Berta se traslada con su marido Hans a la mansión de su abuelo, el conde Drácula, en Transilvania, a donde ha sido requerida para pasar su embarazo. El conde ha desposado recientemente con nueva esposa, Munia, y les acompañan otras dos nietas, primas de Berta. Pronto, ambos visitantes perciben que en el castillo y la región acontecen extraños sucesos.
Dirección: León Klimovsky. Producción: Profilmes. Productor: Ricardo Muñoz Suay. Productor ejecutivo: José Antonio Pérez Giner. Guion: Lazarus Kaplan [Emilio Martínez Lázaro], Juan Tébar si acreditar. Fotografía: Francisco Sánchez. Música: Antonio Ramírez Ángel, Daniel White, Johann Sebastian Bach. Montaje: Antonio Ramírez de Loaysa. Dirección artística: Gumersindo Andrés. FX: Miguel Sesé (maquillaje), José Gómez Soria (efectos especiales), Francisco Sánchez (efectos de color). Intérpretes: Narciso Ibáñez Menta (conde Drácula), Tina Sáinz (Berta), Tony Isbert (Hans), Helga Liné (Munia), María Kosty (Xenia), J. J. Paladino (Gabor), Heinrich Starhemberg (Dr. Karl), Mimí Muñoz (Sra. Petrescu), Betsabé Ruiz (Stilla), Luis Ciges (vendedor de libros de oraciones), Elsa Zabala (Sra. Gastrop), Javier de Rivera (Gert), Fernando Villena (criado), Ramón Centenero (tuerto), José Riesgo (alguacil), Ingrid Rabel (gitana), Manuel Barrera (gitano), Cristina Suriani (Irina), María Luisa Tovar… Nacionalidad y año: España 1973. Duración y datos técnicos: 92 min. – Eastmancolor – 1.37:1 – 35 mm.
El mito de Drácula ha dado de sí infinidad de variantes. En esta ocasión se centra en su descendencia, a partir de un guion escrito por Emilio Martínez Lázaro —autor de la exitosa Ocho apellidos vascos (2014)—, quien se escuda en el seudónimo de Lazarus Kaplan[1], acaso avergonzado por participar en una cinta de estas características. Precisamente con motivo de la citada comediucha, el director llegó a declarar: «Prefiero que hagamos cine de la copla que cine de vampiros, porque es más nuestro y sabemos de lo que hablamos»[2]. Junto a él, y sin acreditar, participa un autor mucho más estimulante, el nunca suficientemente encumbrado Juan Tébar.
El libreto aporta situaciones geográficas provenientes de la novela de Stoker, y también añade algunas alusiones político-históricas, sin duda para auxiliarle con un fondo erudito. De igual modo, se entronca al Drácula literario con el Vlad Tepes histórico, tal como hizo un año después el telefilm Drácula / La leyenda del conde Drácula (Dracula, Dan Curtis, 1974), que suele ser el que se lleva tal mérito inicial. Como curiosidad, resaltemos que a lo largo de la película jamás se pronuncia la palabra «vampiro», y los lugareños no parecen tener muy claro el origen de las mordeduras que aparecen en las víctimas.
Dentro de la mitología vampírica, la película parece dar a entender que la saga de los Drácula padece ese mal en un aspecto genético, como si estuviera implícito en toda la estirpe. No queda muy claro porqué Berta (Tina Sáinz) no muestra la misma condición que el resto de su familia. Resulta muy interesante el elemento del bebé que, desde el interior de su madre, se va alimentando de esta y consumiéndola; el comportamiento que poco a poco va adoptando ella, a lo largo del embarazo, recuerda un tanto a un agradecido telefilm posterior, Un extraño dentro de mí (The Stranger Within, Lee Phillips, 1974), como el devorar carne cruda. Curiosamente, tanto este como el Drácula citado con anterioridad poseen guion de Richard Matheson.
