Unos obreros están construyendo un funicular en la zona de los volcanes de Popocatépetl. En el lugar corre la leyenda de un monstruo que guarda un tesoro azteca. De hecho, el doctor Moctezuma posee un medallón que dice legado del antiguo emperador. Hay un misterioso individuo que quiere hacerse con la joya y, al mismo tiempo, su hija Lupe está dominada mentalmente por la criatura.
Dirección: Jaime Salvador. Producción: Cinematográfica Grovas, Cooperativa Cinematográfica La Mexicana. Productores: Jesús Grovas, Rafael Pérez Grovas. Productor ejecutivo: Adolfo Grovas. Guion: Federico Curiel, Alfredo Ruanova. Fotografía: Ezequiel Carrasco. Música: Sergio Guerrero (director musical). Montaje: José W. Bustos. Diseño de producción: Salvador Lozano Mena. Intérpretes: Joaquín Cordero (Jorge Méndez), Ana Bertha Lepe (Lupe Moctezuma), Andrés Soler (Dr. Moctezuma), Jorge Russek (Valdés), Antonio Raxel (Mister Morris), Salvador Lozano (ingeniero), Víctor Alcocer (Gorila), José Dupeyrón (esbirro de Gorila), David Hayat (Alberto ‘Beto’ Moctezuma), Magdaleno Barba (esbirro de Gorila), Jesús Gómez (Pedro), Margarito Luna (Antonio), Amado Zumaya (Fabián), Felipe del Castillo (obrero), José Raúl Mena (obrero), Joaquín Roche (obrero), Aurelio Salinas, Carlos Suárez, Armando Acosta, José Chávez… Nacionalidad y año: México 1963. Duración y datos técnicos: 76 min. B/N 1.37:1.
El barcelonés Jaime Salvador Valls, nacido en 1901, se trasladó a París en 1924, donde estuvo trabajando en la distribución de películas europeas en América Latina. Tras diversas labores más dentro del mundo del cine, al estallar la Guerra Civil se reubica a los Estados Unidos, donde finaliza sus estudios en el ámbito cinematográfico, y allí dirige su primera película, la comedia hablada en español Castillos en el aire (1938), codirigida con Frank Paul Sylos y Martin G. Cohn. En 1939 se reasenta en Cuba, realiza diversas cintas, y en 1941 llega a México, donde además de dirigir filmes escribe otros, como algunos para la estrella Cantinflas, con un total de veintisiete. Escribió también para Buñuel, y tuvo una nutrida carrera como director, hasta rodar 105 películas, todas ellas cine de muy diferentes géneros. Su último film fue La señora Muerte (1969), con John Carradine, tras lo cual se retiró por motivos de salud, para dedicarse solo a escribir, tanto para cine como para televisión, hasta su muerte en 1976 en México D. F.
El monstruo de los volcanes (El monstruo de los volcanes, 1963) es una muy sencilla película de complemento para cines de reestreno, que debido a su ambiente desértico podría recordar a las antiguas cintas de ciencia ficción norteamericanas de una década atrás, si bien con un lustre muy menor. Aquí la criatura, en todo caso ―un antropoide de tupida pelambrera blanquecina―, parece tener origen sobrenatural, pues es una entidad convocada por los antiguos dioses aztecas para preservar un tesoro de su pueblo. Cuando la zona es profanada por un grupo de trabajadores, el monstruo peludo regresa y comienza a matar a los obreros.
Paralelamente a ello hay una trama de un misterioso individuo que desea hacerse con el medallón que posee el doctor Moctezuma, bastante poco interesante. El malo dispone de un acólito al que todos llaman Gorila, y cuando tiene reuniones con él lo hace en total oscuridad y cegándole con una linterna, algo del todo absurdo, pues el compinche conoce su identidad. Por supuesto, todo ello es de cara al espectador, para mantener el misterio, aunque todo es adivinable con facilidad. Tampoco tiene excesivo interés el episodio centrado en el tarambana hijo del doctor, Beto, que juega por dinero y pierde, desde luego.
Más interés tiene otra subtrama, ésta centrada en la guapa hija del doctor, Lupe, quien parece tener una conexión telepática con la bestia. Mientras ella duerme por la noche, recibe llamadas de la criatura, y en trance atraviesa los bosques y el desierto ―planos larguísimos, sin sentido de la elipsis, con ella caminando sin parar― hasta llegar a la cueva donde habita el monstruo. Ese control puede parecer un tanto vampírico, o también recordar el clásico Svengali (Svengali, Archie Mayo, 1931). La criatura habla mentalmente con una voz muy elegante, y tiene a su alrededor otras mujeres en camisón y en trance, y ella ha de ocupar otro lugar allí, aunque Lupe, aún bajo su influencia, se apaña para alargar la situación. Esta especie de pacto también hace rememorar el cuento “La bella y la bestia”.
En fin, pese a todo, el resultado es bastante predecible. Cabe destacar la insistencia que se tiene en el film con el karate, que se define como “un arte criminal, donde el combatiente posee poderes sobrehumanos”. La ambientación está bien resuelta, el monstruo es un hombre con un disfraz muy evidente, en especial la capucha postiza, y la dirección sigue los moldes sencillos del cine mexicano de género, planteado para un público ingenuo y de escasas exigencias. Aunque, en cierta manera, el film podría interpretarse como un enfrentamiento entre lo antiguo ―la civilización azteca que representa la criatura― y el progreso ―el ingeniero que interpreta Joaquín Cordero, y que trae los avances industriales a la zona, y quien será el causante de la muerte final del monstruo―. La violencia de la muerte de algunos obreros es un tanto llamativa, y la resolución final resulta demasiado abrupta y decepcionante. La cosa resulta simpática, a qué negarlo, aunque su nivel es un tanto paupérrimo.
Anécdotas
- La guarida del monstruo está rodada en las Grutas de Cacahuamilpa, en Guerrero, México.
- Secuela: El terrible gigante de las nieves (Jaime Salvador, 1963).
- Estrenada en México en 4 de enero de 1963. En España fue autorizada por el Ministerio de Cultura el 21 de diciembre de 1965; en Barcelona se exhibió a partir del 15 de julio de 1968, en el cine Marina, en programa doble con Ocaso de un pistolero / Mani di pistolero (Rafael Romero Marchent, 1965). En Madrid no hay constancia de que se estrenara.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *½
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra