La chiquilla estaba de pie junto a la cama, levemente inclinada con las manos entrelazadas con fuerza, rígida, con todos los músculos en tensión, los ojos abiertos de par en par casi fuera de las cuencas y una expresión de terror inenarrable en ellos. Las mejillas y la boca no estaban pálidos, sino tan lívidos como los de alguien que hubiera fallecido hacía tiempo en mitad de una agonía mortal. Mientras la miraba, sus labios se movieron ligeramente y una voz atroz, impropia de ella, profirió: «¡Oh, Dios mío! ¡Lo he visto!», y entonces, con un pesado ruido, se derrumbó como un tronco.

 La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad

 

cubierta frontal_BROUGHTON_2

La Biblioteca de Carfax pone a la venta a partir del día 27 de enero el volumen Cuentos del ocaso, de Rhoda Broughton. Esta colección de relatos de la autora galesa se llamó originalmente Tales for Christmas Eve («Cuentos para Nochebuena»), ya que, gracias en particular a Charles Dickens, se asociaba la época navideña a contar historias sobrenaturales. Estas cinco historias de fantasmas aparecieron por primera vez entre 1868 y 1873 en Temple Bar, un periódico muy conocido cuyos lectores principales eran de clase media. Este periódico también publicó por entregas algunas de las primeras novelas de Broughton, así como historias de fantasmas de otros prominentes autores victorianos como Bram Stoker y Edith Nesbit.

Los relatos son los siguientes:

La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad («The Truth, the Whole Truth, and Nothing But the Truth», 1868): A simple vista es una historia sobre una casa encantada, pero tiene muchas peculiaridades incluso dentro de las normas del género. Está narrada de manera epistolar entre dos mujeres y nunca se llega a describir al fantasma en sí, solo las reacciones de quienes lo vislumbran, haciendo que ese misterio afecte más al lector.

El hombre de la nariz («The Man with the Nose», 1872): Es el único relato de la colección que está narrado por un hombre, tal vez para intensificar el escepticismo e incredulidad masculinos ante lo que le cuenta una mujer. Es una desasosegante historia que además explora el mesmerismo.

Bajo la capa («Under the Cloak», 1873): Este cuento no es un relato sobrenatural propiamente dicho, y trata sobre el terror que supone ser robada y drogada en un tren durante la noche.

¡Atiende! Era un sueño («Behold, it was a Dream!», 1872): Es un aterrador relato que ahonda en las posibilidades de los sueños, las visiones o las alucinaciones a la hora de predecir una tragedia. Refleja el interés, que acosaba la imaginación de sociedad victoriana, por la psicología y la idea de un destino irrefutable.

El pobre y apuesto Bobby («Poor Pretty Bobby», 1872): Contada como una historia dentro de una historia, también explora la idea de una visión o fantasma que predice el futuro.

 

roda

Rhoda Broughton

 Rhoda Broughton nació en Denbigh, al norte de Gales, en 1840 y era la hija más joven del reverendo Delves Broughton. A su padre le encargaron una parroquia en Stafforshire y Rhoda creció en una mansión isabelina donde recibió una educación clásica. Después de la muerte del reverendo, ella se mudó con sus hermanas en Debinghshire.

Su primera novela, Not Wisely but Too Well, apareció en 1867, habiendo sido publicada con anterioridad por entregas por su tío político, el conocido escritor Sheridan Le Fanu, en el Dublin University Magazine. Cometh Up as a Flower —editada en España con el título de Como las flores (Rivadeneyra, 1922)— fue publicada el mismo año, y era otra novela con una heroína fuerte y transgresora.

Habitualmente se refiere la obra de Rhoda Brouthon como sensacionalista, y lo cierto es que su trabajo es notable por ser bastante más subido de tono de lo que estaba acostumbrada la encorsetada sociedad victoriana. Hablaba sin tapujos ni aspavientos sobre la pasión femenina y el adulterio, logrando escandalizar a escritoras contemporáneas como Margaret Oliphant, quien estaba horrorizada por las «inmorales connotaciones» de Broughton. De hecho, sus novelas estuvieron prohibidas en las bibliotecas hasta 1870. Tal y como decía el novelista Anthony Trollope en su autobiografía: «Hacía que sus mujeres dijeran e hicieran cosas que las mujeres no dirían ni harían».

Sin embargo, a pesar de las críticas, o puede que incluso debido a ellas, su éxito fue perenne y fue capaz de vivir de su escritura durante toda su vida. Dentro del género del terror también rompió moldes. Las historias de fantasmas victorianas, incluso aquellas escritas por mujeres, tendían a estar narradas desde la perspectiva masculina, manteniendo la asociación establecida entre hombre y racionalidad, escepticismo y autoridad cultural, lo que le otorgaba al increíble relato cierto grado de autenticidad, ya que, si fueran las mujeres las que contaran las historias, podrían ser desechadas con facilidad como histéricas, o cuentos de viejas. Sin embargo, Broughton ignora esta tendencia y da voz a las mujeres en sus relatos, desafiando así lo establecido, y deja que sea el lector el que decida su grado de escepticismo.

Como nota peculiar, se puede comentar además que el capitán del HMS Alert bautizó una montaña como «Monte Rhoda» en su honor, ya que él y su tripulación habían disfrutado de sus novelas durante sus largas travesías. También se dice que Oscar Wilde se sentía intimidado por ella y su ingenio, y que aparentemente tenía una voz que «podía oírse desde el otro lado de la sección de alimentación de Harrods».

Falleció en 1920.

 

Imagen-3_-Los-fantasmas-de-Rhoda-Broughton-777x437

Rústica con solapas

13×20 cm

172 páginas

ISBN: 978-84-949232-6-5

Traducción: María Pérez de San Román

Ilustración cubierta: Rafael Martín

PVP: 16 €