred Hitchcock. De toda la obra del orondo cineasta, tres de sus películas, Posada Jamaica (Jamaica Inn, 1939), Rebeca (Rebecca, 1940) y Los pájaros (The Birds, 1963), se basan en un original literario de ella. Pero sería injusto supeditar a la autora a eso, e inclusive a otras películas de éxito también basadas en obras suyas, como Mi prima Rachel (My Cousin Rachel, 1952), de Henry Koster, o Donde el círculo termina (The Scapegoat, 1959), de Robert Hamer. Creo que Du Maurier fue una autora con suficiente entidad propia como para merecer un lugar en la historia de la literatura del siglo XX. Si hay una temática en la cual pudiera ubicársele sería en la literatura de misterio. Pese a que luego esas creaciones, de un modo u otro, después se desviaran hacia géneros concretos, la base de esas narraciones era en torno al «misterio», en el sentido más amplio de su expresión: así, Rebeca es una historia de misterio, ubicada dentro del género del romance gótico, “Los pájaros” es un relato de terror y ciencia ficción…

Not After Midnight, and other stories es una colección de novelas cortas que apareció por vez primera en el Reino Unido, por parte de la editora Gollancz, en 1971. En su día, la también escritora de misterio Margaret Millar definió la selección de historias como «incómoda», y también refería que «en cada una de ellas se ofrece al lector una situación intrigante, una serie de pistas bien plantadas y un generoso número de giros argumentales»[1].

Se trata de cinco novelas cortas donde la acción acontece en muy distintos lugares, localidades de vacaciones donde, sin embargo, se introduce un elemento anómalo que ocasiona que la visión del lugar se transforma hasta distorsionarlo y transmutarlo en otro muy distinto. Veamos las historias, una a una.

 

No después de medianoche (Not After Midnight, 1971). Un solitario maestro de escuela, Timothy Grey, viaja a Creta para relajarse y pintar, su gran pasión. Cuando pide alojarse en otra cabaña del hotel, la que elige provoca cierta tensión en el lugar, dado que su anterior inquilino murió en extrañas circunstancias. A medida que pasa el tiempo conoce a una pareja de turistas norteamericanos que parecen estar buscando reliquias históricas.

Una narración centrada en la creación de atmósfera, sutil, y que no termina por concretar su aura fantástica, relacionada con ese gordo bebedor de cerveza que pudiera ser un antiguo dios griego. Más patentizada, aunque no del todo, es su lectura criminal. Y hay otra lectura, sobre una maldición, que obliga al lector a rememorar el arranque del relato para interconectarlo con el final. En todo caso, Du Maurier crea una atmósfera serena, donde casi podemos oír el rumor del mar y sentir el aroma de la sal, y en la que su débil protagonista se ve perdido en una ensoñación.

En la citada reseña de Margaret Millar, esta refiere «un sorprendente final que tiene poco que ver con la ciencia o lo sobrenatural». En otra referencia por parte de Margaret Forster[2], biógrafa de Du Maurier, ésta la considera «una historia no muy exitosa», «demostrando cómo el gusto de la autora por las tramas intrincadas podía llevarla a complicaciones que hacían su escritura tortuosa», cosa con la que no puedo estar más en desacuerdo.

 

Una imagen de la película de Nicolas Roeg

 

No mires ahora (Don’t Look Now, 1966). La historia más famosa del libro, debido a la estupenda versión para cine, Amenaza en la sombra (Don’t Look Now / A Venezia… un dicembre rosso shocking, 1973), que hiciera Nicolas Roeg. Un matrimonio, John y Laura, viaja a Venecia para intentar superar el trauma de la muerte de su hija Christine debido a una meningitis. La aburrida cotidianidad del lugar se ve turbada por la presencia de dos hermanas gemelas, una de las cuales es ciega y posee poderes psíquicos, una serie de asesinatos que está asolando la ciudad de los canales y la visión por parte de John de una niña vestida con capucha.

De nuevo Du Maurier ofrece un lugar idílico turbado por una serie de elementos, donde pasado, presente y futuro se mezclan. El dolor por la muerte de la niña tiene a Laura traumatizada, pero cuando la vidente invidente le comenta que ve a Christine sentada feliz con ellos, logra superar ese estadio. Mientras que Laura vive anclada en el pasado, John, sin saberlo, se proyecta hacia el futuro, dado que él mismo dispone de poderes psíquicos de los cuales no es consciente. Poco a poco, la telaraña de sucesos se va mezclando hasta un final anonadador.

Con respecto a la visión de Millar, esta resulta contundente: «¿Está Laura realmente muerta? No. ¿Están muertas las hermanas? No. ¿Está muerta la historia? Un poco. La Srta. du Maurier no está en su mejor momento escribiendo en tercera persona. Su prosa más eficaz es la que utiliza en primera persona, lo que evita que se extienda y le permite un mejor control emocional de sus personajes. Laura y John son superficiales y aburridos. Vistos desde otro punto de vista, podrían haber resultado misteriosos y geniales.» En fin.

