Una joven profesora que se dirige a un puesto en Transilvania pasa la noche en un castillo, y ayuda a un joven a escapar de las cadenas que le ha impuesto su madre. Al hacerlo, desata inocentemente a los vampiros entre la población, incluidas las alumnas de la escuela para señoritas donde entra a trabajar. El Dr. Van Helsing llega al lugar.

Dirección: Terence Fisher. Producción: Hammer Films [como Hotspur Film Productions Ltd.] para Rank Film Distributors [RU], Universal Pictures [EE.UU.]. Productor: Anthony Hinds. Productor delegado: Michael Carreras. Productor asociado: Anthony Nelson Keys. Guion: Jimmy Sangster, Peter Bryan, Edward Percy, [Anthony Hinds, sin acreditar]. Música: Malcolm Williamson. Fotografía: Jack Asher. Diseño de producción: Bernard Robinson. Montaje: Alfred Cox. FX: Roy Ashton (maquillajes), Sydney Pearson (efectos especiales). Intérpretes: Peter Cushing (doctor Van Helsing), Martita Hunt (baronesa Meinster), Yvonne Monlaur (Marianne Danielle), Freda Jackson (Greta), David Peel (barón Meinster), Miles Malleson (Dr. Tobler), Henry Oscar (Herr Lang), Mona Washbourne (Frau Lang), Andree Melly (Gina), Victor Brooks (Hans), Fred Johnson, Michael Ripper, Norman Pierce, Vera Cook, Marie Devereux, Ted Carroll, Susan Castle, Jill Haworth, Walter Henry, Michael Mulcaster, Harry Pringle, Harold Scott, Stephanie Watts… Nacionalidad y año: Reino Unido 1960. Duración y datos técnicos: 85 min. – Technicolor – 1.85:1 – 35 mm.

 

Drácula (Dracula, Terence Fisher, 1958) fue un gran éxito de público y, por tanto, la Hammer le buscó una inmediata continuación, presionada también por Universal, que tenía los derechos de distribución en Estados Unidos para su estreno en cines[1]. En el lapso, por supuesto, vinieron otras películas de diferentes géneros, así como una secuela a Frankenstein, una reincorporación de los mitos clásicos con la momia… Y, como no podía ser de otra forma, también la creación de Bram Stoker estaba en la lista.

La Hammer encargó inicialmente a Jimmy Sangster escribir una continuación de la obra original. El resultado fue un guion titulado The Revenge of Dracula, datado en 1958. Sin embargo, por algún motivo, quedó archivado, y al fin fue reaprovechado a mediados de los sesenta para terminar convirtiéndolo, con notables cambios, en Drácula, príncipe de las tinieblas (Dracula, Prince of Darkness, T. Fisher, 1966). En el libreto original aparecía Van Helsing, pero fue reemplazado por el padre Sandor/Shandor.

Por tanto, obviada la labor previa, Jimmy Sangster escribió otro guion, terminado en junio de 1959, el cual habría de llamarse Disciple of Dracula[2], y donde el conde solo aparecería al principio —o al final[3]—, siendo el resto del film protagonizado por un acólito del vampiro, el discípulo del título, que ataca a las muchachas de una escuela privada, y en particular a Margaret y Pauline; un personaje llamado Latour invoca el espíritu de Drácula para luchar por medio de él contra el barón.

Después, Peter Bryan[4] reescribió ese libreto, eliminando toda alusión a Drácula[5], y se reemplazó a Latour por Van Helsing, amén de fusionar los personajes de Margaret y Pauline en uno solo, una muchacha francesa llamada Marianne Danielle. Ahora el guion toma el título de Dracula the Damned, para adoptar finalmente el conocido de The Brides of Dracula, aunque según declaró Peter Cushing también llegó a titularse The Mark of Dracula.  Luego hubo una nueva redacción debida a Edward Percy[6], quien fue requerido para modificar todos los elementos que no eran del gusto del protagonista; algunas fuentes señalan que quien participó en la película no habría sido este escritor, sino que se trataría de un seudónimo, posiblemente del propio Peter Cushing, pero el dato no ha podido ser constatado.

Se especula que en el guion definitivo de Las novias de Drácula (The Brides of Dracula, 1960) también hubo añadidos por parte de Sangster nuevamente, así como de Anthony Hinds y Terence Fisher. De hecho, en el final original Van Helsing invocaba una bandada de murciélagos brotados del infierno y, liberados por un ritual arcano, destruían al vampiro; sin embargo, fue rechazado por Cushing, quien alegó, con bastante lógica, que Van Helsing no podía hacer uso de la magia negra. Ese final, con todo, después sería aprovechado para otra película, The Kiss of the Vampire [tv/dvd: El beso del vampiro, Don Sharp, 1963]. Otra escena, aquella donde los candados del ataúd de Gina caen, fue inspirada por un momento similar del soberbio relato «El conde Magnus» de M. R. James[7].

Una vez terminado el guion, tras tantos retoques, fue enviado a censura en marzo de 1960, y el informe de esta fue contundente: «Obviamente escrito por un colegial loco, pero muy precoz»[8]. Otro censor exclamó: «¿Qué será lo próximo? ¿Drácula, el vampiro homosexual[9] El comité no se asustó demasiado con las insinuaciones de incesto y lesbianismo, pero instó a que se eliminase el plano detalle de cuando Van Helsing clava la estaca a la baronesa. Hinds protestó, diciendo que en Drácula se había permitido un plano muy similar (y era cierto), por lo cual al fin fue autorizado, y el film se realizó, al fin, con un presupuesto de ciento veinte mil libras.

Se inició su rodaje el 16 de enero de 1960 en los Bray Studios, y los exteriores se filmaron en las proximidades del Black Park, en Buckinghamshire y en Oakley Court, Windsor. Los interiores aprovechan los tres sets que tenían los míticos estudios, y así en el uno se rodaron las escenas de la habitación del barón, que luego remodelaron para convertirlo en el cementerio; el set dos ofreció la maqueta del molino, para su incendio final, así como la parte superior de la edificación a tamaño real; y el tres reproducía el interior de la taberna, los establos, y el piso inferior del molino.

Decíamos que en la trama intervenía Van Helsing, de nuevo interpretado por Peter Cushing con su destreza habitual. En Drácula había sido un investigador reflexivo, siempre al lado de las víctimas del conde, y que aplicaba sus conocimientos médicos; al final de la película —y por consejo del propio Cushing— se convierte en un héroe brioso, que derrota al vampiro de un modo enérgico. El actor suministró estos dos registros a su nueva encarnación, aunque potenciando aún más este último factor —y, de esa manera, se aleja bastante del apático y sesudo acercamiento del actor Edward Van Sloan en las películas de la Universal—.

De tal modo, destaca el momento en el cual es mordido por el vampiro y él mismo se «desinfecta» la herida por medio de agua bendita y un hierro al rojo. O el clímax final, donde salta para aferrar las aspas del molino y situarlas de modo que proyecten una cruz gigantesca sobre el no muerto… Escena totalmente inverosímil, dado que el propio volumen del molino taparía las aspas de la luz lunar, impidiendo su proyección del modo en que se ve. Más tarde, respecto a ese final Cushing declararía: «Fue una película bastante buena, muy popular. Y pienso que quedó muy ingenioso, con aquella sombra de la cruz hecha con las aspas del molino».[10]

Podría conjeturarse que Van Helsing aparece en las películas de la Hammer en dos líneas temporales diferentes. Así, tendríamos al Van Helsing «original», que sería el de estas dos primeras películas[11], y que reaparecería en Kung Fu contra los siete vampiros de oro (The Legend of the 7 Golden Vampires, Roy Ward Baker [y Cheh Chang], 1974)[12], donde aparece junto a un hijo llamado Leyland[13]. Y por otro lado, está el díptico conformado por Drácula 73 (Dracula A. D. 1972, Alan Gibson, 1972) y Los ritos satánicos de Drácula (The Satanic Rites of Dracula, A. Gibson, 1973); en el prólogo de la primera aparece un Van Helsing «antiguo», llamado Lawrence, y luego el descendiente que protagoniza ambos filmes en los setenta, su nieto, de nombre Lorrimer, y que tiene una hija denominada Jessica[14].

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El Van  Helsing de Drácula 73

El vampiro que aquí «reemplaza» a Drácula es el barón Meinster, sobre el cual más adelante nos extenderemos. Lo encarna el actor David Peel (1920-1981), que estudió interpretación en la Royal Academy of Dramatic Art, y que realizaría una carrera breve en cine y televisión; así, en la pantalla grande solo efectuaría ocho apariciones, siendo la última en Las manos de Orlac (Les mains d’Orlac/The Hands of Orlac, Edmond T. Gréville, 1960), casualmente al lado de Christopher Lee, y donde da vida de forma muy breve a un piloto de avión. Después se retiró de la interpretación y se convirtió en comerciante de arte, labor en la que destacó positivamente. Cuando se enfrentó a su personaje cumbre contaba con cuarenta años de edad, sin embargo, todas las reseñas parecían resaltar la juventud del mismo, e incluso en alguna publicidad se le destacó como «adolescente». Desde luego, su registro del vampiro es muy distinto al que efectuó Christopher Lee en la previa cinta, lo cual considero que representa todo un acierto, siguiendo el tono con el cual es presentado en el guion. Como anécdota, refiramos que Peel hubo de colocarse alzas para ofrecer la misma altura que Peter Cushing.

Otro personaje crucial del film es la madre del vampiro, la baronesa Meinster, a quien da vida la veterana actriz Martita Hunt (1900-1969). Nació en Buenos Aires de padres ingleses y cuando contaba con diez años de edad se trasladó con el resto de la familia al Reino Unido, donde se educó. A los veintiún años formaba parte del elenco del Liverpool Repertory Theatre, y se convirtió en una de las grandes damas de la escena británica. Debutó en el cine con el drama deportivo The Rank Outsider (Richard Garrick, 1920), y en su larga carrera destaca la magnífica Cadenas rotas (Great Expectations, David Lean, 1946), adaptación del clásico de Charles Dickens en la que encarna a la tétrica Miss Havisham, que en ciertos aspectos presagia a la baronesa Meinster.

El film comienza con una voz en off que nos informa que estamos en Transilvania, y que el conde Drácula está muerto, ejerciendo así el vínculo directo con la película previa. A continuación vemos un carruaje, a toda velocidad, con la protagonista femenina en su interior[15]: se trata de Marianne Danielle, una francesa que se dirige hacia una escuela de señoritas, en Bachstadt, para ejercer de maestra impartiendo clases de francés y urbanidad. En esos primeros minutos, por medio de actuaciones veladas y frases breves, podemos hacernos una idea clara y amplia de todo el trasfondo de ese incidente.

La localidad donde está situada la posada que sirve como ligazón entre este mundo y, digamos, el del más allá, está sufriendo el secuestro de jóvenes mozas —todas hermosas y de senos turgentes, como es norma en la Hammer—, que reaparecen muertas y con la sangre succionada. El sacerdote del lugar, sospechando el origen de todo, manda llamar a Van Helsing, experto cazador de vampiros. Mientras, la llegada de una nueva maestra a la cercana escuela es conocida, por lo cual el chófer del carruaje que la transporta resulta sobornado para llevarla cuanto antes al lugar. Sabedores de que la chica se alojará en la posada, la baronesa Meinster se persona de inmediato en el lugar. Las gentes del pueblo ya sospechan lo que acontece en el chateau Meinster, pese a que creen que el hijo de la baronesa murió tiempo atrás; así pues, la baronesa hace llegar al castillo a la nueva muchacha, ignorante de todo lo que sucede, lo cual la convertiría, por ende, en una víctima más fácil. Lo que no sabe la baronesa es que la maestra, en lugar de ir como un corderito a servir de cena a su hijo, se compadecerá de él y lo ayudará a escapar.

Todo lo que antecede, como se ha referido, se intuye por medio de pequeñas pistas, economizando la narración al máximo. Mientras, tenemos una historia de misterio tradicional, un tanto en la vena de Alfred Hitchcock, y que supondría algo así como una especie de mezcla entre Rebeca (Rebecca, 1940) —con esa criada que venera a quien sirve, y que manifiesta unas connotaciones que recuerdan a Mrs. Danvers, ya completamente enloquecida— y Encadenados (Notorius, 1946) —la enfermiza relación de madre e hijo, con la madre conduciendo a la joven en brazos de aquél, y con Peter Cushing, diríase, en el papel de Cary Grant—. Fisher rueda todo con una elegancia exquisita, recreándose en movimientos de cámara fluidos, que envuelven, acarician a los personajes, o sirven, en un plano de aproximación, para potenciar el rol significativo de estos —así, la llegada de la baronesa a la posada, o la mirada sospechosa de la criada a Marianne—, muchas veces rubricado con un encuadre en contrapicado y servido por unos colores abruptos y embriagadores, rojos y verdes en obscenos estallidos, obra del gran Jack Asher. En ese sentido, Fisher declararía: «Jack Asher prefería trabajar los efectos de cámara con fuertes colores, obligándome a estilizar y disciplinar el color».[16]

Se nos referirá que, empujado por su madre —pese al aire inocente y preocupado de esta en un inicio—, el barón se abandonó a actos ignominiosos, fiestas y orgías con personajes nada recomendables, alguno de ellos algún vampiro, que finalmente convirtió al joven en un no muerto a su vez. El vampirismo en este film se ofrece desde distintas ópticas, no excluyentes. Por un lado, sería una actividad destinada a la supervivencia, con la víctima a modo de «ganado» y, al mismo tiempo, como una forma de ampliar el culto del no muerto, como se refiere en el film. Pero, también, sería un episodio de carácter sexual, donde la «penetración» supone un acto supremo de posesión; algunas víctimas lo serán a la fuerza, mientras que en otras existe la entrega, aunque provocada por la subyugación del vampiro. De ese modo, toda acción de vampirismo en el film supone, al tiempo de esa referida tarea de nutrición, una actividad sexual, siempre visto como una violación de las normas «establecidas». De ese modo, cuando el barón vampiriza a su propia madre, en realidad la está violando. Van Helsing se topa con ella, una vez consumado el acto, y la mujer se tapará pudorosamente con el velo los colmillos, que representan la prueba de lo que ella ha realizado, sintiéndose culpable, sucia.

Algunos estudiosos han querido ver en la relación entre la baronesa Meinster y su hijo un reflejo de la de Violet Venable con su hijo Sebastian en la obra teatral de un acto de Tennessee Williams Súbitamente el último verano (Suddenly Last Summer, 1958)[17], que gozaría de una adaptación cinematográfica al año siguiente por parte de Joseph L. Mankiewicz, estrenada en España como De repente el último verano con mucho retraso. El vampirismo subyacente de esa relación queda patentizado, por cierto, con ese jardín de plantas carnívoras que aparece en el film. El referente, pues, estaba muy reciente, si así fuera.

Otro momento, en este sentido, es el muy famoso de la mordedura del barón a Van Helsing, en un episodio de connotaciones homosexuales que llamó la atención a la crítica del momento, si bien Terence Fisher no lo veía así, pues respecto a atacar al investigador mordiéndolo respondió:

Bueno, eso es lo que cabe esperar, ¿no? Él vive de la sangre. Pero sin duda no hay homosexualidad implícita en esa escena. Me basé en la palabra escrita y no había ninguna pista en el guion. Acentué en esta película lo máximo en lo que respecta a la atracción sexual entre el hombre y la mujer. Y también subrayé la relación lésbica. Pero no creo que tratara conscientemente subrayar la relación homosexual entre hombres.[18]

Van Helsing «esterilizará» la herida por medio de un hierro al rojo seguido de agua bendita, lo cual hará desaparecer el estigma. También esta circunstancia representa una transgresión a los cánones del cine vampírico hasta entonces, pues con anterioridad no parecía haber cura a la contaminación por parte de un vampiro; la cauterización por parte del fuego y, luego, la purificación con agua bendita fue algo que no muchos supieron asumir, viendo solo los ecos del ritual católico. Y siguiendo con el tema de los cánones del subgénero, en esta película se referirá que algunos vampiros tienen la capacidad de transformarse en murciélagos; en el film previo, Drácula, el mismo conde carecía de esa potestad; sin embargo, aquí lo hace tanto el barón como inclusive una recién convertida. Con respecto a esto, Fisher había declarado años antes, cuando el estreno del film original:

En la versión de 1931 de Drácula el conde […] tenía el hábito de convertirse en murciélago. El público actual jamás aceptaría tal bufonada. Se reiría porque lo consideraría increíble[19].

El vampirismo se verá en el film como un nuevo nacimiento a otra forma de vida, de ahí la excelente escena donde la sirvienta de los Meinster, Greta, asiste al origen de la citada mujer vampiro, actuando como una matrona en un parto, pronunciando inclusive la expresión «¡Empuja!» en varias ocasiones. Van Helsing asiste, asombrado, al nacimiento de la no muerta, pese a su amplia experiencia en el campo de lo sobrenatural. Y Meinster, en definitiva, aporta un vampiro de un cariz muy distinto al de Lee, que se ve debilitado, en ocasiones, por el control de una madre dominante, a la cual le conecta una atracción que va más allá del amor materno-filial, en un contexto edípico nada disimulado. A veces, con todo, la furia domina al personaje, cuando se abandona a los actos salvajes que le son inherentes a su especie. La homosexualidad del barón se verá reforzada, así, por ese «ataque» que efectúa contra Van Helsing, al que intenta convertir en su objeto sumiso, y de igual modo también lo somete a una violación física.

El personaje de Greta, precisamente, también tiene una aproximación digna de estudio. Da la impresión de que, tiempo atrás, ella hubiera sido la matrona del barón, y desde entonces lo lleva atendiendo. Cuando este se unió a la estirpe de los no muertos, ella siguió a disposición de él, alimentándolo del único modo que sabe. Cuando es liberado, todo el universo de la mujer se desmorona y ella se precipita en la locura, mas seguirá cumpliendo su labor, ahora desde la actividad depredadora y liberadora del aristócrata, ayudando a las víctimas de éste a incorporarse a la legión de los vampiros.

Un trasfondo polémico en el film es, también, el de la religión. Muchos han despreciado la película, calificándola como un mero panfleto católico, cuando el objetivo no es ese, pese a la floja partitura de Malcolm Williamson, con esa música litúrgica de órgano que subraya chocarreramente los acontecimientos. Aquí, ambas opciones, la religión y el vampirismo, serían dos caras de una misma moneda, arquetipos como son el Bien y el Mal simbolizados por elementos bien definidos para efectuar con más comodidad los correspondientes paralelismos. El agua bendita, los crucifijos, no serían otra cosa que las armas del enfrentamiento para dirimir una pugna entre dos nociones antagónicas.

El plano final del film revela a Marianne presenciando aterrorizada la destrucción del vampiro, mientras Van Helsing la sostiene con firmeza entre los brazos. A lo largo del film, la mirada del científico a la francesa siempre ha sido de una atracción innegable. Finalmente, quedan los dos juntos. ¿Con ella proseguirá la estirpe de los Van Helsing? Al menos, resulta curioso que en muchas de las posteriores películas de Drácula no haya vuelto a aparecer el mítico cazador de vampiros, tal vez demasiado ocupado en vivir el vínculo matrimonial.

 

Anecdotario

  • El departamento de atrezo se esforzó mucho en fabricar un modelo de murciélago realista, pero se perdió y tuvo que ser sustituido con poca antelación por uno mucho menos convincente.
  • La fachada frontal de Oakely Court servían de entrada principal al castillo de Meinster. El hotel Oakley Court, sito en Windsor, ha aparecido en varias películas clásicas de terror, como La maldición de Frankenstein (The Curse of Frankenstein, T. Fisher, 1957), Drácula (1958), The Evil of Frankenstein [dvd/bd: La maldad de Frankenstein, Freddie Francis, 1964], El monstruo del terror (Monster of Terror, Daniel Haller, 1965), y The Rocky Horror Picture Show (The Rocky Horror Picture Show, Jim Sharman, 1975).
  • En su estreno original en España, el periódico ABC se publicó, debida a un tal G. Bolin, una condescendiente crítica, como era norma en la época y el género, con no pocos errores: «Naturalmente, todo termina bien: el aristocrático vampiro —Peter Cushing— [sic] resulta derrotado por el esforzado doctor… Solo nos quedamos con la curiosidad de saber qué fue, por fin, de la extravagante Greta[20]».

  • La película disfrutó de una novelización escrita por Dean Owen, un autor norteamericano de abundantes novelas del Oeste, que en el campo de las novelizaciones de filmes fantásticos también escribió Konga (1960) y Reptilicus (1961). Fue publicada en Inglaterra por Monarch Books en 1960, y ofrecía una subtrama entera que no aparece en el film, centrada en el personaje llamado Latour, ya citado, que convocaba a los murciélagos del final y que no se empleó en la película.
  • Hubo una adaptación al cómic, aparecida en dos partes en la revista Halls of Horror en los números 27 y 28, escrita por Steve Moore y dibujada por John Stokes; este cómic apareció en España en el célebre Dossier Negro, en el nº 199 (1986).
  • El film se estrenó originalmente con un leve corte de censura, donde se mostraba la muerte de la baronesa Meinster con algo de sangre. Ese breve plano fue restaurado en 2004, y ahora puede presenciarse el film en su integridad.
  • Las novias de Drácula se estrenó en el Odeon, en Marble Arch, Londres, el 4 de julio de 1960, en programa doble con el film norteamericano Demasiado joven para el amor (Too Soon to Love, 1960), de Richard Rush, un drama romántico que en Inglaterra adquirió el título de Teenage Lovers. En España pudo verse por vez primera el viernes 12 de mayo de 1961 en el cine Rex de Madrid, que durante largo tiempo se especializó, más o menos, en el género. Más adelante tuvo una reposición en nuestro país a partir del 3 de junio de 1991, en el cine Rosales de Madrid, en versión original subtitulada. 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

 

[1] Más adelante, los derechos en lo que respecta a su edición en vídeo, DVD y BD pasaron a la Warner. A lo largo de su historia, la Hammer firmaría distintos contratos de distribución con diferentes compañías, así la citada o la Rank, Thorn EMI, etc., fuera en su propio país o en Estados Unidos. Y también co-asociaciones con productoras como Fantale Films, para la trilogía Karnstein, por ejemplo.

[2] Otras fuentes lo citan como Disciples of Dracula.

[3] Uno de los rumores refiere que, al final, aparecía Drácula para castigar a su sedicioso discípulo, el barón Meinster, obligándolo a tomar la sangre de su propia madre, de resultas de lo cual moría desangrado.

[4] Peter Bryan era un operador de cámara que debutó como guionista con el drama criminal Booby Trap (Henry Cass, 1957). Después, para la Hammer —con la cual ya había trabajado en el previo cometido— escribió El perro de Baskerville (The Hound of the Baskervilles, T. Fisher, 1959).

Christopher Lee en Agárrame ese vampiro

[5] Unas fuentes refieren que Christopher Lee se negó a colaborar en el film, mientras que él, en su autobiografía, comenta que no le ofrecieron aparecer en él. Recuérdese que en 1959 Lee participó en la parodia italiana Agárrame ese vampiro (Tempi duri per i vampiri, Steno), por lo cual, al menos en aquel entonces, aún carecía de prejuicios para tamaños cometidos. Una opción, tal vez la más razonable, sería que la enorme cantidad de ofertas que tenía Lee, viajando de un lado a otro de Europa, lo dejó fuera de objetivo.

[6] Edward Percy Smith era un veterano guionista de cine y televisión, y también un autor teatral. Su obra más famosa fue el clásico del género de misterio Ladies in Retirement (1940), coescrito con Reginald Denham, que contaría con diversas adaptaciones a los dos medios citados, siendo la más conocida El misterio de Fiske Manor (Ladies in Retirement, Charles Vidor, 1941). También fue miembro del Partido Conservador en el Reino Unido.

[7] «The Count Magnus» (1904). Disponible en español en Corazones perdidos. Cuentos completos de fantasmas; por M. R. James; traducción de Francisco Torres Oliver. Madrid: Valdemar, 1997. Colección: Gótica; nº 25.

[8] Citado en MEIKLE, Denis: A History of Horrors: The Rise and Fall of the House of Hammer. Lanham (Maryland): Scarecrow Press, 2001; pág. 98.

[9] Íbid, pág. 99. La cursiva es del original.

[10] En la entrevista publicada en la revista Quatermass nº 2. Bilbao: Javier G. Romero, octubre de 1995, y compuesta a partir de trabajos realizados por Richard Valley, Deborah del Vecchio y Nick Hasted; pág. 38.

[11] En ningún momento se cita el nombre del personaje, pero en Las novias de Drácula vemos que su maletín luce las iniciales JVH. En la novela su nombre es Abraham.

[12] Aunque hay un sorprendente fallo de continuidad: Van Helsing llega a China en 1904, y se refiere que, con anterioridad, se enfrentó a Drácula. Pero en 1804 Drácula se encarnó en el monje y viajó a China, estando allí desde entonces haciendo uso de los vampiros dorados. ¿Cómo pudo, pues, Van Helsing conocerlo en Transilvania, cinco, diez, veinte años antes?

[13] En la novela se menciona un hijo que murió, y a consecuencia de ello su esposa enloqueció.

[14] El «Van Helsing hammeriano» también apareció, como narrador, en unas aventuras vampíricas en cómic en la serie Van Helsing’s Terror Tales, a partir del nº 1 de The House of Hammer; en el nº 17 de la revista el cazador de vampiros apareció, asimismo, como personaje dentro de la serie, en la historia titulada «Carnival of Fear», con guion de Steve Parkhouse y dibujos de Sergio Goudenzi.

[15] Lo cual nos retrotrae, también, al arranque de la novela Carmilla, de Sheridan Le Fanu.

[16] En una entrevista realizada por Raymond Durgnat y John Cutts, y publicada en la revista Films & Filming, tal como es citado por Juan Corral en su libro Hammer: la casa del terror. Madrid: Calamar, 2003.

[17] Un tranvía llamado deseo; Lo que no se dice; Súbitamente el último verano; por Tennessee Williams; prólogo de Josep A. Vidal; traducción de León Mirlas. Buenos Aires: Losada, 1999. Colección: Clásicos universales; nº 53.

[18] En «Terence Fisher Interview», de la revista Little Shoppe of Horrors nº 19, y reproducido en el siguiente link: http://users.telenet.be/almaerrante/base/terencefisher.htm

[19] Citado en MEIKLE, Denis: A History of Horrors… (op. cit.); págs. 97-98.

[20] El film nos muestra un contundente y amplio plano de ésta cayendo desde lo alto y, tras forcejear un poco, es devorada por las catacumbas que hay bajo el molino.