Siglo XIX, en Austria. En la recién adquirida residencia del marqués Wolfgang ha tomado poco antes refugio un vampiro. Cuando este descubre a la esposa del noble, Louise, queda prendado de ella, y la convierte en una no muerta.
Dirección: Roberto Mauri. Producción: Mercurfilm. Productor: Dino Sant’Ambrogio. Guion: Roberto Mauri. Fotografía: Ugo Brunelli. Música: Aldo Piga. Montaje: Jenner Menghi. Diseño de producción: Giuseppe Ranieri. Intérpretes: Walter Brandi (marqués Wolfgang), Dieter Eppler (el vampiro), Graziella Granata (Louise), Luigi Batzella [acreditado como Paolo Solvay] (Dr. Nietzche), Gena Gimmy (Corinne), Alfredo Rizzo (sirviente), Edda Ferronao (criada del doctor), Maretta Procaccini (Resy), Carla Foscari (Teresa)… Nacionalidad y año: Italia 1962. Duración y datos técnicos: 79 min. – B/N – 1.85:1 – 35 mm.
Roberto Mauri (1924-2007) había debutado como guionista con la comedia Accadde di notte (Gian Paolo Callegari, 1956) y poco después se pasaba a la realización con el thriller Vite perdute (1959), codirigido con Adelchi Bianchi. A lo largo de su carrera, rubricada con Las adorables pornokillers (Le porno killers, 1980), tocó una diversidad de temáticas, en particular el spaghetti-wéstern. El terror fue objeto de su interés con la presente y, tiempo después, con Madeleine, anatomia di un incubo (1974). Era el típico realizador que bailaba según sonara una moda u otra y, por el ejemplo que ofrece La strage dei vampiri (1962), no muy inspirado.
El arranque del film ofrece a un vampiro y su pareja femenina corriendo como descosidos mientras una turba furiosa les persigue. Se esconden detrás de un arbusto y, cuando son descubiertos de nuevo, la no muerta tropieza y se cae, y su aliado escapa dejándola en manos de los linchadores. Comienzan los créditos y, tras estos, vemos un carruaje trotando sin descanso durante minutos, hasta que al fin vemos que en su interior va el vampiro, que busca encontrar refugio antes del amanecer. Ambas escenas presagian la catástrofe que, después, será el film a todos los niveles.
Dados sus precedentes en ese campo, es obvio que el guion corresponda también a Roberto Mauri, y no cabe sino decir que su trabajo en ese ámbito es desastroso. La trama es inexistente: una vez se plantea el ambiente residencial del marqués Wolfgang y su esposa Louise, y la existencia —de cara al espectador— de un vampiro en el castillo, todo es un desarrollo limitadísimo con el no muerto acechando a la mujer y, al fin, el marqués acude a un cazador de vampiros, llamado pedantemente doctor Nietzche, y los torpes intentos de salvar a la mujer y, después, al marido. Cuando registran el castillo para localizar al no muerto, llegan a la bodega donde este descansa en un ataúd, pero por algún misterioso motivo no son capaces de verlo.
Todo ello se halla servido por medio de unos diálogos de lo más catastróficos y unas interpretaciones desangeladas de todo el elenco. Hay que resaltar, en este último aspecto, a una niña repelente, Maretta Procaccini en el rol de Resy, que apareció en alguna película más de Mauri, y a la que se da una importancia desorbitada en la trama. Divertidísima la escena, eso sí, en la cual la niña interpreta al piano una pieza complicadísima después de haberla escuchado una sola vez con anterioridad.
Si el guion es desastroso, la puesta en escena tampoco luce en exceso. El film ofrece cierta prestancia debido a la hermosa fotografía en blanco y negro de Ugo Brunelli y la muy atmosférica música de Aldo Piga, elementos ambos que confieren a La strage dei vampiri —título que en español significa «La masacre de los vampiros»— un aspecto más majestuoso del que realmente posee, así como la distinción del castillo donde está rodado el film. Viendo imágenes dispersas uno podría pensar que se está ante uno de los grandes clásicos del horror mediterráneo, mas no es el caso.
El vampiro sin nombre está interpretado por el alemán Dieter Eppler, que estaba en Italia en aquel momento para rodar una película producida por Dino de Laurentiis que al final no se hizo, y se aprovechó el momento para contar con él. De todas maneras, pese a la supuesta prestancia germánica que pudiera tener el actor, la imagen del no muerto es burda y sin carisma. Está caracterizado con unas profundas ojeras, así como sombra oscura en las mejillas para darle un aspecto escuálido, pero que simplemente parece maquillaje mal aplicado. Queda evidente que es incapaz de convertirse en murciélago, y su destrucción final está resuelta por el método del paro de imagen más torpe que haya visto uno en toda su vida.
Anecdotario
- Títulos anglosajones: Curses of the Ghouls / Slaughter of the Vampires / Curse of the Blood Ghouls.
- El rodaje tuvo lugar en el castillo d’Aquino, en Monte San Giovanni Campano, en la provincia de Frosinone, Lazio, Italia.
- Estrenada en Italia el 6 de febrero de 1962.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra