Francia, finales del siglo XVI. Bernard de Fossey, juez inquisidor, llega a una pequeña población para ejercer su ministerio. Acogido en casa del juez, queda prendado por una de sus hijas, Catherine, que está prometida en secreto con Jean Duprat. Éste morirá en una emboscada, y Catherine acude a una bruja para averiguar quién mató a su amado e intentar vengar su muerte. Mientras tanto, Fossey inicia una cruzada de detenciones y torturas a supuestas brujas.

Dirección: Jacinto Molina. Producción: Ancla Century Films, Anubis Films. Productores ejecutivos: Roberto Pérez Moreno, Enrique Molina. Guion: Jacinto Molina. Fotografía: Miguel Fernández Mila. Música: Máximo Barratas. Montaje: Soledad López. FX: Fernando Florido (maquillaje). Intérpretes: Paul Naschy [Jacinto Molina] (Bernard de Fossey / Satán), Daniela Giordano (Catherine), Mónica Randall (Madeleine), Ricardo Merino (Nicolas Rodier), Tony Isbert (Pierre Burgot), Julia Saly (Elvire), Antonio Iranzo (Rénover), Juan Luis Galiardo (Jean Duprat), Eduardo Calvo (Émile), Tota Alba (Mabille), María Salerno, Eva León, Loreta Tovar, Isabel Luque, Belén Cristino, Antonio Casas, Jenny Llada. Nacionalidad y año: España 1976. Duración y datos técnicos: 86 min. – Eastmancolor – 1.78:1 – 35 mm.

 

Jacinto Molina llevaba casi una década escribiendo guiones, algunos de los cuales no quedaban plasmados, al pasar a la pantalla, del modo que él anhelaba. No es sorprendente que, al fin, decidiera acceder a la realización, para llevar a imágenes sus ideas tal como deseaba. Por un tiempo estuvo reflexionando sobre la temática a tratar en su ópera prima, hasta que al fin se decidió por la Santa Inquisición, un tema tanto o más terrorífico a los que ya había tratado con anterioridad.

El guion que escribió es un gran fresco histórico, bien documentado, que ilustra el ambiente de superstición y fanatismo, tanto entre las clases bajas como altas, en la Edad Media, y cómo cualquier afirmación, fuese de una niña fantasiosa o de un hombre ruin en busca de venganza, era aceptada por la Inquisición sin el más mínimo escudriñamiento; ya podía decirse que se había presenciando a un macho cabrío caminando sobre dos patas o un grupo de niños apacentando una manada de batracios, los inquisidores aceptaban la declaración con toda naturalidad. Para hilvanar este estado de exaltación, Molina creó un grupo amplio de personajes, entre los que destaca Bernard de Fossey, máximo inquisidor, encarnado por él mismo bajo su habitual seudónimo de Paul Naschy, y Catherine, a la que da vida la exuberante actriz italiana Daniela Giordano. Junto a ellos, un extenso plantel que se podría dividir en dos grupos: por un lado, actores de peso como Mónica Randall, Ricardo Merino, Tony Isbert, Antonio Iranzo, Juan Luis Galiardo, Eduardo Calvo, Tota Alba o Antonio Casas, para dar un buen soporte a la cinta, y por otro lado un grupo de atractivas féminas como María Salerno, Eva León, Loreta Tovar, Isabel Luque, Belén Cristino o Jenny Llada, dispuestas en todo momento a mostrar sus encantos para dar otro tipo de lustre a la película.

Todos estos personajes sirven a una historia centrada en el poder y la lujuria, la envidia y el deseo. Sentimientos primarios que impulsarán las acciones de todos, conduciendo de manera inexorable las circunstancias hacia un final sin concesiones. Las escenas de torturas son escasas pero intensas, destacando un espeluznante plano en el cual a una mujer le es arrancado un pezón con unas tenazas. De carácter histórico, la película ofrece una línea argumental paralela de inflexión fantástica, si bien de un modo ambiguo: bien podría estar todo ello en la mente de los personajes, producido por los poderes alucinógenos de los ungüentos que consumen, o realmente Satanás tiene aparición en el lugar. Esa ambigüedad aporta riqueza a un guion bastante agudo que solo falla en los diálogos de los amantes, pueriles y huecos.

Jacinto Molina se revela como un director con una visión propia. Pese a la utilización excesiva del zoom como recurso narrativo, algo por otra parte usual en la época, y que supone una técnica para economizar en una producción tan raquítica como era habitual por aquel entonces, aún así aporta momentos de gran fuerza visual. Resalta en ese sentido un elegante travelling semi-circular que muestra a Fossey rezando, en un plano medio, para luego describir un elegante arco a su alrededor, con el fin componer un encuadre con la habitación de fondo, hasta mostrar la puerta en la lejanía y por la cual entrará otro personaje. Con todo, lo que más destaca es una composición pictórica de los planos, semejando imágenes provenientes del Goya de la época oscura, con las mesas atiborradas de cráneos, el momento de la misa negra que celebra Catherine, o la iconografía de la cabaña de la bruja Mabille, así como la propia caracterización de la anciana.

El resultado es una de las mejores películas de la filmografía de Jacinto Molina/Paul Naschy, que podría haber sido el punto de partida de una carrera talentosa e importante si las circunstancias industriales hubieran sido otras en la España del momento.

 

Anécdotas

  • Título anglosajón: Inquisition.
  • El rodaje tuvo lugar en los Estudios Cinematográficos Arganda, en Madrid, así como en La Cartuja, en Talamanca de Jarama, también en Madrid.
  • En un principio la acción debía transcurrir en España y centrarse en Torquemada, pero Julio Caro Baroja refirió a Molina que la Inquisición española fue de las más suaves, y que se centrara mejor en la francesa, mucho más activa y perniciosa.
  • Las voces de algunos actores no fueron dobladas por ellos mismos, así, Simón Ramírez dobló a Jacinto Molina cuando encarna a Bernard de Fossey, y Manuel Torremocha cuando hace de Satán, amén de poner voz también a algunos personajes secundarios.
  • En España se estrenó el 16 de mayo de 1977 en Barcelona, en el cine Goya, y en Madrid el 9 de enero de 1978.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ***

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra