El doctor Thomas requiere, primero, la ayuda de Mil Máscaras y Superzan, y luego del doctor Wells, un experto en fenómenos sobrenaturales, debido a la extraña enfermedad que aqueja a su hija, Nora, desde que la visitara el barón Bradok, procedente de Transilvania.

Dirección: Arturo Martínez. Producción: Producciones Fílmicas Agrasánchez S.A. Productor: Rogelio Agrasánchez. Guion: Rogelio Agrasánchez [sin acreditar], según una historia de Mario Cid adaptada por Arturo Martínez. Fotografía: Xavier Cruz. Música: Ernesto Cortázar hijo. Montaje: Ángel Camacho. Dirección artística: Roberto Muñoz. FX: Roberto Muñoz (efectos especiales). Intérpretes: Germán Robles (Dr. Wells), Mil Máscaras (Mil Máscaras), Superzan (Superzan), Sasha Montenegro (Nora), Carlos López Moctezuma (Dr. Thomas), Mario Cid (barón Bradok), Nathanael León [acreditado como Franquestein] (el Espectro), Pura Vargas (ama de llaves), Mister Tempest (luchador), Tony Salazar (luchador), El Greco (luchador), David Castañeda, Alfredo Gutiérrez (agente de policía), Manuel Corcuera (primo vampiro de Bradok), Elias Charur, Judith Velasco (novia de Ciclón), Jorge Victoria, Silvia Manuela, Alfonso Quiroz, Gabriel Mondragón, Armando Acosta, Alfonso Carti, Gerónimo Díaz, Humberto Elizondo, Filiberto Estrella, Luis Guevara, Ángel Mondragón, Jesús Montes de Oca, Jorge Moreno, Edelmiro Oliva, Antonio Padilla ‘Pícoro’, César Valentino… Nacionalidad y año: México 1974. Duración y datos técnicos: 88 min. – Eastmancolor – 1.37:1 – 35 mm.

 

Las películas de luchadores representan toda una tradición dentro del cine mexicano. La lucha libre era un deporte muy venerado por la población, y eso vio rápido reflejo en el séptimo arte: el primer film que manifestó esta temática fue La bestia magnífica (1952), de Chano Urueta, y pese al título no se refería a ningún tipo de criatura monstruosa, sino que se trataba de una muestra realista de la especialidad ―lucía como subtítulo, por si había dudas, «Lucha libre»―, y estaba protagonizada, junto a la mítica Miroslava, por nombres que sonarán a los seguidores de la temática, como Crox Alvarado y Wolf Ruvinskis. Sin embargo, al poco surgió una variedad, convirtiendo a esos luchadores en héroes fuera del ring, que investigaban casos policiales o, sobre todo, hechos sobrenaturales, período que se inició con El enmascarado de plata (1954), de René Cardona. Pronto, las pantallas charras se llenaron de luchadores contra vampiros, marcianos, hombres lobo, brujas y médicos locos, lidiadores de nombres como Santo, el enmascarado de plata, Mil Máscaras, Neutrón o Blue Demon.

   

En los años setenta esta temática ya estaba un tanto pasada, y las muestras de esplendor de la misma, que podría circunscribirse al primer lustro de la década de los sesenta, había pasado. Uno de los personajes clásicos de la temática era el citado Mil Máscaras. De verdadero nombre Aarón Rodríguez Arellano, y nacido en San Luis Potosí en 1942, en 1962 el productor Enrique Vergara se encontró repentinamente que carecía de estrellas para sus películas de luchadores. No podía contar con el Santo, por una disputa salarial en la que estaban enfrascados, y tampoco con Blue Demon, porque se había lesionado. Así, encontró a este luchador, que debutó con Los canallas (1968), de Federico Curiel.

Mil Máscaras ya se había enfrentado a los no muertos en Las vampiras (1969), de Federico Curiel. También había formado equipo con anterioridad con el Santo, o incluso se había integrado en un «supergrupo» llamado los Campeones Justicieros. En Los vampiros de Coyoacán (1974) hace alianza con Superzan (un apelativo que semeja una mezcla entre Supermán y Tarzán); este había debutado en Superzan el invencible (1971), de Federico Curiel y Ángel Rodríguez, y a lo largo de los setenta participaría en siete películas, también aliándose con otros luchadores, algo habitual en este tipo de filmes.

El director de Los vampiros de Coyoacán es Arturo Martínez (1919-1992), un fecundo actor que como realizador también sería bastante activo, desde su debut con El hijo del Charro Negro (1961), sobre una imitación del Zorro, hasta la comedia Te gustan, te las traspaso (1989). Como tantos otros cineastas de esta índole, tocó prácticamente todos los géneros. A tenor de su exhibición en la presente película, al menos en esta época efectuaba una narración formularia, económica y destajista, y da la impresión de que muchas escenas, si no todas, se aprobaban tal como salieran, sin muchos ensayos y menos exigencias.

El film arranca con dos peleas de lucha libre seguidas, bastante largas, para luego ya comenzar la narración con la muerte en el ring de Ciclón, que se ha enfrentado al Espectro, quien ya acapara con él tres víctimas a las que ha partido el cuello. Más adelante vemos cómo, yaciendo el cadáver en el vestuario, entra un murciélago por la ventana y se convierte en un hombre encapotado que se abalanza sobre el muerto… También al ring asiste un misterioso individuo que resulta ser el doctor Wells, un experto en lo sobrenatural, que está siguiendo pistas. Está interpretado por Germán Robles, que muchos años atrás fue el conde Lavud de la mítica El vampiro (El vampiro, 1957), de Fernando Méndez.

El maduro doctor Thomas tiene una hija, Nora, en edad de merecer, pero ahora está postrada en la cama, aquejada de una misteriosa enfermedad. Convoca a Mil Máscaras y Superzan por un lado, y por otro al doctor Wells, comunicándoles el percance de su retoño, y sospechando que hay algo sobrenatural de por medio. Aparece, también preocupándose por la mujer, el barón Bradok, que proviene de Transilvania y viste capa. Una vez Wells examina a Nora, que padece una misteriosa anemia y tiene dos marcas en el cuello, no acierta a descubrir qué le sucede, aunque más tarde, reflexionando, empieza a sospechar que pudiera haber sido atacada por un vampiro y que este fuera Bradok…

Así pues, entre un experto tan brillante y los dos luchadores se crea un equipo que, en cuanto amanece, se retira, para luego volver a investigar por la noche. El guion, como es obvio, resulta bastante incoherente. A ello se suma el hecho de que descarten la participación de la policía, porque no les creería, y más adelante Superzan abandona al doctor Thomas en territorio enemigo para ir a informar a la ley. Y la puesta en escena, como se ha referido, tampoco es en exceso lustrosa. Los personajes, como cabe esperar, son simples a más no poder, y toda la trama es previsible de principio a fin.

Sin embargo, por algún motivo, el film despierta cierta simpatía, como podría hacerlo un tebeo mal impreso pero extravagante. El conde Bradok hace que le traigan a dos primos suyos, también vampiros, y a los que lleva dos mil años sin ver, y también dispone como acólitos al luchador el Espectro y a cuatro enanos, los cuales también son vampiros. Todos ellos tienen la facultad de convertirse en murciélagos, la cual aprovechan para, cuando están aprisionados por los luchadores, cambiar de forma y alejarse volando. Los trucajes por medio del paro de imagen son impagables. Pero lo mejor es la capacidad de Bradok de convertirse en un ser mitad hombre mitad quiróptero. La primera escena en la cual lo vemos transformarse está inspirada en la mítica conversión de El lobo humano (The Werewolf of London, Stuart Walker, 1935): caminando de noche, se aprovecha que el vampiro atraviesa zonas sombrías para efectuar un corte y reemplazarlo con más maquillaje, y así de forma paulatina, y el resultado se arroja bastante aparente. Cuando mueren destruidos por el sol simplemente se disipan, sin dejar tras de sí ni una voluta de humo…

Una película mediocre, sin lugar a dudas, mal escrita, mal interpretada y mal hecha. Sin embargo, esa peculiaridad tosca, desmañada y alocada terminan por hacerla encantadora, y se deja ver con una sonrisa en los labios, inclusive por alguna carcajada, aunque esto último, sin duda, no era la intención de sus responsables.

 

Anecdotario

  • El rodaje tuvo lugar entre el 17 de septiembre y el 1 de octubre de 1973, en Ciudad de México, la estación de ferrocarril de Texcocó, en el estado de México, y en La Conchita, Coyoacán, Ciudad de México.
  • Mario Cid, el actor que da vida al barón Bradok, es también el argumentista del film, el cual supone su debut en esta parcela profesional. También sería con posterioridad inclusive director.
  • El productor, Rogelio Agrasánchez, es también el guionista del film, aunque no aparece acreditado.

 

  • Coyoacán es una de las dieciséis demarcaciones territoriales de Ciudad de México​ y se encuentra en el centro geográfico de esta.
  • En la filmografía de Mil Máscaras le antecede Leyendas macabras de la colonia (1974), y le sigue Las momias de San Ángel (1975), ambas también dirigidas por Arturo Martínez.
  • En la filmografía de Superzan le antecede El triunfo de los Campeones Justicieros (Rafael Lanuza, 1974), y le sigue El investigador Capulina (Gilberto Martínez Solares, 1975).
  • Estrenada en México el 25 de abril de 1974. En España, salvo error, jamás se ha visto.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: **

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

La película completa: