España, siglo XIX. Las continuas guerras han conducido a que Salvador mantenga a su esposa Lucía y a su hijo Diego encerrados en un caserón enclavado en un páramo desolado, donde ha colocado una especie de espantapájaros que señalan el límite de lo que considera seguro. Pero viven día a día con el miedo de que el espanto del conflicto bélico llegue a ellos. Diego, además, teme la llegada de algo que llama la bestia…

Dirección: David Casademunt. Producción: Rodar y Rodar Cine y Televisión, Fitzcarraldo Films para Netflix. Productores: Marina Padró Targarona, Joaquín Padró, Mar Targarona. Guion: David Casademunt, Martí Lucas, Fran Menchón. Fotografía: Isaac Vila. Música: Diego Navarro. Montaje: Alberto de Toro. Diseño de producción: Balter Gallart. FX: Nacho Díaz (supervisor de efectos especiales de maquillaje), Jesús García (artista de efectos especiales de maquillaje), Joseph Díaz, Daniel López-Izquierdo (supervisores de efectos visuales). Intérpretes: Inma Cuesta (Lucía), Roberto Álamo (Salvador), Asier Flores (Diego), Alejandra Howard (Juana), Víctor Benjumea (hombre de la barca)… Nacionalidad y año:  España 2021. Duración y datos técnicos: 92 min. Color 2.39:1.

 

David Casademunt (nacido en Barcelona el 27 de abril de 1984) es un artista variado. Ha dirigido seis cortos y ha hecho un documental en colaboración con Joan Capdevila titulado Rumba Tres: De ida y vuelta (2016) acerca del célebre conjunto musical. Fue operador en otro documental televisivo, Peret i l’origen de la rumba catalana (2016), de Carles Prats, así que sabemos, en el plano musical, qué gustos tiene. También ha compuesto la banda sonora de uno de sus cortos, Jingle Bells (2007), y es productor de diversos videos musicales centrados en The Eyeballs, Dani Gascón, Cali & El Dandee y Utero. Ahora debuta en la realización de largometrajes con El páramo (2021), que podría parecer situarse en las antípodas de todo lo que ha hecho con anterioridad, aunque no he visto ninguno de sus cortos (qué difícil es acceder a ese tipo de obras), si bien tiene al menos uno, La muerte dormida (2014), que podría ser fantástico, por su apariencia.

El páramo (2021) es una película de terror. Sobre eso no cabe la menor duda posible. Aunque es un tipo de horror especial. Pese a ese título de rodaje, La bestia, y la alusión de una criatura que parece acechar en el exterior, y que día a día va avanzando, no es una cinta de monstruos. O sí. El monstruo es nuestro propio miedo. Y el terror del film es esencialmente atmosférico. Es una de esas cintas en las que, para muchos, «no pasa nada».

El pánico hacia las diferentes guerras que azotaban España en el siglo XIX[1] —tema también de fondo de otro film nacional muy recomendable, Ilargi guztiak. Todas las lunas (2020), de Igor Legarreta, y con el que el presente tiene diversos puntos en común— es lo que activa los comportamientos de este trío protagonista. Salvador, el padre, teme que esa lucha de hermano contra hermano llegue a los límites del páramo donde tienen enclavada su cabaña, mísera, pobre, cuyas tierras apenas pueden alimentarlos. Ha establecido un límite que marca con una especie de espantapájaros: a partir de ahí es mejor no aventurarse, bajo el temor de que esa guerra les afecte. Salvador intenta protegerlos, pero al mismo tiempo alimenta de continuo el miedo que marca el día a día de sus existencias. Lucía, la madre, sobreprotege al niño. Mientras que el padre intenta educarlo y endurecerlo, ella procura que esa infancia que se va perdiendo queda al menos unos años más retenida. Ambos suelen jugar a menudo, se dan una especie de felicidad que alumbra lo oscuro de sus existencias.

Diego, el niño, es interpretado por Asier Flores, quien ya en Dolor y gloria (2019) de Pedro Almodóvar supuso una revelación, y que también aparece en la fallida serie La valla (2020). La emoción y sensibilidad que otorga a su personaje es gran parte del sostén de la película. Diego es un crío que vive inmerso en constantes temores. Por las noches no puede dormir de lo aterrorizado que está, y parte de ese miedo lo provocan una especie de esculturas de madera con formas tortuosamente humanas; cuando por la noche debe salir a la letrina —lejana, perdida en el páramo— es toda una excursión, y ha de acompañarlo uno de sus progenitores con un arma, por si en la oscuridad brota algo (¿un soldado? ¿Algo más informe?). Además, Diego vive atemorizado por la presencia de la bestia, una criatura que por las noches parece aproximarse a la cabaña, y que día a día se acerca más y más. Su padre le cuenta que su hermana, Juana, murió agredida por esa criatura, y él teme que el ataque se repita.

La atmósfera tenebrosa y temible es recreada por Casademunt a través de una fenomenal fotografía que le sirve Isaac Vila, de matices terrosos, de texturas carentes de colores vivos, mortecina, tan gris como la vida de los protagonistas. Acaso su emisión por televisión, vía Netflix, no sea lo más adecuado, pues estas espléndidas imágenes merecen la pena ser vistas en pantalla grande. El realizador otorga una narrativa majestuosa y elegante a la historia, sin tomarse prisas, pero tampoco volcándose a un preciosismo vacuo, pues cada escena, cada diálogo, tiene una motivación que va desarrollando las relaciones entre los personajes y lo que conduce hacia su resolución.

El páramo trata sobre los miedos internos que, alimentados de continuo, van creciendo hasta tomar forma, llegando a desarrollar una existencia más sólida que muchos elementos reales. Es el propio subconsciente el que da cuerpo a esos temores, los hace crecer, hasta convertir un muñequito de madera insignificante en una bestia atroz que nos acecha. Todo es cuestión de perspectiva, de mirada.

 

Anécdotas

  • Título de rodaje: La bestia.
  • Título internacional anglosajón: The Wasteland.
  • El rodaje tuvo lugar en un impresionante páramo de la provincia de Teruel.
  • Programada en el Festival de Sitges y proyectada el 12 de octubre de 2021.
  • Estrenada en España y mundialmente el 6 de enero de 2022, vía Netflix.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

CALIFICACIÓN: ****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] Hubo tres guerras civiles, la guerra carlista de 1833, la de 1846 y la de 1872.