A través de tres épocas diferentes (medioevo, inicios del siglo XX y tiempos actuales) se nos narra el triángulo amoroso abocado a la desgracia entre dos hombres y una mujer, que son las reencarnaciones de los mismos personajes.
Dirección: King Hu, Li Hsing, Pai Ching-jui. Producción: Taiwan Film Studio (Taiwan sheng dienyen zhipianchang). Productor: Liao Hsiang-hsiung. Productores ejecutivos: Kang Ta-chuan, Li Wu-hao, Tan Kuo-kuang. Guion: Chang Yung-Hsiang, según argumento de Chung Ling. Música: Lo Ming-Tao. Fotografía: Chou Yeh-Hsing, Lin Tsan Ting. Dirección artística: Chang Ji-ping. Montaje: Chou Tao-Chun, Lin Shan-Liang. Intérpretes: Peng Hsueh-fen, Chiang Huo-jen, Shih Chun, Chang Pao-shan, Chen Hui Lou, Fu Bi-Hui, Chang Hsi-ping, Chang Hsiao-Ping, Chang Wei, Chiang Chin Fen… Nacionalidad y año: Taiwan 1983. Duración y datos técnicos: 106 min. C.
Curiosidad ofrecida por ese gran desconocido en occidente que es el cine taiwanés, perteneciente a una época (predemocrática) en que este país insular perdía progresivamente sus aliados internacionales mientras que, paradójicamente, su gobierno dirigido por personas llegadas desde el continente educaba a los habitantes con férrea mano intentando convencerles de que pertenecían, sin matices, a la misma cultura china que ellos, para lo cual no se dudó en restringir, cuando no prohibir, la utilización en público del dialecto taiwanés, lo cual alcanzaba también al cine, como es el caso de esta película, hablada en el idioma “oficial” y a cargo de tres directores nacidos todos en China, es decir, fuera de la isla. Debido a esta política, las diferencias con el cine coetáneo realizado en su pariente más próximo, Hong Kong, hay que buscarlas en detalles como la patente diferencia de medios (algo más pobre en el caso de la industria taiwanesa) o en otros solo perceptibles para el espectador acostumbrado a dicha cinematografía, como los paisajes y decorados, o esos intérpretes que con mayor o menor fortuna intentan sacar adelante la historia. Y es en este aspecto, la historia, donde reside la mayor originalidad de la cinta, olvidada largo tiempo y hoy cada vez más reivindicada.
El drama viene dispuesto de manera que se articula en tres episodios relacionados entre sí y a cargo de sendos directores con prestigio local, pero su particularidad estriba en la manera en que se relacionan sus respectivas historias. Para empezar, el trío de intérpretes protagonista en todos los episodios es el mismo (dos hombres y una mujer) y sus tramas guardan también varias similudes. El motivo esgrimido para ello no es otro que el de la reencarnación. Así pues, los tres protagonistas no son sino las sucesivas reencarnaciones de unos personajes cuya relación está abocada a la tragedia por ese concepto oriental del karma, que consiste en un tipo de predestinación del cual es imposible escapar, ya que nuestra próxima existencia viene marcada por los actos cometidos en la anterior. El otro elemento que sirve las tres historias es una daga que irá pasando de generación en generación.
El primer episodio, ambientado en la China de la dinastía Ming (1368-1644), fue encomendado consecuentemente al director King Hu, considerado como el maestro taiwanés del cine de época, y en algún momento recuerda a La fortaleza escondida (Kakushi toride no san akunin, 1958) de Akira Kurosawa, con su historia de aguerrido guerrero sorteando todo tipo de emboscadas y traiciones mientras protege a una princesa y su dama de compañía. Con todo, el tema principal, que será también el de los otros dos episodios, es el triángulo amoroso entre este hombre, uno más joven y la mujer protagonista, rivalidad que acabará desembocando en sangrienta tragedia. Las interpretaciones, como es habitual en el cine taiwanés del momento, resultan un tanto forzadas, cuando no directamente histriónicas, pero el tratamiento cromático es atractivo y las coreografías de las escenas de acción o el vistoso vestuario también han sido cuidados al máximo, por lo que se deja ver con agrado a pesar de su sencillez.
El segundo episodio fue confiado a otro de los grandes nombres del cine taiwanés, Li Hsing, autor de numerosos dramas y varias veces premiado en su país. De nuevo encontramos al mismo trío de actores, ahora en los años veinte del siglo pasado, donde el hombre mayor y la chica son intérpretes de teatro, él veterano y ella figura en alza gracias a sus enseñanzas. El tercero en discordia será un hijo de familia rica cuya madre no quiere ni oir hablar de que su hijo entable relación con una actriz, pese a lo cual él está decidido a ser repudiado del hogar familiar. Los intensos celos por el progresivo enamoramiento de los dos jóvenes llevan al actor principal de la troupe a cambiar el puñal de guardarropía usado en la representación por uno auténtico, con los resultados de prever. Un episodio, en suma, rutinario y previsible, pero no carente de cierta solvencia profesional que lo hace llevadero.
El tercer segmento, de Pai Ching-jui, aun estando a cargo del menos famoso de los directores, ofrece en cambio las mayores sorpresas de la película y consigue que el visionado de la misma, en su conjunto, constituya una experiencia memorable, no ya solo por el exotismo en general que se le presuponía, sino por su decidida originalidad. La época ahora es la actual y, aunque en ningún momento se indica, todo apunta a que el escenario de la trama es algún lugar de las islas Peng-hu (antiguamente llamadas Pescadores y situadas a medio camino de la isla principal de Taiwan y la China continental). En este caso, la pareja masculina protagonista son dos hermanos muy unidos, por no decir que el menor vive dominado por el mayor, que ejerce como monje de una las muchísimas variantes religiosas de la isla, un pastiche entre budismo, taoísmo, tantrismo y las religiones aborígenes.
Sin embargo, la más o menos armónica relación entre ambos peligra progresivamente a partir de que el menor se enamore de una chica recién llegada para unos trabajos temporales. La mujer quiere que el chico abandone la dominante influencia de su dictatorial hermano y se marche de la isla con ella, pero el monje se resiste a quedarse solo y aprovecha la celebración de un festival para intentar terminar con la relación. En el tan opresivo como tenebroso ambiente de la isla, incluyendo las escenas de ese festival final, donde hay desde posesiones y exorcismos a pruebas tan masoquistas como subir una escalera con cuchillas en los peldaños, se encuentran los mayores focos de interés, consiguiendo que abandonemos la sala de cine (allá donde todavía queden) con buen sabor de boca y la sensación de haber visto, cuanto menos, una película curiosa e irrepetible.
Anécdotas
- Título anglosajón: The Wheel of Life.
- En 1983, en el Fanfestival (Mostra Internazionale del Film di Fantascienza e del Fantastico), fue premiada a la mejor dirección. Ese mismo año, en el Golden Horse Film Festival, fue premiada en las categorías de mejor montaje y dirección artística, y tuvo candidaturas en las de película, diseño de vestuario (Chang Ji-Ping) y grabación de sonido (Wang Yung Fang).
- En el archipiélago de Peng-hu donde presumiblemente está ambientado el tercer episodio, el firmante pudo asistir hace unos años a una escena similar de posesión del oficiante por parte del espíritu del templo, con ocasión del festival religioso de la isla.
- King Hu, considerado como el director más representativo del cine taiwanés con ambientación de época, tiene un eastern titulado Dragon Inn (1967), donde plagia con descaro al tándem Sergio Leone–Ennio Morricone en las escenas con el héroe en la taberna del título, que repiten situaciones y fragmentos musicales de la “trilogía del dólar”.
- Desde que en 2019 se hiciese una nueva copia restaurada, la película está pasando por varios festivales de cine, con una próxima cita en el Far East Festival de Udine de 2020.
- Durante la dictadura de Chiang Kai-shek y su hijo Chiang Jin-guo, el cine en dialecto taiwanés fue consentido a regañadientes desde mediados de los años cincuenta a mediados de los años sesenta del siglo pasado. El primer director de una película en dialecto taiwanés fue Zhao Lao-hui quien, curiosamente, codirigió también una película de terror en coproducción con Japón en 1962, Okinawa kaidan: Sakazuri yurei. Shina kaidan: Shikan yaburi [Historia de fantasmas de Okinawa: el espectro cabeza abajo. Historia de fantasmas de China: el ataúd profanado], iniciativa del productor Mitsugi Ohkura y con el director Satoru Kobayashi a cargo de la parte japonesa.
Daniel Aguilar (Tokio. Japón)
CALIFICACIÓN: **
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra