El conde Drácula viaja a un remoto pueblo chino encarnado dentro del cuerpo de un sumo sacerdote para liderar el culto de los Siete Vampiros de Oro. Al mismo tiempo, el profesor Van Helsing, cazador de vampiros, da una conferencia en el país y es convencido por un hábil luchador para que les ayude a combatir a los no muertos.
Dirección: Roy Ward Baker, [Cheh Chang, sin acreditar]. Producción: Hammer Films, Shaw Brothers para Columbia-Warner Distributors [RU], Dynamite Entertainment [EE.UU.]. Productores: Don Houghton, Vee King Shaw. Productores ejecutivos: Run Run Shaw, Runme Shaw. Guion: Don Houghton, según los personajes creados por Bram Stoker. Música: James Bernard. Fotografía: Roy Ford, John Wilcox. Dirección artística: Johnson Tsao. Montaje: Chris Barnes. FX: Hsu-Ching Wu (maquillajes), Les Bowie (efectos especiales). Intérpretes: Peter Cushing (profesor Lawrence Van Helsing), David Chiang (Hsi Ching), Julie Ege (Vanessa Buren), Wong Han Chan [Han Chen Wang] (Leung Hon), Robin Stewart (Leyland Van Helsing), Szu Shih (Mei Kwei), John Forbes-Robertson (conde Drácula), Robert Hanna (cónsul británico), Shen Chan (Kah), James Ma [Tsan-Hsi Ma] (Hsi Ta), Chia Yung Liu (Hsi Kwei), David de Keyser (Conde Drácula [voz]), Hark-On Fung, Tien Lung Chen, Chuan Chen, Chi-Chang Ho, Hsia Hsu, Ha Huang, Pei Chi Huang, Chun Fai Lau, Hoi Sang Lee, Hui-Ling Liu, Wai Lo, Te-Chiang Teng, Chiang Wang, Po-Chen Yang… Nacionalidad y año: Reino Unido, Hong Kong 1974. Duración y datos técnicos: 110 min. (Hong Kong)/89 min. (Reino Unido)/83 min. (Estados Unidos) Color 2.35:1.
Hacia esta época la Hammer, ya en sus estertores, intentaba sobrevivir a duras penas[1]. Hay que tener en cuenta que el cine de terror sufría por esos años una transformación, y un puñado de películas planteaba una nueva forma de afrontar el género. El exorcista (The Exorcist, William Friedkin, 1973) y La matanza de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974) fueron la punta de lanza de esa corriente, que entregaba —ya fuera desde la perspectiva sobrenatural, como la primera, o la realista, como la segunda— un horror más directo, más palpable, más creíble. El goticismo, las telarañas y los castillos parecían, literalmente, cosas del pasado. Aparte de esto, ciertos sucesos internacionales, como la crisis del petróleo, o a nivel más directo con el Imperio Británico como fue la guerra de Yom Kippur, repercutieron en las finanzas de la compañía.
Frankenstein y el monstruo del infierno
En ese contexto, Frankenstein and the Monster from Hell [tv/dvd: Frankenstein y el monstruo del infierno, 1974] había sido un rotundo fracaso, pese a la inspiración decadente de Terence Fisher en esta subvalorada joya. Inmediatamente después vendrían Un hombre en casa (Man About the House, John Robins, 1974), basada en la célebre serie televisiva homónima, y Acorralado en Hong Kong (Shatter, Michael Carreras, [Monte Hellman], 1974), un thriller de aire cosmopolita ambientado y rodado en Hong Kong, para lo cual se buscó coproducción con una compañía de aquel lugar, Shaw Brothers Studio, y que pretendía ser iniciadora de una saga.
Esta compañía oriental tuvo una precursora, Tianyi Film Company en 1925, que fue fundada en Shanghái por los hermanos Runje, Runme y Runde Shaw. En 1957, los herederos se trasladaron a Hong Kong, donde instituyeron una nueva empresa, Shaw Brothers Ltd., conformada por Run Run Shaw y su tío, Runme, del que el primero había sido ayudante. Esta mítica productora con el tiempo llegaría a rodar hasta mil películas, y pusieron de moda el cine de kung fu, no solo a nivel local, sino mundial. Entre los títulos más famosos que surgieron de la compañía se pueden citar La espada de oro (Long men jin jian, Lo Wei, 1969), Los hermanos misteriosos (Wu ming ying xiong, Chang Cheh, 1971) o la mítica De profesión, invencible (Tian xia di yi quan, Chang-hwa Jeong, 1972). En la década de los setenta formaron un nuevo estudio, Golden Harvest, que prosiguió la fama en ese ámbito.
Al tiempo que se preparaba, pues, el citado policial, con Stuart Whitman, Anton Diffring y Peter Cushing junto a un reparto oriental, se dispuso otra producción simultánea. Dado que la Hammer era famosa por su cine de terror, se decidió hacer una película de vampiros.
Don Houghton
En la Hammer había entrado a trabajar Don Houghton (1930-1991), un hombre que comenzó en la radio en 1951, y que saltó a cine y televisión en 1958. En el medio catódico escribió para series tan populares como Doctor Who o Sapphire & Steel. Para la Hammer, aparte de algunos episodios dentro de las series La casa del terror (Hammer House of Horror, 1980) y La casa del misterio/Misterio (Hammer House of Mystery and Suspense, 1984), fue responsable de los guiones del polémico doblete conformado por Drácula 73 (Dracula A.D. 1972, 1972) y Los ritos satánicos de Drácula (The Satanic Rites of Dracula, 1973), ambas dirigidas por Alan Gibson, y que trasladaban al conde a la época actual (del rodaje) y donde, al fin, reaparecía Van Helsing, en los rasgos imprescindibles de Peter Cushing, junto a un huraño Christopher Lee como Drácula.
Houghton estaba casado con la actriz china Pik-Sen Lim, a la que conoció mientras esta trabajaba en la serie Emergency – Ward 10 (1957-1967), donde ella interpretaba a una enfermera —la primera de su etnia en la televisión británica— y él era guionista. Desde hacía tiempo el escritor había intentado levantar coproducciones con otros países, así Australia, de donde era originario, que sin embargo no llegaron a buen puerto. Con el contacto pues de su esposa intentó tentar al mercado chino, y por medio de ella fue presentado a Run Run, que era amigo del padre de la actriz. Una vez decidido el doblete de films a rodar, y respecto al que nos corresponde, Kung Fu contra los siete vampiros de oro (The Legend of the 7 Golden Vampires, 1974), los orientales plantearon que, ya que la película era de vampiros, debía salir Drácula. Por tanto, se añadió un prólogo en el que tenía aparición el conde, para luego trasladarse la acción a China. Hammer tentó a Christopher Lee para volver a dar no vida a su emblemático personaje, pero en cuanto leyó el guion lo rechazó. En su lugar, pues, pusieron a otro actor, el alto John Forbes-Robertson[2], y que ya había aparecido en The Vampire Lovers, como vimos, y cuya voz fue doblada por David de Keyser[3].
Como director se eligió a Gordon Hessler, pero semanas antes de iniciarse el rodaje hubo de ser sustituido, y la labor recayó en el mucho más sólido Roy Ward Baker, si bien para ayudarle en las escenas de luchas se le proporcionó un co-director, Cheh Chang[4].
El guion de Houghton, según se dice, se inspiraba en el clásico Los siete samuráis (Shichinin no samurai, Akira Kurosawa, 1954), así como en su remake anglosajón, Los siete magníficos (The Magnificent Seven, John Sturges, 1960). Ello es bastante obvio, pues, en esencia, la idea es la misma: un grupo de siete héroes con grandes capacidades, todas ellas distintas, se dirigen a un pueblo asolado por unos forajidos/vampiros, e incluso se creará una defensa de la villa por medio de un foso. Los héroes, por supuesto, son los seis hermanos de Hsi Ching y él mismo, y disponen de la ayuda intelectual del profesor Van Helsing. Han de enfrentarse a los siete vampiros de oro del título, jugándose de ese modo, de nuevo, con la resonancia mágica del número siete.
El primer borrador lo desarrolló Houghton en dos semanas, y durante el rodaje lo sometió a constantes reescrituras. En todo caso, relativamente hay escasas escenas con diálogos, y muchas se resuelven con luchas y caminatas. Entre la utilización constante de la referencia a los siete samuráis/magníficos y el esquematismo global del film, no puede decirse que el guionista se esforzara mucho. Sin embargo, de algún modo, la fórmula funciona. Puede que, debido a la suma de capitales entre la Hammer y la Shaw Brothers, ello permitiera un presupuesto más holgado, apreciándose aquí con más detalle que en otras cintas de la época, e incluso se observa un mayor esfuerzo industrial que en otras películas Hammer con mayores ambiciones artísticas. El director, como se ha dicho, fue Roy Ward Baker, uno de los más sólidos que trabajaron para la compañía. Y, sobre todo, la música corresponde al gran James Bernard.
Bernard (1925-2001) fue autor del sonido Hammer. Desde pequeño estuvo interesado por la música, y durante la guerra formó parte del equipo de descifrado de la máquina Enigma, especializándose en interpretar los mensajes japoneses. En 1944 conoció a Paul Dehn, posterior guionista de algunas películas de James Bond o de las de El planeta de los simios, y se hicieron pareja sentimental. En 1950, Dehn convenció a Bernard para que participasen juntos en un guion, y así escribieron el argumento de Ultimátum (Seven Days to Noon, John Boulting, Roy Boulting, 1950), una atractiva intriga de ciencia ficción, y por la cual conseguirían un Oscar. Bernard, sin embargo, seguía enfrascado en su música, y tras trabajar en la radio, al fin debutó en cine en esa especialización con la Hammer en El experimento del doctor Quatermass, tras ser descubierto por John Hollingsworth, director musical de la productora. En Drácula efectuó una composición que se hizo mítica, con los tres golpes de acordes que señalaban el nombre del conde, y haciendo una estridente y, al tiempo, armónica composición donde los metales y las cuerdas anunciaban el horror. Bernard repitió este tema en el prólogo de El perro de los Baskerville.
James Bernard
El compositor fue activo con la productora hasta 1970, donde hizo la música para El poder de la sangre de Drácula y Las cicatrices de Drácula (Scars of Dracula, Roy Ward Baker). Tras un lapso de cuatro años, regresó en 1974 para componer la banda sonora de Frankenstein y el monstruo del infierno para Terence Fisher y la presente. Sus últimos trabajos serían para la poco conocida Asesinato selecto (Murder Elite, Claude Whatham, 1985) y una nueva partitura para una edición efectuada por Kevin Brownlow de Nosferatu (Nosferatu, eine Symphonie des Grauens, F. W. Murnau, 1922) en 1997. En la presente película volvió a hacer uso del tema para Drácula con resultados excelentes; es especialmente destacable la composición de los títulos iniciales, donde, tras arrancar con el referido tema, lo fusiona con otro de reminiscencias orientales.
Lo mejor del film, en el aspecto del guion, es todo su inicio, en el que se van planteando las interrelaciones de los personajes. Tenemos un prólogo, en Transilvania, en 1804, donde un monje taoísta acude a buscar la ayuda de Drácula, y este le responde encarnándose en el cuerpo del chino. Un siglo después —es decir, en el moderno y evolucionado siglo XX— el profesor Van Helsing está dando una conferencia en la universidad de Chongqing, en la que habla de los vampiros, siendo recibido con burla y desprecio por los profesores del lugar; sin embargo, un joven muchacho lo está escuchando con inusitada atención.
