A principios del siglo XX, en el pueblo de Vandorf comienzan a aparecer una serie de cadáveres petrificados; ante las sospechas que recaen sobre su hijo, un científico de la localidad pide ayuda a los profesores Meister y Namaroff, el último de los cuales parece saber algo sobre la realidad de una Gorgona moderna…
Dirección: Terence Fisher. Producción: Hammer Films para Columbia Pictures Corporation. Productor: Anthony Nelson Keys. Guion: John Gilling, basado en una historia de J. Llewellyn Levine. Fotografía: Michael Reed. Música: James Bernard. Montaje: Eric Boyd Perkins. Diseño de producción: Bernard Robinson. FX: Sydney Pearson, Ray Caple (efectos especiales), Roy Ashton (maquillaje). Intérpretes: Christopher Lee (profesor Karl Meister), Peter Cushing (Dr. Namaroff), Richard Pasco (Paul Heitz), Barbara Shelley (Carla Hoffman), Michael Goodliffe (profesor Jules Heitz), Patrick Troughton (inspector Kanof), Joseph O’Conor (juez de instrucción), Prudence Hyman (la Gorgona), Jack Watson (Ratoff), Redmond Phillips (Hans), Jeremy Longhurst (Bruno Heitz), Toni Gilpin (Sascha Cass), Joyce Hemson (Martha), Alister Williamson (Janus Cass), Michael Peake (alguacil), Peter Evans, Fred Haggerty, Patrick Halpin, Arthur Howell, Sally Nesbitt, Jim O’Brady, Bill Sawyer, Fred Stroud, Bob Wright… Nacionalidad y año: Reino Unido 1964. Duración y datos técnicos: 83 min. color 1.66:1.
Una vez los grandes artesanos de la Hammer dieron savia nueva a los grandes mitos del terror gótico inmortalizados previamente por la Universal, James Carreras y Anthony Hinds, fundador y productor de los estudios británicos, respectivamente, decidieron que era hora de buscar nuevos caminos, afortunadamente apoyándose en la buena labor de los creadores que tantos beneficios les habían proporcionado.
En 1964, la productora se hallaba en su momento de máximo esplendor, y, con las sagas protagonizadas por los grandes iconos del terror gótico ―Frankenstein, Drácula y, en menor medida, la momia―, gozando del beneplácito popular, podía permitirse innovar, y, si los mitos de la literatura ya estaban siendo suficientemente explotados, ¿qué mejor opción, por tanto, que recurrir a las leyendas de la mitología clásica?
Esta pregunta debieron hacerse, sin duda, Carreras y Hind, al apostar sobre seguro utilizando a los grandes nombres de la casa para dar forma a la idea: Fisher tras las cámaras, James Bernard en la composición, Cushing y Lee como estrellas… John Gilling, director y guionista que ya había dado al thriller pequeños clásicos como La carne y el diablo (The Flesh and the Fiends, 1960), The Challenge (1960) o Panic (1963), acometió la empresa tan brillantemente como era habitual en él, trasladando a escenarios europeos un mito de la antigüedad que pudiera ajustarse a la tradición gótico-terrorífica de los Estudios Bray ―algo similar a lo que, como director, plasmó con leyendas haitianas e hindúes en The Plague of the Zombies [tv/vd/dvd: La plaga de los zombies] y The Reptile [tv/vd/dvd: El reptil], ambas de 1966―; Megara, una de las Gorgonas maldecidas por Venus para transformar en piedra a todo aquel desafortunado que se cruce ante su mirada, resultaba por tanto ideal, como mucho antes Jan Ray había mostrado ―utilizando a Medusa, en este caso― en su novela Malpertuis (Malpertuis, 1943), de la que el presente filme extrae más de un elemento.
Con tan sólida base de partida, la siempre hábil dirección de Fisher maneja a la perfección las posibilidades que a nivel dramático le brindan tanto el argumento como las tétricas tonalidades de la paleta de colores utilizada por Michael Reed y el maquillaje de Ashton (el blanco extremo de los petrificados, similar a la pálida tez de las víctimas del vampirismo), así como la sugerente partitura de Bernard, en la que se combina la voz de una soprano con los acordes de un primitivo sintetizador (el novachord), otorgando al conjunto un sonido con reminiscencias a coros griegos, lo que, unido al hecho de que este aparece asociado con la proximidad de la Gorgona, contribuye de manera decisiva a darle un matiz especial y único a la película.
Es digno de resaltar, en este sentido, que, al contrario que en las primeras producciones sobre Drácula o Frankenstein, director y guionista dispusieron de una mayor libertad para moldear la historia según su propio criterio, y así, todos los elementos que articulan el film están dirigidos a mantener el suspense hasta el final, no mostrando al monstruo ni su identidad sino mediante sugerencias (así, la Gorgona ataca en las noches de plenilunio, entroncando aún más la tradición grecorromana con el molde gótico). Por más que la verdadera faz de Megara se pueda intuir al poco de avanzada la trama ―de hecho, no se hacen demasiados esfuerzos por ocultárselo al espectador―, la veteranía del director encauza con mano de hierro los meandros de la narración, manteniendo en todo momento ese equilibrio entre tensión, erotismo soterrado y horror macabro aderezado con la notable elegancia en la puesta en escena que le caracterizan, todo ello arropado por un elenco interpretativo en estado de gracia: si el habitual duelo entre Cushing y Lee muestra la solvencia a que nos tienen habituados estos dos grandes actores ―aquí en papeles opuestos a los acostumbrados en sus enfrentamientos, ya que Lee es un personaje positivo, aunque mordaz y un tanto cascarrabias, mientras Cushing encarna al villano, más cercano a Frankenstein que a Van Helsing―, el resto del reparto no se halla a menor altura; Barbara Shelley, por su parte, otorga el necesario contrapunto de equilibrio y, a la vez, tensión en las crispadas relaciones de los protagonistas masculinos, dando a su papel un poso trágico que se extiende al conjunto del film, mientras el resto de secundarios, sólidos intérpretes británicos como Troughton o Goodliffe, cumplen a la perfección con sus papeles, en un conjunto en el que incluso actores de menor experiencia fílmica como Richard Pasco no desmerecen.
En resumidas cuentas, toda una obra maestra, una de esas joyas en su momento infravaloradas a las que, como los buenos vinos, el paso del tiempo no ha hecho más que colocar al fin en su lugar.
Anécdotas
- Título en Argentina: El castillo de la Gorgona.
- Rodada con un presupuesto estimado de 150.000 libras esterlinas.
- Filmada entre el 9 de diciembre de 1963 y el 16 de enero de 1964.
- Barbara Shelley sugirió interpretar ella misma a la Gorgona, por razones de continuidad, y que se usara una película con serpientes verdes de jardín vivas prendidas a ella, para mayor realismo, pero Nelson-Keys rechazó ambas propuestas por razones de presupuesto y de tiempo.
- La Gorgona que aparece en el film se llama Megara, pero ésta en realidad era una de las Erinias o Furias, diosas de la venganza, en concreto la que representaba la furia de los celos. Según Hesíodo, las tres Gorgonas eran Medusa, Esteno y Euríale.
- Algunas copias ofrecen el plano final de la cabeza decapitada con el cuello cercenado tapado con burdos tachones negros como censura.
- Michael Goodliffe, que interpreta al padre de Richard Pasco, solo tenía doce años más que él.
- La miniatura del castillo Borski, con una torreta alterada, también aparece como el castillo del Dr. Frankenstein en Evil of Frankenstein [dvd: La maldad de Frankenstein, Freddie Francis, 1964].
- Previo al estreno en cines en España, la película se editó en vídeo como La leyenda de Vandord por CIC-RCA / Columbia Pictures Video en 1988 y, después, en DVD, en 2008, por Sony Pictures Home Entertainment. Y luego se emitió por televisión con el título de La Medusa.
- Estrenada en el Reino Unido el 21 de agosto de 1964 en Londres ―en programa doble con la también producción Hammer The Curse of the Mummy’s Tomb [tv/dvd: La maldición de la momia, Michael Carreras, 1964]―, y después masivamente el 18 de octubre. En España se estrenó el 13 de junio de 2003 en Barcelona, y el 20 de agosto de 2004 en Madrid.
Manuel Aguilar (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra