Un actor desfigurado se incorpora al elenco de un filme terrorífico compartiendo experiencias y vivencias con su primera actriz pero también con los integrantes del elenco (que padecen diferentes deformidades congénitas).
Dirección: Aaron Schimberg. Producción: Flies Collective, Grand Motel Films, The Eyeslicer. Productores: Daniel Patrick Carbone, Vanessa McDonnell, Matthew Petock, Dan Schoenbrun, Zachary Shedd. Co-productores: Chris Foster, Ryan Zacarias, Carlos Zozaya. Productores ejecutivos: Adam Regelmann, Nathan Slott, Jess Weixler. Guion: Aaron Schimberg. Música: C. Spencer Yeh. Fotografía: Adam J. Minnick. Diseño de producción: Sia Balabanova. Montaje: Sofi Marshall. FX: Chelsea Paige, Bethany Serpico (efectos de maquillaje). Intérpretes: Jess Weixler (Mabel), Adam Pearson (Rosenthal), Stephen Plunkett (Max), Charlie Korsmo (Herr Director), Sari Lennick (Sarah), Joanna Arnow (representante del hospital), Cosmo Bjorkenheim (Grip), Will Blomker, Lauren Brown, Daniel Patrick Carbone, Jon Dieringer, Rayvin Disla, Daniel Gilchrist, Avi Glickstein, Miranda Gruss, Rebecca Gruss, Colin Healey, William Huntley, Joaquina Kalukango, Lucy Kaminsky, John Klacsmann, Andrew Lampert… Nacionalidad y año: Estados Unidos 2018. Duración y datos técnicos: 91 min. Color 1.85:1.
Chained for Life tiene idéntico título que una poco conocida exploitation de las famosas hermanas Hilton (1951), las siamesas de La parada de los monstruos (Freaks, 1932) de Tod Browning, que supieron ser las artistas mejor pagadas del circuito de espectáculos de la década de los veinte del pasado siglo. Al igual que aquel filme de los cincuenta, que se suponía ciertamente “testimonial” de la vida íntima de las Hilton, esta nueva Chained for Life sirve de interconexión entre ficción, supraficción y realidad. Y es que, en principio, son tres películas por una.
Un equipo técnico es convocado en una interesante y sugerente localización para el rodaje de una película de terror. Al lugar llegan actores y actrices, pero también un grupo de freaks. El filme dentro del filme (dirigido por el ex actor niño Charlie Korsmo) versa sobre un científico loco que promete «curar» a sus freaks. El elenco de diferentes está encabezado por Adam Pearson, actor que tal vez el cinéfilo curioso pueda recordar por Under the Skin (Jonathan Glazer, 2014) cuya característica, luego de su notable talento, es que padece un impresionante caso de neurofibromatosis tipo uno.
Pearson, infatigable militante en Changing Faces, organismo que ayuda a las personas que sufren todo tipo de desfiguraciones, sean por males congénitos o accidentes, declaraba en una entrevista: “Todo lo que siempre quise es elevar el perfil de la desfiguración y la discapacidad. El hecho de que la desfiguración sea un atajo al mal no está bien. Los villanos del cine usualmente tienen cicatrices o desfiguraciones, pero esa no es una justa representación del mal. Si voy a ser un villano quiero serlo por mi manera de actuar, no por cómo luzco”.
Dicho y hecho. En Chained for Life interpreta a Rosenthal, un actor desfigurado que encarna el papel del principal freak junto a una troupe que hay que ver para creer: el gigante de 2,28 m. Daniel Gilchrist; el enano William Huntley; la diminuta Tiffany Manning; el contorsionista Sammy Mena; las actrices desfiguradas Alison Midstokke y Diana Tenney… La interacción, en el detrás de cámara, de los freaks, especialmente Pearson, con la protagonista del filme (Jess Weixler), nos lleva a una tercera instancia, la película que los freaks —con guion de ellos mismos— ruedan por la noche, luego que el equipo se retira a sus aposentos. Entre estos tres pretiles narrativos discurre aquello que la primigenia Freaks insinuaba: una escena de amor, riesgo y sin (auto) censuras, entre una mujer normal y un freak, una respuesta al modo en que el freak ha sido desde siempre representado en la pantalla.
Parece que el primero en darse cuenta de que la diferencia podía ser un bien capitalizable fue P. T. Barnum. Hoy, a dos siglos de aquel pionero, y faltando no muchos años para cumplirse el centenario de Freaks, esta pequeña dosis de buen cine sirve para rebatir el postulado habitual de que “ya sería imposible rodar otra película como Freaks”. Vista en el festival de cine de Mar del Plata de Argentina, al culminar la proyección muchos espectadores siguen en sus butacas, como tratando de saborear la película hasta los últimos títulos de crédito. Se trata de una manera tácita de disfrutar al máximo una obra poética, desafiante y —justamente— diferente.
Anécdotas
- En los festivales Knoxville Film Festival, New Hampshire Film Festival y New Orleans Film Festival fue premiada como mejor película de argumento, en 2018.
- Exhibida, además, en gran cantidad de festivales: en Estados Unidos en American Film Festival, BAMcinemaFest, Fantastic Fest, Mill Valley Film Festival; y en Fantasia Film Festival (Canadá), London Film Festival (Reino Unido), Thessaloniki International Film Festival (Grecia), Cork International Film Festival (Irlanda)…
- Charlie Korsmo no interpretaba película alguna desde Ya no puedo esperar (Can’t Hardly Wait, Harry Elfont, Deborah Kaplan, 1998).
Dario Lavia (Buenos Aires. Argentina)
CALIFICACIÓN: ***
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra