Estados Unidos, en 1935. En una zona rural, en una granja, viven los gemelos Niles y Holland, que durante un largo verano se divierten jugando de la forma limitada en que se puede por esa zona. De vez en cuando, la abuela Ada los entrena en un ejercicio que consiste en proyectarse fuera del cuerpo y entrar en el de un ave, por ejemplo, y disfrutar del vuelo.
Dirección: Robert Mulligan. Producción: Benchmark, Rem, Twentieth Century Fox. Productor: Robert Mulligan. Productor delegado: Tom Tryon. Productor asociado: Don Kranze. Guion: Tom Tryon, según su propia novela. Fotografía: Robert Surtees. Música: Jerry Goldsmith, Alexander Courage. Montaje: Folmar Blangsted, O. Nicholas Brown. Diseño de producción: Albert Brenner. Intérpretes: Uta Hagen (Ada), Diana Muldaur (Alexandra), Chris Udvarnoky (Niles Perry), Martin Udvarnoky (Holland Perry), Norma Connolly (tía Vee), Victor French (Angelini), Loretta Leversee (Winnie), Lou Frizzell (tío George), Portia Nelson (Mrs. Rowe), Jenny Sullivan (Torrie), John Ritter (Rider), Jack Collins (Mr. P.C. Pretty), Ed Bakey (Chan-yu), Clarence Crow (Russell), Bob Melvin, Angelo Rossitto, Carolyn Stellar… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1972. Duración y datos técnicos: 108 min. – color – 1.85:1 – 35 mm.
Robert Mulligan (1925-2008) fue un peculiar realizador proveniente de lo que vino a denominarse «la generación de la televisión», en la cual se encuadran otros cineastas como John Frankenheimer, Sidney Lumet o Arthur Penn. Eran directores formados en el medio catódico, y en una época, además, donde muchos dramáticos eran emitidos en directo, lo cual exigía agilidad y sentido de la observación. Su debut en el cine fue la muy poco conocida El precio del éxito (Fear Strikes Out, 1957), si bien siguió trabajando en la pequeña pantalla, hasta que con Perdidos en la gran ciudad (The Rat Race, 1960) se centró en la grande.
Tocó prácticamente todos los géneros, salvo la ciencia ficción, si bien destaca sobre todo su capacidad para desarrollar historias de carácter afectivo. Conviene no olvidar su wéstern con ribetes de terror La noche de los gigantes (The Stalking Moon, 1968), pero, por supuesto, su gran obra maestra es la extraordinaria Matar a un ruiseñor (To Kill a Mockingbird, 1962), basada en la novela de Harper Lee publicada en 1960, y donde se descubre como un magnífico observador del mundo infantil desde una óptica algo perversa. Es posible que, por ello, decidió abordar otra novela que ofrecía una aproximación hacia el mundo de los niños más incómoda aún, a tal punto que se trata de una obra de terror: El otro (The Other, 1971).
Tom Tryon (1926-1991) fue un actor de aspecto seco y adusto. En 1958 protagonizó la deliciosa I Married a Monster from Outer Space [tv/dvd: Me casé con un monstruo del espacio exterior, 1958], de Gene Fowler Jr., pero su gran lanzamiento fue El cardenal (The Cardinal, 1963), de Otto Preminger. Sin embargo, no estaba contento con su carrera como actor, así pues en 1969 se retiró del cine –su última película fue A la busca de mi asesino (Color Me Dead, 1969), de Eddie Davis, aunque después, en 1971, hizo sendos cameos sin acreditar en Johnny cogió su fusil (Johnny Got His Gun), de Dalton Trumbo, y Orgullo de estirpe (The Horsemen), de Frankenheimer–, y comenzó a escribir novelas de terror, misterio y ciencia ficción, con notable éxito crítico y comercial, aunque en España es célebre sobre todo por El otro[1]. También conocida en nuestro país es Crowned Heads (1976)[2], una colección de novelas cortas centradas en el mundo de Hollywood, y una de las cuales sirvió para que Billy Wilder dirigiese Fedora (Fedora, 1978), así como Lady (1974)[3], que se ubica en la misma época que El otro, y que narra la turbia relación entre una dama y un joven muchacho.
Amén de un prólogo, un epílogo y dos interludios ambientados en la actualidad en que se publicó el libro, y relatados por un narrador ignoto[4], el grueso del mismo se ubica en Nueva Inglaterra, en 1935, en una localidad agrícola, donde viven los Perry, una familia de origen ruso. Holland y Niles son dos hermanos gemelos de trece años, de características opuestas: mientras Niles es dulce y reflexivo, Holland es cruel y nervioso. Los dos, además, comparten una conexión que llega a una inconsciente vinculación telepática, amén de haber heredado la capacidad de una especie de proyección astral dentro de los animales del entorno, que adiestra su abuela.
Sorprende cómo, siendo esta su primera obra literaria, consigue sin embargo esa madurez narrativa. En su época como actor transmitía a sus personajes un aire introspectivo, no exento de cierto tono huraño y torturado, todo lo cual parece trasladarse a las hojas de su narración, donde sobre los protagonistas aletea una constante sombra de misterio, de abstracción, dentro de un ambiente bucólico, en el cual la Norteamérica de la época del New Deal, la de las manzanas maduras, la época de siembra y la recolección, se torna un lugar sombrío, un reflejo de lo que ha dado en denominarse American Gothic, con ciertos ecos de la narrativa de Ray Bradbury, pero más malsano.
La película de Mulligan cuenta con guion del propio Tryon, que también ejerce como productor delegado. En los inicios del proyecto, el escritor quería a Ingrid Bergman para el papel de la abuela Ada, así como a Mark Lester para el rol doble de los gemelos. Finalmente, la abuela fue encarnada por Uta Hagen, actriz germana de brevísima carrera cinematográfica, y los gemelos por Chris y Martin Udvarnoky. Ambos trabajaban en obras teatrales en Nueva York, en un estudio propiedad de Herbert Berghof, marido de Uta Hagen. Esta es su única película; Chris, después, trabajó como técnico de rayos X y falleció en 2010, y Martin ejerce de masajista terapéutico. El cometido de Alexandra, la madre, es efectuado por Diana Muldaur, talentosa actriz de carácter sobre todo televisiva, famosa por, al menos, tres papeles: el de Chris Coughlin, la novia de McCloud en la serie homónima (1970-1977), el de la doctora Pulaski en la segunda temporada (1988-1989) de Star Trek: la nueva generación (1987-1994), y el de Rosalind Shays durante las temporadas 4 y 5 (1989-1991) de La ley de Los Ángeles (1986-1994). Debemos resaltar también la participación de un excelente Victor French como Mr. Angelini y un jovencísimo John Ritter como Rider.
La labor de adaptación que ejerce Tom Tryon con su propia obra es sorprendente; en algunos momentos se inventa escenas que no aparecen en el libro, pero que sirven para narrar situaciones que se han descrito de manera distinta. Aún con ello, la fidelidad es casi absoluta, variando solo tres detalles: el descubrimiento del cuerpo del bebé en la novela se hace mucho más tarde, y en circunstancias mucho más horribles; en el libro no se menciona cómo la chusma implica a Mr. Angelini en los hechos; y la referida estructura de prólogo, interludios y epílogo, que aportan un final sorpresa, que en el film no es necesario[5].
Tal como hizo en Matar a un ruiseñor, Mulligan se muestra de una habilidad especial para expresar el mundo infantil, el de los veranos de vacaciones interminables, los juegos inventados, la intrusión de los niños en una realidad aterradora. La partitura musical de Jerry Goldsmith refleja también muy bien ese tono, y aporta matices que recuerdan a la composición de Elmer Bernstein para la otra película. Podría decirse que ambas cintas exhiben un espíritu complementario que las convierte en un díptico coherente y homogéneo[6].
Mulligan rueda a los gemelos siempre haciendo uso del plano-contraplano, o bien relacionándolos por medio de un travelling lateral, que ejerce la función de mostrar al objeto que mira y al objeto que se ve, empleando de tal manera el punto de vista para no engañar al espectador. La excelente fotografía de Surtees, que utiliza con maestría la profundidad de campo, sirve para reflejar ese ambiente bucólico embriagador que, sin embargo, oculta tras sus brillantes imágenes de verdes y dorados algo enfermizo, malsano. Es la corrupción que se oculta a los ojos del espectador normal, hasta que logra vislumbrar la realidad cambiando el enfoque.
En lo que respecta a la escena de la feria, si bien breve, tiene una importancia crucial para el desarrollo completo del film. De hecho, éste (así como la novela) se halla compuesto de pequeños detalles, casi insignificantes, que unidos crean un todo coherente; cada elemento disperso tiene después un reflejo en un acontecimiento posterior. En la feria, Niles y Holland se cuelan en un espectáculo de freaks —muy parecido al de la película de Browning; además, la acción acontece tres años después del estreno de ésta—. Quedan ensimismados ante un frasco de alcohol conteniendo un bebé muerto, y que padece hidrocefalia, visión distorsionada que después se repetirá en cierto modo. Serán espantados del lugar por un hombre con acromegalia. Más tarde se internan en un espectáculo de magia celebrado por un mago, Mr. Chan-yu, «un farsante —refiere Niles—; ni siquiera es chino». Niles, empleando su habilidad con «el juego» —la proyección astral dentro de otros—, descubre el modo en que el prestidigitador realiza su truco, y decidirá repetirlo más adelante para un espectáculo en casa. El mundo de la feria, pues, es una mezcla de realidad e irrealidad, de autenticidad y farsas, tal como acontece en el nutrido entorno familiar, donde la relación entre Niles y Holland se rige por ese propio juego de irrealidad, de apariencias: nada más empezar la película, vemos a Niles sentado en el campo, y un efecto óptico hace ver al muchacho con doble imagen, esto es, con su doble superpuesto.
El otro es una obra maestra del terror sutil, delicada, elegante, salpicada por bruscas pinceladas de explicitud salvaje, incómoda. Es, en cierto modo, la historia de una posesión incoada por un fantasma, aunque desde una perspectiva diferente, asumida, buscada, una forma de representar las obsesiones de unas personas por otras, y cómo quedamos atrapados en el ámbar que somos nosotros mismos. Cabe destacar, por último, la reciente película austríaca Buenas noches, mamá (Ich seh, Ich seh, 2014), dirigida por Severin Fiala y Veronika Franz, ganadora del Méliès d’Argent y mención especial del Jurado de la Crítica en Sitges, y que se antoja como una especie de remake poco encubierto del clásico de Mulligan.
Anécdotas
- Título en Colombia: Los mellizos del terror.
- En el festival de Sitges de 1972 recibió la Medalla en Oro de Ley al mejor director.
- Rodada entre septiembre y diciembre de 1971 en las localidades de Angels Camp (las escenas del carnaval) y de Murphys, en California.
- El guionista Thomas Tryon se declaró profundamente decepcionado por el resultado final: «Oh, no. Me rompió el corazón. Jesús. Fue muy triste… Esa película se arruinó en el montaje y el casting. Los chicos eran buenos, Uta era buena, las otras partes, creo, fueron descuidadamente elegidas en algunos casos… No todos, pero en algunos casos. Y, Dios sabe, estaba mal montada y mal dirigida. Tal vez todo el asunto fue el guion echado a perder, no lo sé. Pero creo que era un buen guion».
- Se estrenó en Estados Unidos el 23 de mayo de 1972, en Nueva York, el 24 en Los Ángeles, y el 26 en el resto del país. En España el debut tuvo lugar el miércoles 23 de mayo de 1973 en el cine Salamanca de Madrid.
Bibliografía
El otro; por Thomas Tryon; traducción de Olalla García. Madrid: Impedimenta, 2019. T.O.: The Other (1971).
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] El otro; traducido por Amparo García Burgos. Madrid: Opera Prima, 2001. Colección: Imperdibles. Con anterioridad hubo otra edición, que contó con varias reediciones: El otro; traducido por Amparo García Burgos. Barcelona: Grijalbo, 1972.
[2] Publicado como Mitos de cristal; traducido por Iris Menéndez. Barcelona: Argos Vergara, 1977.
[3] Publicado como Lady; traducido por Iris Menéndez. Barcelona: Argos Vergara, 1977.
[4] En la edición que yo tengo, la de Grijalbo, en la solapa de la sobrecubierta destripan el final. Avisados estáis.
[5] Existe una reconversión para la televisión norteamericana que, al final, incluye una voz en off que refiere: «Holland, el juego terminó. Ya no podemos jugarlo más. Pero cuando venga el sheriff, le preguntaré si lo podemos jugar en nuestro nuevo hogar».
[6] O una trilogía, si le añadimos la también muy interesante, pero nada oscura, Verano en Louisiana (The Man in the Moon, 1991), última cinta de Mulligan, y centrada en la adolescencia y el despertar sexual.