Título: Lágrimas de muerte
Autor: Xavier Marturet Sansano
Dibujo de la portada: Julio Rod
Pie de imprenta: Hgghh: Isla de Nabumbu, enero 2020
Colección: Amenazas; nº 2
Genero | materia: terror – fantasía – acción | detectives de lo sobrenatural – licantropía – vampirismo – hechicería – cultos malignos
Segunda entrega de la serie «Amenazas», donde el escritor Raúl Montesdeoca es relevado por Xavier Marturet, traductor, guionista de cómic y autor de relatos pulp, que aquí retoma la acción donde había quedado. De hecho, la historia se ambienta pocos días después de que finalice La llegada, y toda la trama tiene lugar en una única noche, lo cual le confiere un ritmo y una inmediatez increíbles.
La acción arranca cuando, en una discoteca, se filtra una droga que provoca efectos apabullantes en los que la consumen. Román, que andaba por allí, se topa con el percal y solicita la ayuda del grupo. En todo caso, no todos los que conocimos en la novela anterior estarán presentes, por hallarse en otro lugar en ese instante. Esa concisión de personajes, aunada a la referida concentración de la acción en lugar y tiempo, conducen a que la novela posea una gran fuerza. Además, presenta algunos personajes nuevos bastante interesantes, como ese policía que sería de desear que reapareciera en un futuro próximo dentro de la continuidad de la serie.
Marturet confiere fuerza a la historia, y tiene una particular capacidad para la creación de personajes y conferirles credibilidad. Y además tiene un estilo literario diferente al de Montesdeoca, lo cual otorga de una personalidad diferente a este segundo aporte a la serie, haciéndola más atractiva aún. Después de leer tan de seguido estas dos aventuras con los personajes queda muy buen sabor de boca, y unas enormes ganas de continuar leyendo esta colección que esperemos tenga muchas entregas.
ENTREVISTA CON XAVIER MARTURET
¿Cómo entraste en este proyecto y qué te interesó del mismo?
Conozco a Raúl Montesdeoca desde hace tiempo gracias al grupo de Facebook «Proyecto Pulp». Allí surgió la posibilidad de colaborar en algún proyecto que otro, y me animé a volver a escribir historias tras un largo tiempo de letargo editorial. También he de decir en este punto que el periodista Miquel Giménez, viejo conocido de mis tiempos de radio, ya me había picado al respecto de volver a escribir en algún encuentro. Él puso el detonante y Raúl la espoleta.
Un buen día, Raúl tuvo la idea de realizar una encuesta entre los dos mil miembros del grupo. En ella se preguntaba qué género preferíamos si apareciese una nueva colección pulp en el mercado. Creo recordar que ganó el género de terror, pero es fácil imaginar que hubo muchos votos en otras opciones, como aventura, wéstern o ciencia ficción.
Ahí quedó la anécdota de la encuesta cuando a principios de septiembre de 2019 recibí un mensaje de Raúl. Me explicó que un editor estaba decidido a convertir en realidad aquella idea tras la encuesta. Y no me propuso formar parte del proyecto: directamente me metió en él. Era evidente que de preguntarlo, habría contestado que sí, pues ya nos conocíamos lo suficiente. Y lo mismo hizo con el escritor Javier Arnau, con quien había coincidido en otro proyecto reciente.
Ahí conocí a Javier Alcázar, editor del sello Isla de Nabumbu. Me sorprendió gratamente su compromiso tan profesional con el proyecto. Es agradable ver que depositan de esa manera la confianza no de escribir novelas, sino de construir todo un universo de personajes y situaciones para poder escribir sobre ello en una colección.
Aquí es donde respondo a la segunda parte de tu pregunta, pues fue precisamente la actitud de Javier Alcázar la que me cautivó. Nada de pastiches, nada de historias sueltas, sino un proyecto tan arriesgado como el intentar crear una colección bien definida y hacerla llegar a un público que decía que echaba de menos iniciativas en España de algo así.
El tener que ceñirte a unos personajes y un inicio de trama, ¿ha constreñido tu imaginación, o por el contrario la ha incentivado?
Incentivar es poco. En la década de los noventa ya me encontré dos veces con una situación similar, pero en el mundo del cómic (una en España y otra en Italia). Siempre me ha quedado la espina clavada de que en España no pueda nacer y afianzarse con éxito algo similar a una colección de evasión, tal como sucede en Estados Unidos, Francia o Italia. Quizá buena parte de culpa la tenemos los autores, porque tenemos el reto de cautivar a lectores acostumbrados a dedicar su bolsillo a grandes firmas consagradas. No hay lugar a la mediocridad, porque nos queda poco margen.
Crear de cero todo un trasfondo argumental con sus personajes protagonistas bien definidos y echar el resto de todo lo que llevas dentro, es un reto que a cualquiera que tenga espíritu creativo le supone un incentivo tremendo. Y más incentivo imposible. Hacía tiempo que no estrujaba tanto mi imaginación con la ilusión de agradar a los lectores.
Supongo que empezarías a escribir una vez leída la aportación de Raúl, para no entrar en contradicciones argumentales. Una vez conocido el precedente, ¿cómo te planteaste estilísticamente el proyecto? ¿Escribiste siguiendo tu propio estilo sin más, intentaste acercarte un poco al previo…?
Raúl y yo estábamos en contacto continuo mientras él escribía la primera entrega. El llamado Consejo Editorial de Isla de Nabumbu para la colección Amenazas creó unos documentos referenciales de personajes y trasfondo. Ese Consejo está constituido por Raúl, Javier Arnau y un servidor, donde debatimos los matices generales.
Empecé a escribir Lágrimas de muerte a partir de una premisa que tuviera todos los elementos necesarios para poder confluir con La llegada en diversos aspectos. Por ser más concreto, recuerdo que Raúl y yo acordamos que Román (el hombre lobo) decidiera dejar al grupo plantado al final de su historia para enlazarla con la mía. Entre la fase de corrección de la primera novela y la redacción de Lágrimas de muerte, terminé de ajustar todo lo necesario, pero siempre con la idea de que si lees el segundo libro, asistes a una historia con referencias, pero que se puede leer independientemente de que conozcas o no la entrega anterior.
Mi estilo de escritura no se ha visto afectado. Es importante que todos podamos plasmar nuestra esencia como autores. Raúl es un fenómeno en secuencias de acción, mientras que yo me recreo más con el suspense y los diálogos. Pero ambas novelas se narran en tercera persona en términos generales, y creo que el lector no deja de sentir esa continuidad, esa sensación de estar en el mismo entorno y en la misma serie.
En cuestión del universo en que todo transcurre, ¿has aportado tú algo personalmente, o todo te viene impuesto, como si dijéramos, por parte de los creadores de la saga?
Los personajes los debíamos crear entre Raúl Montesdeoca, Javier Arnau y yo. Pero lo cierto es que yo no aporté ninguno de los personajes del grupo. Cuando quisimos darnos cuenta, teníamos personajes de sobra, y la selección final me gustaba. No vi necesario ningún perfil más.
Sí que colaboré en el trasfondo que acordamos y en terminar de perfilar las personalidades. Pero es curioso que se me dan muy bien los secundarios, y se me ve mucho el plumero en este sentido dentro de esta segunda novela de la colección. La libertad creativa que he tenido es tremenda y disfruté como un niño con golosinas. No me he sentido encorsetado en ningún momento, sino todo lo contrario.
En el número 3 de la serie, titulado El robo de las reliquias, vuelves a participar, pero se da la curiosa circunstancia de que también está escrito por Raúl y por J. J. Arnau. ¿Qué nos puedes contar sobre este interesante proyecto, sin desvelar tampoco demasiado?
El robo de las reliquias es una aventura que se puede leer en solitario, pero tiene el difícil cometido de cerrar un ciclo inicial en la colección. Eso ha propiciado que participemos los tres de forma muy activa. Javier Arnau tenía una idea muy ambiciosa y documentada, pero debíamos enlazar bien todos los hechos de las dos entregas anteriores. Esa entrega estaba destinada a ser un trabajo a tres bandas.
Probablemente sea el libro más difícil en el que he participado nunca, pues teníamos que eludir algunos peligros fáciles de imaginar. En primer lugar, no podía ser una novela con demasiada densidad en referencias. El lector la tiene que disfrutar con la misma fluidez, sin saturarse, y el resultado deseado es una aventura tan intensa como las anteriores, pero bien enlazada. Ese lector que ha leído las dos entregas previas disfrutará de forma especial. Y el lector ocasional también disfrutará de una historia independiente sin problemas. Para conseguir algo tan difícil es precisa la participación de los tres autores. El fruto es una gran aventura de tramas entrelazadas, pero donde el lector nunca pierde el rumbo ni el ritmo de la colección, y disfruta sin problemas de la nueva amenaza.
Aparte de ello, me gustaría conocer si tienes algún otro proyecto personal fuera de la serie entre manos…
Siempre hay algo germinando en mi teclado, pero eso es como todo: hasta que no llegue a la palabra “fin” no suelto prenda. Eso sí, hay algo en mi “nevera” con lo que ya he amenazado a Javier Alcázar (nunca mejor expresado).
Por último, si deseas añadir algo más…
Pues, en primer lugar, darte las gracias por tomarte la molestia de realizar esta entrevista.
En segundo lugar, agradecer a Raúl Montesdeoca y Javier Arnau por compartir el inicio de este sueño editorial.
También y muy especialmente dar las gracias al editor, Javier Alcázar, por su valentía y arrojo en su apuesta por la colección. Mira que he conocido a editores en mi vida, pero te aseguro que Javier es quizá el editor más comprometido con un proyecto que he conocido. Tiene el rigor profesional y, sobre todo, tiene un contacto con el autor que es muy de agradecer. Piensa, Carlos, que escribir novelas es algo tan solitario como introspectivo, y que te ayuden a orientarte, te motiven y te ayuden a llegar a buen puerto es algo que agradeces en esa soledad del escritor.
Por supuesto, mis últimas palabras tienen que ir dedicadas a aquellos quienes nos dan una oportunidad. El lector es el juez supremo, y nos dejamos la piel para que cuando lleguen a la última página sientan esa satisfacción por asistir a una buena historia. A ellos debemos hasta nuestro último aliento, y por ellos seguiremos escribiendo mientras tengamos su apoyo.
Carlos Díaz Maroto