Moscú, 1946. El anciano científico Pavel Ivanovich construye una nave espacial en la que viaja a la Luna en compañía de una joven y un muchacho.

Dirección: Vasili Zhuravlyov. Producción: Mosfilm. Productor ejecutivo: Boris Shumyatskiy. Guion: Aleksandr Filimonov, según la novela Vne zemli (1920) de Konstantin Éduardovich Tsiolkovskiï. Música: «Preludios» y «Mazeppa» de Franz Liszt, con arreglos de Val. Kruchinina. Fotografía: Aleksandr Galperin. Dirección artística: Yuri Shvets, M. Tiunov, Aleksei Utkin.  FX: Fodor Krasne (diseño de modelos y animación). Intérpretes: Sergei Komarov (Pavel Ivanovich Sedikh), K. Moskalenko (profesor Marina), Vassili Gaponenko (Andryusha Orlov), Nikolai Feoktistov (capitán Viktor Orlov), Vasili Kovrigin (profesor Karin), Andrey Karasyov (reportero Zhuk), Sergey Stolyarov (técnico)… Nacionalidad y año: URSS 1936. Duración y datos técnicos: 70 min. / 66 min. – B/N – 1.37:1 – 35 mm.

 

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Si bien la primera exhibición pública de cine sonoro se realizó en París en 1900, pasaría tiempo antes de que la industria intentara adoptar la técnica. Hacia principios de los años veinte se comenzaron a realizar innovaciones en el medio, pero no sería hasta 1926 que no se buscaría darle continuidad. Ocurriría cuando, en un intento desesperado por evitar la ruina, la compañía norteamericana Warner Bros. buscó una forma de renovarse y hacer más atractivos sus productos. De este modo, aquel mismo año se estrenó el primer largometraje que empleaba sonido sincronizado conteniendo una banda sonora musical y efectos de sonido; esa película era Don Juan (Don Juan), de Alan Crosland. Al año siguiente Warner fue un paso más allá y añadió además unos pocos diálogos y un par de canciones, con lo que surgió la mítica El cantor de jazz (The Jazz Singer), también de Crosland, que por lo general se suele considerar erróneamente la primera película sonora de la historia. Un año más, y en 1928 apareció ya el primer film totalmente sonoro con Las luces de Nueva York (Lights of New York), de Bryan Foy.

Por supuesto que, paralelamente, otras productoras, apoyadas en el éxito de la Warner, se lanzaron también a estrenar cine sonoro. Hacia 1928 el sonido se había instaurado más o menos de un modo homogéneo tanto en Estados Unidos como en Europa, aunque seguía habiendo salas no preparadas para la innovación técnica que propiciaría que se siguiera programando cine mudo durante un tiempo (sin ir más lejos, en España el fenómeno continuaría hasta mediados de los treinta, aproximadamente). Sin embargo, tanto en la URSS como en Oriente el cine sonoro no se instauró de una forma completa hasta 1936, aunque a principios de los treinta se dan ya las primeras muestras, siendo el primer film sonoro soviético Putevka v zhizn (1931), de Nikolai Ekk.

Kosmicheskiy Reys: Fantasticheskaya Novella (1936) se halla justo en el límite de esa instauración total. El título significa «Vuelo espacial: historia fantástica», y la acción tiene lugar diez años después de su rodaje, en 1946. No obstante, el proyecto original data de 1924, cuando Zhuravlov concibió el proyecto, si bien la producción no comenzó hasta 1932, cuando el Komsomol, la organización juvenil del Partido Comunista de la Unión Soviética[1], la recomendó, pues consideró que podría ser un incentivo para el estudio del espacio por parte de los jóvenes.

El realizador usaría como base argumental de la película una de las pocas novelas de ciencia ficción que Konstantin Éduardovich Tsiolkovskiï (1857-1935), padre de la ciencia de cohetes, escribiera. Además, lo convirtió en asesor técnico del film; el científico moriría poco antes de la finalización del rodaje de la película, a consecuencia de una operación derivada de un cáncer de estómago. Para la realización del film Zhuravlyov fue también asesorado por el mítico Sergei Milhalovich Eisenstein, al que el partido tenía retirado de dirigir cine.

 

Kosmicheskiy Reys se estrenó en la URSS brevemente en 1936, pero fue de inmediato quitada de circulación por parte de los censores soviéticos, dado que una escena rodada por stop-motion, que mostraba a los astronautas saltando por la Luna debido a la baja gravedad, era «contraria al espíritu del realismo socialista». Por este motivo, no pudo volver a verse hasta la década de los ochenta, coincidiendo con la llegada de Mijaíl Gorbachov a la presidencia del gobierno y sus medidas reformistas; es decir, la Perestroika.

La película, como se ha dicho, fue promovida para incentivar a los jóvenes, de ahí que, en realidad, sea una cinta de aventuras, donde está prácticamente ausente la propaganda política. Los dos cohetes se denominan CCCP 1 (URSS 1, Jósef Stalin) y CCCP 2 (URSS 2, Klim Voroshilov), y la señal que se envía desde la Luna a la Tierra son las letras CCCP (es decir, URSS). Y poco más. Así pues, el espíritu aventurero y de conquista es lo que prevalece en esta gozosa película. Pese a los impedimentos que se les pone, finalmente el vuelo a la Luna será realizado por un anciano, una joven muchacha (que tiene cierto parecido con Brigitte Helm) y un chaval de quince años, siendo dado de lado el estirado hermano mayor del chico, inicial e hipotético destinatario de tal honor.

 

Los efectos especiales son extraordinarios y no solo para la época, como podría pensarse. El cohete aparenta tener cien metros de altura, para lo cual se construyó un modelo de cuatro metros, y todo el hangar en proporción, a escala 1/25, de ahí la sensación de magnificencia que despliega, ayudado por el encuadre en contrapicado. La primera vez que lo vemos es en un prodigioso plano con un travelling lateral que termina en una rotación de 180 grados.

El diseñador de producción Yuri Shvets, junto a su equipo, construyó una magnífica maqueta del Moscú futurista, así como un decorado lunar con grandes montañas. Entre esos paisajes se trasladan los astronautas por medio de grandes saltos, debido a la escasa gravedad, escenas rodadas por medio de un delicioso stop-motion, como ya se ha comentado.

Viendo la película uno no puede evitar recordar La mujer en la Luna (Frau im Mond, 1929), de Fritz Lang, que tuvo asesoramiento de Herman Oberth, pero en este caso en algunos aspectos está más avanzada. Tsiolkovskiï insistió en respetar determinados elementos para asegurar la precisión científica; así, debido a su enorme tamaño, el cohete sería lanzado por medio de una rampa, en lugar de estar en posición vertical; los cosmonautas, durante el despegue, debían estar introducidos en cabinas llenas de agua para soportar los efectos de la presión; durante el vuelo y la estancia en la Luna los viajeros habían de sentir la ingravidez (sí, eso que la censura soviética tachó de «contrario al realismo»); y, finalmente, durante el aterrizaje de vuelta a la Tierra, el cohete debía descender por medio de un paracaídas.

Por supuesto que, dada la antigüedad de la película, el diseño de la misma le otorga un look que, a ojos de hoy, le da una sensación de retrofuturismo absolutamente arrebatador. El resultado es un film de exploración espacial extraordinario, de visión obligada para todo amante de la ciencia ficción.

 

Anécdotas

  • Títulos anglosajones: Cosmic Journey / The Space Ship / The Space Voyage.
  • Título en Argentina: El vuelo espacial.
  • Estrenada en la Unión Soviética el 21 de enero de 1936. En España jamás se ha visto.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] El término es una contracción de Kommunisticheski Soyuz Molodiozhi, Unión Comunista de la Juventud.