 

Daphne Du Maurier

 

Una cuestión de fronteras (A Borderline Case, 1971). Una muchacha de diecinueve años no siente excesivo apego hacia su madre, sin embargo adora a su padre. Cuando este muere, ella abandona Londres para iniciar un viaje por Irlanda, para conocer a un antiguo amigo de aquél y, de paso, descubrir un secreto en torno a él. Descubrirá dos.

 Esta historia no puede considerarse dentro del terreno de lo fantástico y es más bien un retrato costumbrista y un desarrollo de personajes, y está basada en una experiencia personal que la escritora vivió en 1932, aunque luego referiría que los detalles de la narración son «puramente imaginarios». Personalmente no me ha resultado de excesivo interés, y ese secreto que la protagonista investiga me ha supuesto de lo más anodino; el segundo, sin embargo, es mucho más interesante, aunque se prevé. De hecho, el relato posee más interés en todo lo que antecede, hasta que se comienza a desarrollar la relación entre la joven muchacha aspirante a actriz de teatro y el maduro militar retirado.

 

La «Via Dolorosa», en Jerusalén

 

El camino de la Cruz (The Way of the Cross, 1971). Un grupo de turistas llega a Tierra Santa con el fin de visitar los lugares por los que se produjo la Pasión de Jesús. Por un lado, se nos expondrá el modo en que diversas parejas enfrentan su matrimonio, y por otro cómo, de alguna manera, el viaje supondrá un Via Crucis para muchos de ellos. La narración, por tanto, refiere más un viaje interior que a uno exterior, pese a que se efectúe por medio de esto último. Buen diseño de personajes y una historia, pese a cierta premiosidad, interesante.

En la ya referida reseña Margaret Millar proclama: «Solo el niño de nueve años y la ciudad de cinco mil años parecen muy reales. Los demás personajes utilizados para dar cuerpo a la historia son principalmente fofos. Se transmite algún tipo de mensaje sobre el cristianismo y la humildad, pero las vibraciones son débiles». Su biógrafa, por el contrario, informa que esta novela corta «funciona bien», y aporta el interesante dato de que «en un momento dado Du Maurier consideró convertirla en una novela, pero le preocupaba no poder mantener la tensión».

 

Una imagen del «Valdemar» de Poe obra de Earl Norem

 

El camino (The Breakthrough, 1966). La referida unión entre todas las historias al centrarse sobre viajes aquí varía un tanto, aunque no demasiado. El protagonista viaja de Londres a una localidad aislada del Reino Unido. Pero no es ese viaje el que importa. Se trata de un técnico de sonido, que trabaja para el ministerio, y que es transferido a una población costera del este donde hay un equipo realizando investigaciones. Cuando llega descubre que las investigaciones oficiales están un poco dadas de lado, en beneficio de una investigación personal del responsable, que tiene la teoría de que, la fuerza vital del ser humano, al morir, se pierde en el espacio, y él intenta retenerla para utilizarla como energía. Entre ellos trabaja un muchacho joven con leucemia que ha permitido que, cuando le llegue el momento, experimenten con él. El viaje será el del muchacho, de este mundo al hipotético más allá…

La historia, leída hoy en día, muestra unos comentarios acerca de las personas con síndrome de Down que pueden molestar a algunos lectores. A mí me ha incomodado, desde luego. Por lo demás, me parece una historia fascinante, y en cierta manera en un momento determinado recuerda al relato «La verdad sobre el caso del señor Valdemar» (The Facts in the Case of M. Valdemar», 1845), de Edgar Allan Poe, pues el tránsito hacia la muerte el paciente es hipnotizado. No contaré más, pues la trama es cautivante, y el estilo de Du Maurier adquiere al final unos toques poéticos memorables. El relato se escribió originalmente con destino a una antología de relatos propuesta por Kingsley Amis, pero que finalmente no se publicó. Este relato, en cierta manera, también sirvió de base a otra novela de Du Maurier, Perdido en el tiempo (The House on the Strand, 1969), aunque luego deriva hacia otro rumbo.

Sobre este relato (el más corto de todos) Margaret Millar ni se pronuncia. A Margaret Forster, por su parte, «le pareció que estaba hábilmente trabajado, con una atmósfera de escalofriante amenaza que a la propia du Maurier le había gustado mucho».

 

Carlos Díaz Maroto

Agradecimientos a Álex Bragaña

 

[1] Millar, Margaret (17 de octubre de 1971). «Nipponese egoism, psychic skulduggeries, Italian myth‐making». The New York Times. Consultado el 7 de febrero de 2022.

[2] Forster, Margaret: Daphne du Maurier. London: Chatto & Windus, 1993, pág. 377. Citado por la Wikipedia en inglés dentro de la entrada dedicada al libro.