Andrés, un buceador experimentado, es rescatado frente a las costas de Santo Domingo, quien desapareció seis meses antes con la tripulación del barco en el que viajaba. Es asistido por su esposa Angélica y su hermano Ricardo, pero no puede recordar ningún detalle acerca de lo que le sucedió en ese largo lapso de tiempo. Obsesionado por descubrirlo, acepta junto a su amigo Enrique el encargo de rescatar un cargamento hundido en aguas del Triángulo de las Bermudas.
Dirección: Tonino Ricci [acreditado como Anthony Richmond]. Producción: Amanecer Films, Belma Cinematografica, Koala Cinematografica, Víctor Films S.A., Cinematografía Jalisco. Productores: Enzo Doria, Juan Manuel Herrera, Mario Morales, Nino Segurini. Productores ejecutivos: Ramón Baíllo, Claudio Grassetti. Guion: Fernando Galiana, Mauricio Melchiorre, Tonino Ricci, según argumento de F. Galiana. Fotografía: Juan Jurado. Música: Stelvio Cipriani. Montaje: Angelo Curi. Diseño de producción: Mario Molli, Jaime Pérez Cubero. FX: Blasco Giurato (fotografía especial). Intérpretes: Andrés García (Andrés Montoya), Janet Agren (Angelica), Arthur Kennedy (Mr. Jackson), Pino Colizzi (Enrique), Máximo Valverde (Ricardo Montoya), Nino Segurini (el doctor), Cinzia Monreale (chica en el barco), Adriana Falco (chica en el barco), Óscar Álvarez, Sergio Doria (piloto), Angelo Calligaris (piloto), Sergio Sinceri… Nacionalidad y año: España, Italia, México 1978. Duración y datos técnicos: 93 min. color 1.37:1.
Coproducción entre España, Italia y México, es la clásica exploitation que amalgama en su trama un montón de motivos argumentales, prevaleciendo el tono de cine de aventuras marinas, con una intriga criminal introducida de cualquier manera, y toques de ciencia ficción. Pese a que en Italia se titulase Bermude: la fossa maledetta, esto es, «Bermudas: la fosa maldita», tanto la denominación española como la mexicana, Bermudas: la cueva de los tiburones y Bermudas: ¡cueva de tiburones!, respectivamente, ponen en preponderancia el tema de los escualos, sin duda para aprovechar la relevancia comercial que en aquel entonces tuvo Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975), aunque en realidad estos son un elemento más perdido entre el aluvión de referencias[1].
De todas maneras, el propio título de esta producción de 1978 manifiesta el verdadero motivo central del film, el Triángulo de las Bermudas. Este famoso elemento se había puesto de moda con el ensayo El Triángulo de las Bermudas (The Bermuda Triangle, 1974), todo un multiventas[2] que presentó la gran cantidad de desapariciones misteriosas acontecidas en esa zona, aunque estas no son superiores a los de cualquier otra parte del mundo donde confluyen grandes rutas de transporte. Ya Berlitz, en su libro[3], conectaba ese mito con el de la Atlántida, y en esta película se hace otro tanto. Pero la mayor parte de la trama se consume en la exploración que hace Andrés sobre su dudoso pasado, así como una intriga criminal en la cual Arthur Kennedy contrata a Andrés y su amigo Enrique para que recuperen un cargamento de un avión que se hundió en el dichoso Triángulo. Ello se complica cuando suben a la superficie y el gánster les intenta matar, con lo cual la misteriosa cajita va a parar al fondo oceánico y el criminal empieza a acosar a Andrés. Esa vía narrativa se acaba de forma brusca cuando el minutaje se ha desarrollado lo suficiente, sin más. También hay abundantes planos de turismo con los protagonistas, o tomas de buceo largas e interminables para rellenar metraje.
Un elemento bastante interesante es que, en su inmersión, los protagonistas descubren a un amplio grupo de tiburones durmiendo en el fondo marino[4]. Al parecer, están allí en estado letárgico, para vigilar la entrada a «algo», y a veces son activados por una inteligencia superior que habita en la zona. Todo esto está narrado de forma muy confusa y deslavazada, y da a entender que en esas profundidades pudiera estar la Atlántida, y sus moradores aún existir allí. Andrés, en su desaparición, habría pasado esos seis meses allí, y luego se le habría implantado una amnesia para no recordarlo. Pero todo ello hay que deducirlo un poco a la ligera, pues está tan mal contado que no hay asideros narrativos a los cuales aferrarse.
Uno de los graves problemas de Bermudas: la cueva de los tiburones es, sin duda, su raquítico presupuesto —o se gastaron gran parte de él en hacer turismo por esa maravillosa zona—, algo patente en especial en los planos de maquetas, que son ostentosas hasta límites vergonzantes, por mucho que se intente disimular con brumas, y que se patentiza tanto en el avión inicial accidentado, como en un barco que de noche sufre un percance, o los diversos navíos que se vislumbran naufragados bajo las aguas. También hacia el final se ve una especie de atlante, o extraterrestre, que parece hecho con un Click de Famóbil…
Mientras se contempla la película se percibe, leyendo los labios de los actores, cómo algunos hablan en español, otros en italiano y otros en inglés, contestándose unos a otros en tal manera. Eso era norma habitual en este tipo de producciones, y luego se doblaba uniformemente en un idioma u otro. Sin embargo, resulta patente que ello debía perjudicar a los actores y no permitirles una dinámica interpretativa. Por ejemplo, Andrés García está en todo el film por completo inexpresivo, cuando en los filmes de René Cardona Jr., donde muchos hablan en su propia lengua, se le percibe más suelto. Y, en general, todas las interpretaciones son torpes y apáticas, salvo Arthur Kennedy, que ejecuta un malo arquetípico de tebeo.
Hay una escena en la cual un grupo de turistas ingleses, mientras están en un barco, sienten de pronto una «llamada» que les hace arrojarse a las aguas oceánicas. En esa escena, una de las mujeres porta una muñeca de aspecto espeluznante. Una vez están en las aguas, Ricci dedica abundantes planos al juguete, en unas imágenes donde se juega con la luz del sol atravesando el agua. Son imágenes muy similares a las que comparecían en otra cinta anterior sobre el Triángulo, la mexicana (también en coproducción con Italia) Triángulo diabólico de las Bermudas (Triángulo diabólico de las Bermudas / Il triangolo delle Bermude, 1978), dirigida por René Cardona Jr. y de igual modo con intervención de Andrés García. Pese a lo deslavazado de su inclusión en la trama —como, de hecho, sucede con prácticamente todo en el film— es, acaso, lo más atractivo de la cinta, potenciado además con un acompañamiento musical de Stelvio Cipriani inquietante, con unos coros extraterrenos.
«La primera película sobre el Triángulo de las Bermudas que finalmente revela algunos de los grandes misterios de esta fascinante parte del mundo». Esta es la frase con la cual el film fue lanzado en Italia. No puede ser más falso, puesto que revelar, revela bien poco. De hecho, el final es abrupto, y da la impresión de que no sabían muy bien cómo finalizar o, más bien, se les acabó el presupuesto y no podían plasmar todo lo que, a partir de ese instante, la trama exigía desarrollar. En ese clímax, para animar un poco el cotarro, se despierta a los tiburones y provocan una escabechina con abundantes planos gore, viéndose cabezas amputadas en boca de los escualos o piernas cortadas llevadas por la corriente…
Anecdotario
- Títulos anglosajones: The Shark’s Cave / Shark’s Cave / Bermuda: Cave of the Sharks / Cave of the Sharks / Bermuda Mystery / The Secret of the Shark’s Cave.
- Dos de sus intérpretes rodaron otras dos películas con implicación de escualos: Janet Agren en La noche del tiburón / La notte degli squali (1988), también dirigida por Ricci, y Andrés García en Tintorera (¡Tintorera! / Tintorera… Bloody Waters, 1977), de René Cardona Jr.
- Ocupó el puesto 84 entre las 100 películas más taquilleras de la temporada de cine italiano 1977-1978.
- Doblaje al castellano: Andrés García: Antonio Martín; Janet Agren: María Antonia Rodríguez; Arthur Kennedy: Ángel María Baltanás; Pino Colizzi: Manolo García; Máximo Valverde: Carlos Revilla; Nino Segurini: Daniel Dicenta.
- En algunas copias, al final, en lugar de aparecer la palabra FINE se plasma un signo de interrogación.
- Estrenada en Italia el 28 de junio de 1978, en España el 11 de septiembre de 1978 y en México el 12 de julio de 1979.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
CALIFICACIÓN: *
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] También se refiere que el barco en el que iba Andrés se llamaba White Shark, es decir, Tiburón Blanco.
[2] El libro vendió casi veinte millones de ejemplares en treinta idiomas.
[3] «Si Berlitz informaba de que un barco era rojo, la posibilidad de que fuera de otro color es casi segura», fue una de las consideraciones sobre su obra que lanzó el estudioso Larry Kusche en su obra The Bermuda Triangle Mystery – Solved (1975).
[4] Se creía que los tiburones morían cuando paraban de nadar, pero en la década de los setenta un pescador mexicano descubrió en las cercanías de la Isla Mujeres, en Yucatán, México, tiburones oceánicos de alto metabolismo inmóviles y en apariencia dormidos en el interior de las cuevas existentes en el lugar. Al parecer, esos tiburones se concentran allí para ser desparasitados. La película Tintorera tiene escenas allí rodadas, y también se ven escualos durmientes, y han tenido de igual modo aparición en otros filmes de origen charro.