En una urbanización, la inseguridad es cada vez mayor, y un grupo de personas se hace con perros adiestrados para controlar el lugar, lo cual provoca ataques indiscriminados por parte de los canes. Un médico, recién llegado de París, al comprobar la cada vez mayor afluencia de pacientes mordidos, se une a un grupo de vecinos para intentar controlar la cada vez mayor presencia de perros en la vecindad.

Dirección: Alain Jessua. Producción: A.J. Films, A.M.S. Productions, Les Films de la Drouette, Pacific Films. Productor: Laurent Meyniel. Productor ejecutivo: Daniel Deschamps. Productor asociado: Serge Cohen Solal. Guion: Alain Jessua, André Ruellan, según una idea de A. Jessua. Fotografía: Étienne Becker. Música: René Koering,  Michel Portal. Montaje: Hélène Plemiannikov. Diseño de producción: Jean-Louis Povéda. Intérpretes: Gérard Depardieu (Morel), Victor Lanoux (doctor Henri Ferret), Nicole Calfan (Elisabeth), Pierre Vernier (Gauthier), Fanny Ardant (la enfermera), Philippe Klébert (Franck), Régis Porte (Jacques), Gérard Séty (el alcalde), Philippe Mareuil (Beauchamp), Henri Labussière (Montagnac, el farmacéutico), Anna Gaylor (Madame Colin), Elisabeth Kaza, Monique Morisi, Frédéric Pouget, Maurice Illouz, Betty Beckers, Pierre Londiche, Jean-François Dérec, Gérard Caillaud, Denyse Roland, Marc Chpill, Liza Braconnier, Guy Saint-Jean, Christine Maurelle, Stéphane Bouy, Mamba M’Bour, Lazare Kenmegne… Nacionalidad y año: Francia, Tahití 1979. Duración y datos técnicos: 96 min. – Eastmancolor – 1.66:1 – 35 mm.

 

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Alain Jessua (1932-2017) fue un director francés no excesivamente fértil: realizó nueve películas entre 1964 y 1997, año en el que se retiró del cine y se ocupó de escribir, habiendo redactado ocho novelas desde entonces hasta su muerte. Sus películas suelen bascular entre el tono de thriller y el trasfondo social, y algunas de ellas coquetean un tanto con el género fantástico, siendo la más famosa Tratamiento de shock (Traitement de choc, 1973), y la más obvia en ese sentido Frankenstein 90 [tv: Frankenstein 90, 1984].

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Les chiens (1979) parte igualmente de esas premisas con estructura de thriller y una lectura social, imbricada en un matiz que incursiona en cierta manera en el género fantástico. Aquí tenemos una urbanización donde el aumento de la criminalidad conduce a algunos de sus habitantes a proveerse de perros adiestrados, y pronto los ataques van siendo cada vez más habituales. Podría decirse que se trata de una película característica del subgénero del terror de «animales en rebeldía», aunque en este caso su comportamiento no se produce tanto por apartarse de los parámetros sociales, sino por incluirse en estos. Los canes no son aquí tanto un fin como un medio, y en un par de momentos de la película se llega a decir «no hay perros malos, sino dueños malos». De esta manera, podríamos ver a los cánidos como un instrumento en manos de una serie de personas que van desarrollando una capacidad de violencia cada vez más exacerbada contra sus congéneres.

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Al principio de la cinta, como un tenue telón de fondo, se plantea también la idea del racismo contra los inmigrantes negros; sin embargo, poco a poco ese decorado va adquiriendo paulatinamente más preponderancia, de la misma manera que lo hace el personaje de Gérard Depardieu, que en teoría es el protagonista, pero siendo precisos habría que situarle el tercero o cuarto en el reparto. Al principio, en efecto, su personaje de Morel aparece veladamente en ciertas ocasiones, pero a medida que va adquiriendo importancia en el entorno comunal donde se ubica, su papel va aumentando en consonancia. Él es el dueño de un centro de adiestramiento de perros para el ataque, y vemos cómo esa actitud, al principio lógica y comprensible para defenderse de ciertos peligros, va aumentando por parte de algunos de los vecinos hasta que eso mismo acaba convirtiéndose en un peligro mucho mayor.

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Este modo de alienación social se presenta, en su lectura fantástica, con un tono que recuerda bastante al de la película La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956), en particular cuando una mujer se queja al doctor de que su marido está cambiando, y que se está volviendo tan agresivo como su perro; cuando, un tiempo después, el médico vuelve a conversar con la mujer, esta niega que dijera nada al respecto, y que su marido es perfectamente normal. Hacia el clímax final, cuando Elisabeth va huyendo de los «convertidos», intenta avisar a la policía, y cuando entra en el cuartel descubre que el jefe ha sido reemplazado por uno de los «malos», lo que recuerda otra cinta de ciencia ficción conspiranoica de los cincuenta, Invaders from Mars [tv/dvd: Los invasores de Marte, William Cameron Menzies, 1953].

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Aquí vemos cómo un grupo comunal va imponiendo su criterio, creando una forma social basada en el fascismo, donde se ejerce la violencia contra las clases que son vistas como inferiores. Ya se hizo referencia al racismo contra los negros, algo que, al final, acaba adquiriendo gran importancia en la película, como dijimos. De igual modo, a los jóvenes de barrios marginales también se les segrega en esa nueva sociedad que se va erigiendo. E incluso el machismo es visto como algo normal: en un momento determinado, un paciente enseña al doctor una foto de su mujer completamente desnuda, presumiendo de ella; en otro instante, al ver a otro paciente con su esposa, este se la presenta y, de paso, le da una palmada en el trasero: «¿Ha visto qué buen culo tiene?»

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La violencia paulatina de cierta parte de esa sociedad cerrada se va acrecentando cada vez más. Elisabeth, la protagonista femenina, es violada al principio de la película, y decide, tras dudarlo, adquirir un perro para su defensa. En las clases de adiestramiento veremos cómo poco a poco se va regodeando más en los instantes en que manda al animal atacar, y cuando el violador regresa a su casa, lanza al perro sobre él, y solo la intervención del doctor evita que el can lo destroce. Alain Jessua escribe un guion donde muchos elementos son sutiles y van siendo desperdigados dentro de una trama en apariencia más sencilla, más simple, y no evita siquiera momentos incómodos o políticamente incorrectos. En el aspecto de la realización se sirve de ese feísmo inherente a la época en que está rodada la película, si bien esto, junto a los aires suburbiales de los entornos donde rueda, acrecienta el tono fatalista, casi apocalíptico, de la narración, haciendo semejar que se ambienta en un desolador futuro cercano.

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Anécdotas

  • Título en Argentina: La violación y los perros.
  • Título anglosajón: The Dogs.
  • Según Alain Jessua, Depardieu aceptó trabajar en la película porque unas semanas antes fue atacado por un perro, y decidió aprovechar el rodaje para exorcizar ese miedo.
  • El rodaje tuvo lugar en 1978 en Torcy y, en particular, en el nuevo distrito de Arche-Guédon, la Place des Commerces y el hipermercado Continent. Las sesiones de entrenamiento fueron filmadas en la perrera Hautil en Triel-sur-Seine.
  • Primera de las nueve películas que rodaron juntos Gérard Depardieu y Fanny Ardant.
  • Estrenada en Francia el 7 de marzo de 1979.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra