Adrian Griffin, un científico experto en óptica, es también un maltratador. Su esposa, harta de soportarlo, escapa de él y se refugia en casa de un amigo. Pero al poco ella empieza a constatar la presencia de alguien más en la casa…
Dirección: Leigh Whannell. Producción: Goalpost Pictures, Blumhouse Productions, Dark Universe, Universal Pictures. Productores: Jason Blum, Kylie Du Fresne. Productores ejecutivos: Rosemary Blight, Ben Grant, Beatriz Sequeira, Jeanette Volturno, Leigh Whannell. Guion: Leigh Whannell, según la novela de H. G. Wells. Fotografía: Stefan Duscio. Música: Benjamin Wallfisch. Montaje: Andy Canny. Diseño de producción: Alex Holmes. FX: Cutting Edge (efectos visuales). Intérpretes: Elisabeth Moss (Cecilia Kass), Oliver Jackson-Cohen (Adrian Griffin), Aldis Hodge (James Lanier), Storm Reid (Sydney Lanier), Harriet Dyer (Emily Kass), Michael Dorman (Tom Griffin), Benedict Hardie (Marc), Amali Golden (Annie), Sam Smith (detective Reckley), Zara Michaels (enfermera), Anthony Brandon Wong (víctima de accidente), Myles Rice (guardia de seguridad), Nash Edgerton, Dennis Kreusler, Michael Knott, Randolph Fields, Serag Mohamed, Bianca Pomponio… Nacionalidad y año: Australia, Estados Unidos 2020. Duración y datos técnicos: 124 min. – color – 2.39:1 – D-Cinema.
La novela de H. G. Wells ha dado lugar a infinidad de adaptaciones y, sobre todo, variaciones. La película clásica de la Universal de 1933, dirigida por James Whale, se suele considerar como la adaptación canónica, pese a la gran cantidad de cambios que hay con respecto al original literario. Posteriores cintas con la temática del «hombre invisible» han aprovechado, de un modo u otro, esos referentes, y es habitual encontrar guiños de distinto talente en esas nuevas visiones (o no visiones).
La presente aportación nacía con visos poco prometedores, dada la producción por parte de la casa Blumhouse Productions, por lo general tendente a películas de terror de escasos vuelos, y pongamos como ejemplo de ello la muy planita El sótano de Ma (Ma, Tate Taylor, 2019). Además, el espantoso tráiler hacía presagiar una especie de plagio en cutre de El hombre sin sombra (Hollow Man, 2000), otro acercamiento al mito por parte de Paul Verhoeven, y que quedó por debajo de sus posibilidades, dado su responsable.
Sin embargo, esas expectativas negativas, por suerte, se han frustrado, y cabe anunciar que El hombre invisible (The Invisible Man, 2020) es una aproximación a la temática muy recomendable, y que logra conjugar con habilidad dos enfoques, por un lado, el de «simple» película de género, y por otro, el de film con ciertas intencionalidades de reflexión social; además, esas dos visiones no se alternan en la narración, sino que se retroalimentan una por medio de la otra, y viceversa.
Lo mejor de la película es su primera hora, donde la confirmación del hecho fantástico queda en la incertidumbre, y todo se narra desde la perspectiva de la protagonista femenina, Cecilia Kass (una extraordinaria Elisabeth Moss). Ella ha sufrido en sus carnes y en su espíritu el maltrato de su marido, Adrian Griffin (un adecuadamente desagradable Oliver Jackson-Cohen), y ha huido del hogar, refugiándose en casa de un amigo, que vive con su hija adolescente. La mujer aún no ha superado la crisis emocional que ese acontecimiento ha supuesto, y de hecho sigue traumatizada y con el temor de que todo se repita: cuando sale a la calle a mirar al buzón, un corredor que pasa a su lado la asusta, haciéndola regresar de inmediato a la casa. Ese temor del regreso del maltratador se manifiesta más acrecentado cuando comienza a percibir extraños hechos en la vivienda de la presencia de alguien más. Pronto, ella llega a la conclusión de que su marido ha regresado, y está allí, invisible, gracias a sus conocimientos científicos. Por supuesto, todos los demás piensan que no razona con claridad, y el hecho de que, en esa primera hora, el film no dé muestras físicas de esa presencia hace jugar con la idea de si no estará todo en su mente. Ello sirve muy bien para articular un discurso donde el efecto del maltratador sobre su víctima sigue existiendo aún sin la presencia física de este. Que su presencia se dé realmente, pero no se le pueda ver, es un simpático giro en esa idea que alimenta su enfoque fantástico.
Además, esa primera hora se sirve, además, para violentar esa explicación realista por medio, simplemente, de la puesta en escena. La cámara, en momentos determinados, ocupa la posición del hombre invisible, y así vemos lo que él ve. A veces es un simple encuadre desde un ángulo un poco fuera de lugar, que nos hace inquietarnos por ofrecer una mirada que se inmiscuye en la intimidad de los personajes. Otras veces, los planos estáticos donde se intercala uno con cámara en mano sirven para desestabilizar el punto de vista.
Después, dada la temática de la película, es obvio que ha de confirmarse el enfoque fantástico de su narración. Ello no invalida lo previo, y la fluidez narrativa de un paso hacia el otro permite que la progresión dramática evolucione, sin estancarse como podría haber sucedido. Así, de una primera parte donde se juega con la intriga y el terror se pasa a una segunda parte con un enfoque de ciencia ficción y un poco de acción. Pero también en ese apartado hay espacio para cierta perspectiva un tanto de cine negro, con giros argumentales ingeniosos. Hay quien ha referido que, en ese sentido, se queda algo corta, pero teniendo en cuenta que es, digamos, una propina, y que la orientación se centra en otros ámbitos, es algo simpático y de agradecer.
También tenemos guiños al aficionado de toda la vida, como llamar al científico que se hace invisible con el nombre de Griffin, como el personaje de la novela de H. G. Wells. O también el detalle, cuando Cecilia está en el hospital, ante ella pasa una camilla con un hombre totalmente vendado, tal como el hombre invisible de la película de Whale y sus posteriores secuelas. Son pequeñas alusiones para hacer ver al espectador que el film comparte alma con otras cintas de igual espíritu.
Solo hay un problema, no en la película en sí, sino con respecto a su continuidad. El hombre lobo (The Wolfman, Joe Johnston, 2010) era un remake obvio, aún con las variaciones lógicas, de un clásico de la productora, El hombre lobo (The Wolf Man, George Waggner, 1941). Más adelante, Drácula: La leyenda jamás contada (Dracula Untold, Gary Shore, 2014) parecía haber sido un primer paso por parte de Universal para reconstruir su «Monster Universe», donde entrarían el conde, el hombre invisible, Frankenstein y demás criaturas de la noche; sin embargo, al final la productora se echó atrás y anunció que esa película no formaba parte de ese universo. Después, La momia (The Mummy, Alex Kurtzman, 2017) fue de nuevo una primera entrega del ahora llamado «Dark Universe», pero el merecido fracaso comercial de esta —donde aparecía también el doctor Jekyll, en un nuevo eslabón para forjar esa cadena— hizo morir esa nueva franquicia. Ahora, Universal ha delegado en Blumhouse la creación de ese nuevo «Dark Universe». El caso es que el enfoque realista que le ha proporcionado su director, Leigh Whannell —habitual actor, pero que como director tiene una carrera tan breve como prometedora, con una cinta de ciencia ficción muy estimada, Upgrade (2018)—, parece entrar un poco en contradicción con el tono un tanto más pulpero que podría suponer mezclarlo con el Monstruo de Frankenstein o el hombre lobo. En su día, en la base de datos del imdb estaban anunciados como proyectos nuevas versiones de Drácula, Frankenstein y la novia, el fantasma de la ópera y el jorobado de Notre Dame. Veo difícil conjuntar todo ello en un mismo universo. Veremos, ahora que el inminente estreno de Hombre lobo (Wolfman, 2025), también dirigida por Whannell, parece crear un nuevo eslabón en esta desarticulada cadena.
Anécdotas
- La elección inicial de los estudios como protagonista masculino eran Armie Hammer o Alexander Skarsgard.
- Originalmente, formaba parte del proyecto del Dark Universe de la Universal, para resucitar todos los monstruos clásicos de la casa, pero el fracaso de La momia (2017) canceló ese proyecto. En ese caso, protagonizaba Johnny Depp a partir de un guion de Ed Solomon. La presente película no aprovecha nada de ese proyecto.
- Previamente hubo otro proyecto con guion de David S. Goyer, en 2007.
- Estrenada en Australia el 27 de febrero de 2020; en Estados Unidos, el día 28. Y en España también el 28.
Bibliografía
El hombre invisible; por Herbert George Wells; traducción, Julio Gómez de la Serna; presentación y apéndice, Vicente Muñoz Puelles; ilustración, Enrique Flores. Madrid: Anaya, 2001. Colección: Tus libros. Selección; nº 21. Traducción de: The Invisible Man (1897).
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: ***½
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra