por
Carlos Díaz Maroto
0. Simbad el marino
Simbad el marino es un ciclo de historias cuyo origen se halla en el antiguo Oriente Medio. “Simbad” es una palabra persa que significa “viajero de Sind”, una provincia del subcontinente Índico, y de hecho muchos investigadores consideran que la saga de relatos sobre el personaje fue compilada originalmente del persa sasánido[1], si no es, inclusive, una traducción de una obra ya existente en sánscrito. Sin embargo, los textos más antiguos que se conservan están escritos en árabe, aunque también se puede encontrar una variación armenia del nombre, Smbat.
Según cuentan las narraciones, Simbad fue un marino de Basrah, que vivió durante el Califato Abasí[2], y sus historias están basadas en parte en auténticas experiencias de marinos en el Océano Índico, y en parte en obras literarias antiguas, que incluyen la Odisea de Homero y el Panchatantra de Vishnu Sarma[3], o también en cuentos de origen árabe, indio y persa. Las historias se centran en sus aventuras por los mares del sur de Asia y el este de África.
Las narraciones llegaron a occidente por medio de la versión francesa de Antoine Galland publicada entre 1704 y 1717, primer traductor europeo de la colección, pero se popularizaron a partir de la versión inglesa que hizo en 1884 el aventurero Sir Richard Burton de Las mil y una noches, y en concreto están sitas en el cuento 133 del volumen 6 de la edición original, y quien recuperó los elementos eróticos del original eliminados por Galland[4]. Después, esas aventuras se hicieron más populares en ediciones resumidas y expurgadas hechas para niños. Tanto Burton como otros traductores incluyeron las historias de Simbad en Las mil y una noches, si bien se considera que eran independientes al ciclo de narraciones de Sheherezade, y de hecho muchas ediciones actuales del clásico árabe eliminan las aventuras de Simbad (u otras historias, también muy populares). Según el traductor y crítico libanés René Khawam, Simbad el Marino “solo fue introducido en las Noches hacia los inicios del siglo XVIII, y con mucha timidez aún, al albur de la fantasía de los copistas”[5]. Así pues, la primera edición impresa en árabe de Las mil y una noches (Calcuta, 1814-1818) lo contiene como un anexo al final del libro.
Simbad, el rico marino, gozó de siete viajes, que narraría a otro Simbad, un porteador pobre, durante el reinado del quinto califa de la dinastía Abasí de Bagdad Haroun al-Rashid[6]. El primer viaje ofrece a Simbad haciéndose a la mar, una vez ha dilapidado la herencia que le legó su padre, con el fin de rehacer su fortuna. Llega a una tierra que resulta ser una ballena gigantesca sobre cuya espalda han crecido los árboles; después alcanzará otra isla, cuyo rey es amigo suyo, y que lo nombre capitán de puerto, agasajándolo de igual modo. En el segundo viaje llega a un valle en el que hay serpientes gigantes y pájaros roc, y el suelo se halla tapizado de diamantes; Simbad será llevado en volandas por una de las aves a su nido. En el tercer viaje se enfrenta a un gigante que devora a sus marineros y Simbad intenta cegarlo, en una clara copia del encuentro de Ulises con Polifemo de La Odisea. En su cuarto viaje, Simbad llega a una tierra habitada por salvajes desnudos, y donde sus compañeros pierden la razón al consumir una hierba (otra idea tomada de Homero, en este caso del capítulo de los lotófagos). Simbad desposa allí, y cuando su mujer muere es enterrado en una cueva junto al cadáver, hasta poder escapar gracias a un animal que le señala el camino (según Burton, esta idea procede de la fuga de Aristomenes el Messenian de la fosa en que había sido arrojado, y cuyo guía será un zorro). En el quinto viaje pasa por una isla donde su tripulación halla un inmenso huevo de roc, rompiéndolo y usando el polluelo como alimento; los padres les arrojarán inmensas rocas. Tras escapar, Simbad cae preso del Viejo del Mar, que cabalga sobre sus hombros, pero el marino logra emborrachar al anciano y lo mata. Después, un barco lo trasladará a la ciudad de los simios, donde por las noches los habitantes la abandonan y se refugian en barcos, mientras la urbe es tomada por monos devoradores de hombres. En el sexto viaje su navío naufraga, y van a parar a una isla sin alimentos, muriendo todos los marineros de hambre hasta quedar sólo Simbad. Embarca en un arroyo plagado de piedras preciosas, hasta llegar un reino donde su monarca lo obsequia con más joyas. En el séptimo viaje, al fin, llega a una isla donde un mercader lo casa con su hija, y luego muere, resultando herederos. Los habitantes de la ciudad se transforman una vez al mes en aves, hasta que su mujer le informa que se trata de demonios. Simbad vende sus posesiones e inmensamente rico regresa a Bagdad con su esposa para vivir tranquilo a partir de entonces.
1. Simbad y la princesa
Twenty Million Miles To Earth fue un punto de inflexión en la carrera de Harryhausen, el fin de sus labores como asalariado de una compañía y el inicio como autor personal. Si en ese film había cierto elemento que entroncaba con la mitología, en su siguiente película se sumergirá por completo en la misma, en concreto la de Oriente Medio y Las mil y una noches.
Pese a titularse la película originalmente The Seventh Voyage of Sinbad, esto es, “El séptimo viaje de Simbad” (Simbad y la princesa, en la sosa traducción española), la trama de la película podría considerarse una mixtura entre los viajes segundo, tercero y quinto, con otros elementos originales de por medio. Aquí, Simbad llega por accidente a la isla de Colossa, habitada por cíclopes coleccionistas de tesoros y amantes de asar a personas como un pollo. Allí topa con el hechicero Sokurah, que está huyendo de un cíclope al que ha robado una lámpara mágica, perdiendo ésta en la huida. Para procurarse el retorno a Colossa y conseguir la lámpara, que depara inmensos poderes (aunque no puede ser usada para el mal), el hechicero lanza un encantamiento sobre la princesa Parisa, reduciéndola de tamaño hasta unos doce centímetros de altura, e informa que un ingrediente para devolverla a su tamaño es la cáscara de huevo del ave roc, solo presente, casualmente, en Colossa. Una vez allí, Simbad y sus marinos vivirán mil y un peligros.
Aquí, al fin, Harryhausen se halla por completo libre de ataduras y puede desatar su fantasía con completa libertad. Hace uso de su técnica de stop-motion para ofrecernos un par de cíclopes, un ave roc[7] y su cría, una mujer serpiente, que Sokurah crea fusionando a la criada de Parisa con uno de esos ofidios, un hermoso dragón y el mítico esqueleto guerrero. Todo ello es hilvanado en una historia sencilla y directa, sin florituras, que busca la sana diversión de todo tipo de públicos. Ray y Schneer de nuevo deciden contar con Nathan Juran[8], como en su film previo, para la puesta en escena, que resulta dinámica y vibrante, y esta vez no habrá el más mínimo punto muerto en la narración. De hecho, para el que suscribe esta es la mejor película jamás hecha por Harryhausen, y toda una obra maestra del cine de aventuras.
Harryhausen reaprovecha uno de los diseños desechados del Ymir para los cíclopes, mostrándose por completo inspirado, siendo más adecuada esa imagen para la presente cinta que para la anterior, si bien con anterioridad los había diseñado con un aspecto menos monstruoso, pero lo varió para que el público no pensase que eran actores disfrazados. La mujer serpiente también es un prodigio de inventiva, una mujer de color verde, cola de serpiente y cuatro brazos lacios y sin huesos que se contonean al son de la música; lamentablemente, el rostro no está del todo conseguido, por lo cual debe mantenerlo casi siempre de espaldas o en sombras. El ave roc es otro portento de diseño, y la cría muestra un plumón que padece el mismo problema que tenía King Kong en el clásico de Schoedsack y Cooper, esto es, el movimiento incontrolado de las plumas de fotograma a fotograma. El dragón resulta hermosísimo, repleto de escamas, con unos leves cuernos, y que lanza fuego. Y, al fin, el esqueleto, uno de los elementos más míticos de toda la filmografía harryhauseniana (solo superado por todo el ejército de esqueletos que convocará en Jasón y los argonautas), que inicia una pelea con Simbad coreografiada al son de la espléndida música de Bernard Herrmann.
En la trama también se convocan otras ideas sugestivas, como es la isla junto a la cual pasa el navío de Simbad, habitada por demonios aulladores que vuelven locos a los marinos, evidente trasunto de las sirenas con las que se topa Ulises en el clásico homérico. Cabe destacar el detalle en que un ave roc apresa a Simbad y lo arroja a su nido, elemento proveniente de las crónicas literarias del personaje, y en concreto de su segundo viaje; ese pormenor, sin embargo, parece inspirar después, en Hace un millón de años, la escena en la cual Raquel Welch es llevada en volandas por un pterodonte hasta su nido. Incluso la escena de la lucha entre el cíclope y el dragón, con Simbad y Parisa pasando detrás de ellos a duras penas, y teniendo que recular, parece idéntica a otra, también de Hace un millón de años, en que Loana y Tumak han de escapar de la lucha de dos dinosaurios.
La idea de Simbad, con todo, se le ocurrió a Harryhausen al finalizar el rodaje de El gran gorila. Ray había visto películas donde se hablaba de las fantasías orientales pero no se veían, filmes como Las mil y una noches (Arabian Nights, 1942), de John Rawlins[9], o la misma Simbad el marino (Sinbad the Sailor, 1947), de Richard Wallace, donde se habla de prodigios pero no se ven. Ray quería verlo.
Según él, estas cintas, al final, eran “de policías y ladrones en pantalones anchos”. Así pues, hizo ocho diseños para su versión, así como una sinopsis de dos páginas titulada sencillamente Sinbad the Sailor, y poco antes de iniciar el rodaje de It Came from Beneath the Sea los llevó a diversas productoras, pero ninguna se mostró interesada, diciendo que ese tipo de producciones estaban obsoletas. Poco antes se había estrenado Son of Sinbad [tv: El hijo de Simbad, 1955], de Ted Tetzlaff, colorida pero sosa película de aventuras no fantásticas, con Dale Robertson como Simbad acompañado por un cómico Omar Khayyam encarnado por Vincent Price, y el film fue un fracaso, y todo el mundo etiquetaba ese logro con cualquier otro planteamiento similar. En todo caso, Ray en concreto se dirigió a Edward Small, pero no logró pasar de su secretaria; lo intentó con George Pal, pero se hallaba enfrascado en otro proyecto; Jesse Lasky Jr. mostró cierta curiosidad, pero creía que sería demasiado caro en cuestión de decorados y vestuario; contactó con Willis O’Brien, pero no mostró mucho interés. Al final, archivó el proyecto, como uno de tantos sin futuro.
Sin embargo, una vez Schneer y él tuvieron a su disposición Morningside, su propia compañía productora, se vieron capacitados para hacer frente a esa idea. Escribió un boceto de tres o cuatro páginas, y ese boceto, más los diseños y, sobre todo, las películas que había hecho con anterioridad, ayudaron a vender el proyecto. Contactaron con diversos guionistas, que desarrollaron ese boceto, y se quedaron con el que realizó Ken Kolb[10]. Con anterioridad el proyecto pasó por manos de Robert Creighton Williams, que el 19 de noviembre de 1956 presentó un bosquejo de ocho páginas titulado Sinbad, en el que mostraba al protagonista como un ladrón, detalle que no gustó ni a Charles ni a Ray. El 5 de febrero de 1957 Kolb aporta un tratamiento denominado The Adventures of Sinbad, con una introducción que muestra la isla de Kolossa gobernada por tres facciones enfrentadas: la del aire, con las aves roc, la de la tierra, con los cíclopes, y la subterránea, por parte del hechicero malvado. Después se ofrecía una secuencia pre-créditos en la que se veía al mago robar la lámpara mágica, que se halla en la cueva del tesoro del cíclope, oculta tras una cascada, y el posterior encuentro con Simbad. Lo que sigue es prácticamente lo mismo que ya conocemos, solo que Simbad porta a la princesa reducida de tamaño en un bolsillo, idea que no gustó a Ray, pensando que la podría aplastar (otras connotaciones parece que no pasaron por su mente), así que optó por que se le construyera una cajita. Tras la lucha con el esqueleto, Simbad cae en un pozo de espejos, del que escapa, encerrando al brujo en un calabozo, pero éste es ayudado a huir por un grupo de ratas gigantes. Cuando al fin Simbad y la princesa, ya a su tamaño normal, escapan, se topan con una lucha en la entrada de la cueva entre las aves roc, el cíclope y las ratas gigantes. El nigromante es muerto, mientras que a Simbad y la princesa los rescata un roc, que les toma en sus garras y volando les deposita en el barco.
Un nuevo guion de Kolb, presentado el 29 de marzo, muestra a la criada de la princesa con mucho más papel, solicitando al hechicero que la haga hermosa, y convirtiéndola éste en la mujer serpiente. Otro de los elementos definitivos, la ballesta gigante, aparece aquí, pero, al contrario, otro que no pervivirá será el de un gigantesco tentáculo atacando al barco mientras pasan junto a la isla de los Demonios Aullantes, y se nos narra el origen del genio, que escapó de su madre, que fue asesinada, y los gobernantes del mundo de los espíritus lo encerraron en una lámpara.
Se realizan unos cuantos guiones más, hasta que el definitivo supone el del 28 de junio, ya con el título cambiado por Ray a The Seventh Voyage of Sinbad, por las connotaciones mágicas del número siete. En la versión definitiva desaparecieron muchos más elementos, como dos aves roc adultas protegiendo su nido arrojando rocas contra el navío de Simbad; de esa situación, solo queda el lanzamiento de una roca, ahora perpetrado por un cíclope. El esqueleto, por su parte, aparecía inicialmente como un mensajero de la muerte encapuchado. También se eliminó el encuentro con un sapo gigantesco en el reino subterráneo del hechicero; Simbad y sus hombres atacados por diablos con apariencia de murciélagos; una pelea entre dos cíclopes mientras algunos marinos están siendo asados; la Isla de las Sirenas Sollozantes, donde se veía a estas sobre las rocas azotadas por las olas, y que ofrecerían el aspecto habitual de seductoras mujeres con cola de pez; Simbad topándose con el Señor del Pánico; Simbad y sus hombres atrapados en lo alto de un árbol y acosados por una serpiente gigante, y de la que les salva un cíclope; y un Valle de Diamantes, que era en principio el objeto de la búsqueda de nuestro marino.
Charles Schneer considera que toda la película se sostiene sobre las aptitudes de Ray, así pues decide asegurar las manos de su colega por la suma de un millón de dólares. Esta vez, sin embargo, Charles insiste en que la cinta sea en color, y Ray, en vista de la ambientación exótica del film, asume que así debe ser. Así pues, se pone a experimentar para desarrollar su proceso de Dynamation en color, procurando solventar los problemas de cambios de tonalidades que se presentaban.
Querían hacer la película en Oriente Medio, pero en aquel entonces el ambiente era problemático en aquella zona, así pues, tras desechar Italia, optaron por filmar en España, “porque los árabes estuvieron allí hace años”, según refiere Ray en los extras de la edición especial de la película en DVD. Así, las escenas de Bagdad se rodaron en Granada, las del puerto en el de Barcelona, y las de Colossa en Mallorca, siendo los interiores de las cuevas las de Artá (o Arta). Ahí nació, además, el amor de Ray hacia nuestro país, que prosiguió con otras muchas obras filmadas aquí e incluso comprándose una casa, aunque reconoció que en todos estos años fue incapaz de dominar el idioma[11]. Tras visitar España, pues, para las localizaciones, se pasaron por Inglaterra, para dar una vuelta por los escenarios de pantalla azul en el estudio MGM de Borahamwood, así como los laboratorios de Rank Film en Denham, y en el transcurso de esa visita conocieron al que sería el director de fotografía, el excelente Wilkie Cooper, que les había sido recomendado por el jefe de los laboratorios de la Columbia.
Uno de los bocetos dibujados para la película por Harryhausen, y que finalmente no fue empleado
Como siempre, rodaron inicialmente las escenas con actores. Simbad y los demás debían mirar al cíclope, pero lo que allí había era un encargado con una tabla muy larga, al extremo de la cual se mostraba el dibujo de un ojo. Harryhausen dirigió en persona las escenas en las cuales intervenían los actores, que luego servían como retroproyección para las tomas con monstruos.
Para el papel de Simbad fue elegido un joven actor en plantilla de la Columbia, Kerwin Matthews[12], un intérprete que luego volvería a estar vinculado con Harryhausen, y también con Nathan Juran. Según Ray, tenía talento para “fingir que miraba algo”. Contrataron a un espadachín italiano, Enzo Musumeci-Greco, campeón olímpico de esgrima, para darle clases; con él ensayaba la escena de la lucha con el esqueleto, y cuando se había aprendido de memoria la coreografía, la repetía luchando contra el aire, y eso era lo que se rodaba, para luego colocar Ray frente a él al esqueleto. El inglés Torin Thatcher era el protervo hechicero Sokurah, que está espléndido. Al principio tenía la cabeza maquillada, para fingir su calvicie, pero se cansó de tener que llegar todas las mañanas antes que nadie y decidió afeitarse de verdad. Como genio de la lámpara contrataron al pequeño Richard Eyer, que fue empleado al regresar a Hollywood; durante el rodaje en España se hicieron con un muchacho de aquí, al que siempre rodaron de espaldas. Y como princesa Parisa se contó con la que entonces era esposa del maduro Bing Crosby, Kathryn Grant. El resto del reparto se cubrió con intérpretes británicos que vivían en España o, si el papel no requería diálogos, con actores españoles. Y tras el magnífico gancho que se estableció con Nathan Juran en la anterior película, el director elegido era obvio.
La filmación comenzó en la Alhambra de Granada, y de noche, para evitar a los turistas, a los que también tuvieron que sortear en su siguiente parada, las cuevas de Artá. Para el barco de Simbad se usó nada menos que la réplica de la Santa María de Colón, cuyo uso consintieron las autoridades españolas. Las tomas en el navío, por supuesto, solo se utilizaron como decorado interno, anclado en el puerto, jugando con los encuadres para que no se viesen los edificios circundantes, empleándose incluso en la escena de la ventisca, para lo cual se hizo uso del equipo de bomberos de Barcelona. La apariencia externa de la nao en nada coincidía con un barco árabe, desde luego, por lo cual no servía para esos planos, y en ese caso se usó una miniatura.
Tras el rodaje de exteriores, se trasladaron a Inglaterra, a los estudios de la Metro, donde filmaron los planos que requerían el uso de la pantalla azul, para componer diversas tomas de travelling mattes. A las seis semanas de iniciado todo, se trasladaron a Hollywood, donde se acabó la filmación, en especial las escenas de diálogos. Mientras, Ray se trasladó a su estudio de la calle 54, donde incluso se quedaba a dormir, para realizar los efectos. Los muñecos los moldeaba con una mezcla de gomaespuma líquida batida en un bol, lo vertía en el molde y luego lo cocía en un horno. Según Ray, el secreto estribaba en el tiempo de cocción, alrededor de una hora, que podía fallar inclusive si alguien abría la puerta durante el proceso; a veces, hasta tenía que prepararlo unas seis veces antes de conseguir la textura correcta. Lo malo era el olor que dejaba, y a veces, cuando lo había preparado en casa, había recibido quejas de su mujer Diana, pues el hedor permanecía durante días.
El encogimiento de la princesa se rodó filmando su brazo únicamente, sobre un fondo neutro, y retrocediendo con la cámara, siempre con uno de los lados como punto de referencia; después, esa imagen se superpuso a un plano estático de la cama, y dio la impresión de que el brazo encogía. Más tarde se la hubo de situar en medio de decorados inmensos; por ejemplo, la almohada sobre la que se alzaba tenía doce por ocho metros. Esas escenas se rodaron en los estudios de Sevilla Films, de Madrid.
El dragón lo diseñó Ray metiéndole dentro un manguito de tomar la tensión para dar la impresión de que respiraba mientras amenazaba a Simbad y Parisa; el proceso de respiración se hacía fotograma a fotograma, al mismo tiempo que el animal efectuaba los movimientos; la inspiración tomaba veinticuatro fotogramas, es decir, un segundo de proyección, y para expirar cerca de la mitad. Dado que en esos planos poco más hacía, amén de seguirles con la mirada, Ray añadió esa ostentosa respiración para dar más movilidad al “personaje”.
El esqueleto medía unos dieciocho centímetros de altura, y le hizo las mismas articulaciones que a uno real, y lo reaprovechó para Jasón y los argonautas, forjando media docena más para esa nueva ocasión. El armazón lo construyó el padre de Harryhausen, con una bola metálica con una articulación para los brazos, y luego Ray montó los huesos sobre el armazón, que moldeaba con algodón mojado en látex, y la cabeza estaba hecha de resina. La secuencia se compuso de veinticinco escenas separadas, durando en proyección algo menos de cuatro minutos, pero el rodaje supuso cerca de tres meses.
La mujer serpiente se le ocurrió mientras desarrollaba el bosquejo. Realizó diversos esbozos, y se los enseñó al guionista, que buscó el modo de encajarlo en la historia, lo cual logró con habilidad. El ave roc ofreció el problema del vuelo. Había de colgarlo de cables, pero al hacer el modelo tan grande, los cables se veían en exceso. Por medio de los encuadres, la iluminación, y el pintarlos de mate lo logró. En cuanto a los huevos, estaban realizados de yeso, y el plano del nacimiento, por supuesto, se hizo con la parte trasera del huevo, abierta, para ir moviendo el polluelo fotograma a fotograma.
Los cíclopes son, con todo, el plato fuerte de la película. Espléndido es el momento en que se pone a guisar a uno de los marinos; se coloca un taburete, para no cansarse, y se relame ante la idea de la preparación del asado. Ese momento, por cierto, fue eliminado por la censura británica. Realizó dos modelos del cíclope, uno más pequeño para poder guardar proporción con el dragón en la escena de la lucha, y lo ejecutó aprovechando el modelo del Ymir, que recubrió de forma distinta. La animación en su totalidad tomó once meses en ser consumada, y el coste completo del film fue de seiscientos cincuenta mil dólares.
La película se lanzó como rodada en Dynamation, el proceso patentado por Harryhausen y que le daría fama a partir de aquí. Buscaron un nombre que resultara sonoro, pues la mera palabra “animación” hacía concebir la idea de dibujos animados. Por aquel entonces, Schneer se había comprado un Buick nuevo, y comprobó que en el salpicadero ponía la palabra “Dynaflow”, que podría significar algo así como “circulación dinámica”. Así pues, tomó el prefijo “Dyna” y le añadió “mation”, de animación, y así se bautizó el proceso como Dynamation. Según refiere Harryhausen, el proceso consiste básicamente en usar miniaturas y proyecciones traseras; al proyectar una imagen en color y volver a iluminarla para rodar de nuevo, muchas veces la luz del proyector cambiaba el valor de los colores en pantalla. Es un problema que se debe compensar, creando una especie de nuevo etalonaje, aunque queda el inconveniente del exceso de grano que se aprecia a la retroproyección.
2. El viaje fantástico de Simbad
Simbad y la princesa había supuesto la primera película “personal” de Harryhausen, además de un enorme éxito comercial. Regresar al personaje era algo que antes o después surgiría, no solo para aprovechar ese éxito, sino porque resulta innegable la debilidad que tenía Ray para con la mitología. Sus inicios en la ciencia ficción eran lógicos, debido a la moda de la época y las características de su especialización, pero en cuanto pudo hacer lo que quiso quedó patente cómo sus objetivos conducían hacia la fantasía, la imaginación, la magia. Los mitos de las Mil y una noches eran sumamente adecuados para que nuestro hombre diese rienda suelta a sus capacidades.
Al fin, en 1974, retorna a Simbad con la presente película, escrita por Brian Clemens a partir de un argumento desarrollado por éste junto a Harryhausen, argumento que, en su esencia, recuerda no poco el de la cinta anterior del personaje, con el viaje en busca de un elemento mágico para curar a uno de los viajeros y el hechicero que intenta adelantárseles (esa estructura argumental será mucho más acusada en la siguiente entrega del ciclo, como veremos).
Brian Clemens
Brian Clemens fue uno de los guionistas ingleses más brillantes de los años sesenta y setenta, aunque debutó en los cincuenta. Fue creador de la mítica serie Los Vengadores (The Avengers; 1961-1969), y guionista de películas de culto como De repente la oscuridad (And Soon the Darkness, 1970), de Robert Fuest, Dr. Jekyll y su hermana Hyde (Dr Jekyll & Sister Hyde, 1971), de Roy Ward Baker, o Captain Kronos – Vampire Hunter [tv/vd/DVD: Capitán Kronos, cazador de vampiros, 1974], que él mismo dirigió. En la fecha de la presente película, Clemens era la elección lógica si se quería un guion con empaque por parte de un especialista del género fantástico. Como también era, hasta cierto punto, lógica la elección del director, el realizador inglés de origen alemán Gordon Hessler, que por esas fechas había dirigido algunas exitosas películas de terror, como The Oblong Box [tv/vd/DVD: El ataúd / La caja oblonga, 1969], Scream and Scream Again [tv/DVD: La carrera de la muerte, 1970], Cry of the Banshee [tv: El grito del fantasma; vd: El grito de la muerte, 1970] o Murders in the Rue Morgue [tv/vd: Asesinato en la calle Morgue, 1971]. Sin embargo, pese a esos éxitos en un muy característico cine de género de la época, lo cierto es que las capacidades artísticas de Hessler eran muy exiguas, lo cual se trasluce en los resultados de este Simbad, que sin ser una película mala, ni mucho menos, se ver mermada por una narración huera y pesada, sin arrojo, subrayada con unos feos zooms y una planificación redundante. Es sorprendente cómo todo cambia en las escenas dirigidas por Harryhausen, en las que el brío, el hechizo y la emoción hacen su aparición de golpe, transmitiendo lo que el resto de los momentos Hessler es incapaz de transmitir.
La película es un mito, gracias al suculento guion de Clemens, a los inventivos paisajes por los que transita la historia (espléndidos los exteriores de Lemuria, con esas esculturas incrustadas en las rocas), a los referidos aportes de Harryhausen, así como a un reparto bastante atinado. Como Simbad tenemos al sobrio John Philip Law[13], según Ray el mejor Simbad que ha trabajado con él, con lo cual estoy de acuerdo. La chica de la historia es la bellísima Caroline Munro, una actriz además que arroja fuerza y viveza, y todo un mito del género fantástico; y tenemos además dos estupendos característicos como son Tom Baker como el príncipe Koura (tras intentarse con Christopher Lee nada menos) y Douglas Wilmer como el malvado Visir. Todos estos elementos citados envuelven muy bien el producto, pero la puesta en escena de Hessler no consigue imprimirle la vivacidad, la profundidad, la intensidad y, en fin, esa sensación de un todo homogéneo que sí detentaba Simbad y la princesa, pese a la cursilería de su pareja protagonista, algo en todo caso característico de aquella época.
Para la música Harryhausen deseaba de nuevo a Bernard Herrmann, con quien tan buena química había tenido en el pasado, pero como no pudo ser optó por Miklós Rózsa, una de sus primeras elecciones para el Simbad inicial. El rodaje tuvo lugar, una vez más, en España, con algunas localizaciones retomadas de Simbad y la princesa, como la Alhambra de Granada o la cala de Palma de Mallorca, y otros exteriores se rodaron en Colmenar Viejo, construyéndose en los desaparecidos Estudios Verona el barco de Simbad a tamaño natural, incluida la suspensión hidráulica para simular el oleaje del mar. Los hombres verdes (en los primeros bocetos del guion eran azules) era una compañía de baile de Madrid sin experiencia cinematográfica (como queda obvio en algunos planos), cuyo director creó la coreografía y les dirigió bajo supervisión de Hessler. Por cierto que, según parece, Hessler tenía en mente otro proyecto de fantasía oriental, también con Law en el reparto, y a rodar en la India, el primer lugar previsto para filmar la presente[14], aunque se hubo que cambiar de planes cuando estalló la guerra con Pakistán. Con un presupuesto medio de un millón de dólares, El viaje fantástico de Simbad llegaría a recaudar cincuenta, por lo cual el éxito resulta innegable.
En una entrevista[15], John Philip Law rememoraba: “[Para prepararme] vi varias veces Simbad y la princesa con gran atención. Era una película preciosa, pero viéndola susurraba ‘Podemos mejorarla’. También estudié detenidamente el guion, porque Harryhausen adjuntaba una especie de storyboard para que los actores tuviéramos ya una idea de qué tipo de personajes fantásticos iban a incorporarse tras el rodaje”. Y prosigue: “El planteamiento básico era rebajar el exceso de dulzura de Simbad y la princesa, sobre todo en la pareja protagonista. Endurecerla un poco, pero siempre con el ánimo de hacer una película para todos los públicos. Habían transcurrido quince años desde Simbad y la princesa, el cine y la sociedad habían cambiado mucho, y no tenía sentido repetir el enfoque”. Y sobre una escena eliminada resulta interesante oír sus apreciaciones: “Durante el viaje a Lemuria, Caroline se confundía de camarote y entraba en el mío. O me confundía yo y entraba en el suyo, no lo recuerdo exactamente. En cualquier caso, deshecho el equívoco, nos mirábamos de modo sugestivo, sonreíamos y quedaba claro que pasábamos la noche juntos. Era solo esto, pero cuando vimos proyección, Schneer lo consideró excesivo para una película familiar. Gordon y yo tratamos de disuadirle, porque quedaba muy bonito, nada vulgar. Pero él se salió con la suya y ordenó cortarlo”.
Y sobre el proyecto del film, el propio Harryhausen narraría[16]: “Mis primeras ideas a la hora de concebir El viaje fantástico de Simbad fueron muy diferentes de lo que finalmente apareció en pantalla. Primero, escribí una sinopsis de cinco o seis páginas, partiendo de la cual hice mis diseños característicos, para plasmar los posibles puntos fuertes de la historia que permitirían la progresión argumental. Cuando el guionista, Brian Clemens, se incorporó en el proyecto, él, el productor, Charles Schneer, y yo celebramos múltiples sesiones de trabajo. De este modo, analizábamos lo que yo había hecho, en textos y dibujos, y planteábamos toda clase de ideas, que posteriormente Clemens ordenaba y escribía”. Es decir, el mismo proceso que en sus previas películas.
El proyecto, de hecho, comenzó diez años antes de lo que al final llegó a las pantallas. Los diseños que, entonces, Ray elaboró incluían un guardián gigante a la antigua ciudad de Petra, un oráculo, un centauro, un grifo, una Shiva danzante y un mago que creaba homúnculos; otros diseños, no incorporados al final a la película, por desgracia, ofrecían el Valle de las Víboras, una región poblada que serpientes gigantescas que atacaban a los viajeros, y que fue eliminado por manías de Schneer hacia los ofidios. Sin embargo, todos esos dibujos no le inducían una historia conjunta, así pues lo dejó descansar. En mayo de 1965, cuando Ray comenzaba a preparar Hace un millón de años, un escritor llamado A. Sandford Wolf[17] le llamó. Había escrito un guion titulado Garden of Evil, que había mandado a Schneer y éste había rechazado. Comenzaron a hablar de los trabajos respectivos, y Wolf se ofreció a escribirle una historia a partir de los dibujos, pero el resultado no cuajó: “Era demasiado complejo, con demasiados sub-niveles narrativos, todos intentando emerger, y al final ninguno realmente conseguía engarzar juntos mis diseños”[18]. A finales de ese mismo año, Jan Reid, guionista habitual de Harryhausen, echó de nuevo mano a la historia. Esta vez lograba plasmar en ella la esencia de las Mil y una noches, pero seguía siendo demasiado complejo, y Schneer lo rechazó. El 3 de marzo de 1971, Ray escribe, al fin, una sinopsis para una película titulada, en aquel entonces, Sindbad’s 8th Voyage, que en esencia no se diferencia mucho de la película resultante, si bien carecía de final.
En todo caso, la historia debía mucho a El ladrón de Bagdad en su versión de Michael Powell, e incluso el villano se llamaba Jaffa, en homenaje al personaje ahí encarnado por Conrad Veidt (la caracterización de Tom Baker, aquí, será muy parecida). Poco después contactaban con Brian Clemens para que desarrollara la historia, y en posteriores reuniones decidían que el personaje del Visir fuera positivo, en lugar de negativo, como en el esbozo de Ray. El 14 de mayo de 1971 Clemens les envió una sinopsis titulada Sinbad in India, y en ella el Visir mostraba su cara oculta, que resultaba ser la de un mono. Ese detalle ya procedía del esbozo de Ray, pero finalmente fue reemplazado por la idea de exhibir un rostro deforme, y la transformación en simio se reaprovechó para Simbad y el ojo del tigre. Más adelante a Harryhausen se le ocurrió la imagen del mascarón de proa que cobraba vida, y Clemens realizó nuevas versiones del guion, hasta presentar uno en fecha 9-21 de diciembre de 1971, con el título de Sindbad’s Golden Voyage, que sería el de rodaje, y entre junio y julio de 1972 el guion definitivo se terminó.
Fue entonces cuando comenzó la pre-producción y la búsqueda de actores, y el 19 de junio se inició el rodaje en la localidad mallorquina de Artá. Uno de los fundamentales colaboradores en la película fue el gran Emilio Ruiz del Río, que realizó unas excepcionales pinturas matte de un realismo portentoso. Tras el rodaje de exteriores e interiores en España, Ray se trasladó a Inglaterra, y el 20 de septiembre de 1972 comenzó sus labores de animación. Lo primero que rodó fue el inicio de la película, con el homúnculo sobrevolando el barco de Simbad; el nacimiento de otro de los homúnculos, por cierto, recordará al de Ymir. Uno de los elementos más recordados del film es el da la diosa Kali; sin embargo, Ray se lamenta de que, por alguna confusión, el modelo inmóvil a tamaño real que se ve en nada se parecía al que él había diseñado para animar, por ejemplo las facciones del rostro, más masculinas en el modelo real. Además, Harryhausen recuerda la enorme complicación que supuso la coreografía de la lucha, donde cada uno de los actores debía sincronizar su pelea al milímetro con la de la estatua entonces invisible que, recordemos, es una única criatura provista de seis brazos. Al final, el jefe de especialistas Fernando Poggi unió a tres de los especialistas con un cinturón, para así poder los actores disponer de un oponente de seis brazos; los especialistas, con todo, habían de luchar con cuidado para no interferirse entre ellos y además oponer resistencia a los actores que atacaban.
Respecto a otro personaje, el del centauro, Ray se esforzó en crear ese elemento de mixtura entre humano y equino, y con una apariencia agresiva al mismo tiempo; el modelo medía unos treinta y cinco centímetros de altura, con piel de ocelote en el cuerpo de caballo, y un ojo de una muñeca en el rostro, pues la criatura fue diseñada como un cíclope. Quizás mi criatura favorita de la película sea el mascarón de proa que cobra vida, que Harryhausen diseñó inspirado por la imagen de Elsa Lanchester en La novia de Frankenstein (The Bride of Frankenstein, 1935), de James Whale, en especial por los encrespados cabellos. El aspecto de auténtica madera, los movimientos pesados, la expresión de malignidad en un rostro inmutable, todo ello convierten a esta criatura en otra de las grandes creaciones de Ray.
Al final, la película costó tres años de pre-producción (después de los que permaneció en “animación suspendida”, digamos), contando con cerca de mil diagramas.
3. Simbad y el ojo del tigre
Durante un tiempo, los dos socios se plantearon diversos proyectos, pero cuando comprobaron el gran éxito comercial de El viaje fantástico de Simbad, Ray y Charles creyeron que habían de seguir por esa senda, pero no por medio de una secuela directa. La idea referida de un príncipe convertido en un mono atraía a Harryhausen, y creía que merecía una historia por sí sola. En mayo de 1974 Ray envió a Charles un esbozo de quince páginas titulado Sinbad in Hyperborea – An Adventure Fantasy [Simbad en Hiperbórea: Una fantasía de aventuras], acompañado de diversos diseños y una lista de criaturas animadas sugeridas. En ese esbozo ya estaban muchos de los detalles que aparecerían en el film definitivo, pero el hilvanar todo, como siempre, se lo dejó Ray a otro. A Schneer le agradó la idea, y encargo a Beverley Cross expandir esas ideas. Cross ya había trabajado con Harryhausen en Jasón y los argonautas, su debut en el cine, tras una amplia labor en teatro donde ganó un Tony. Tras esta, su filmografía comprende Los invasores (The Long Ships, 1964), de Jack Cardiff, Genghis Khan (Genghis Khan, 1965), de Henry Levin, esto es, dos legítimas representaciones de cine de aventuras, y La mitad de seis peniques (Half a Sixpence, 1967), de George Sidney, musical en el que él mismo se encargó de adaptar su premiado libreto escénico. A continuación pasó a televisión, donde participó, entre otras, en la prestigiosa serie Las seis esposas de Enrique VIII (The Six Wives of Henry VIII, 1970). Con la presente se le recuperaba para el cine. En junio de 1974 apareció con una sinopsis, titulada Sinbad Beyond the North Wind [Simbad más allá del viento del norte], donde incorporaba la lucha final entre el tigre de dientes de sable y el troglodita, y en julio aportó otra, ahora denominada Sinbad at the World’s End [Simbad en el fin del mundo], que expandía la historia en términos más visuales, y aprovechaba muchos de los diseños de Ray. Esto fue suficiente para que Columbia diese luz verde al proyecto.
El primer guion, fechado el 2 de diciembre de 1974, contenía dos nuevas secuencias: la aparición al inicio de los gules[19] convocados por Zenobia, y otra referida a un monstruo en forma de gusano, proveniente de los bocetos de Ray, pero que al final fue descartada. El 6 de marzo el guionista apareció con otro trabajo titulado escuetamente Sindbad III, y el 9 de junio por fin presentó lo que ya se titulaba Sindbad and the Eye of the Tiger.
A partir de ahí, se intentó llevar a cabo cuanto antes la producción, y comenzaron a buscarse localizaciones. Una de ellas es la ciudad de Petra, donde ya se había intentado rodar antes, con alguna en la isla de Malta y el resto se fijó en España, pese a que los costes habían aumentado enormemente desde la película anterior. Según referiría Charles H. Schneer: “Obviamente debemos seleccionar nuestras localizaciones con sumo cuidado. Parte de la atracción de Simbad para los espectadores de todas las edades han sido las localizaciones exóticas. En Simbad y el ojo del tigre visitamos dos áreas maravillosas jamás retratadas en el cine”[20]. En cuanto a los actores, para el papel de Simbad Ray quería de nuevo a John Philip Law, tras los sólidos resultados en la previa película, pero la Columbia dijo que querían un actor distinto. Ray pensó en actores como Ben Murphy (de las series televisivas Los dos mosqueteros y El hombre invisible), Ron Ely (Tarzán televisivo en los sesenta), Michael York, Jan Michael Vincent, Timothy Dalton, Paul Jones, Robert Conrad (Jim West), Terence Hill, Franco Nero, Joseph Bottoms o Michael Douglas, hasta que al final se optó por Patrick Wayne[21], hijo de John Wayne. Laurence Naismith, que había aparecido en El valle de Gwangi, fue considerado para el papel de Melancio, pero como no estaba disponible se optó por Patrick Troughton, que ya trabajó en Jasón. Para el papel de la bruja Zenobia Ray quería una actriz que fuese una especie de Conrad Veidt en femenino, y que tuviera el estilo y la prestancia de Coral Browne o Viveca Lindfors. Entre las actrices consideradas estuvieron Margaret Lockwood, Elisabeth Sellars, Dana Wynter, Anne Baxter, Patricia Neal, Mercedes McCambridge, Jean Seberg, Nanette Newman y Bette Davis, que tenía un caché demasiado alto para ellos, así que al final optaron por Margaret Whiting. Como director pensaron en Don Chaffey, Peter Hyams, Don Sharp, Mike Hodges, Ted Post, Monte Hellman, Jack Smight y Gordon Hessler, pero por un motivo u otro, ninguno de ellos pudo o quiso hacerse cargo; al final, se optó por Sam Wanamaker, y en este caso hasta el mismo Harryhausen manifiesta que fue un error.
La fotografía de segunda unidad comenzó el invierno de 1974, en los Picos de Europa, donde Harryhausen dirigió el camino hacia los territorios polares, con un grupo de extras, dado que los actores principales aún no habían sido elegidos (obsérvese, a lo largo de la película, la gran cantidad de planos cercanos de los actores, rodados en estudio y sobreimpresos a los paisajes). A continuación se dirigieron a la ciudad de Petra, en Jordania, donde se ubica el hogar de Melancio. Después, la fotografía principal, ya con Wanamaker al mando, se inició en España el 16 de junio de 1975. Ávila sirvió para representar la ciudad de Charak, la localidad de Manzanares se convirtió en el valle de Hiperbórea, y la coronación inicial que no se consuma se rodó en una sinagoga judía del siglo XII en Toledo. Una costa almeriense sirvió para situar el castillo de la bruja, que no era sino una espléndida pintura matte. En septiembre el equipo se trasladó a Malta para seguir rodando, con el fin de completar algunos planos exteriores y los interiores. En los estudios de Rinella rodaron tanto las escenas de carácter marino como la miniatura de la pirámide y el gran portalón. Algunos planos de la ciudad arábiga no fueron pinturas matte, sino maquetas situadas en perspectiva y que encajaban con construcciones reales. Tras esto, Harryhausen inició su proceso de animación en Inglaterra, lo que le tomó trece meses, comenzando por los gules conjurados por Zenobia. La inspiración le vino de un libro de anatomía, donde se mostraba un cuerpo sin piel, con los músculos al aire, y añadió los extraterrenos ojos saltones. Del babuino había dos modelos, uno de doce centímetros, y otro de sesenta, para los planos cercanos en los que había de mostrar los gestos del rostro, para los cuales se documentó visitando un zoo y grabando a un babuino con una cámara de ocho milímetros (también rodó a un tigre con los mismos fines). La idea de mostrarle jugando al ajedrez proviene de Las mil y una noches, donde hay un grabado que muestra a un babuino practicando ese juego con un sultán.
El Minatón es una variación metálica del Minotauro. La mayoría de las escenas están rodadas con un muñeco animado de cuarenta centímetros, pero en los planos que requerían movimientos mínimos, vistieron al recientemente desaparecido Peter Mayhew (Chewbacca en Star Wars) con un pesado traje dorado confeccionado de fibra de vidrio.
La primera aparición del troglodita se establecía por su caída en un pozo de brea, junto al que merodeaba un tigre dientes de sable. Después, eso fue modificado por un ataque de lobos al Neandertal, pero eso también se varió, ofreciendo una lucha entre el prehomínido y un arsinoiterio, un predecesor de los rinocerontes actuales, y que ya deseó Harryhausen incorporar en Hace un millón de años. Al final, todo eso fue desechado, y el troglodita aparece simplemente a observar a las muchachas tomar el sol desnudas (es curioso cómo en la película previa Schneer censuró una escena de lo más inocente, y aquí, otra película familiar al fin y al cabo, no tiene reparos en mostrar dos desnudos femeninos, prueba del cambio ejercido en la sociedad en esos pocos años). Ray le diseñó de un tamaño superior al normal y con un cuerno en la frente, para dar un aspecto más impresionante.
La película tomó, en total, tres años de producción y costó cerca de tres millones y medio de dólares. La trama, en su esqueleto básico, reproduce en gran parte el de Simbad y la princesa; aquí es un príncipe quien sufre un encantamiento, y una bruja la que lanza el hechizo, y Simbad ha de partir en busca de aquello que deshaga la maldición. Al final, el objeto de poder que elimina el mal es similar a la fuente de El viaje fantástico de Simbad. Puestos a buscar otras similitudes con obras previas de Harryhausen, al inicio, cuando Zenobia convoca a los gules para luchar contra Simbad, estos brotan de la tierra de un modo similar a los esqueletos de Jasón y los argonautas, si bien aquí solo son tres (inicialmente había previstos cuatro, pero cuestiones de presupuesto los limitaron), los cuales se distinguen entre sí por el color de sus inmensos ojos saltones.
Pese a estas similitudes, que también existían en el previo título de la trilogía de Simbad, al igual que en éste, la habilidad del guion y las diferencias que se le confieren atraen el interés. Es curioso cómo aquí se intenta aportar cierto soporte “científico” a los elementos “mágicos” que salpican la trama, salvo la aparición inicial de los gules y parte de los encantamientos de Zenobia. Pero la creación de ésta, el Minatón, semeja más forjado por la fuerza de la alquimia que de la magia. Además, el sabio Melancio concede a todo un trasfondo científico diríase, como la telepatía con la que se comunica con su hija, hasta las explicaciones paleontológicas que otorga a las criaturas con que se topan, la morsa prehistórica y el troglodita; la otra criatura que surge al final es un dientes de sable, otro animal extinto pero real de nuestra historia, que cobrará vida, esa sí, al trasmigrar Zenobia su alma a él, que permanecía congelado hasta entonces.
En cuestión de intérpretes el nivel no es muy destacado, con muchas presencias juveniles insulsas soportando el mayor peso del reparto. En el papel de la bruja Zenobia tenemos a Margaret Whiting, que sencillamente está desastrosa, ofreciendo una interpretación más propia de unos dibujos animados (parece sacada de un episodio de Scooby-Doo, pongamos por caso) que de una película tratada con cierta ánimo de seriedad, y abocada a una sobreactuación grotesca (se le hizo redoblar su interpretación para recalcar el exagerado acento de que hace gala). Por suerte, el excelente Patrick Troughton como Melancio otorga la fuerza y seriedad, con un toque de “chifladura”, que otorga prestancia y solidez al producto. La partitura musical de Roy Budd alterna momentos logrados, como el arranque de hermosas resonancias arábigas, con otros machacones y pesados, como son los constantes leit motivs destinados al Minotón remando o el satírico tema dedicado al príncipe mandril.
Sam Wanamaker, el realizador, posiblemente fuera el peor de todos los que trabajaron para Harryhausen. Un sobrio actor, premiado varias veces por sus incursiones shakesperianas, sin embargo como director mostró escasa inventiva, trabajando sobre todo en televisión. Su primera película para cine es el thriller de espionaje La huella conduce a Londres (The File of the Golden Goose, 1969), a la que siguieron otro film de igual género, El ejecutor (The Executioner, 1970), el western El oro de nadie (Catlow, 1971) y, por último, la presente, quizás la peor de todas, siendo estrictos, al otorgarle una impronta fríamente televisiva, pese a la viveza de su fotografía.
Sam Wanamaker, el realizador
Cabe señalar, curiosamente, los elementos de mitología griega que se introducen en la trama, por medio del personaje de Melancio y sus constantes alusiones, así como la ciudad perdida de Hiperbórea, construida por la sabiduría de los antiguos, pero cuyo poder parece provenir de Apolo. Quizás era el presagio de la próxima película que nos ofrecería Harryhausen.
4. Otros proyectos
1967-1968 – Sinbad Project [Proyecto sobre Simbad]
Entre Hace un millón de años y The Valley of Gwangi Ray pensó en otra película sobre Simbad. La idea era ofrecer al personaje vagando por una tierra habitada por dinosaurios. Ray no recuerda premisa argumental alguna, ni si se llegó a hacer, pero pretendía rodar en México, aunque la India o Extremo Oriente también habrían venido bien. Ray hizo tres diseños, uno de los cuales muestra a un triceratops corneando a uno de los marinos de Simbad mientras incursiona en el campamento que han establecido. Sin embargo, ningún productor mostró interés alguno.
Imagen de SINBAD The 5th Voyage Trailer (2014), rodado en homenaje a las de Harryhausen
1977 – Sinbad on Mars / Sinbad Goes To Mars / Sinbad’s Voyage To Mars [Simbad en Marte / Simbad va a Marte / El viaje a Marte de Simbad]
Quizás el más famoso proyecto frustrado de Harryhausen, y que surgió tras Simbad y el ojo del tigre y como consecuencia del éxito del cine galáctico en aquel momento. La idea la había tenido Harryhausen algo antes, pero no veía la forma de establecer una historia coherente. A principios de 1977 Charles H. Schneer encargó a Kenneth Kolb, guionista de Simbad y la princesa, escribir un tratamiento, que presentó en enero de 1978, con una revisión para mayo. Según Ray, el resultado semejaba un serial de Flash Gordon y la forma en que Simbad abandonaba la Tierra no resultaba creíble. La trama se centraba en Sherezade, que narraba el cuento mil dos, que comenzaba con una luz que emanaba de un pirámide de Egipto, y aparte de un genio con tres brazos y una planta tentacular, poco más había para exhibir las facultades de Ray, amén de crear naves espaciales y destruir Marte por medio de un cataclismo de fuego.
Grabado de Las Mil y Una Noches, donde se ve a Simbad y sus marinos
Como el proyecto no cuajaba, se le pasó a Beverley Cross, para ver si cohesionaba algo el conjunto. En abril de 1979 presentó el resultado, con nuevas revisiones, y exponía la idea de que la civilización marciana es la base para Egipto, su religión y sus mitos. La premisa era la siguiente:
El califa de Alejandría acampa junto a la Gran Pirámide, y durante la noche la estructura resplandece y de su interior salen seres con cabezas de animales y secuestran a la hija del califa, la princesa Tanila. De vuelta a palacio, encarga a Simbad que rescate a su hija. Junto a Alí Babá, ambos entran en la pirámide, donde el genio Sésamo aparece, y cuenta a Simbad que la princesa ha sido trasladada a Marte. Simbad ordena al genio que los traslade allí, y por medio de un espejo titilante son transportados a una pirámide similar sita en una ciudad en ruinas.
Cómics de Simbad
Marte es regida por una reina malvada que busca la inmortalidad, y el planeta, otrora verde, ahora es asolado por hordas de gigantescas polillas. De camino al palacio subterráneo de la reina, Simbad, Alí y Sésamo se topan con algunas de las polillas, que han de matar, y una vez ante la reina esta les explica que la princesa está destinada a heredar el trono de Marte, dado que es la descendiente de la última reina de Egipto, Cleopatra. Aunque, en realidad, lo que busca la reina es la sangre de la princesa, la cual le puede dispensar la inmortalidad. Pronto Simbad descubre los auténticos planes de la pérfida reina, y mientras intentan escapar son atacados por un monstruo, que semeja una mezcla de Frankenstein y la momia, y son capturados por el sacerdote-cirujano de la reina, siendo acusado Simbad de profanación y condenado a ser sacrificado a la Esfinge Marciana. Simbad destruye a la criatura por medio del fuego y regresa a través de un laberinto mientras un volcán entra en actividad y comienza a destruir el palacio. La reina muere en la erupción, pero la princesa logra ser salvada, y todos se dirigen a la pirámide por medio de Sésamo, que se ha convertido en un ave roc, y así les traslada. Una vez en la pirámide, regresan a través de ella a la Tierra.
En posteriores revisiones Cross explica que la civilización egipcia comenzó como una civilización marciana paralela, ofreciendo a un faraón marciano, mientras que los sacerdotes-cirujanos serían Anubis, Horus y Sebek, antiguas deidades egipcias. Incluso denomina la ciudad-palacio del faraón Sebeth, que es Tebas (Thebes) al revés, y sugiere que se podría rodar en el Yucatán o alguna ciudad inca. También describe las naves marcianas como obeliscos, y añade a la historia criaturas que podrían ser realizadas por medio de la Dynamation, así la Esfinge Marciana, el ave roc y, después de algunas discusiones con Ray, una criatura de los Canales, semejante a una gigantesca morena (el pez, por supuesto) y una monstruosa medusa que Simbad encuentra mientras navega por los Canales de Marte. Dado que por aquel entonces ya estaba enfrascado en la producción de Furia de titanes, Ray no realizó bosquejo alguno, y se contó con el ilustrador Chris Foss, que delineó naves espaciales, monstruos y decorados, y Seamus Flannery, diseñador de producción, que llevó a efecto algunas de las ideas de Foss o de Cross.
Sin embargo, el resultado no convencía a Charles y Ray, a quienes todo les parecía una premisa tirando a cómica; incluso tal vez funcionaría mejor eliminando a Simbad del proyecto. Al final, después de dos años de trabajo, este se canceló.
1981 – Sinbad and the 7 Wonders of World [Simbad y las siete maravillas del mundo]
Otro de los proyectos que se barajaron tras Furia de titanes, del que Beverley Cross escribió varios tratamientos. Ray no estaba del todo convencido cómo iban estos, y sugirió diversas ideas en una carta a Charles. Mientras Simbad asiste a la coronación del califa de Egipto, éste le encarga la tarea de buscar las diversas secciones que componen una pequeña pirámide de oro, y que están localizadas en siete maravillas del mundo desperdigadas a lo largo y ancho de éste. Una está en el Faro de Alejandría, donde se encontrará con Alí Babá; en la pirámide de Giza, donde Alí Babá descubre la entrada pronunciando “Ábrete, Sésamo”; la Estatua de Zeus en Olimpia, estando escondido tras la estatua en su templo, y que cobra vida una vez Simbad coge el trozo oculto tras el trono; en Rodas, en concreto en la cabeza sumergida del Coloso, dentro de la cual mora el dragón de Rodas, un anguila enorme y peligrosa (la idea del anguila no le gustaba demasiado a Ray); la tumba del rey Mausolo en el Halicarnaso, donde se enfrenta al Guerrero de las Cenizas y a caballos-esqueleto; el Templo de Artemisa en Éfeso, donde lucha contra las amazonas y su diosa Hécate (aquí Ray sugiere la posibilidad de que Simbad viaje al Infierno, en busca quizás de una protección contra la Esfinge); y a Babilonia y sus Jardines Colgantes, donde se topa con Ganesa y Garuda, dioses elefante hindúes. Una vez conseguidas todas las piezas y ensamblada la pirámide, se obtiene el Libro de los Muertos.
Paulatinamente, sin embargo, el proyecto fue cayendo, tal vez debido a lo costoso de las localizaciones reales que se plantearon (Egipto, Grecia, Turquía, Sudamérica para los Jardines Colgantes, México y Jordania).
Simbad y la princesa (The Seventh Voyage of Sinbad)
Dirección: Nathan Juran. Productor: Charles H. Schneer para Morningside/Columbia. Productor asociado: Ray Harryhausen. Guión: Kenneth Kolb, según argumento, sin acreditar, de Ray Harryhausen. Fotografía: Wilkie Cooper. Música: Bernard Herrmann. Montaje: Edwin H. Bryant, Jerome Thoms. Efectos especiales: Ray Harryhausen. Dirección artística: Gil Parrondo. Ayudantes de dirección: Eugenio Martín, Pedro de Juan. Intérpretes: Kerwin Matthews (Simbad), Kathryn Grant (princesa Parisa), Torin Thatcher (Sokurah), Richard Eyer (Baronni, el genio), Alec Mango (Califa), Danny Green (Karim), Harold Kasket (Sultán), Alfred Brown (Harufa), Nana de Herrera (Sadi), Nino Falanga (marinero delgado), Luis Guedes (miembro de la tripulación), Virgilio Teixeira (Alí)… Nacionalidad y año de producción: Estados Unidos 1958. Duración y datos técnicos: 85 min. color 1.37:1.
Premios: 1959: Nominada al premio Hugo como mejor representación dramática. 2008: Inscrita en el National Film Preservation Board.
Estreno: 23 de diciembre de 1958 (Estados Unidos); 25 de febrero de 1959 (España).
El viaje fantástico de Simbad (The Golden Voyage of Sinbad).
Dirección: Gordon Hessler. Productores: Ray Harryhausen, Charles H. Schneer para Ameran Films, Columbia Pictures Corporation. Guión: Brian Clemens, según argumento de B. Clemens, Ray Harryhausen. Fotografía: Ted Moore. Música: Miklós Rózsa. Efectos especiales: Ray Harryhausen (creador de efectos visuales), Colin Arthur (máscaras especiales). Montaje: Roy Watts. Intérpretes: John Phillip Law (capitán Sinbad), Caroline Munro (Margiana), Tom Baker (príncipe Koura), Douglas Wilmer (visir), Martin Shaw (Rachid), Grégoire Aslan (Hakim), Kurt Christian (Haroun), Takis Emmanuel (Achmed), David Garfield (Abdul), Ferdinando Poggi (Kali), Aldo Sambrell (Omar), Robert Rietty (Haroun / Omar / capitán del barco de Koura, sólo voces), Robert Shaw (el Oráculo de Conocimiento). Nacionalidad y año: Reino Unido, Estados Unidos 1974. Duración y datos técnicos: 105 min. color 1.66:1.
Título de rodaje: Sinbad’s Golden Voyage.
Premios: 1975: Academy of Science Fiction, Fantasy and Horror Films: mejor film de fantasía, mejor animación por stop-motion.
Fecha de estreno: 5 de abril de 1974 (Estados Unidos); 22 de diciembre de 1975 (España).
Simbad y el ojo del tigre (Sinbad and the Eye of the Tiger)
Dirección: Sam Wanamaker. Productores: Ray Harryhausen, Charles H. Schneer para Andor Films, Columbia Pictures Corporation. Guión: Beverley Cross, según argumento de B. Cross, Ray Harryhausen. Fotografía: Ted Moore. Música: Roy Budd. Efectos especiales: Ray Harryhausen (creador de efectos visuales), Colin Arthur (diseño de maquillajes). Montaje: Roy Watts. Intérpretes: Patrick Wayne (Simbad), Taryn Power (Dione), Margaret Whiting (Zenobia), Jane Seymour (princesa Farah), Patrick Troughton (Melancio), Kurt Christian (Rafi), Nadim Sawalha (Hassan), Damien Thomas (príncipe Kassim), Bruno Barnabe (Balsora), Bernard Kay (Zabid), Salami Coker (Maroof), David Sterne (Aboo-Seer), Peter Mayhew (Minotón). Nacionalidad y año: Reino Unido 1977. Duración y datos técnicos: 113 min. color 1.85:1.
Título alternativo: Sinbad at the World’s End.
Premios: 1978: Academy of Science Fiction, Fantasy and Horror Films: nominada a mejor película de fantasía, efectos especiales, vestuario.
Fecha de estreno: 12 de agosto de 1977 (Estados Unidos); 23 de junio de 1978 (España).
[1] El Imperio sasánida es el nombre que recibe el segundo Imperio persa durante su cuarta dinastía irania (226-651).
[2] El Califato Abasí (llamado también abasida o abbasí), fue la segunda dinastía de califas sunníes (750-1258), sucediendo a la de los Omeyas. También se conoce como Califato de Bagdad.
[3] El Panchatantra, o Pañcha Tantra, es un clásico hindú en idioma sánscrito, cuyo autor es Vishnu Sarma, escrito alrededor del 200 antes de Cristo. Consiste en la ilustración antropomórfica de los cinco principios más importantes del rāja nīti (‘ciencia política’) a través de los animales.
[4] La versión francesa de Galland se conoció como Les mille et une nuits, mientras que la de Burton fue titulada The Book of One Thousand Nights and A Night, luego resumido a The Arabian Nights.
[5] Tal como es citado en la entrada sobre el personaje en la versión española de la Wikipedia.
[6] Recomendamos la lectura de Las aventuras de Sindbad el Marino; texto establecido de acuerdo con los manuscritos originales por René R. Khawam. Barcelona: Sirpus, 2002.
[7] Los rocs o rukh son aves de presa gigantescas pertenecientes a la mitología persa. El roc es mencionado en el segundo viaje de Simbad como “rujj”, que alimentaba a sus crías con elefantes y comía, además de elefantes, serpientes del tamaño de una palmera y rinocerontes. Simbad escapa de una isla atado a la pata del ave y cuenta que midió un huevo en cincuenta pasos de circunferencia.
[8] Nathan Juran y Don Chaffey son los dos directores con los cuales Ray ha trabajado más a gusto, debido a que, con anterioridad, fueron directores artísticos, labor por la cual comprendían las demandas de Harryhausen.
[9] En esta película aparece en un cometido muy menor Simbad, interpretado por Shemp Howard (uno de Los Tres Chiflados), y como un maduro y regordete artista que no para de fantasear con su pasado de marinero.
[10] Guionista y escritor, en especial centrado en televisión, la presente sería su primera labor para cine, siendo la segunda y última en 1972. Ha escrito para series como Have Gun – Will Travel (1957-1963), Dragnet (1951-1959), Jim West (The Wild Wild West; 1965-1969) o Viaje fantástico (The Fantastic Journey; 1977), su último trabajo en el medio.
[11] Ray contaba que empezó a desarrollar su propio “spanglish” para hablar, añadiendo a todos los sustantivos en inglés una “o” final. Durante el rodaje de El viaje fantástico de Simbad solicitó “mucho smoko, mucho smoko”, sin que nadie le entendiese.
[12] Su primer papel protagonista fue en el film bélico Tarawa Beachhead (1958), de Paul Wendkos, precisamente una de las producciones de Schneer sin Harryhausen. Entre sus películas más destacadas cabe referir la catastrofista El diablo a las cuatro (The Devil at 4 O’Clock, 1961), de Mervyn LeRoy, haciendo de sacerdote, las producciones Hammer Pirates of Blood River (1962), de John Gilling, y Maniac [tv: Maníaco, 1963], de Michael Carreras, o Jack, the Giant Killer [tv/DVD: Jack, el asesino gigante, 1962], de Nathan Juran, una fantasía muy al estilo Harryhausen. Su última interpretación, como vampiro, fue en Nightmare in Blood (1978), de John Stanley.
[13] Robert Shaw, Quint en Tiburón (Jaws, 1975), de Steven Spielberg, ansiaba desesperadamente el papel de Simbad. En su lugar, se le otorgó el papel del Oráculo, reemplazando al previsto Orson Welles, cuyo representante pidió de pronto el doble de lo acordado, con un maquillaje exagerado de Colin Arthur (solo se ve su rostro sobreimpreso) y la voz alterada electrónicamente.
[14] De ahí todas esas concepciones hinduistas que permanecen en el resultado final.
[15] Realizada por Carlos Aguilar y Anita Haas para John Philip Law Diabolik Angel; prólogo de Ray Harryhausen. Madrid, Bilbao: Scifiworld, Quatermass, 2008.
[16] En el prólogo al referido John Philip Law Diabolik Angel (op. cit.).
[17] Su trabajo se ha circunscrito especialmente a la televisión, con series como Alfred Hitchcock presenta, 77 Sunset Strip, World of Giants, Colt .45 o El Santo. Para el cine escribió Blueprint for Robbery (1961) de Jerry Hopper y The Naked Brigade (1965), de Maury Dexter.
[18] Ray Harryhausen en Ray Harryhausen – An Animated Life; por R. Harryhausen y Tony Dalton. Londres: Aurum Press, 2009; pág. 217.
[19] Según la mitología árabe, un gul (a veces también llamado “gol” o “algola”) es un demonio necrófago que habita en lugares inhóspitos y frecuenta los cementerios. Dentro de la literatura de terror anglosajona es muy común el uso de la palabra “ghoul” en diversas acepciones de monstruos devoradores de carroña humana.
[20] En “Sinbad and the Arabian Nights”, págs. 7-8, de Sinbad and the Eye of the Tiger, revista oficial de la película, Londres: General Book Dristributors, 1977.
[21] Comenzó a aparecer en películas protagonizadas por su padre y/o dirigidas por John Ford, en pequeños papeles, hasta conseguir roles algo más destacados en westerns como El valle de la violencia (Shanandoah, 1965), de Andrew V. McLaglen, La quebrada del diablo (The Devil’s Backbone, 1971), de Burt Kennedy o El gran Jack (Big Jake, 1971), de George Sherman, y asomó en las fantasías Beyond Atlantis [vd: Más allá de la Atlántida, 1973], de Eddie Romero, y Viaje al mundo perdido (The People That Time Forgot, 1977), de Kevin Connor. Para entonces ya había debutado en televisión, hacia donde el resto de su carrera fue declinando.