Añadamos que en el castillo habita también una extraña criatura, Valerio, un muchachito deforme, con dedos palmeados, cabeza descomunal, un solo ojo y extrañas protuberancias. Pertenece también a la estirpe de los Drácula, aunque no queda claro de quién es hijo —¿acaso del propio Drácula?— pero resulta evidente que los genes han actuado de un modo extraño para la perpetuación del clan.
León Klimovsky dirige alternando momentos inspirados con otros más rutinarios. Da la impresión de que las escenas de transición no le interesan especialmente, y las rueda de un modo convencional, haciendo uso del zoom para ahorrar planificación y movimientos de cámara. Gran admirador de Carl Theodor Dreyer y en especial de su magistral La bruja vampiro (Vampyr, 1932) filma muchas escenas de este film, al igual que hizo el realizador danés, por medio de filtros. Hay momentos que parecen rodados con gasas, glicerina en el objetivo o filtros fotográficos especiales, aportando a la imagen diferentes texturas, como de pesadilla.
También confiere una iconografía sumamente atractiva a los vampiros. Son de una palidez enfermiza, que les podría entroncar al Roderick Usher de Poe, y el conde viste capa con un cuello inmenso, lo cual le da aspecto de murciélago. También resulta muy seductor el momento en el cual las dos muchachas vampiro atacan al vendedor de biblias (Luis Ciges) en el bosque, abriendo los camisones y abatiéndose sobre él, como si fueran, una vez más, inmensos murciélagos. Y resulta excelente el plano cuando, después de que Munia (Helga Liné) seduzca a Hans (Tony Isbert), vemos a todo el clan congregado en la escalera, contemplando con delectación, incluidos los criados —los cuales también comparten la condición vampírica de sus amos y que, cuando estos sean destruidos, ellos caerán abatidos al mismo tiempo, como si estuvieran conectados de algún modo—. La excelente fotografía de Francisco Sánchez proporciona a las imágenes un lustre vistoso y podría hacer recordar un tanto al cine de la Hammer.
La dirección de actores —en un reparto diríase de lujo, dadas las circunstancias— es muy irregular, y da la impresión de que Klimovsky la descuidó. Tony Isbert, por ejemplo, está muy envarado, y recita los diálogos sin convicción alguna, y Tina Sáinz bascula entre lo perdido y la adecuación. Narciso Ibáñez Menta está glorioso, pero era norma por parte del gran artista dirigirse a sí mismo y controlar una situación que se tenía aprendida desde mucho tiempo atrás. Las dos vampiras, María Kosty y Cristina Suriani, se comportan como idiotas, riendo constantemente, aunque la primera aporta algunos momentos de furia terrible, como el magnífico plano de su destrucción final, rugiendo en el ataúd. Mimí Muñoz es otra profesional extraordinaria que aporta el matiz preciso a su personaje de cantinera.
Anecdotario
- Títulos anglosajones: Dracula: The Bloodline Continues / Saga of the Draculas / Death, Death, Death / The Dracula Saga / The Saga of Dracula.
- El rodaje de la película tuvo lugar en Navacerrada, San José de Valderas, San Martín de Valdeiglesias y Talamanca del Jarama, todas ellas localidades de Madrid.
- El 4 de octubre se exhibió en el VI Festival Internacional de Cine Fantástico y de Terror de Sitges.
- Estrenada en España el 20 de octubre de 1973 en el cine Regina, de Sevilla. En Barcelona, en el cine Capitol, se estrenó el 14 de enero de 1974.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: **
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** excelente ***** obra maestra
[1] Lazarus proviene de Lázaro, apellido del guionista y director, y Kaplan es el personaje con el cual confunden a Cary Grant en Con la muerte en los talones (North by Northwest, Alfred Hitchcock, 1959).
[2] En la web Hoy Cinema, 14/3/2014: http://hoycinema.abc.es/noticias/20140314/abci-martinez-lazaro-ocho-apellidos-201403131608.html
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