En Nueva York está atacando el Asesino de la Luna Llena. Según el forense, el doctor Jerry Xavier, las víctimas son estranguladas y se les extirpa el deltoides para devorarlo, en un atroz acto de canibalismo. Las sospechas recaen sobre los profesores del instituto del propio Xavier, así pues este mismo decidirá investigar.

Dirección: Michael Curtiz. Producción: First National Pictures, Warner Bros. Productores ejecutivos: Hal B. Wallis, Darryl F. Zanuck. Guion: Earl Baldwin, Robert Tasker, [George Rosener], según la obra teatral de Howard W. Comstock y Allen C. Miller. Fotografía: Ray Rennahan [versión color], Richard Towers [versión B/N]. Música: Bernhard Kaun. Efectos especiales: Percy Westmore, Max Factor Co. (maquillajes), Fred Jackman Jr. (efectos visuales). Montaje: George Amy. Intérpretes: Lionel Atwill (Dr. Jerry Xavier), Lee Tracy (Lee Taylor), Fay Wray (Joanne ‘Joan’ Xavier), Preston Foster (Dr. Wells), John Wray (Dr. Haines), George Rosener (Otto), Leila Bennett (Mamie), Arthur Edmund Carewe (Dr. Rowitz), Harry Beresford, Tom Dugan, Robert Warwick, Willard Robertson, Thomas E. Jackson, Harry Holman, Mae Busch, Tom Dugan… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1932. Duración y datos técnicos: 76′ C y B/N 1.37:1.

 

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De igual modo que la First National Pictures-Warner Bros. fue la productora que dio el primer paso en lo que respecta al cine sonoro, también fue pionera en el cine en color, y además lo hizo con muestras en el género de terror, en el cual, salvo muy contadas excepciones, no mostró excesivo interés. El doctor X (Doctor X, 1932) fue uno de esos experimentos en technicolor de dos bandas que, tras su sonado éxito, repetiría con Los crímenes del museo (Mystery of the Wax Museum, 1933), ambas dirigidas por Michael Curtiz, la segunda de las cuales sigue moldes estéticos y argumentales muy similares a su antecesora, aunque con logros más plenos.

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El problema con la presente cinta estriba en su origen en una obra teatral que se adivina muy floja, y cuyos esquemas manidos y obvios son trasladados a la película. Así, los moldes temáticos son muy similares a las de otras obras como El gato y el canario o El Murciélago, así pues tenemos caserón misterioso, paneles corredizos, garras a modo de garfio cuya sombra se aproxima al cuello de posibles víctimas y, lo peor de todo, un insoportable personaje humorístico, que a la vez es el galán de la función, en una mixtura imposible. Así pues, el aliciente inicial para el espectador supone un hermoso diseño de producción debido a Anton Grot que recrea unos interiores apabullantes, tanto los del propio caserón como los del laboratorio en los cuales el doctor Xavier se dedicará a emular teatralmente los crímenes del Asesino de la Luna Llena con el fin de descubrir al culpable. Todo ello es apoyado brillantemente por la expresionista fotografía en color del genial Ray Rennahan, quien daría muestras de su talento visual en otras joyas policromáticas como la referida cinta de Curtiz o La feria de la vanidad, Corazones indomables, Duelo al sol o La montaña trágica. Aquí, su uso del color adquiere cualidades pictóricas, con unos planos colmados de contrastes a los cuales aplica brochazos de colores verdes y rojos, engalanando el plano.

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El clímax final es cuando, un tanto desviada la trama de la fórmula teatral referida, se desata el argumento con la aparición del asesino, científico loco que ha descubierto un tipo de carne sintética que se aplica al rostro como si de maquillaje se tratara, convirtiéndose en un grotesco monstruo. El aire surrealista y enloquecido de esos breves momentos finales, junto a su imaginería, compensan lo formulario de todo lo anterior.

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Apéndice: crítica del ABC (17/05/1933)

Por lo visto, no está aún completa la serie de películas espeluznantes. Todavía faltan algunas en la colección, y esta semana hemos presenciado el estreno de una de ellas.

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Michael Curtiz ha asumido a dirección de este nuevo film. Hace unos días otro salón madrileño estrenó una película suya, a la que se había dado un pequeño matiz tenebroso con motivo de la incorporación de Boris Karloff, el más tenebroso de los actores contemporáneos. En El doctor X no se ha conformado Curtiz con tratar la cuestión de pasada. Ha hecho de ella ambiente: todo allí es terror y misterio, trucos y artilugios de folletín, manos crispadas y pasos cautelosos, gritos de angustia y silencios aún más angustiosos que los gritos. La presentación es formidable: toda la magnificencia de un estudio moderno puesta al servicio de un laboratorio de investigaciones científicas da margen hasta para organizar, como en este film se hace, un espectáculo teatral con objeto de descubrir al asesino.

Hay en la película un acierto grande, que es la incorporación de un tipo cómico, periodista infatigable, a cargo de Lee Tracy. Su presencia, siempre oportuna, borra el mal efecto que algunas escenas pudieran producir y aleja el peligro, muy frecuente en este género, de producir la hilaridad con lo que se pretende engendrar la emoción.

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Portada de la novelización en español de la película

 

Lyonel [sic] Atwill y Fay Wray tienen a su cargo los restantes papeles principales de la película, que interpretan con el acierto suficiente para destacarse en una obra en que la Laborde los actores no ocupa más que un lugar secundario.

Como este género tiene éxito en un sector numeroso de público, no es extraño que en algunos instantes, en que se sigue con gran interés el curso de los acontecimientos, brote el aplauso ingenuo para premiar la intervención de un personaje bueno que frustra los planes del malo. — Alfredo MIRALLES.

 

Anécdotas

  • La obra teatral debutó en Nueva York el 9 de febrero de 1931, y tuvo 80 representaciones. La Warner pagó cinco mil dólares por los derechos.
  • Las estatuas de cera son en realidad personas, pues los focos derretirían la cera.
  • Se rodaron dos versiones alternas, una en blanco y negro y otra en color; al menos dos secuencias son diferentes en cada versión, aunque en general se rodó simultáneamente (por lo cual los encuadres variarán ligeramente de una a otra, al colocar una cámara al lado de la otra). Las copias en blanco y negro se rodaron para el mercado extranjero, donde el color aún no tenía facilidades técnicas de proyección.
  • Se consideraba la película perdida, hasta que, tras la muerte de Jack L. Warner en 1978, se descubrió una copia en su colección privada.
  • Se supone que The Return of Doctor X [tv/dvd: El regreso del Doctor X, 1939], de Vincent Sherman es una secuela, pero nada tienen que ver, pese a ciertas coincidencias en los nombres de los personajes.
  • El corto de Disney The Mad Doctor (1933), de David Hand, con Mickey y Pluto, es una parodia de la presente.
  • Pese a la coincidencia de los apellidos, Fay Wray y John Wray no tenían parentesco alguno.
  • Estrenada en Estados Unidos el 3 de agosto de 1932, en Nueva York, y después masivamente el 27 de agosto. En España se estrenó el lunes 15 de mayo de 1933, en el cine del Callao, de Madrid.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)