El doctor Jekyll es uno de los pilares morales del Londres del finales del siglo XIX, y en ese sentido es apreciado por todos sus convecinos, en especial, por supuesto, por Beatrix Emery, su prometida. En la intimidad de su hogar realiza experimentos con el fin de descubrir el método químico de eliminar del ser humano su parte negativa. Cuando la halla al fin, al tomarse la fórmula se convierte en el temible Mr. Hyde.
Dirección: Victor Fleming. Producción: Metro-Goldwyn-Mayer. Productores: Victor Fleming, [y Victor Saville, sin acreditar]. Guion: John Lee Mahin, [Paul Osborn, sin acreditar], basado en la novela de Robert Louis Stevenson, [y en el guion de Percy Heath y Samuel Hoffenstein, sin acreditar]. Fotografía: Joseph Ruttenberg. Música: Franz Waxman, Daniele Amfitheatrof, Mario Castelnuovo-Tedesco. Montaje: Harold F. Kress. Dirección artística: Cedric Gibbons. FX: Jack Dawn (maquillaje), Warren Newcombe (efectos especiales), Peter Ballbusch (efectos de montaje). Intérpretes: Spencer Tracy (Dr. Harry Jekyll / Mr. Hyde), Ingrid Bergman (Ivy Peterson), Lana Turner (Beatrix Emery), Donald Crisp (Sir Charles Emery), Ian Hunter (Dr. John Lanyon), Barton MacLane (Sam Higgins), C. Aubrey Smith (el obispo), Peter Godfrey (Poole), Sara Allgood (Mrs. Higgins), Frederick Worlock (Dr. Heath), William Tannen (Fenwick, el interno), Frances Robinson (Marcia), Denis Green (Freddie), Billy Bevan (Mr. Weller), Forrester Harvey (el viejo Prouty), Lumsden Hare (coronel Weymouth), Lawrence Grant (Dr. Courtland), John Barclay (guardia), Lydia Bilbrook, Hillary Brooke, Herbert Clifton, Winifred Harris, Brandon Hurst, Olaf Hytten, Claude King, Doris Lloyd, Gwendolyn Logan, Aubrey Mather, Lionel Pape, Gil Perkins, Sailor Vincent, Martha Wentworth… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1941. Duración y datos técnicos: 113 min. B/N 1.37:1.
Hacia los años cuarenta se puso de moda en Hollywood el psicoanálisis, como lo prueban películas del estilo de Recuerda… (Spellbound, 1945), de Alfred Hitchcock, o Secreto tras la puerta (Secret Beyond the Door…, 1947), de Fritz Lang. Precisamente fue Lang quien, años antes, había propuesto a la Metro una adaptación de la novela de Stevenson, pero enfocada desde el ámbito de los avances en esa ciencia, algo, por cierto, bastante coherente, pues la obra del autor de La isla del tesoro (Treasure Island, 1883) se adelanta a ciertas ideas que luego estableció el psicoanálisis. El proyecto fue rechazado, pero cuál sería la sorpresa del director cuando, poco después, se topó en los cines, y con producción de la propia MGM, con El extraño caso del doctor Jekyll (Dr. Jekyll and Mr. Hyde, 1941), que se apoyaba en esa idea, y cuya dirección recaería en un cineasta más gris que él, el ecléctico Victor Fleming. Queda evidente que les gustó la idea, pero en lugar de contar con el problemático germano decidieron optar por un realizador de la casa, al que conocían y que podía tomar las riendas desde la perspectiva que le impusieran, sin rebeldías de ningún tipo.
Lo más llamativo de esta nueva versión es que, a pesar de no estar acreditado, resulta evidente que el guion de la previa versión, la magistral El hombre y el monstruo (Dr. Jekyll and Mr. Hyde, 1931) de Rouben Mamoulian, fue utilizado como base, rehaciendo lo que se estimó oportuno para variar el enfoque en lo que al aspecto “moral” de la obra se refiere[1]. Ya inmersos totalmente dentro del código de censura de Will Hays, el tono crítico de la cinta anterior se aguó, diluido por medio del férreo control que se aplica al asunto, con un arranque que se desarrolla en una iglesia, con un obispo (el estupendo C. Aubrey Smith) arengando a la multitud, y Jekyll asintiendo en silencio. A partir de ahí, la película sigue con cierta fidelidad a la anterior, a veces hasta copiando los diálogos al dedillo, o algún plano, como es el de Ivy ante el espejo, y viéndose a Hyde aparecer por la puerta reflejada en él.
Por supuesto, toda la labor experimental en lo que se refiere al tratamiento visual de Mamoulian aquí desaparece, reemplazado por un tono académico e impersonal, con excepción del componente “freudiano” del film, con un par de planos oníricos, de muy bonito diseño, pero de una simpleza sonrojante en cuanto a su simbolismo. Con todo, ese tipo de imaginería soñadora ya aparece en la cinta previa, en una sola ocasión, y con mayor pujanza y convicción.
Uno de los problemas de la cinta estriba en cierto error de casting. En su origen, la Metro pensó como protagonista en Robert Donat, que no hubiera estado nada mal. En su lugar, se contó con la máxima estrella de la productora en ese momento, en lo que a papeles positivos se refiere, Spencer Tracy. Este era un buen actor, pero transmitía demasiada honestidad, digamos, a sus papeles. Como Jekyll puede aportar una imagen sobria y aplicada, aunque a veces semeja un tanto pazguato, y no queda demasiado lejos de la imagen edulcorada que ofreció del polémico inventor del fonógrafo en Edison, el hombre (Edison, the Man, 1940), de Clarence Brown. Sin embargo, como Hyde aparece en exceso pudibundo. Sí, se nos informa de sus maldades, pero esas no tienen traslación a la pantalla —no en el aspecto explícito, desde luego, que sería imposible, sino en el plano alegórico o simbólico, a través de su expresividad—. Solo lo vemos, pues, organizar una trifulca en una taberna y escupir al suelo las pepitas de un racimo de uvas que se está comiendo en el apartamento de Ivy, algo que no puede sino catalogarse de pueril. Sencillamente, no nos creemos al abnegado padre Flanagan como encarnación del Mal, como «la blasfemia absoluta», en palabras del doctor Lanyon, amigo de Jekyll.
En el aspecto iconográfico, el Hyde de Victor Fleming apenas ofrece, en un principio, una transformación sustancial. Se aplica a Tracy un maquillaje muy sutil, oscureciendo el cabello y acanallando los rasgos, haciéndolos más agresivos. Más adelante, a medida que va radicalizando su actitud, el aspecto se va tornando más bestial, pero sigue conservando cierta esencia humana: no es un monstruo desde el concepto de cine de terror, puesto que la Metro era una productora demasiado fina para ello; se trata más de un melodrama moral, centrado en la lucha de una mente entre sus impulsos primitivos y lo que la mentalidad católica le ha impuesto y él ha aceptado con beneplácito. Por supuesto que el film destila la elegancia y solidez formal característicos en una producción de la MGM; es una película muy bien trabajada a nivel industrial, e incluso artístico si se quiere, pero el sentido del riesgo, de experimentación, de desafío, se ha perdido en una obra que destilaba esas características de origen.
Anécdotas
- Título en Argentina, México y Venezuela: El hombre y la bestia.
- En los Oscars correspondientes a 1942, el film tuvo candidaturas en las categorías de mejor fotografía en blanco y negro, montaje y música.
- Spencer Tracy sugirió que los personajes de Ivy y Beatrix fueran interpretados por la misma actriz, para representar también las dualidades que estos representan, y que lo hiciera Katharine Hepburn.
- Inicialmente, el estudio contrató a Ingrid Bergman y Lana Turner para interpretar a los personajes contrarios que luego hicieron.
- Vivien Leigh rechazó el papel de Ivy, y prefirió hacer Lady Hamilton (1941).
- Tracy rechazó un papel para la película Historia de Filadelfia (1940). Lo reemplazó James Stewart.
- Tras ver la película, Tracy confesó a su amigo Ralph Bellamy que temía que su carrera en Hollywood estaba acabada.
- Lana Turner no era capaz de llorar en la escena final. Victor Fleming le gritó, para instarla a ello, pero nada. Al final, el director le retorció el brazo hasta hacerla daño y que llorase.
- Existe una versión del film espeluznantemente coloreada.
- Estrenada en Estados Unidos el 12 de agosto de 1941, en Nueva York. En España se estrenó el 26 de enero de 1948.
Bibliografía
El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde; por Robert Louis Stevenson; edición, estudio inicial y traducción de Carmen García Trevijano. Madrid: Cátedra, 2011. Colección: Base; nº 34. T.O.: Strange Case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde (1886).
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: **½
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] La MGM compró por 1.250.000 dólares los derechos de la película de Fredric March, y de la de Barrymore, y las retiró de circulación, para evitar odiosas comparaciones. Durante años todas las copias del film de Mamoulian fueron buscadas y destruidas, y por un tiempo se consideró perdida.