Un hombre muere en extrañas circunstancias, y su viuda queda por completo desamparada en el plano económico, por lo cual acude a Sherlock Holmes para que descubra quién es el responsable de dejarla sin el dinero que cree le pertenece. Pronto, el detective andará tras la pista de una sociedad secreta, el Círculo Escarlata, cuyos miembros son asesinados poco a poco mientras el criminal deja sobre los cuerpos un papel con una estrofa de un poema sobre «diez negritos».
Dirección: Edwin L. Marin. Producción: K.B.S. Productions Inc. Productores: Samuel Bischoff, Burt Kelly, William Saal. Guion: Robert Florey, con continuidad y diálogos de Reginald Owen, sugerido por el libro A Study in Scarlet de A. Conan Doyle. Fotografía: Arthur Edeson. Música: Val Burton (director musical). Montaje: Rose Loewinger. Decorados: Ralph M. DeLacy. Intérpretes: Reginald Owen (Sherlock Holmes), Anna May Wong (Mrs. Pyke), June Clyde (Eileen Forrester), Alan Dinehart (Merrydew), John Warburton (John Stanford), Alan Mowbray (Lestrade), Warburton Gamble (Dr. Watson), J. M. Kerrigan (Jabez Wilson), Doris Lloyd (Mrs. Murphy), Billy Bevan (Will Swallow), Leila Bennett (Daffy Dolly), Wyndham Standing (capitán Pyke), Halliwell Hobbes (Dearing), Tetsu Komai (Ah Yet), Tempe Pigott (Mrs. Hudson), Cecil Reynolds (William Baker)… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1933. Duración y datos técnicos: 72 min. – B/N – 1.37:1 – 35 mm.
En 1933 el británico Reginald Owen encarnó por única vez al detective de Baker Street en esta película, tras haber sido Watson (papel para el cual estaba más físicamente adecuado) en Una aventura de Sherlock Holmes (Sherlock Holmes, 1932), dirigida por William K. Howard, y con Clive Brook como Holmes. Debió cogerle el gustillo al mundo de Conan Doyle con la citada, pues al año siguiente se embarca en esta cinta en la cual inclusive se encomienda a colaborar en el guion, que se acredita como «inspirado» en la famosa novela, si bien los productores solo pagaron por los derechos del título, no por el argumento en sí. Y es que el patrimonio de Conan Doyle cotizó a los productores un precio por los derechos del título y otro considerablemente más alto por utilizar la historia original, así que los productores decidieron pagar el precio más bajo. Este era, además, el inicio de un intento de crear una serie de películas sobre el personaje, pero el proyecto no abarcó más entregas que la presente.
El guion, pues, tiene diálogos y continuidad por parte de Brook, con redacción del interesante Robert Florey, ocasional guionista pero sobre todo director, faceta en la cual destaca su espléndida (y libérrima) Doble crimen en la calle Morgue (Murders in the Rue Morgue, 1932), malsana y atmosférica recreación del cuento de Edgar Allan Poe donde aparece el detective precursor de Holmes, Auguste Dupin, y aportación al mítico ciclo de terrores de la Universal en la época. La historia, como dijimos, no tiene nada que ver con lo relatado por Doyle, siendo una creación totalmente original de Robert Florey, en la que una serie de personajes van siendo asesinados mientras en sus cuerpos se dejan notas que contienen una estrofa de una rima infantil sobre «diez negritos»; en algunas fuentes se refiere que lo descrito en el poema es sobre «ten little fat boys» (diez niñitos gordos), mientras que en la copia que he visto se lee perfectamente «ten little black boys» (diez negritos). La rima original se conoce hoy día centrada en «diez soldaditos» o «diez ositos», por corrección política, pero con anterioridad se refería a diez negritos o a diez inditos, un antiguo poema tradicional que se publicó por primera en 1868 por Septimus Winner como «Ten little Injuns»; posiblemente en 1869 Frank J. Green lo adaptó como «Ten Little Indians», y se hizo muy popular en toda Europa.
Este elemento recordará al lector a una novela de Agatha Christie, Diez negritos. En efecto, la escritora inglesa escribió la novela que apareció por vez primera en el Reino Unido como Ten Little Niggers el 6 de noviembre de 1939 por Collins Crime Club, y después en Estados Unidos en enero de 1940 como And Then There Were None. En la versión inglesa se hablaba de diez negritos, y la acción tenía lugar en Nigger Island, mientras que en la versión norteamericana se traslada la acción a Soldier Island. En todo caso, el elemento de la rima, como hemos visto, ya estaba presente en esta película, así como un fundamental hecho al final que no podemos desvelar, pero que también es idéntico en la novela de Agatha Christie. Al respecto, Florey declaró: «Dudo que Agatha Christie viese A Study in Scarlet, pero supondría un cumplido si le hubiese servido de inspiración». Muy diplomáticas palabras. Aunque, según parece, la historia semeja muy similar a una novela del escritor belga de misterio Stanislas-André Steeman, Seis hombres muertos (Six hommes morts, 1931), reeditado después en 1967 como Le dernier des six[1].
Anecdóticamente refiramos algunos detalles más. Así, el año anterior a la presente, la MGM estrenaba la espléndida película La máscara de Fu Manchú (The Mask of Fu Manchu, 1932), dirigida por Charles Brabin y Charles Vidor, basándose en la saga literaria de Sax Rohmer sobre el malvado oriental (trasunto obvio del Moriarty de Doyle), a quien se enfrentan el detective de Scotland Yard Nayland Smith y su ayudante y narrador de las historias, el doctor Petrie (nuevos y obvios trasuntos de Sherlock Holmes y el doctor Watson). En esa película, los guionistas, Irene Kuhn, Edgar Allan Woolf y John Willard, decidieron prescindir del doctor Petrie, posiblemente asumiendo que era un mero recurso literario con el fin de narrar las incidencias y para que Smith fuese explicando algo al personaje y, por ende, al lector. Aquí no se podía hacer lo mismo, dada la enorme celebridad de Watson, pero el personaje es muy dado de lado, tanto por los personajes como por la propia narración, de ahí que en los créditos aparezca tan avanzado, por debajo incluso de Lestrade (en los créditos Lestrede). Añadamos también que la acción se ambienta en Londres, pero en la actualidad al rodaje del film, recurso que después asumiría el célebre ciclo sobre Holmes realizado por la Universal con Basil Rathbone como protagonista, y que, en realidad, había sido la constante desde la primera aparición del detective en la pantalla.
La película comienza con el descubrimiento de un cadáver en un tren, y después nos trasladamos a Baker Street. La cámara nos muestra el número 221A de la calle, y después varía el plano a un contrapicado para mostrarnos la ventana del piso superior. Ahí están Holmes y Watson, encarnados respectivamente por Reginald Owen y Warburton Gamble. Watson, como ya se ha referido, ofrece una participación escasa, y el personaje por ende resulta gris y desdibujado, apenas una comparsa sin personalidad ni desarrollo. Holmes, por su parte, aparece con unas facciones algo gruesas y con poco carisma visual, si bien Owen realiza una buena interpretación y en algunos gestos y poses recuerda enormemente a Basil Rathbone.
Pese a los referidos detalles argumentales, de gran interés, la trama sin embargo resulta floja, y en pocas ocasiones vemos a Holmes hacer uso de su característica capacidad deductiva, yendo el desenvolvimiento de la historia más conducida por los guionistas en sí que por la labor del detective, si bien este sí exhibe su capacidad para el disfraz hacia la mitad del metraje, en una escena simpática y plena de carisma. Exhibe el film, además, un exceso de verborrea, y resulta estática y teatral. El director, Edwin L. Marin, ofrecía aquí su segunda película, y después se convertiría en un activo realizador, en especial de sólidas muestras de wésterns de serie B, si bien en esta ocasión se le percibe aún inmaduro y proporciona una realización algo agarrotada, muy característica, por otra parte, de inicios del sonoro, si bien hace gala de algunos planos interesantes en lo que se refiere al punto de vista, como por ejemplo al inicio, cuando se descubre el cadáver en el tren, utilizando muy bien la profundidad de campo y la perspectiva. Amén de ello, refiramos que recrea con habilidad los moldes del cine británico de la época, pudiendo pasar la presente como una película inglesa sin problema, ayudado, eso sí, por la nacionalidad de muchos de los actores empleados (Reginald Owen, por cierto, sería después bastante recurrente en la filmografía de Marin) o su ductilidad.
En suma, se trata de una obra muy interesante por cuestiones históricas y anecdóticas, pero que por sí misma no resulta sino un film policial algo envarado y poco significativo si no fuese por lo citado. No nos extraña, pues, que el intento de iniciar un ciclo se quedase en la presente muestra.
Anécdotas
- El rodaje tuvo lugar entre febrero y principios de abril de 1933.
- El film está en dominio público.
- Aunque figura la segunda en el reparto, Anna May Wong solo aparece en pantalla durante menos de diez minutos.
- Estrenada en Estados Unidos el 14 de mayo de 1933 a nivel global, y el 31 de mayo en Nueva York. En España se estrenó el 21 de enero de 1935, en el cine Fígaro de Madrid. En Barcelona no se vio hasta una reposición el 20 de agosto de 1951, en el cine Principal Palacio, en programa doble con el film italiano 100.000 dólares (Centomila dollari, 1940), de Mario Camerini; esa reposición tuvo lugar en Madrid el 26 de octubre de 1953, en el cine María Cristina, en programa doble con el musical Secretaria brasileña (Springtime in the Rockies, 1942), de Irving Cummings.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: **
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] De esta novela existe adaptación cinematográfica, El último de los seis (Le dernier des six, Georges Lacombe, 1941), con guion de H.-G. Clouzot. También hay versión al cómic, Six hommes morts (1989), con guion de André-Paul Duchâteau, dibujo de Xavier Musquera, coloreado de Liliane Denayer y publicación por parte de Claude Lefrancq éditeur. Duchâteau, por cierto, también tiene varias adaptaciones de Sherlock Holmes.