En una pequeña población del Oregón central, rodeada de bosques umbríos, vive Aiden, un endeble niño de doce años. Su profesora, que sufrió abusos en su infancia, detecta en él síntomas alarmantes en ese sentido, e intenta llegar a él, pero el muchacho se muestra esquivo. En realidad, el secreto de Aiden está relacionado con algo mucho más oscuro, la presencia de una criatura extraña que habita en los bosques desde tiempos inmemoriales.

Dirección: Scott Cooper. Producción: Fox Searchlight Pictures, Phantom Four Films, Double Dare You, Mirada Studio. Productores: J. Miles Dale, Guillermo del Toro, David S. Goyer. Productores delegados: Nick Antosca, Jim Rowe, Kevin Turen. Guion: Henry Chaisson, Nick Antosca, Scott Cooper, basado en el relato “The Quiet Boy” de Nick Antosca. Fotografía: Florian Hoffmeister. Música: Javier Navarrete. Montaje: Dylan Tichenor. Diseño de producción: Tim Grimes. FX: Daemon Cadman, Cayley Giene, Taylor Schulte (artistas de efectos especiales de maquillaje), Holland Miller (artista principal de efectos especiales de maquillaje), Michael Nickiforek (escultor / fabricante de moldes / fabricación de prótesis de silicona), Legacy Effects, Mr. X (efectos visuales). Intérpretes: Keri Russell (Julia Meadows), Jesse Plemons (Paul Meadows), Jeremy T. Thomas (Lucas Weaver), Graham Greene (Warren Stokes), Scott Haze (Frank Weaver), Rory Cochrane (Daniel Lecroy), Amy Madigan (director Ellen Booth), Sawyer Jones (Aiden Weaver), Cody Davis (Clint Owens), Lyla Marlow (Jasmine Drury), Jesse Downs (Harrison Crawford), Arlo Hajdu (Arlo Kebbins), Dorian Kingi (hombre astado), Ken Kramer (Dr. Gerald Ferguson), Dendrie Taylor (Carol Reynolds), Andy Thompson (padre Meadows), Jake T. Roberts (oficial forense), Glynis Davies (enfermera Lorraine Byrd), Michael Eklund (Kenny Glass), Charmaine Wilson (cajera), Jay Brazeau (Dr. Francis), Katelyn Peterson (Julia joven), Lisa Cromarty (narradora ojibwei [voz]), Emily Delahunty (Evie)… Nacionalidad y año: Estados Unidos, México, Canadá 2018. Duración y datos técnicos: 99 min. color 1.85:1.

 

Nick Antosca es un artista bastante peculiar. Diríase que tiene dos carreras separadas, aunque con elementos que entroncan entre sí. Es escritor, y como tal ganó el premio Shirley Jackson por su novela corta Picnic a la luz de la luna (Midnight Picnic, 2009), publicada en España por Orciny Press; en nuestro país también se han editado los relatos “El cebo del depredador” (“Predator Bait”, 2010) y “Otra vez Hinterkaifeck” (“Hinterkaifeck Again”, 2013), también por Orciny Press, como volúmenes independientes y de forma limitada. Como se ve, aquí es prácticamente desconocido en ese sentido.

En cine ha participado en el guion de dos películas, amén de la presente, The Cottage (Chris Jaymes, 2012) y El bosque de los suicidios (The Forest, Jason Zada, 2016). Es más conocido, sin embargo, en televisión: digamos que se desvirgó con dos guiones para la serie Teen Wolf, y después ha participado activamente en Último destino, Believe, Channel Zero y Nuevo sabor a cereza, colaborando inclusive en la creación. Añadamos en el campo de la producción, amén de esas series, Hannibal, The Act y Chucky.

Ahora nos llega, tras mucho tiempo de espera ―los tráileres estuvieron presentes en las salas de cine durante gran cantidad de meses― esta película basada en un relato suyo[1], y donde, como es lógico, también participa en el guion y la producción. En el cargo de realizador tenemos a Scott Cooper, actor no muy destacado que, como director debutara con el drama musical Corazón rebelde (Crazy Heart, 2009), que protagonizó Jeff Bridges. Le siguieron el thriller La ley del más fuerte (Out of the Furnace, 2013), el biopic de crímenes Black Mass: Estrictamente criminal (Black Mass, 2015) y el wéstern Hostiles [tv: Hostiles, 2017]. Ahora, tras la presente, nos ofrecerá otra película de miedo de muy buena apariencia, The Pale Blue Eye, sobre un joven Edgar Allan Poe colaborando en la investigación de unos extraños asesinatos.

Antlers: Criatura oscura (Antlers / Espíritus oscuros, 2018) es una película que funciona a un doble nivel en muchos sentidos. Así, se halla cerca de esa actual corriente de cine de terror que busca nuevas vías narrativas por medio de un tempo calmo y una interiorización en los personajes más profunda; pero, al mismo tiempo, se inscribe dentro de lleno del estilo de las monster movies de los setenta y ochenta: de hecho, me ha recordado bastante a la subvalorada Profecía maldita (Prophecy, 1979), de John Frankenheimer. De igual manera, se trata, indudablemente, de una cinta de terror, pero también participa de forma activa de las vías del drama humano de ambiente rural. Todo ello son elementos que la enriquece, pero, de alguna manera, puede también funcionar como elemento disuasorio, dado que para muchos aficionados al terror más superficial puede resultar demasiado lenta, amén de no disimular la condición de la criatura sobrenatural que nos ocupa para los avezados en la materia ―pues por ahí no van los tiros―, y los amantes del cine que se aferra a las situaciones realistas, por supuesto, siempre rechazarán algo que no lo es.

La película, además, actúa desde el punto de vista realista y simbólico al mismo tiempo, y para ello se refugia en el terrible tema del abuso y la desprotección a la infancia. En ese sentido, Antlers se manifiesta de un modo mucho más vasto del que parece en un inicio. La protagonista del film, Julia Meadows (una extraordinaria Keri Russell), arrastra desde la infancia los abusos que sufrió por parte de su padre; terminó abandonando la ciudad y, cuando este se suicidó, decidió regresar para reencontrarse con su hermano, Paul (el siempre excelente Jesse Plemons). Ella carga todavía con el daño y las consecuencias de esos abusos en una expresión de dolor contenido que la hace, sin embargo, proseguir día a día; Paul también sufrió agresiones de algún tipo por parte del padre, que no quedan claras ―«Tú no sabes lo que me hizo a mí también»―, pero intenta seguir adelante, y ha decidido ocupar el puesto de sheriff de una localidad deprimida y apagada.

La propia ciudad, en sí misma, refleja cierta penuria que se ha posesionado de todos sus habitantes, diríase. Paul se queja de que gran parte de su trabajo consista en desalojar de sus viviendas a gente que no tienen a dónde ir. Muchos de los padres del pueblo, se nos dice en un momento, se dedican a la droga, y hacen partícipes de ello a sus hijos. E incluso los propios niños parecen hallarse en un estado de hastío o indefensión: véase la escena en la cual, en clase, se les proyecta una película, en la cual no están atentos y se encierran en sus mundos, o al inicio del todo, cuando conocemos a la protagonista, donde hace una pregunta a los alumnos y solo hay una chica entusiasta queriendo responder. De alguna manera, el pueblo entero refleja una degradación moral, representada por el hecho de no mostrar empatía hacia los niños, en buscar darles un soporte existencial. Solo Julia, que ha venido de fuera, es capaz de experimentar la necesidad de ayudar a ese pequeño muchacho, Lucas Weaver (un extraordinario Jeremy T. Thomas, toda una revelación), quien, de algún modo, huye de esa ayuda pero al mismo tiempo la alienta.

El monstruo de la película es un monstruo real, una criatura que acecha desde tiempos inmemoriales dentro del entorno boscoso que rodea el pueblo, en suma, el propio el film. Pero, al mismo tiempo, viene a representar esa violencia descarnada hacia nuestros infantes. En ese sentido, resulta terrible cómo se personifica el sufrimiento de los críos, siendo la cinta más explícita en ese sentido de lo que se suele ser, pues por lo general se intenta rehuir mostrar dolor en los niños. Es especialmente hiriente presenciar las secuelas de todo en el hermano menor de Lucas. La bestia, pues, el «hombre astado», tal como figura en los créditos, simbolizaría al monstruo de los abusos y el dolor que se infringe a la infancia, y que siempre arrostraremos el resto de nuestra existencia.

Todo ello se aplica por medio de una atmósfera tremenda, asfixiante, que atrapa desde el primer segundo; gran parte de ello viene respaldado por el tono de cine independiente que se aplica a la narración, por medio de interpretaciones realistas y directas y una cámara que busca la proximidad del personaje. La excelente música de nuestro Fernando Navarrete también ayuda a propiciar el tono adecuado para las escenas de horror. La historia se va desarrollando de un modo calmo ―excesivo, me temo, para nuestros impacientes espectadores de hoy en día―, ocupándose en mostrar primero los monstruos internos que los externos. Pero, fuera como fuese, este Antlers (olvidémonos del tontorrón subtítulo que se le ha aplicado en España) es, por encima de todo, una excelente película de terror, que en su riqueza e irradiación narrativa ofrece sus mayores virtudes.

 

Anécdotas

  • Título en Argentina, Chile, Colombia y Perú: Espíritus oscuros.
  • Filmada a partir del 1 de octubre de 2018 y terminada el 30 de noviembre de 2018, pero no estrenada hasta octubre de 2021. El retraso, por supuesto, se debe a la pandemia de covid.
  • Rodada con un presupuesto estimado de 15.600.000 dólares.
  • Estrenada en México el 28 de octubre de 2021; en el Reino Unido y Estados Unidos se estrenó el 29 de octubre. En España se estrenó el 19 de noviembre.

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

[1] Publicado originalmente en la revista Guernica / A Magazine of Art and Politics en enero de 2019. Se trata de una publicación online que ofrece arte, fotografía, ficción y poesía de todo el mundo, junto con no ficción como cartas del extranjero, artículos de investigación y artículos de opinión sobre asuntos internacionales y la política interna de los EE. UU.