Mientras, en la embajada británica, el hijo del profesor, Leyland, departe con el embajador, y ambos se fijan en una hermosa mujer danesa, Vanessa Buren. El diplomático le informa de que es rica y está viajando sola por el mundo, mostrando de esa manera su soltura y valentía. Después, a la hora de la verdad, Vanessa será incapaz de enfrentarse a los peligros y buscará refugio en los brazos de algún hombre; además, Hsi Ching le dice que tiene una hermana «que estará encantada de servirla», como si ese fuera la única capacidad de una mujer (aunque luego la hermana demostrará ser de armas tomar)[5], por lo cual el guion ofrece una imagen algo tópica de la mujer, pese a su contraria apariencia inicial. No obstante, también se plantea una doble pareja interracial con toda naturalidad y sin prejuicio alguno, obvio es que debido a que el propio guionista tenía una esposa china.
En realidad, una película con este planteamiento tenía todas las papeletas para convertirse en un engendro risible. Sin embargo, el resultado acaba resultando estimable por un cúmulo de casuales circunstancias. Uno de los motivos, por supuesto, es la interpretación de Peter Cushing, que otorga su habitual carisma y seriedad al papel de Van Helsing, y destila erudición incluso cuando desgrana obviedades, pues los diálogos de Houghton no están elaborados en exceso, pese a que en ocasiones jueguen a ofrecer cierta trascendencia. El resto del reparto también funciona bastante bien, destacando Julie Ege, chica Bond que devino en chica Hammer, y que tras ser una troglodita en Criaturas olvidadas del mundo (Creatures the World Forgot, Don Chaffey, 1971) es toda una señora en la presente. El hijo de Van Helsing, Leyland, es encarnado por Robin Stewart, y pese a su apariencia un tanto grimosa dado el característico look de los setenta, ciertamente ofrece una labor sólida.
Y destacan con firmeza los dos actores chinos que disponen de los cometidos más importantes. David Chiang debutó en el cine de niño, al igual que Bruce Lee, y demuestra ser un buen actor y un excelente luchador, aunque, por algún extraño motivo, no logró la fama de aquél o la de Jackie Chan. Hizo papeles muy secundarios en clásicos del cine de kung fu, y al fin fue protagonista de uno de los títulos primordiales, La furia del tigre amarillo, dirigida por Cheh Chang, co-director en la sombra de la presente. Por su parte, Szu Shih como la hermana de Hsi Ching, debutó en el cine con dieciocho años, y aparecería en la parodia italiana Hong-Kong, 3 Supermen, desafío al Kung-Fu (Crash! Che botte… strippo strappo stroppio/Si wang yi hou, Bitto Albertini, 1973); aquí demuestra que puede ser una actriz que, aun resultando intensa en las escenas de lucha, también es capaz de abordar un perfil más dúctil.
Roy Ward Baker, por supuesto, también es responsable de los resultados tan decentes que muestra la película. En los momentos de personajes puede manifestarse lo adecuadamente controlado como se necesita, y las escenas de acción están rodadas con solvencia, distinguiéndose a la perfección las peleas, aun cuando a veces recurra a trucos muy habituales en este tipo de cine, como algún que otro zoom de aspecto descuidado, incluso al inicio, cuando el campesino transilvano descubre un chino, sin duda el primer ser humano de rasgos exóticos que divisa.
Y las escenas de terror ofrecen una atmósfera muy apreciable. En la primera secuencia en este sentido tenemos una cabalgada a cámara lenta de los vampiros dorados que recuerda mucho a los templarios de La noche del terror ciego (Amando de Ossorio, 1972). Los planos generales que muestran los parajes inhóspitos, junto a la atractiva edición de sonido, que propone aullidos de perros en la lejanía o el silbido del viento, ayudan a perfilar ese ambiente lóbrego y malsano que se necesita. Es muy atrayente el diseño del hogar del vampiro mayor, esto es, Drácula reencarnado, con esos tableros inclinados donde yacen las muchachas semidesnudas. Los vampiros dorados les morderán, pero aun así dejan que la sangre se deslice por un canalillo central de las mesas para ir a parar a un caldero donde burbujea. Y la película parece constituir una especie de precedente a posteriores producciones oriundas de Hong Kong, como las que haría Sammo Hung, con Gui da gui [vd/dvd: Encuentros en el más allá, 1980], o Ricky Lau con Geung see sin sang [vd/dvd: Mr. Vampire: El señor de los vampiros, 1985], con mayor o menor cantidad de elementos de humor, según el caso.
Los vampiros dorados son los que más similitud deparan con los tradicionales europeos, aunque sea a través de sus colmillos. Tienen un rostro que semeja corrompido, y que podría recordar al de lady Durward en Kronos… Portan una máscara de oro que solo cubre la mitad superior del rostro, así como un colgante con la representación de un murciélago, que les da poder de alguna manera. Secuestran a las mujeres con el fin de alimentarse del modo referido, y a los hombres simplemente los matan, a golpe de espada o de kung fu.
Aparece otro tipo de criaturas, que son convocadas por medio de un gong por Drácula. Surgen de las tumbas, atravesando el suelo, y podrían parecer, a nuestros ojos, zombis. Se trata, en realidad, de un tipo de ser llamado jiangshi, también conocido como zombi saltarín, por su modo de avanzar. Según la leyenda, viste prendas oficiales de la dinastía Qing, camina a saltos, tal como se ha referido, por tener las rodillas sin capacidad de doblarse, y con los brazos extendidos. Ataca de noche a los vivos para absorber su fuerza vital, o qi, mientras que durante el día duerme en ataúdes o cuevas. En la película, estos corren trastabillando, como si fueran ancianos, en ocasiones realizan los referidos saltitos, y su rostro tiene apariencia cadavérica —una máscara muy mal ejecutada—. Parecen solo atacar por medio de la lucha tradicional, y cuando perecen lanzan aullidos desgarradores.
Otro tipo de vampiro aparece en el film, y es Vanessa cuando, mordida por uno de los dorados, se convierte a su vez en no muerta, semejando igual a los occidentales, aunque su conversión se produce en escasos segundos una vez producida la mordedura. Añadamos que Van Helsing explica la tradicional forma de acabar con los vampiros, con una estaca en el corazón, y cuando se le pregunta por el fuego responde: «En occidente, no. Aquí, no lo sé», proclamando la variedad de tipología vampírica.
La escena final, con el enfrentamiento entre Drácula y Van Helsing, recuerda un tanto al clímax de la película originaria de Terence Fisher, por lo que quizás se pretendía cerrar el ciclo aludiendo al inicio. La escena, por supuesto, es menos activa que la original, sin duda para evitar un excesivo esfuerzo físico a un ya anciano Peter Cushing, y se resuelve con una brevedad irritante. Aunque cabe señalar que en la excelente escena de la cueva, el actor da muestras de un vigor sorprendente, así como en la de la trinchera en el momento de la antorcha.
Existe un elemento bastante curioso en lo que se refiere a la continuidad del film. Van Helsing llega a China en 1904, y se refiere que, con anterioridad, se enfrentó a Drácula. Pero en 1804 Drácula se encarnó en el monje y viajó a China, estando allí desde entonces haciendo uso de los vampiros dorados. ¿Cómo pudo, pues, Van Helsing conocerlo en Transilvania, cinco, diez, veinte años antes? Sin duda, eso es un fallo debido al añadido final del prólogo y el epílogo. Tampoco queda claro qué sucede con el monje: al reaparecer Drácula al final en su encarnación normal ¿simplemente se disuelve en el aire? Y es sorprendente que, al final, una vez derrotados los siete vampiros dorados, los supervivientes, esto es, Leyland, Mei Kwei y los dos hermanos de esta salen del templo, y dejan a Van Helsing en él, que tendrá que luchar a solas contra Drácula. ¿No se preguntan qué hace ahí dentro tanto tiempo? ¿No se preocupan del anciano profesor?
