Julio es un muchacho apocado que ni ahora ni en su infancia recibió atención alguna por parte de sus padres. Eso, unido a que de niño sufrió una experiencia traumática, lo ha convertido en un asesino, que mata prostitutas al excitarse sexualmente. Cuando intenta relacionarse con sus padres y recibe, una vez más, el vacío por respuesta, escapa durante unas vacaciones de Semana Santa y se aloja en una pensión.

Dirección: Jesús García de Dueñas. Producción: Andrés Vicente Gómez Montero, Eguiluz Films. Productor: Andrés Vicente Gómez. Productor ejecutivo: Nacho Montes Jovellar. Productor asociado: Antonio Méndez. Guion: Jesús Torbado, Jesús García de Dueñas. Fotografía: Fernando Arribas. Música: Cam España. Montaje: José Antonio Rojo. Diseño de producción: Pablo Runyan. FX: Fernando Florido (maquillaje). Intérpretes: Lola Flores (doña Dolores), James Philbrook (don Enrique Nieto), Teresa Rabal (Mónica), Domingo Codesido Ascanio [acreditado como David Carpenter] (Julio Nieto), Francisco Pierrá (Gonzalo), José Vivó (Raimundo), Juan José Otegui (Juan), Manuel Alexandre (detective 1), Mayrata O’Wisiedo (Carmen), María Rohm (Teresa), María José Cantudo (Sara), Ángel Menéndez (pasajero del tren), Luis Ciges (detective 3), Roberto Daniel, Chiro Bermejo (detective 2), Concha Gómez Conde (empleada de la pensión), Fabián Conde, Juan Cazalilla (policía), Antonio Mayans [acreditado como José Antonio Mayans] (Ernesto), Eduardo San José, Alejandro Ruiz (Julio de niño)… Nacionalidad y año: España 1975. Duración y datos técnicos: 80 min. color 1.85:1.

 

Aparte de los fantaterrores que se ambientaban en lugares exóticos como Francia o Transilvania, durante la edad dorada del género surgieron algunas propuestas con ambiciones más realistas y/o comprometidas socialmente. Uno de los productos más interesantes, en ese sentido, fue Una vela para el diablo (1973), de Eugenio Martín, que reflexionaba sobre la obsesión por la moral en la España carpetovetónica a través de una pareja de hermanas que asesinan turistas lúbricas. El asesino no está solo (1975) sigue, más o menos, una onda similar.

Su responsable es Jesús García de Dueñas (1939-2020), un hombre que, desde luego, no puede integrarse dentro de la hornada de realizadores que tocó asiduamente nuestro género, como León Klimovsky, Carlos Aured o Jacinto Molina, por citar unos pocos. Director de gran cantidad de cortos documentales, como director de largos solo aportó dos productos, el presente y uno de los episodios de la coral Cuentos eróticos (1980), por lo cual, en esencia, esta es su única película. García de Dueñas estudió Ciencias Económicas y Filosofía y Letras, luego se matriculó en la Escuela Oficial de Cinematografía y ejerció la crítica en Nuestro Cine y en la revista Triunfo. Comenzó haciendo cine publicitario, y también trabajó en TVE, rodando documentales (como no podía ser de otra manera) y algunas series, como Manuel de Falla, Siete cantos de España o Cuentos y leyendas, así como el curioso telefilm Blancaflor, la hija del diablo (1988), en cuyo guion colaboró con el reivindicable Juan Tébar. También aportó bibliografía cinematográfica, con títulos como ¡Nos vamos a Hollywood! (Nickel Odeon, 1993) o Cine español: una crónica visual desde 1896 hasta nuestros días (Lunwerg Editores, 2008).

El guion de la presente película también lo desarrolló asociado con otra persona, nada menos que Jesús Torbado, periodista y escritor. Su primera novela fue Las corrupciones, que presentó al premio Alfaguara en 1965 y que ganó cuando contaba tan solo veintidós años; después, en 1976 recibió el premio Planeta por En el día de hoy, una ucronía sobre la guerra civil española, y en 1993 ganó el premio Ateneo de Sevilla por El peregrino. El esqueleto argumental de El asesino no está solo, con un homicida de prostitutas que busca alojamiento en una pensión, recuerda enormemente a la novela Un huésped excéntrico / El huésped (The Lodger, 1913) de Marie Belloc Lowndes, aunque es muy posible que la influencia les llegara a los autores más bien a partir de dos de sus diversas adaptaciones cinematográficas, El enemigo de las rubias (The Lodger: A Story of the London Fog, 1927), de Alfred Hitchcock, o Jack, el destripador (The Lodger, 1944), de John Brahm.

Aunque figura el cuarto en el reparto, el auténtico protagonista de la cinta es el joven y apocado Julio, al que da vida un tal Domingo Codesido Ascanio (1951-2006), más conocido con el seudónimo de David Carpenter. Había sido nadador, de ahí su excelente físico (que aquí exhibe quitándose de forma constante camisas y jerséis, mostrando su torso desnudo), y debutó en el cine con la curiosa Una gota de sangre para morir amando (1973), de Eloy de la Iglesia, y luego sería el señor de la jungla en la pésima Tarzán en las minas del rey Salomón (1973), de José Luis Merino. Uno de los filmes que no llegaría a rodar fue una adaptación de la novela Del amor y del mar, del jesuita José Luis Martín Vigil, que iba a interpretar junto a Lucía Bosé y que la censura prohibió por considerarla «subversiva, pornográfica y blasfema». Su última película, de un total de once, fue Las alegres chicas de ‘El Molino’ (1977), de José Antonio de la Loma, tras lo cual se retiró del cine para establecerse en su pueblo natal, La Orotava, en Santa Cruz de Tenerife, donde en ocasiones ejerció de socorrista. Murió a los cincuenta y cinco años, en Tailandia, en circunstancias no aclaradas.

La crítica del momento destacó de Codesido su timidez, «casi no habla», y ciertamente viene bien a este personaje sumergido en su mundo propio, aunque denota una inexpresividad alarmante, que se intenta paliar con el doblaje de la voz. Sin embargo, Julio es un personaje muy interesante sobre el papel. De niño sufrió abusos sexuales por parte de su cuidadora (lo cual se plasma en unos leves flashbacks de manera muy confusa, imagino que la censura actuaría ahí de lo lindo). Ello, unido a la ausencia de sus figuras paternas, acaba convirtiéndolo en un psicópata. Va en busca de prostitutas, pecadoras  en su mente a las que luego su represión sexual le conduce a matar por medio de un llavero que tiene y del que extrae un hilo metálico, estrangulándolas con él, por lo cual el criminal es llamado «El Asesino del Alambre».

La película se ambienta de manera fundamental durante la Semana Santa, y en esos momentos García de Dueñas hace alarde de su condición de documentalista, mostrando imágenes de las procesiones por la calle, si bien estas son insertadas en medio de la trama de un modo abrupto y deslavazado. Se supone que tienen una intencionalidad de crear una emoción de causa-efecto, en paralelo con la estatuita de la virgen que Julio rompe cuando es atacado de niño, pero todo queda desligado por el modo en que aparece en el montaje. Más interés ofrecen ciertos momentos un tanto abstractos, como cuando todos están reunidos ante la mesa de la cena, en la pensión, y el director va oscureciendo paulatinamente la escena, hasta que solo resaltan Julio y Mónica, la chica que le gusta (interpretada por una muy juvenil Teresa Rabal). O también las ensoñaciones del criminal, con imágenes de supuestos asesinatos, donde se realizan (aquí sí) interesantes trucos de montaje, con la supresión de fotogramas o el encadenado.

Lo más singular de la película, por supuesto, es el protagonismo de Lola Flores. Célebre bailarina y cantaora, pasó al cine en virtud de esas facultades, y cuando llegó a cierta edad procuró ampliar sus registros interpretativos. Esta fue, acaso, su primera película en un papel dramático no musical (aunque el director no puede evitar mostrarla en su escena de presentación bailando flamenco), y luego seguirían la costumbrista Truhanes (1983), de Miguel Hermoso, y finalizaría su carrera con Los invitados (1987), de Víctor Barrera, recreación del famoso crimen de Los Galindos. Aquí Lola crea un personaje muy ligado a ella misma, de hecho su personaje se llama Dolores, y es dueña de la pensión a donde va a alojarse Julio. Por suerte, se dobla ella misma, con lo cual su característico deje permanece. Chocante, eso sí, cuando intenta acostarse con Julio, metiendo mano al chaval.

También se aportan ciertos elementos humorísticos, con los otros personajes de la pensión. Un actor tan magnífico como José Vivó es desperdiciado haciendo un rol caricaturesco de escritor de novelas criminales, y patético está Juan José Otegui como un personaje salido que solo piensa en el sexo. Y los detectives que el gran Manuel Alexandre pone tras la pista de Julio parecen más bien sacados de una aventura del inspector Clouseau. Lo peor del film, con todo, es una música totalmente anticlimática extraída de los registros de CAM España, una compañía que tenía en archivo montones de temas para ubicar en el cine nacional cuando no se disponía de compositor. Por lo general, el resultado era pésimo, y aquí no le va a la zaga, con unas orquestaciones que parecen más propias para una película romántica.

Con todos sus defectos, en todo caso, El asesino no está solo es un título de cierto interés que puede verse para comprobar la diversidad de caminos temáticos que practicaba el cine español de la época, y cómo se arriesgaba con motivos que la censura no veía con buenos ojos. La película se estrenó en Madrid el 3 de noviembre de 1975. Pocas semanas después, el día 20, moría el dictador, y con ello nacía una nueva etapa para España y nuestro cine.

 

Anecdotario

  • Título anglosajón: The Killer is Not Alone.
  • El film fue proyectado el 4 de junio de 1974 en la XI Semana de Cine Español de Molins de Rey.
  • La colección de rinocerontes procede de José María Íñigo (imaginamos que se refiere a las figuritas, no a los auténticos que deben de ser de alguna reserva natural).
  • Actores de doblaje: José Guardiola (James Philbrook), Jesús Nieto (David Carpenter), María Luisa Rubio (María Rohm), Héctor Cantolla (Antonio Mayans).
  • La canción «No le roces con tu sonrisa» está compuesta por Ann Collin, Jesús García de Dueñas y Pattuchi, e interpretada por Ann Collin. No confundir con la cantante de ópera Ann Collins; esta Ann Collin (de igual modo violinista y actriz) también cantó el tema de algún spaghetti wéstern compuesto por Ennio Morricone.
  • Estrenada en España el 3 de noviembre de 1975 en Madrid, directamente en cines de barrio, en concreto en el Apolo y el Sainz de Baranda, en programa doble con La última explosión.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: **

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra