Perseo es el hijo predilecto del dios Zeus, pero sin saberlo ha molestado a la diosa del mar Thetis. Para empeorar las cosas, Perseo se enamora de la encantadora princesa Andrómeda, que está comprometida con el hijo de Thetis, Calibos. Pronto, Perseo emprende una misión tras otra, con Zeus ayudando, Thetis obstaculizando y mucha gente muriendo en el proceso.
Dirección: Desmond Davis. Producción: Charles H. Schneer Productions, Peerford Ltd. para Metro-Goldwyn-Mayer. Productores: Ray Harryhausen, Charles H. Schneer. Productor asociado: John Palmer. Guion: Beverley Cross. Fotografía: Ted Moore. Música: Laurence Rosenthal. FX: Ray Harryhausen (creador de efectos visuales), Jim Danforth (animador), Colin Arthur (máscaras), Frank Van der Veer (efectos ópticos), Cliff Culley (miniaturas especiales). Montaje: Timothy Gee. Diseño de producción: Frank White. Intérpretes: Laurence Olivier (Zeus), Claire Bloom (Hera), Maggie Smith (Tetis), Ursula Andress (Afrodita), Jack Gwillim (Poseidón), Susan Fleetwood (Atenea), Pat Roach (Efestos), Harry Hamlin (Perseo), Judi Bowker (Andrómeda), Burgess Meredith (Ammón), Siân Phillips (Casiopea), Flora Robson (bruja estigia), Anna Manahan (bruja estigia), Freda Jackson (bruja estigia), Tim Pigott-Smith (Talo), Neil McCarthy (Calibos), Donald Houston (Acrisio), Vida Taylor, Harry Jones, Ferdinando Poggi, Tony Clarkin, Mike Cottrell, Ian Durrant, Mike Edmonds, John Ghavan, Peter Ross-Murray, Richard Sidoli, Fred Wood… Nacionalidad y año: Estados Unidos, Reino Unido 1981. Duración y datos técnicos: 118 min. color 1.85:1.
El mismo año en que se estrenó Simbad y el ojo del tigre (Sinbad and the Eye of the Tiger, Sam Wanamaker, 1977), la penúltima película del mago de los efectos especiales Ray Harryhausen, saltó a las pantallas La guerra de las galaxias (Star Wars, 1977)[1], y el éxito de esta es arrollador. Los gustos del público en materia de cine fantástico, parece ser, se dirigían hacia la ciencia ficción. Sin embargo, a Ray Harryhasuen este rumbo no le agradaba; a él le gustaba más el pasado que el futuro. Planteándose qué temáticas abordar en su siguiente película, ¿qué podría interesar al público de finales de los setenta? Y encontró una respuesta: la mitología. Jasón y los argonautas no había tenido excesivo éxito en la época del estreno, pero después había gozado triunfantes reposiciones, y había adquirido rango de culto[2]. Así pues, una nueva aproximación a ese mundo parecía ser la solución. “Supongo que de las materias que más entiendo, en términos cinematográficos, es de dinosaurios y de mitología”, diría Ray[3]. Puestos, por tanto, a escarbar en esa última materia, la historia de Perseo matando a la Medusa y salvando a Andrómeda de un monstruo marino podría ser un asunto de sumo interés para llevar a la pantalla. De hecho, esa idea ya la tuvo a finales de los cincuenta, y una vez más tras el estreno de Jasón. Sin embargo, uno de los problemas para abordarlo en aquellas fechas nos parecerá ridículo: el nombre de Perseo sonaba muy parecido al de Percy, y en aquella época, en Estados Unidos, ese nombre estaba vinculado al mundo homosexual; así pues, para que no sonora risible, debía cambiar el nombre del héroe y, por tanto, tergiversarlo por completo.
El viaje fantástico de Simbad
La historia volvió a su mente en 1969. En esa época, su guionista Beverley Cross vivía en Skiathos, una isla griega en el mar Egeo, una zona asociada precisamente a Perseo, y el escritor apareció con una sinopsis titulada Perseus and the Gorgon’s Head [Perseo y la cabeza de la Gorgona]. En aquel entonces, sin embargo, estaban preparando El viaje fantástico de Simbad (The Golden Voyage of Sinbad, Gordon Hessler, 1974), así que era inabordable; mientras hacían El ojo del tigre Beverley volvió a llamar la atención de Ray y Charles sobre esa historia. Sabían que había llegado el momento adecuado.
Ray realizó diversos dibujos, así la guarida de las Brujas Estigias, Medusa y Perseo, y varios diseños de Kraken, Pegaso y las brujas, y esculpió un bronce de Perseo decapitando a la Medusa, con el fin de que Beverley tuviera una fuente de inspiración para la escena. A la hora de desarrollar la historia habían de manipular las leyendas para ajustarse a una solución cinematográfica adecuada. Pegaso, por ejemplo, nacía de la sangre de Medusa, por lo cual aparecería casi al final de la historia, pero lo cambiaron para poder hacer más uso de él (sin embargo, renacerá de la cabeza de la Gorgona, una vez es abatido por el Kraken). La idea de una criatura naciendo de la sangre de Medusa, sin embargo, les gustaba tanto que la aprovecharon para la secuencia de los escorpiones. Ray argumentó que había que hacer uso de los dioses de un modo similar a como habían aparecido en Jasón, interviniendo en los asuntos de los mortales, y haciendo de ello una especie de juego: de ahí surgió lo de las figuritas, hermosa metáfora narrativa que no lo es tanto.
Harryhausen y Schneer
Cuando lograron un guion aceptable, Schneer se lo presentó a la Columbia, y ésta no solo lo aceptó, sino que se mostró entusiasmada. Pero a medida que se iba preparando la producción, la compañía empezó a sentirse preocupada por los costes, y decidió abandonar; Schneer acudió a otras compañías, pero sucesivamente una tras otra lo iban rechazando. Al fin se toparon con la MGM, que había tenido un parón de años y regresaba a la producción; estos respondieron que era exactamente el tipo de producto que buscaban, y no solo eso, sino que lo querían realizar a un nivel muy superior al que Ray y Charles pretendían, incluso con estrellas en el reparto. Así pues, se replanteó todo con vistas a una producción de ese calibre, y la película se re-tituló Clash of the Titans, adjudicándosele un presupuesto de dieciséis millones de dólares.
Para el papel de Perseo se hizo una lista de trescientos candidatos, entre ellos Malcolm McDowell, Michael York, Richard Chamberlain y Leigh Lawson (un actor televisivo sin especial relieve), hasta que al final optaron por Harry Hamlin, pese a que algunos distribuidores sugirieron a Arnold Schwarzenegger. Por aquella época, Hamlin empezaba, y había tenido un interesante papel de boxeador en Movie Movie (Movie Movie, 1978), de Stanley Donen, y protagonizó una sólida mini-serie televisiva, Studs Lonigan (Studs Lonigan, 1979), de James Goldstone, así como un film de carreras automovilísticas, King of the Mountain (1981), de Noel Nosseck. Tras Furia, por cierto, estuvo a punto de cometer un suicidio profesional aceptando el papel de homosexual en Su otro amor (Making Love, 1982), de Arthur Hiller, pero salió airoso del escándalo que provocó el film y encauzó una carrera aceptable, sobre todo en televisión, con papeles importantes en series como La ley de Los Ángeles (L. A. Law; 1986-1994).
En el cometido del poeta Amón querían a Michael Hordern o Peter Ustinov, pero la Metro objetó que ya había demasiados actores británicos, así que eligieron a uno norteamericano, y optaron por Burgess Meredith, que está sencillamente soberbio. La primera elección para Andrómeda fue la deliciosa Leslie-Anne Down, pero finalmente se optó por Judi Bowker, que había debutado en cine con Hermano sol, hermana luna (Fratello sole, sorella luna, 1972), de Franco Zeffirelli —al lado de Leigh Lawson, por cierto, uno de los previstos como Perseo—, actriz que ha tenido sobre todo una carrera teatral. Como Zeus, el dios de dioses, pensaron en John Gielgud, Orson Welles o Ralph Richardson, siendo elegido Laurence Olivier, que estaba muy enfermo en aquel entonces (y puede percibirse cierto agotamiento en su rostro en ocasiones, pese a estar espléndido en su papel). Como diosa Tetis se eligió a Maggie Smith, una magnífica actriz que, además, en aquel entonces era esposa del guionista Beverley Cross, con quien estuvo unida hasta la muerte de éste.
Demond Davies
El director, Demond Davies, fue elegido por Charles Schneer por el que fuera el debut de aquél en la pantalla grande, Girl with Green Eyes (1964), una típica muestra de free cinema inglés, pero Davies destacó sobre todo en la televisión británica. En la época del estreno su labor fue tachada por muchos, precisamente, de televisiva, pero vista la película hoy día el director aporta cierta pujanza y logra un estupendo equilibrio entre los actores, complementando muy bien los jóvenes con los veteranos.
En abril de 1978 Ray y Charles se dedican a buscar localizaciones, ubicándolas en Sicilia, el resto de Italia, Grecia y Turquía, así como, según su costumbre, España, y la fotografía principal comenzó el 14 de mayo de 1979 en los estudios Pinewood de Londres, arrancando con las secuencias en el Olimpo, y finalizando esa labor el 1 de septiembre. Después, durante dieciocho meses, Harryhausen trabajó en los complejos efectos de la película, esta vez con amplio apoyo de ayudantes, entre los que destaca el gran Jim Danforth; también contó con Janet Stevens, quien ya trabajó como escultora en El ojo del tigre, y que aquí se ocupó en especial de la Medusa y el Kraken.
Joshua Commanding the Sun to Stand Still
El Olimpo era, por supuesto, una maqueta, que ocupaba seis metros en los estudios Pinewood, con un telón de fondo inspirado en el cuadro Joshua Commanding the Sun to Stand Still [Josué ordenando al sol detenerse] de John Martin, todo ello envuelto en una perenne niebla que impide ver bien el fondo.
La primera criatura que tiene aparición es el Kraken, una entidad semihumana y escamosa con seis brazos que no procede de la mitología, sino que es enteramente creación de Harryhausen[4]. De él se construyeron dos modelos, uno de cuarenta y cinco centímetros de envergadura y un metro y veinte de largo, con el que se realizó el 95 % de la animación; y el segundo, solo del torso, de un metro veinte de alto, usado para planos muy cercanos. Hubo otro más, no articulado, y realizado por Jim Danforth, de cuerpo entero y de un metro veinte de largo también, para las tomas acuáticas, y confeccionado a base de gomaespuma, utilizado a modo de marioneta.
La destrucción de Argos fue rodada a base de múltiples sobreimpresiones, con maquetas de la ciudad, los extras corriendo ante una pantalla azul, y planos de agua rodados por separado en un tanque pintado de negro, y después fusionando todo, logrando un resultado bastante convincente, muy en la línea del cine de catástrofes de la época.
El buitre gigante era, en los bocetos iniciales del guion, un murciélago gigante o un halcón, pero Ray lo veía demasiado rutinario, así que optó por ese feo y espléndido buitre, para contrastar con la belleza de Pegaso. De este último se hicieron tres modelos, dos de unos treinta centímetros de alto por cuarenta y cinco de envergadura de las alas para las tomas largas, y otro de cuarenta y cinco de alto por setenta y cinco de envergadura, realizado cuando se dieron cuenta de que era preciso otro para tomas más cercanas. La piel del equino se confeccionó a base de la de cabras nonatas, y las alas de plumas de paloma. La escena más complicada fue la de la doma, rodada en un estudio en la localidad de Guadix, y que se filmó con una técnica similar a la que usó en Gwangi cuando este es cazado a lazo[5]. La mayor parte de la animación de Pegaso, por cierto, la hizo Jim Danforth.
Calibos no es un personaje procedente de la mitología griega, sino que es citado por Shakespeare en La tempestad (The Tempest, 1611). En principio no tenía diálogos, y por tanto iba a ser enteramente un muñeco animado, pero cuando se le decidió hacer hablar se optó por alternar planos en stop-motion (espléndidas las imágenes con una nerviosa cola siempre móvil) con un actor, Neil McCarthy, al que Colin Arthur aplicó un feo (en el buen sentido de la expresión) maquillaje.
El perro de dos cabezas Dioskilos es una variación del can Cerbero, que tenía tres; Harryhausen pensó que un perro con tres cabezas quedaba demasiado grotesco, así pues, optó por eliminar una. El modelo, de diecisiete por veintisiete centímetros, estaba cubierto de pelo de conejo siberiano, y su escena estaba previsto que fuese más larga y violenta, pero dado que a continuación había otra muy intensa se decidió acortar. La escena siguiente, por supuesto, era la de la Gorgona. Muchas de las representaciones artísticas que Harryhausen había visto de ella la mostraban como una mujer hermosa; él quería algo feo, maligno. Al final, se basó parcialmente en la estatua de Cellini de Perseo sosteniendo la cabeza de Medusa. En cuanto al cuerpo, decidió darle aspecto de sierpe, con toda lógica, un poco al estilo al de la mujer serpiente de Simbad y la princesa (The Seventh Voyage of Sinbad, Nathan Juran, 1958), pero más escamosa y repulsiva, y con la excelente idea de dos brazos normales con los cuales se impulsa al andar. Esa imagen le vino de la película La parada de los monstruos (Freaks, 1932), de Tod Browning, en la cual aparece un hombre sin piernas que avanza de ese modo. En un estadio primitivo del guion, Medusa había de ser decapitada por el escudo de Perseo, que tenía un borde filoso, pero en cierto momento les pareció demasiado violento, y fue Harry Hamlin quien sugirió el uso de la espada. Solo se realizó un modelo, de treinta y cinco por sesenta centímetros, y si bien se sugirió un modelo más detallado para tomas cercanas, Ray pensó que con eso era suficiente, y así se hizo, incluso en los primeros planos (donde se jugó con la iluminación de forma espléndida)[6].
Para el crecimiento de los escorpiones se usó el mismo truco que en El ojo del tigre con la abeja, y que no era sino una variación del del plano del brazo en Simbad y la princesa: se rodó filmando únicamente el brazo de la actriz, sobre un fondo neutro, y retrocediendo con la cámara, siempre con uno de los lados como punto de referencia; después, esa imagen se superpuso a un plano estático de la cama, y dio la impresión de que el brazo encogía. Más tarde se la hubo de situar en medio de decorados inmensos; por ejemplo, la almohada sobre la que se alzaba tenía doce por ocho metros.
El proceso de animación de todo el film acabó a mediados de enero de 1981.
Uno de los grandes problemas en las películas de Harryhausen, salvo excepciones, han sido siempre los repartos, compuestos por actores y actrices de recursos un tanto limitados. Furia de titanes disfruta del que es, sin duda, el más espectacular de sus castings, con una nómina de estrellas en verdad anonadante. Quizás lo peor de la cinta pueden ser el héroe, Harry Hamlin (con los años mejoraría como actor) y Ursula Andress como Afrodita, que representa una mera presencia[7]. Sin embargo, el resto de los intérpretes es muy solvente, si bien cabe destacar, a mi juicio, Laurence Olivier como Zeus, mayestático, soberbio y terrible; Maggie Smith como Tetis, irónica, inteligente y mordaz; y Burgess Meredith como Ammón, travieso, perspicaz y cordial. Pese a la poca consistencia de Hamlin como Perseo (parece que Harryhausen siempre ha sentido debilidad por lo héroes blanditos), su oponente femenina, Judi Bowker, de perenne rostro juvenil, sí aporta un aire delicado (aquí sí necesario) y, cuando es preciso, resuelto.
La realización de Desmond Davis es superior a lo que en tiempos se tachó, como ya se ha comentado, y ya la primera escena, con el destierro de Danae y el bebé Perseo, manifiesta la fuerza indómita de los elementos, con ese mar embravecido, que no es sino una metáfora de la furia de los dioses, más humanos de lo que ellos mismos desearían, y abocados a sentimientos como los celos, la simpatía, la venganza y la lujuria. En manos de ellos, los humanos son peones que no pueden sino seguir la senda que el destino (los dioses) les han forjado. El sólido guion de Cross, con unos consistentes diálogos dotados de fuste, así como los precedentes de determinados actores, conlleva a que en ocasiones la cinta adquiera ciertas resonancias de tragedia griega, o acaso shakesperiana. Se le unen determinados elementos para hacer el film más en la onda con el cine que se hacía en aquellos momentos, entre ellos una escena de destrucción inicial un tanto al tono de las películas de catástrofes de la década, obra de conocidos de Ray como Irwin Allen[8]; y también tiene una lamentable concesión, con la aparición del metálico Bubo, una clara réplica que fusiona a los R2D2 y C3PO de Star Wars, lo peor de la película, y sobre lo cual no vale sino pasar un tupido velo e ignorarlo.
Como cinta de aventuras, en fin, Furia de titanes es un espectáculo de primera línea, con los efectos de Harryhausen preponderando, en especial la escena de la Gorgona, todo un prodigio de iluminación (los primeros planos, con los ojos destacados, Ray lo definió como “iluminación a lo Joan Crawford”, por ser de uso común en las películas de esta actriz en los años cuarenta para la Warner), si bien todas las intervenciones de Harryhausen alcanzan aquí unos logros apabullantes, donde debe citarse el prodigio de sincronización a todos los niveles en la pelea en el pantano entre Perseo y Calibos. La excelente música de Laurence Rosenthal, un compositor un tanto a contracorriente, y establecido particularmente en el ámbito de la televisión, aporta a la cinta ese tono de aventura dinámica que termina por redondear una joyita del género muy superior a lo que en tiempos se la calificó. Es este, además, en muchos sentidos el canto de cisne de Harryhausen, el fin de una era, de una forma de entender los efectos especiales como algo artístico, artesanal y minucioso, que hoy día parece no tener cabida en la industria hollywoodiense. Fue la última aparición de un dinosaurio abocado a la extinción, incomprendido por la gente que no lo consideraba de su época. Así pues, como el último espécimen de los suyos, hizo oídos sordos a los cantos de la sirena del faro, y se ha aisló, quedando solo, hasta extinguirse, como los grandes monstruos del pasado.
Anécdotas
- Premios: 1982: Academy of Science Fiction, Fantasy and Horror Films: mejor actor secundario (B. Meredith); nominaciones: mejor film de fantasía, efectos especiales, música, actriz secundaria, vestuario.
- En principio fue contratado para la música el gran John Barry, quien grabó una demo de quince minutos, pero a Harryhausen no le gustó. Esa demo fue descubierta en los archivos del técnico el 18 de diciembre de 2019.
- El papel de Poseidón fue ofrecido a Rex Harrison, pero lo rechazó porque era demasiado insignificante.
- Se escribió una novelización de la película por parte del especialista Alan Dean Foster, publicada en 1981. Desarrolló más todos los personajes, incluidos algunos que en el film no son más que extras, como los soldados que acompañan a Perseo, que tienen nombres y diálogos.
- Remake: Furia de titanes (Clash of the Titans, Louis Leterrier, 2010).
- Estreno: 12 de junio de 1981 (Estados Unidos); 2 de julio de 1981 (España, Madrid; Reino Unido); 6 de julio de 1981 (España, Barcelona).
Bibliografía
Furia de titanes: una novela; de Alan Dean Foster; basada en el guión cinematográfico de Beverley Cross; traductor del inglés Agustín Contín Sanz. México: Lasser Press Mexicana, 1981. T.O.: Clash of the Titans – A Novel (1981).
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ***⅟₂
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] Después retitulada por su autor, George Lucas, Star Wars: Episodio IV – Una nueva esperanza (Star Wars: Episode IV – A New Hope).
[2] En España Jasón no gozó de estreno en su época, debido a la censura franquista, que prohibía la exhibición física de dioses de otras culturas. Solo después del éxito comercial de Furia de titanes se estrenó en nuestro país la primera.
[3] En HARRYHAUSEN, R. y DALTON, T.: Ray Harryhausen: An Animated Life. Londres: Aurum Press, 2009, pág. 261.
[4] Durante mucho tiempo se consideró que el pulpo gigante solo era una fantasía. Conocido como enteroptopus dofleini, puede llegar a alcanzar una longitud de hasta siete metros. Sin embargo, el mito ha definido a este animal como una criatura mucho más colosal. En 1802, el francés Pierre Denys de Montfort en su Histoire Naturelle Générale et Particulière des Mollusques define la existencia de dos de ese tipo de animales. Uno sería el kraken octopus, descrito no solo por marinos noruegos y balleneros norteamericanos, sino inclusive por antiguos autores como Plinio el Viejo; el otro sería el colossal octopus, uno de cuyos ejemplares se supone atacó un navío en la costa de Angola por aquellas fechas. De la mitología escandinava procede el mítico kraken, el cual podría alcanzar una longitud de hasta quince metros, y que daría lugar a un poema obra de Alfred Tennyson en 1830. La literatura, de hecho, también se hizo eco de este tipo de criaturas, y su aparición más popular puede que fuese en Veinte mil leguas de viaje submarino (Vingt mille lieues sous les mers, 1869), de Jules Verne.
[5] Una de las escenas más complicadas de rodar en The Valley of Gwangi [tv/dvd: El valle de Gwangi, Jim O’Connolly, 1969] fue cuando los vaqueros cazan a lazo a la bestia; en proyección dura cuatro minutos y medio, pero requirió cinco meses de filmación, debido al ajuste que había que hacer entre las cuerdas que arrojaban los actores de verdad (y que eran enlazadas a un poste en un jeep, que luego se eliminaba) y los hilos que Ray había de colocar en el modelo de dinosaurio, hilos que debían ajustar en todos los sentidos con las cuerdas.
[6] La otra aparición importante de ese personaje fue en la espléndida película de terror de la Hammer The Gorgon (1964) —estrenada muy tardíamente en España, como La gorgona, pero emitida previamente por televisión como La medusa y editada en vídeo como La leyenda de Vandorf—, dirigida por Terence Fisher. Pese a la enorme calidad artística de la película, la resolución visual de la criatura (la actriz Prudence Hyman, caracterizada por Roy Ashton) no es del todo solvente, y ofrece fuerza por la puesta en escena de Fisher y el uso de la iluminación. Recientemente también ha aparecido la Gorgona en la película infantil Percy Jackson y el ladrón del rayo (Percy Jackson & the Olympians: The Lightning Thief, 2009), de Chris Columbus, encarnada por la bella Uma Thurman. Aparte del remake de la presente, por supuesto.
[7] Curiosamente, y pese a que en ningún momento de la película compartan plano, Ursula Andress y Harry Hamlin iniciaron una relación romántica a partir de su encuentro aquí.
[8] Irwin Allen fue productor y director del film documental The Animal World (1955), donde el capítulo dedicado a los dinosaurios fue efectuado por Ray Harryhausen en compañía de Willis O’Brien, nada menos.
Pese al talento interpretativo de los dioses, recuerdo que los encontré demasiado viejo y fatigados, frente a la juventud eterna que tenían en la mitología. En particular Laurence Olivier tienen un aspecto muy frágil (me entero, gracias a ti, de que estaba enfermo). Thetis y Afrodita, pese a la otoñal belleza de las actrices, están lejos de sus lozanos referentes mitológicos.