El film tuvo un gran éxito tanto en el Este como en el Reino Unido, pero en Estados Unidos no logró inicialmente distribuidor y, cuando al fin lo consiguió en 1979, recortó la película en varios minutos, para aligerarla de diálogos, aunque repicó varias veces diversos planos de peleas y de desnudos, poniendo a esa versión el título de The Seven Brothers Meet Dracula[6]. La versión estrenada en Hong Kong, por su parte, dura casi dos horas, según se dice, añadiendo más planos de peleas, y se conoce como Dracula and the Seven Golden Vampires.
Anecdotario
- Título en Argentina: Leyenda de los siete vampiros dorados. Título en Chile: Los 7 vampiros de oro.
- El film compitió en el festival de Avoriaz en 1975.
- Con un presupuesto de cuatrocientas mil libras, el rodaje se inició en Hong Kong el 22 de octubre de 1973 y duró hasta diciembre.
- Hubo un intento de secuela de la presente, titulado Kali, the Devil Bride of Dracula, escrito por Anthony Hinds, y donde el conde se enfrentaba a la diosa hindú. El rodaje transcurriría en la India para aprovechar dinero de la Warner, compañía que distribuiría el film en Estados Unidos, y que estaba varado en el país debido a cuestiones fiscales. Una vez solventado ese problema económico, la productora norteamericana perdió el interés y el proyecto se canceló.
- Un nuevo rumor, ya poco creíble, anunciaba otra aventura de Drácula, donde este se enfrentaría tanto a Sherlock Holmes como a Mocata, el satanista de la soberbia The Devil Rides Out [vd: La batalla de Satán; tv/dvd: La novia del diablo, Terence Fisher, 1968], con protagonismo nada menos que de Christopher Lee, Peter Cushing, Vincent Price y Jack Palance, y dirección de Fisher.
- El film tuvo una versión al cómic en el nº 4 de The House of Hammer, con guion de Steve Moore a partir del libreto de Don Houghton, y dibujos de Brian Lewis.
- Coincidiendo con el estreno del film se editó un disco de vinilo con Peter Cushing narrando la película, el cual fue transcrito a la edición en DVD norteamericana por parte de Anchor Bay en 2000.
- Se estrenó en Londres el 6 de octubre de 1974, mientras que en Hong Kong lo hizo un poco antes, el 11 de julio. En España debutó el 9 de febrero de 1976; en Madrid en un local de sesión continua, aunque dispuso del honor de programarse en solitario, en concreto en el cine Palacio del Progreso. En diversas ocasiones se ha programado en televisión con el título cambiado a Kung Fu y los siete vampiros de oro.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ***
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] Recientemente la productora ha tenido una especie de revival, desde 2008, en que ha producido diversas películas, siendo la más popular —que no buena— La mujer de negro (The Woman in Black, James Watkins, 2012), y las mejores, posiblemente, Déjame entrar (Let Me In, Matt Reeves, 2010) y The Lodge (Severin Fiala, Veronika Franz, 2019). Se trata de una operación comercial sin mucho sentido donde unos empresarios han pagado por los derechos del nombre para hacer una serie de películas que en nada remiten al espíritu y tono de la filmografía de la Casa, pese a la careta inicial con figuras icónicas de la misma, un tanto al estilo de la Marvel. La última película de la Hammer, estrictamente hablando, fue La dama del expreso (The Lady Vanishes, Anthony Page, 1979), remake del clásico de Hitchcock.
[2] Que vestía la misma capa que lucía Christopher Lee en sus filmes, alquilada a los sastres Berman de Londres.
[3] En la versión española tenemos a Constantino Romero.
[4] Como realizador en solitario tiene casi un centenar de títulos, entre los que cabe destacar El espadachín manco (Du bei dao, 1967), El asesino (Da ci ke, 1967) o La furia del tigre amarillo (Xin du bi dao, 1971).
[5] Este personaje inspiraría el de Shi Kwei en la serie de novelas «Weird West» que publicó Ediciones Dlorean. Escrita la saga por diversos autores, el creador de Shi Kwei fue el autor Raúl Montesdeoca.
[6] La edición en DVD de Anchor Bay y la de Blu-Ray por parte de Shout!/Scream Factory incluye tanto la versión inglesa como la reducida norteamericana.