Ha habido una catástrofe nuclear y la humanidad sobrevive como puede. En las ruinas de una ciudad, el profesor Larsen, premio Nobel de física en un pasado incierto, trata de cuadrar su salud mental pensando en cartas que enviaría a su desaparecido hijo, narrando lo que acontece. Mientras, pretende proteger a un grupo de niños huérfanos que no son admitidos por los responsables del lugar.

Dirección: Konstantin Lopushanskiy. Producción: Lenfilm Studio, Pervoe Tvorcheskoe Obedinenie. Guion: Konstantin Lopushanskiy, Vyacheslav Rybakov, con la colaboración de Boris Strugatskiy. Fotografía: Nikolai Pokoptsev. Música: Aleksandr Zhurbin. Montaje: T. Poulinoi. Diseño de producción: Yelena Amshinskaya, Viktor Ivanov. Intérpretes: Rolan Bykov (profesor Larsen), Vatslav Dvorzhetsky (Pastor), Vera Mayorova (Anna), Svetlana Smirnova (Theresa), Vyacheslav Vasiliev (doctor dosimetrista), Vadim Lobanov, Viktor Mikhaylov, Vladimir Bessekernyh, Natalya Vlasova, Iosif Ryklin, Aleksandr Sabinin, Nora Gryakalova, Nikolai Alkanov… Nacionalidad y año: URSS 1986. Duración y datos técnicos: 87 min. – B/N con tintados-color – 1.37:1 – 35 mm.

 

El lanzamiento de la bomba atómica durante la Segunda Guerra Mundial, en 1945, provocó un tardío reflejo en el cine de ciencia ficción de la década de los cincuenta, con personas y animales mutados a consecuencia de la radiación, pero también con un puñado de películas más (o menos) realistas que trataban de dar el toque de atención, obras como Five [dvd: Cinco, Arch Oboler, 1951], Day the World Ended [tv: El día del fin del mundo, Roger Corman, 1955] o La hora final (On the Beach, Stanley Kramer,1959), por citar unas pocas de muy diferentes resultados y tonos.

En los años ochenta hubo un resurgimiento de este tipo de temáticas, acaso por efecto del espectacular éxito del telefilm El día después (The Day After, Nicholas Meyer, 1983), y entre los que podemos contar otras aportaciones como Testamento final (Testament, Lynne Littman, 1983), otro telefilm como es Threads (Mick Jackson, 1984) o la aterradora cinta animada Cuando el viento sopla (When the Wind Blows, Jimmy T. Murakami, 1986). O también esta poco conocida producción soviética, Cartas de un hombre muerto (Pisma myortvogo cheloveka / Письма мёртвого человека, 1986), que de nuevo sitúa el punto de mira sobre la ceguera del ser humano, único culpable de un final inevitable para su propia especie.

Lo más destacado de la cinta es su desazonadora atmósfera, tanto visual como sonora. En el aspecto visual, la cinta no se filmó en blanco y negro ni en color, sino en tres tonos dúplex monocromáticos diferentes, que recuerdan en parte al bromo o las fotografías en sepia: todas las escenas en los improvisados búnkeres con enfermos, las personas contaminadas o discapacitadas se apoyan en un tono marrón amarillento; las escenas en los búnkeres controlados por el estado y los hospitales subterráneos se mantienen en un frío azul sombrío; y las tomas exteriores de la ciudad destruida muestran un tono amarillento-marrón con un tinte rojizo claro. Respecto a la sonorización, esta se ha hecho en post-producción, con las voces de los actores dobladas, y los efectos de sonido reducidos a su mínima expresión. De tal modo, entre un proceso y otro, la impresión que dispensa el film recuerda a la del cine mudo.

Eso ayuda a reflejar un tanto la incomunicación que existe en ese mundo, fruto ésta de la previa que ha dado origen a todo lo que ahora acontece. Es un film triste, pesimista, que pone el acento más en la creación de un ambiente que en desarrollar una trama, con planteamiento, nudo y desenlace. Son pinceladas existenciales de una serie de personajes arrojados a un mundo cruel e inmisericorde, donde se intenta sobrevivir de un modo u otro. No es, pues, una película para los que buscan una ciencia ficción evasiva, sino reservada para los amantes de la reflexiva y previsora.

 

Anecdotario

  • Títulos anglosajones: Dead Man’s Letters / Letters from a Dead Man.
  • Ganadora en 1986 del gran premio FIPRESCI en el Mannheim-Heidelberg International Filmfestival, de Alemania. También recibió en 1987 el premio a la mejor fotografía en el festival de Madrid Imagfic, ex aequo con De Wisselwachter (Jos Stelling, 1986), de los Países Bajos.
  • Los cineastas tuvieron mucho cuidado en recordar continuamente a sus espectadores que lo que están viendo no está ocurriendo en la Unión Soviética. Para asegurarse de ello, se colocaron muchos elementos extranjeros en los fondos. No hay ni un solo objeto con letras cirílicas, pero sí muchos con las inglesas, y muchos de ellos son bienes de consumo occidentales que eran raros en la Unión Soviética en la década de 1980.

  • Durante la escena del ataque de la bomba atómica, las imágenes de una casa destruida proceden de una película estadounidense de pruebas de bombas atómicas llamada Operación Cue, y que resulta bastante popular por verse en todos los documentales.
  • Debut fílmico de su director.
  • Estrenada en la Unión Soviética en septiembre de 1986. En España se estrenó el viernes 8 de mayo de 1987, en los cines Renoir Plaza de España, de Madrid.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra