El personaje de Mary Poppins fue creado por la escritora australiana P. L. Travers (1899-1996), y apareció por primera vez en un relato corto titulado “Mary Poppins and the Match Man” en 1926, después en diversas piezas, y luego surgió redefinida en el libro homónimo publicado en 1934[1]. Más tarde escribió otros siete libros de la saga, apareciendo el último en 1988[2]. Se trata de un personaje sobrenatural, traído por el viento del este, y que actúa como niñera en la casa de los Banks, una familia londinense. Travers controló muy férreamente las ilustraciones de los libros, debidas a Mary Shepard, y la imagen de la niñera se basó en la llamada “muñeca holandesa”, un tipo de juguete de madera característico de los Países Bajos y Alemania, alta, delgada, con pelo corto y negro, grandes ojos azules, nariz respingona y boca remilgada y seca. En principio, la escritora no aceptó de buen grado a la actriz Julie Andrews para el papel, considerando que era demasiado guapa, lo cual nos puede hacer imaginar el aspecto de la estirada niñera[3].
En 1949 hubo una adaptación televisiva de la primera novela, dentro de la serie antológica Studio One, de la CBS. Fue dirigida por Paul Nickell, y protagonizada por Mary Wickes como Mary Poppins, E. G. Marshall como el patriarca de los Banks y Tommy Rettig —Lassie (Lassie; 1954-1957)— como Michael.
Parece ser que las hijas de Walt Disney adoraban los libros y le rogaron que hiciera una película. Ya en 1938 el artista intentó conseguir los derechos, pero Travers no los cedió, pensando que un film no haría justicia a su creación. Durante veinte años el cineasta fue abordando periódicamente a la autora, hasta que finalmente en 1961 dio su consentimiento. Para componer las canciones —pues desde el principio pareció innegable convertirlo en un musical[4]— fueron contratados los hermanos Robert B. y Richard M. Sherman, quienes ya habían colaborado con Disney a partir de Un sabio en las nubes (1961). Estos sugirieron cambiar la ambientación de la novela, que transcurría en los años treinta —es decir, la época de la publicación— a la era eduardiana[5], lo cual confirió a las imágenes ese aire tan de ensoñación, como de un mundo que ya no existe.
La preproducción ocupó dos años, con Travers controlando todo y poniendo pegas una y otra vez. Todos estos hechos dieron lugar a una película reciente, Al encuentro de Mr. Banks (Saving Mr. Banks, 2013). El proyecto de esta película procede de 2011, cuando las casas productoras Essential Media Entertainment y BBC Films pretendían hacerla como un film independiente[6]. Cuando se contactó con Walt Disney Pictures con el fin de solicitar los permisos pertinentes, la compañía vio con agrado la idea y se sumó al proyecto. Para el papel de Disney se contrató a Tom Hanks, y para el de la escritora, a Emma Thompson[7], cuando no pudo conseguirse a Meryl Streep. El director fue John Lee Hancock, responsable de la versión de El Álamo: La leyenda (The Alamo, 2004), que fue todo un fracaso comercial por la intromisión de los productores.
Al encuentro de Mr. Banks está narrada en dos tiempos alternos: los años sesenta, cuando comienzan los preparativos finales para la adaptación de Mary Poppins, y la infancia de la escritora en Australia, que va siendo intercalada a modo de flashbacks, e interrelacionando ambas circunstancias a modo de causa y efecto. La familia de Pam vive situaciones adversas, pero el padre (interpretado por Colin Farrell) convierte cada contratiempo en un juego a ojos de las niñas, para no preocuparlas. De hecho, es un idealista que vierte sobre Pamela sus frustraciones, haciendo concebirle una realidad que no existe, llenándole la mente de fantasías, de hadas y de brujas. La muchacha, sin embargo, va viendo la cruda realidad, y pierde a aquel padre que tanto adora a consecuencia de una enfermedad. Esa adoración, por cierto, parece adquirir tintes casi freudianos, como una especie de complejo de Electra no resuelto. Ese trauma arrastra a la escritora toda su vida.
Cuando se la ve de adulta, parece una mujer frustrada y amargada, que nunca se contenta con nada[8]. Ciertamente, parece que hubo problemas para la adaptación, existen datos al respecto, pero es curioso que a lo largo de la película se muestra tan antipático el personaje de la autora, y tan adorable a Walt Disney, a quien además interpreta Tom Hanks, un actor que cae bien a casi todo el mundo, cuando es conocido que Disney también tuvo sus perfiles oscuros. Y cierto es que la película, en determinados aspectos, falsea los acontecimientos reales (como la visita a Londres del propio Disney, por ejemplo). Sin embargo, a nivel cinematográfico la película resulta muy satisfactoria, tanto en su contraposición entre las dos épocas de existencia de la escritora, o el muy divertido duelo que se establece en la concesión de acuerdos con las diversas escenas, así como la muy atractiva relación que se implanta entre Travers y su chófer Ralph (encarnado por Paul Giamatti).
Así pues, resulta bastante interesante, aún con los cambios y perfiles interesados que pudiera ofrecer, presenciar la película Al encuentro de Mr. Banks para columbrar los problemas que debieron acontecer durante el rodaje de Mary Poppins (Mary Poppins, 1964). De hecho, ver ambas películas una justo después de la otra enrique ampliamente la lectura de ambas, y Hancock ofrece pistas visuales o argumentales que luego redefinen momentos concretos del film de Stevenson.
Julie Andrews había disfrutado de una exitosa carrera teatral al interpretar el papel protagonista del musical My Fair Lady. Sin embargo, cuando se decidió acometer la adaptación al cine de este, la Warner resolvió prescindir de ella y puso en su lugar a Audrey Hepburn. Disney, muy ufano, presumió que él sí contó con la Andrews para el que sería su primer papel en el cine[9] (aunque su elección de la actriz y cantante fue tras verla en Camelot). En cuanto al papel de Bert, esa especie de vagabundo, se optó por Dick Van Dyke una vez fue visto en la serie El show de Dick Van Dyke (The Dick Van Dyke Show; 1961-1966), aunque también dio vida al anciano Mr. Dawes, cabeza de los dueños del banco. Y David Tomlinson, un actor inglés muy habitual hasta entonces en las producciones Disney, se encargó del rol de Mr. Banks, pero también puso la voz al paraguas parlanchín y otras muchas más.
Jane (Karen Dotrice) y Michael (Matthew Garber) son dos niños cuyas niñeras duran bien poco (la última de ellas es interpretada por la adorable Elsa Lanchaster, habitual también de los filmes Disney). Y es que sus padres están muy ocupados y apenas les hacen caso: su madre, Winnifred (Glynis Johns) está siempre volcada a sus reuniones de sufragistas —el hecho de que se trate de un modo tan ligero un tema tan serio como este es un mero reflejo del tono global del film, imagino—, y el padre, Mr. George W. Banks (Tomlinson) está siempre centrado en su trabajo en el banco y un modo estricto de entender la vida diaria. Cuando él escribe una carta solicitando una nueva niñera, los niños hacen otro tanto, y esta última carta llegará por medios mágicos a manos de Mary Poppins (Julie Andrews)[10].
Mary Poppins dice que se quedará hasta que el viento cambie de rumbo, plazo suficiente para encauzar las relaciones de una familia disfuncional, donde los niños están abandonados y que gracias a la niñera lograrán entrar en contacto con un mundo de magia, de ilusión, de libertad. Para ello sirve de ayuda un extraño individuo, Bert (Dick Van Dyke), a quien al principio veremos actuar de hombre orquesta, pero que también semeja un vagabundo, o un dibujante callejero, o hasta deshollinador. Bert conoce a Mary Poppins de algún encuentro previo y son amigos —la Travers insistió en que la relación entre ambos no tuviera ningún matiz amoroso, no ya sexual—, y juntos ayudarán a los niños a ser felices. Sería interesante una precuela donde se viera cómo contactaron por vez primera la niñera y el trotamundos, aunque yo me imagino que ella cuidó de él tiempo atrás cuando fue niño, porque ella, por supuesto, es inmortal y no envejece.
Esta fábula está tejida con mimbres de musical, e incluso en momentos en los que no se canta las imágenes disponen de un compás melódico. Las canciones son resultonas y pegadizas, como debe ser, y hay una, el número de los deshollinadores, que es excelente en composición visual, cadencia y ejecución. Mítica es la escena de los dibujos animados, conjuntando a la perfección las ilustraciones con los actores de carne y hueso[11]. Los innumerables trucos de magia que crea Mary Poppins conducen a la creación de gran cantidad de efectos especiales que, aún hoy en día, sorprenden por su ejecución, por lo impecablemente que están resueltos, aún adivinándose su elaboración, y llama la atención que también hay muchas transparencias de los actores deambulando por maquetas de decorados exteriores, para aumentar la magnificencia de estos —la “excursión” de Mr. Banks hacia el banco, cuando va a ser despedido, es espléndida—.
Robert Stevenson, director ya experimentado en diversos sentidos, conduce todo con la habilidad que le caracteriza. Su origen británico ayuda a definir el ambiente British de la película, aún con ese entorno irreal en que está situada; había trabajado mucho tiempo atrás en el género musical, en su debut Happy Ever After (1932) —codirigida con Paul Martin—, pero aplica el ritmo con una sencillez y liviandad sorprendentes. Los actores, por supuesto, están escogidos con el sabio tino de la compañía, donde los secundarios ostentan el peso característico del cine norteamericano (donde muchos británicos también trabajaban). Julie Andrews está adorable, e incluso aplica un aire un tanto estiradillo a su personaje, herencia sin duda del concepto original de la Travers.
El mundo, precisamente, de la escritora se vislumbra perfectamente en las imágenes del film, no porque definan cómo fue su vida, sino cómo desearía que hubiese sido. Sin embargo, permanecen pistas de ello, sobre todo en el personaje de Mr. Banks, que es una mezcla de ella misma y su propio padre, sobre el que vuelca la frustración, acaso, en que se ha convertido su propia vida. Al final, como buena fábula que es, el problema se sublima y las relaciones paterno-filiales se solventan.
En los últimos tiempos, la Disney está llevando a cabo numerosos remakes de clásicos suyos. Pero, ¿por qué no de Mary Poppins, y sí en su lugar una secuela? Bueno, puede ser debido al gran éxito de la película originaria aún hoy en día. En Estados Unidos apareció originalmente en formato vídeo en 1981, y desde entonces ha sido repuesta de continuo para estar siempre presente a la venta. De hecho, en 2006 obtuvo el récord de ser la película que más copias en formato casero había tenido. Obviamente, con esa accesibilidad, era absurdo hacer una nueva versión. Así pues, se procedió a una secuela con El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins Returns, Rob Marshall, 2018).
De hecho, al año siguiente del estreno del original se planteó la posibilidad de una secuela, pero, por supuesto, la escritora no quiso ni oír hablar del tema. A finales de los ochenta se volvió a especular con la idea, con los niños Banks de adultos, y con una Mary Poppins más madura (de nuevo Julie Andrews). La autora, de nuevo, se negó rotundamente.
En 2015, al fin, se puso en marcha este proyecto. El director Rob Marshall y los productores John DeLuca y Marc E. Platt habían conseguido un enorme éxito con el musical fantástico Into the Woods (Into the Woods, 2014), así pues se consideró oportuno repetir con el mismo equipo —Rob Marshall, además, había abordado ya otros musicales de éxito como Chicago (Chicago, 2002) y Nine (Nine, 2009)—.
Esta vez, la ambientación pasa a los años treinta, es decir, donde transcurría el primero de los libros, y la trama es un cóctel inventado a partir de todos los demás libros. Se retoma, eso sí, la idea de los Banks ya adultos —han pasado veinticinco años— y la acción acontece durante la depresión. Como es norma en muchas secuelas de los últimos años, en realidad se trata de un remake al que se ha aplicado un maquillaje superficial para hacerlo pasar por algo nuevo. No puede decirse que los responsables hayan querido arriesgarse y han decidido pisar tierra firme. Así pues, todos los ingredientes del filme original se van repitiendo aquí con casi veneración.
Los padres Banks ya fallecieron, y la casa la habita el chaval, Michael, ya crecido, y sus tres hijos, cuya madre murió un año atrás. La hermana, Jane, vive fuera, pero visita a su hermano y sus sobrinos constantemente, para que la estructura familiar recuerde a la del film previo. Si la madre fue una sufragista, ahora la hija es una sindicalista que defiende el sueldo de los explotados, aunque cierto es que vive un poco más con los pies en la tierra, y el idealista ahora es el hermano, que es “artista” (pinta), aunque los problemas económicos lo están convirtiendo en un amargado y un gruñón, al igual que su padre.
Y también tenemos un émulo de Bert, ahora llamado Jack. Trabaja de farolero (es decir, que enciende las farolas de gas) y, según menciona, tiempo atrás trabajó con Bert (quien ahora está viajando por el mundo), pero casi podría decirse que es su hijo, pues incluso el parecido entre ambos actores, Dick Van Dyke y Lin-Manuel Miranda, es llamativo, ambos con rasgos caballunos.
Es en ese entorno donde reaparece Mary Poppins. ¿Para ayudar a los tres niños, Anabel, John y Georgie? No, más bien para seguir ayudando a Michael y Jane. En la primera película nuestro personaje refería que su misión era olvidar y no establecer lazos, para así ayudar a otros niños —no sé si eso estará en los libros[12], pero aquí estamos hablando de la saga fílmica—. De esta manera, los niños parecen ser casi una excusa, pues su objetivo es ayudar a Michael y Jane de la ruina económica.
Y así, por medio de ese tema de fondo, se van repitiendo los detalles más célebres de la película originaria, como la visita a un mundo de dibujos animados —en un detalle curioso, dentro de una sopera— o inclusive el soberbio número musical de los deshollinadores, que aquí se repite casi literalmente con faroleros.
Los otros elementos que se reemplazan, claro está, son los actores. En lugar de Julie Andrews tenemos a Emily Blunt, quien acentúa un tanto el matiz antipático que, según parece, tiene en los libros, resultando a veces un tanto repipi e insoportable. Es buena actriz y no canta del todo mal, aunque está a años luz de la grandeza de la Andrews. Y en lugar de Dick Van Dyke tenemos a Lin-Manuel Miranda… ¿Cómo decirlo? Dick Van Dyke nunca ha sido santo de mi devoción, pero debo afirmar que, dentro del contexto del film antiguo, estaba perfecto en su cometido. Al muchachito este le falta carisma, sencillamente. Según parece, es un premiado compositor, y como actor ha aparecido en no muchas producciones televisivas y cinematográficas. Aparte de ello, su voz como cantante carece del suficiente alcance y posee una tonalidad desagradable. Al menos, los tres niños están muy bien escogidos: son adorables, saben interpretar y entienden perfectamente sus cometidos.
En cuestión musical, otro que no alcanza los registros suficientes es el actor Ben Whishaw —Q en la nueva etapa Bond—. Es sorprendente que, en este sentido, quienes mejores resultados alcancen sean Angela Lansbury y Dick Van Dyke, en cometidos especiales, y con más de ochenta años a cuestas. Se puede decir que aquí la veteranía ayuda y ambos logran aprovechar sus limitaciones vocales en favor de la canción. En cuanto a la música, esta se halla compuesta esta vez por Marc Shaiman, quien también compusiera el musical Hairspray. A nivel orquestal el asunto funciona, componiendo canciones un tanto al estilo de la época, aunque las canciones en sí sean flojas y poco pegadizas. Es curioso cómo, en el constante intento de acercarse lo más posible al film original, no optaron por utilizar música de aquél. Solo se oyen unos compases en la banda sonora de la canción «A Spoonful of Sugar» cuando Mary Poppins entra en la casa y los hermanos Michael y Jane la reconocen; además, de la banda original quedaron trece canciones sin utilizar, con las cuales, sin duda, se podría haber hecho una película entera. Hubiera sido un reto aprovecharlas y buscar una trama que encajara en ellas.
Carlos Díaz Maroto
Mary Poppins (Mary Poppins).
Dirección: Robert Stevenson. Producción: Walt Disney Productions. Productor: Walt Disney. Co-productor: Bill Walsh. Guion: Bill Walsh, Don DaGradi, según la novela Mary Poppins de P. L. Travers. Fotografía: Edward Colman. Música: Irwin Kostal (incidental); Richard M. Sherman, Robert B. Sherman (canciones). Montaje: Cotton Warburton. Dirección artística: Carroll Clark, William H. Tuntke. FX: Jim Fetherolf, Constantine Ganakes (pinturas mate), Lee Dyer, Dan MacManus (animadores de efectos), Ub Iwerks (procesos especiales), Marcel Delgado (efectos adicionales). Intérpretes: Julie Andrews (Mary Poppins), Dick Van Dyke (Bert / Mr. Dawes Senior [este como Navckid Keyd]), David Tomlinson (Mr. George W. Banks), Glynis Johns (Mrs. Winnifred Banks), Hermione Baddeley (Ellen, la doncella), Reta Shaw (Mrs. Brill, la cocinera), Karen Dotrice (Jane Banks), Matthew Garber (Michael Banks), Elsa Lanchester (Katie Nanna), Arthur Treacher (el guardia), Reginald Owen (almirante Boom), Ed Wynn (tío Albert), Jane Darwell (la mujer de los pájaros), Arthur Malet (Mr. Dawes Junior), James Logan (portero del banco), Don Barclay (Mr. Binnacle)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1964. Duración y datos técnicos: 139 min. – Technicolor – 1.75:1 – 35 mm.
Al encuentro de Mr. Banks (Saving Mr. Banks).
Dirección: John Lee Hancock. Producción: Walt Disney Pictures, Ruby Films, Easy Tiger Productions, Essential Media & Entertainment, BBC Films, Hopscotch Features. Productores: Ian Collie, Alison Owen, Philip Steuer. Co-productor: K. C. Hodenfield. Productores delegados: Christine Langan, Troy Lum, Andrew Mason, Paul Trijbits. Guion: Kelly Marcel, Sue Smith. Fotografía: John Schwartzman. Música: Thomas Newman. Montaje: Mark Livolsi. Diseño de producción: Michael Corenblith. Intérpretes: Emma Thompson (P. L. Travers), Tom Hanks (Walt Disney), Annie Rose Buckley (Ginty), Colin Farrell (Travers Goff), Ruth Wilson (Margaret Goff), Paul Giamatti (Ralph), Bradley Whitford (Don DaGradi), B. J. Novak (Robert Sherman), Jason Schwartzman (Richard Sherman), Lily Bigham (Biddy), Kathy Baker (Tommie), Melanie Paxson (Dolly), Kristopher Kyer (Dick Van Dyke), Victoria Summer (Julie Andrews)… Nacionalidad y año: Estados Unidos, Reino Unido, Australia 2013. Duración y datos técnicos: 125 min. – color – 2.35:1 – 35 mm / D-Cinema.
El regreso de Mary Poppins (Mary Poppins Returns).
Dirección: Rob Marshall. Producción: Lucamar Productions, Marc Platt Productions, Walt Disney Pictures. Productores: John DeLuca, Rob Marshall, Marc Platt. Co-productores: Ben Howarth, Angus More Gordon, Michael Zimmer. Productor delegado: Callum McDougall. Guion: David Magee, según argumento de D. Magee, Rob Marshall y John DeLuca, basado en los libros de P. L. Travers. Fotografía: Dion Beebe. Música: Marc Shaiman, Scott Wittman. Montaje: Wyatt Smith. Diseño de producción: John Myhre. FX: Centroid Motion Capture, Cinesite, Framestore, Lidar Lounge, Luma Pictures, TPO VFX. Intérpretes: Emily Blunt (Mary Poppins), Lin-Manuel Miranda (Jack), Ben Whishaw (Michael Banks), Emily Mortimer (Jane Banks), Pixie Davies (Anabel), Nathanael Saleh (John), Joel Dawson (Georgie), Julie Walters (Ellen), Meryl Streep (prima Topsy), Colin Firth (Wilkins / lobo), Jeremy Swift (Gooding / tejón), Kobna Holdbrook-Smith (Frye / comadreja), Dick Van Dyke [como Navckid Keyd] (Mr. Dawes Jr.), Angela Lansbury (mujer de los globos), David Warner (almirante Boom), Jim Norton (Binnacle), Mark Addy (Clyde el caballo)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 2018. Duración y datos técnicos: 130 min. – color – 2.39:1 – D-Cinema.
[1] Reciente edición española, traducida por Borja García Bercero. Madrid: Alianza, 2018. Junto a Vuelve Mary Poppins (Mary Poppins Come Back, 1944), aparecida con anterioridad como Ha vuelto Mary Poppins.
[2] Mary Poppins abre la puerta (Mary Poppins Opens the Door, 1943); edición española, traducida por María Dolores Raich Ullán. Juventud: 1963. Colección: Juventud; nº 25. Mary Poppins en el parque (Mary Poppins in the Park, 1952); edición española, traducida por M.D. Raich Ullán. Juventud: 1964. Colección: Juventud; nº 26. Las demás novelas siguen inéditas en español: Mary Poppins in the Kitchen (1975), Mary Poppins in Cherry Tree Lane (1982) y Mary Poppins and the House Next Door (1988). También hay publicadas en español diversas novelizaciones o versiones de la película Disney.
[3] Tal vez hubiera sido más adecuada, si las fechas hubieran coincidido, claro, la actriz Margaret Hamilton, que interpretó a la bruja del oeste en El mago de Oz (The Wizard of Oz, 1939), dirigida por un extenso rol de realizadores encabezados por King Vidor.
[4] Con anterioridad Disney había estrenado Babes in Toyland (1961) como musical, y su éxito les indujo, sin duda, a proseguir por ese camino.
[5] Correspondiente al reinado del rey Eduardo VII, de 1901 a 1910.
[6] En realidad, arranca de 2002, cuando se realizó el documental The Shadow of «Mary Poppins», de Lisa Matthews, cuyo productor, Ian Collie, estimó muy adecuado como punto de partida para una biopic.
[7] Emma Thompson dio vida a un personaje similar a Mary Poppins, la niñera McPhee, de la saga de libros de Christianna Brand. Amén de protagonizarlas, escribió los guiones de las pésimas La niñera mágica (Nanny McPhee, Kirk Jones, 2005) y La niñera mágica y el Big Bang (Nanny McPhee and the Big Bang, Susanna White, 2010).
[8] Puede que el montaje del tráiler a modo de película de terror de Mary Poppins, que puede verse por YouTube, fuera más de su agrado.
[9] Con anterioridad, con catorce años, participó en el doblaje al inglés del film musical y de animación italiano La rosa di Bagdad (Anton Gino Domenighini, 1949).
[10] Es curioso cómo Andrews, después de la presente, y con el intervalo de la interesante The Americanization of Emily [tv/DVD: La americanización de Emily, Arthur Hiller, 1964], protagonizara Sonrisas y lágrimas (The Sound of Music, Robert Wise, 1965), donde también hace de niñera que ha de cuidar de un grupo de niños con quienes no pueden las niñeras previas.
[11] Esta escena está coordinada por el habitual Hamilton Luske.
[12] Parece ser que los libros se centran en un período corto de tiempo, y los niños de la historia inicial siguen siendo niños. En el primer libro, amén de la parejita, hay dos bebés gemelos, y posteriormente nacen otros.
NOTA: Las ilustraciones en este artículo se incluyen con carácter informativo, y como acompañamiento del texto, y son propiedad original de Walt Disney Prod. en su mayoría.