El doctor Frankenstein está obsesionado con las limitaciones de la vida y la muerte, y decide romper las barreras de la naturaleza. Crea un hombre vivo a partir de piezas de cadáveres y por medio de una fórmula, pero su experimento sale mal; el científico se horroriza al descubrir que su creación no tiene alma. Se enfrentará al monstruo en una cueva y finalmente se verá obligado a destruirlo.

Dirección: Eugenio Testa. Producción: Albertini Film. Productor: Luciano Albertini. Guion: Giovanni Drovetti, según la novela de Mary Shelley. Fotografía: Alvaro De Simone. Intérpretes: Linda Albertini (Elizabeth), Luciano Albertini (barón Frankenstein), Umberto Guarracino (el monstruo), Aldo Mezzanotte… Nacionalidad y año: Italia 1921. Duración y datos técnicos: 39 min. B/N 1.33:1.

 

Il mostro di Frankenstein (1921) es una de las pocas películas italianas de la época muda que se puede considerar de terror. Adaptación de la novela de Mary Shelley, le preceden las versiones norteamericanas de Edison, en 1910, con dirección de J. Searle Dawley, y la de 1915 que, con el título de Life Without Soul, fue confeccionada por Joseph W. Smiley. Después de la presente ya tendríamos la célebre versión de James Whale de 1931, protagonizada por Boris Karloff. Pero esta película, dentro de su singularidad, tiene un inconveniente: está desaparecida, por lo cual es imposible de ver.

El director

Su director fue Eugenio Testa (1892-1957), quien se hizo cargo de diecisiete películas entre 1913 y 1921, compuestas por cortos y largos, siendo esta la última que hizo. Durante su etapa de realizador actuó en unos pocos filmes, y luego en 1948 inició una nueva carrera de actor, hasta 1957, participando inclusive en el cine español. Dentro de su etapa como cineasta, algunos de sus filmes se estrenaron en nuestro país, caso de El terrible veneno (Il grande veleno, 1915), La cómplice (La complice, 1915), El incendiario (Il segreto del vecchio Giosuè, 1918), Los hombres amarillos (Uomini gialli, 1920) y La rueda de fuego (La girandola di fuoco, 1920). Su padre fue el importante actor teatral Dante Testa.

Luciano Albertini

 

El motivo de las pocas cintas italianas de terror existentes hasta la década de los cincuenta viene motivado a que, con la ascensión Benito Mussolini al poder, en 1922, una de sus políticas consistió en prohibir el cine de miedo. Desde 1913 en Italia regían unas comisiones de revisión que autorizaban o denegaban las películas, compuestas por delegaciones de primer y segundo grado (o de apelación), que emitían un veredicto vinculante y operaban bajo la dirección del Ministero dell’Interno (Ministerio del Interior). Tras el advenimiento del fascismo, en un inicio se siguieron las normas preestablecidas, a las que luego se sumaron otras, como el concepto de «calidad artística» para la concesión de permisos o, a partir de 1925, la calificación por edades, prohibiendo algunas películas a menores de dieciséis años.

 

En esa etapa, los auditores vigilaban que las cintas se adecuaran a «la idoneidad moral y el respeto y comportamiento aceptables a las instituciones», o la vigilancia de la presencia de escenas «violentas, repugnantes o crueles» ―aquí entraría, pues, el cine de terror―, de «acciones o hechos perversos que puedan incitar al crimen» o imágenes que «inciten al odio entre las distintas clases sociales». Aparte de ello, no se practicaba excesiva censura, dado que la principal preocupación de Mussolini era el control de las noticias y la información más que las películas de ficción. En 1924 se fundó del Istituto LUCE, que se centraría en endurecer los mecanismos de revisión de las películas[1].

Durante la etapa del mudo, la película L’inferno (1911), de Francesco Bertolini, Adolfo Padovan y Giuseppe De Liguoro, logró obtener un visado en el noreste del país tras cortar la escena final. Antes de su estreno, Il mostro di Frankenstein fue considerablemente amputada; no se sabe su duración original, pero la copia que se vio en los cines parece que alcanzaba solo los 39 minutos de metraje. Según se cree, estaba tan destrozada que no tenía mucho sentido y el público no mostró interés por ella, de ahí que, al poco, se le perdiera la pista.

El productor (que fundó Albertini Films, pero que pertenecía a Ernst Hugo Correll, más tarde jefe de producción en la UFA alemana), antiguo acróbata circense, fue asimismo el actor que dio vida al barón Frankenstein. Era un intérprete de cierto renombre, que inclusive trabajó en Alemania y en Estados Unidos, donde se le comparaba con Douglas Fairbanks, y que en el cine italiano, durante el mudo, dio vida a Sansón en varias cintas. Más adelante fue internado en una institución mental, donde murió en 1945.

Aunque anunciada en su día como «un rico y sensacional trabajo de aventuras con situaciones impresionantes» y «un film extraordinario de sensacionales aventuras», cabe sugerir que sí sería una cinta de terror, en vista de la única foto que sobrevive, donde vemos a un bruto con el cráneo rapado martirizando a una bella víctima. En las reseñas de la época se resalta también que el monstruo tenía «un extenso conocimiento de la lucha greco-romana» y parecer ser que finalmente habría una confrontación física entre creador y creado, aprovechando también las facultades del productor-protagonista.

 

Anecdotario

  • Estrenada en Italia el 4 de julio de 1921, en la ciudad de Roma.
  • En Francia se exhibió como Le monstre así como Le monstre de Frankenstein.

 

Bibliografía

Frankenstein o El moderno Prometeo; por Mary W. Shelley; edición de Isabel Burdiel; traducción de Mª Engracia Pujals. Madrid: Cátedra, 1996. Colección: Letras universales; 230. Traducción de: Frankenstein (1818).

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ?

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Para más información véase Film Censorship during Fascism, de Roberto Gulì. En Microsoft Word – Film censorship during Fascism_Guli.docx (cinecensura.com)