Edward Parker naufraga y es recogido por un barco que va aprovisionado con animales, que van para el doctor Moreau. En teoría, debieran dejarle en su destino, donde se casará con su prometida, que le está esperando, pero un enfrentamiento con el capitán ocasiona que este lo arroje por la borda a la barcaza que conduce Moreau, ya con los animales. No le queda más remedio que ir hasta la isla del doctor, entre cuya hojarasca rondan figuras inquietantes…

Dirección: Erle C. Kenton. Producción: Paramount Pictures. Guion: Waldemar Young, Philip Wylie, según la novela The Island of Dr. Moreau de H. G. Wells. Fotografía: Karl Struss. Música: Arthur Johnston, Sigmund Krumgold (música de stock). Dirección artística: Hans Dreier. FX: Wally Westmore, Charles Gemora (maquillajes), Gordon Jennings (efectos visuales). Intérpretes: Charles Laughton (Dr. Moreau), Richard Arlen (Edward Parker), Leila Hyams (Ruth Thomas), Bela Lugosi (el recitador de la ley), Kathleen Burke (Lota, la mujer pantera), Arthur Hohl (Montgomery), Stanley Fields (capitán Davies), Paul Hurst (Donahue), Hans Steinke (Ouran), Tetsu Komai (M’ling), George Irving (el cónsul), Bob Kortman (Mr. Hogan), Harry Ekezian (Gola), Jimmy Dime (marino), Rosemary Grimes (chica samoana), Charles Gemora (gorila en el muelle), Buster Brodie (hombre cerdo, una pequeña bestia), Schlitze (hombre bestia peludo), Joe Bonomo (bestia), John George (bestia), Alan Ladd (bestia [sin confirmar]), Robert Milasch (bestia), Constantine Romanoff (bestia), Duke York (bestia), Jack Bardette (papel sin determinar), Evangelus Berbas (papel sin determinar), Robert P. Kerr (papel sin determinar), Jack Walters (papel sin determinar)… Nacionalidad y año:  Estados Unidos 1932. Duración y datos técnicos: 70 min. B/N 1.33:1.

 

―¿Cuál es la ley?

― No derramarás sangre. ¿Acaso no somos hombres?

 

Pese a algunos precedentes, inclusive españoles, por lo general se suele considerar a Herbert George Wells (1866-1946) como el introductor de muchas temáticas que luego formarían parte de la ciencia ficción, así la invisibilidad, los viajes en el tiempo o las invasiones extraterrestres. En este sentido, La isla del doctor Moreau (The Island of Doctor Moreau, 1896) plantea la posibilidad de la ingeniería genética, la transformación de una especie en otra por medio de la manipulación, en este caso concreto por medio de la quirúrgica.

Rodada en 1932, cuando aún vivía Wells, La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls) fue producida por la Paramount en un intento de capitalizar el éxito que el cine de terror de la Universal acababa de iniciar. Al escritor no le gustó nada, según él por la preponderancia que otorgaba a los elementos terroríficos; además, y como sería norma en todas las posteriores adaptaciones de la excelente novela, se eliminaba totalmente la segunda parte del libro, donde el protagonista (llamado Edward Prendick, y que narra la acción en primera persona) logra regresar a la «civilización», solo para descubrir en la gente con la que se cruza por la calle reflejos de nuestros antecedentes animales, proponiendo de ese modo un vislumbre de los postulados darwinistas, que aún en 1896 causaban polémica entre las mentes más reaccionarias.

Cuando la censura británica prohibió la película, Wells se alegró. De hecho, la prohibió en tres ocasiones sucesivas, en 1933, en 1951 y en 1957, con la calificación de ser «contra natura». A este respecto, Elsa Lanchester, esposa de Charles Laughton, replicó: «Claro que es contra natura. Al igual que el ratón Mickey». El film permaneció vedado en el país hasta 1958, cuando fue al fin autorizado, si bien con un certificado X y diversos cortes. También fue prohibida en Suecia y Dinamarca. En Australia se autorizó su visionado a blancos, pero no a indígenas. En Estados Unidos, como aún no imperaba el código de censura Hays, a priori se estrenó, pero fue rechazado en catorce estados por postular la idea de la evolución. En su reposición de 1941 fue autorizada cortando los diálogos donde se sugería que Moreau creaba las criaturas por medio de la vivisección.

Aún hoy en día la película resulta notoriamente inquietante. Su director fue Erle C. Kenton (1896-1980), famoso en particular por la presente y dos posteriores cintas más de terror, The Ghost of Frankenstein [tv/dvd/bd: El fantasma de Frankenstein, 1942] y La mansión de Drácula (House of Dracula, 1945), simpáticas, en especial la segunda, pero inferiores a La isla de las almas perdidas. Kenton dirigiría una película fantástica más por esas fechas, la menos conocida The Cat Creeps (1946), y por lo general se haría cargo de una cierta variedad temática, en particular diversas comedias de Abbott y Costello. En todo caso, dentro del desconocimiento que hay de su cine, conformado por 81 largometrajes, de los que se conocen bien apenas una docena, su etapa muda, por ejemplo, prácticamente está inexplorada, y los inicios del sonoro, etapa a la que se circunscribe la cinta que tratamos, también se hallan envueltos en una neblina, por lo cual, tal vez, podríamos hallarnos ante un director de peso poco valorado. Al menos, eso podría dar a entender los altos logros de esta obra.

El hecho de ser la presente película de inicios del sonoro explica el escaso uso de música en sus imágenes, que se circunscribe en exclusiva a los títulos iniciales y finales. El resto, en muchas ocasiones, se empapa de un silencio espeso, lo cual resalta el aire primitivo, salvaje, de la cinta en su integridad. La obra parece algo vinculado a otro tiempo, dicho ello de un modo positivo, donde solo resalta la interpretación moderna, desquiciada y gozosa de Charles Laughton como el inmoral doctor Moreau, donde el personaje muestra su regocijo ante cualquier acto de malignidad que perpetre. El resto de las figuras ofrecen interpretaciones más vinculadas al cine mudo, en particular el héroe, Richard Arlen, la sosa de su prometida, Leila Hyams, y sobre todo la inquietante Lota, la mujer pantera, encarnada por Kathleen Burke, que semeja arrancada de otra realidad, literalmente[1].

El film, rodado en período pre-Code, es decir, antes de que se instaurara de modo férreo el código de censura del nefasto Will H. Hays, muestra una sorprendente libertad en sus planteamientos, exponiéndose la actividad sexual de los personajes con toda claridad. No solo eso, sino que ideas como el bestialismo quedan implícitas en la obra, dado que Moreau pretende que Parker y la mujer pantera se apareen, y después ordena a uno de los hombres bestia, Ouran, que viole a Ruth. Cuando se redactó la novela había ya establecidos movimientos predecesores del animalismo, que clamaban en contra del uso de animales para las experimentaciones; la novela se hace eco de eso, criticándolo, así como la propia película, que deja patente el sufrimiento animal de un modo estremecedor, con esos alaridos que brotan de la Casa del Dolor. De hecho, las implicaciones morales que derivan del hecho de convertir animales en seres humanos, otorgándoles sentimientos, resulta lo más aterrador de todo. Moreau se congratula cuando sus creaciones sufren, lloran, sienten, considerando un éxito el hecho de que noten estas sensaciones. La frase que el profesor pronuncia, «qué grande es sentir ser Dios», muy similar a la que pronunciara otro insigne galeno literario en El doctor Frankenstein (Frankenstein, James Whale, 1931), produjo obvios problemas también a la cinta en su propio país. Y ya que mencionamos semejanzas, cabría resaltar de igual modo el parecido estructural y visual con otra gran joya de la misma época, El malvado Zaroff (The Most Dangerous Game, Ernest B. Schoedack, Irving Pichel, 1932).

El ambiente de la isla, precisamente, es otro de los aspectos turbadores del film. Ausente de los mapas, como su fuera un islote fantasma como el de San Borondón, habitan ahí criaturas diríase del subconsciente, como escapadas de un cuadro del Bosco, creaciones tortuosas a mitad de camino entre lo humano y lo extrahumano. Los maquillajes de Wally Westmore, toscos pero efectivos, acercan a los actores a una dimensión animalesca muy conseguida, inclusive la caracterización de Kathleen Burke, con esa cejas de vampiresa y la sombra de los ojos, que acrecientan aún más su mirada.

Kenton rueda con un ojo puesto en el período mudo, con los referidos silencios, con los juegos de miradas, con esos impresionantes planos de los hombres bestia avanzando hacia la cámara, donde el subjetivismo de la cámara se convierte en nosotros mismos. El clímax, no por esperado menos estremecedor, deja al espectador clavado en el asiento. E incluso el final feliz deja un poso de amargura que no se logra disipar una vez acabada la película.

 

Anécdotas

  • Título de rodaje: The Island of Dr. Moreau.
  • Título en Venezuela: La isla del Dr. Moreau.
  • Efectuada con un presupuesto estimado de 300.000 dólares, de los cuales quince mil fueron para pagar los derechos a Wells. El rodaje, que duró cinco semanas, tuvo lugar en los estudios Paramount, en el Rancho Paramount, así como en la isla Catalina, en las Channel Islands, en California.
  • Las nieblas que se ven a lo largo de la película no son efectos especiales, sino reales.
  • Para la lengua de los hombres bestia el técnico de sonido Loren L. Ryder grabó una variedad de sonidos animales e idiomas extranjeros y los reprodujo al revés a distintas velocidades.
  • Bela Lugosi fue contratado a ultimísima hora, y se le otorgó un sueldo de 800 dólares, que era menos de lo habitual en él, pero aceptó porque estaba al borde de la bancarrota.
  • Para el papel de la mujer pantera se efectuó un concurso a nivel nacional, al que se presentaron sesenta mil mujeres. La elegida, Kathleen Burke, era una ayudante de dentista en Chicago. Le pagaron mil dólares por su trabajo en la presente.
  • Charles Laughton refirió que para el personaje del doctor Moreau se inspiró en su odontólogo.

  • Se suele considerar que uno de los hombres bestia está interpretado por Alan Ladd, pero no está confirmado. Menos confirmación aún existe en la participación, en igual rol, de Buster Crabbe y Randolph Scott. Scott fue considerado inicialmente para encarnar a Edward Parker, y Nancy Carroll optó para el de Ruth Thomas.
  • Adaptaciones de la novela:

Ile d’epouvante (1913), de Joe Hamman [Francia; MM].

Die Insel der Verschollenen (1921), de Urban Gad. [Alemania].

La isla de las almas perdidas (Island of Lost Souls, 1932), de Erle C. Kenton [EE.UU.].

La isla del terror (Terror Is a Man, 1959), de Gerardo de León y Eddie Romero. [Filipinas].

The Island of Doctor Agor (1971), de Tim Burton [EE.UU.; CM animación].

The Twilight People [vd: Los hombres del ocaso, 1972], de Eddie Romero. [Filipinas].

La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau, 1977), de Don Taylor. [EE.UU.].

La isla del Dr. Moreau (The Island of Dr. Moreau, 1996), de John Frankenheimer [y Richard Stanley, sin acreditar]. [EE.UU.].

Dr. Moreau’s House of Pain (2004), de Charles Band. [EE.UU.; direct-to-DVD].

Moreau (2013), de Noah Schachter [EE.UU.; CM; video].

  • Estrenada en Estados Unidos el 24 de diciembre de 1932 en Tucson, Arizona, el 26 de diciembre en la localidad de Scranton, en Pensilvania, y el 12 de enero de 1933 en Nueva York, pero globalmente a lo largo de diciembre de 1932. En España se estrenó el 13 de noviembre de 1933 en Madrid, en el cine Colisevm, en Barcelona el 15 de enero de 1934, en el cine Coliseum, y el 24 de mayo de 1934 en Bilbao.

 

Bibliografía

La isla del doctor Moreau. En Novelas esenciales; traductor, Benjamin Briggent. Barcelona: Plutón Ediciones, 2021. Colección: Colección Oro; s/n. T.O.: The Island of Dr. Moreau (1896). Incluye las novelas: La máquina del tiempo; La isla del doctor Moreau; El hombre invisible; La guerra de los mundos; Primeros hombres en la Luna.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] La actriz tendría un papel secundario en su siguiente película, la también destacable El asesino diabólico (Murders in the Zoo, A. Edward Sutherland, 1933), y después trabajó en una veintena de cintas más donde no destacó en particular, pese a trabajar con directores de la capacidad de Henry Hathaway.