Unos ascensores elevan a los pasajeros hasta la nave Aniara. Más de ochocientos pasajeros abandonan la Tierra para instalarse en Marte. Damos por hecho que no es un viaje turístico, sino una emigración forzada por la situación catastrófica de la Tierra, como consecuencia de una guerra nuclear o de la destrucción del ecosistema. Pero el viaje a Marte de tres semanas se verá frustrado por un accidente espacial: un asteroide choca contra la nave y la tripulación tiene que eyectar el combustible nuclear. La nave emprende una ruta hacia el espacio exterior sin muchas esperanzas de rescate o de llegar a algún planeta.

Dirección: Hugo Lilja, Pella Kagerman. Producción: Film Capital Stockholm, Gotlands Filmfond, Ljud & Bildmedia, Meta Film Stockholm, Meta Film, Sveriges Television, Unbranded Pictures, Viaplay, Vice Studios. Productor: Annika Rogell. Co-productores: Pella Kagerman, Hugo Lilja, Fredrik Ljungberg, Johannes Rothaus Nørregaard, Daniel Thisell, Lisa Widén. Productores delegados: Nina Bisgaard, Natalie Farrey, Danny Gabai, Vincent Landay, Glenn Lund, Eddy Moretti, Meta Louise Foldager Sørensen. Productor asociado: Markus Waltå. Ayudantes de producción: Maja Brantås, Ronja Larsson  , Ro Trin Thomsen. Guion: Hugo Lilja, Pella Kagerman, según un poema de Harry Martinson. Fotografía: Sophie Winqvist. Música: Alexander Berg. Montaje: Pella Kagerman, Björn Kessler, Michal Leszczylowski. Diseño de producción: Linnéa Pettersson, Maja-Stina Åsberg. FX: Mona Tellström-Berg  (efectos de maquillaje), Fiffigt Reklam & Animation, Kaktus Film. Intérpretes: Emelie Garbers [acreditada como Emelie Jonsson] (Mimaroben), Bianca Cruzeiro (Isagel), Arvin Kananian (Chefone), Anneli Martini (el astrónomo), Jennie Silfverhjelm (Libidel), Emma Broomé (Chebeba), Jamil Drissi (el intendente), Leon Jiber (Daisi Doody), Peter Carlberg (ingeniero jefe), Juan Rodríguez, David Nzinga, Dakota Trancher Williams, Otis Castillo Ålhed, Dante Westergårdh, Elin Lilleman  Eriksson, Agnes Lundgren, Alexi Carpentieri, Mattias Appelqvist, Unn Dahlman, Laila Ljunggren, Thomas Lundgren, Malin Olsson, Susanna Salonen, Cornelia Sjöblom, Oskar Snickars… Nacionalidad y año: Suecia, Dinamarca 2018. Duración y datos técnicos: 106 min. color 2.35:1.

 

Aniara es una adaptación (hasta donde esto sea posible) de un poema épico de Harry Martinson, publicado en 1956, con las preocupaciones asociadas a la Guerra Fría y a sus consecuencias. No he tenido ocasión de leer el poema, por lo que solo puedo recomendar su consulta en la red. En 2018 los directores Hugo Lilja y Pella Kagerman se encargaron de escribir el guion y rodar esta adaptación, que acerca las preocupaciones de Harry Martison sobre «la destrucción mutua asegurada» de la Guerra Fría, a la crisis medioambiental en la que estamos inmersos y con una final impredecible.

Una película de ciencia ficción sueca que es todo un desafío, casi un atrevimiento. Primero, por la profundidad de la trama que nos cuenta, y en segundo lugar, por las decisiones artísticas y técnicas que han tenido que afrontar. Hasta la elección de la lengua (el sueco), es casi una osadía en un espacio de dominio anglohablante, y en el que hay, también, conversaciones en castellano por parte de un pasajero que entra en pánico.

Los pasajeros que abordan la nave Aniara lo hacen con tranquilidad y casi ilusión. Es una emigración que se entiende definitiva a Marte, pero no hay pena o nostalgia. Entendemos que la situación con una Tierra devastada no la hacen un lugar donde la vida merezca ser vivida. Por otra parte, la nave y las condiciones en las que van a vivir los pasajeros son las propias de un viaje en crucero por el Caribe. El entretenimiento y el ocio ofrecido en la nave hacen que los pasajeros vivan en esa inconsciencia que genera el consumo y la sociedad consumista. Esta es una adaptación a nuestro tiempo respecto al poema original, introducida (seguramente) en la nueva versión cinematográfica.

Como parte de ese entretenimiento está la sala donde Mima, un superordenador o un artilugio de Inteligencia Artificial con consciencia, se introduce en la mente de los usuarios y rescata sus mejores recuerdos, aquellos asociados, en general, a esos paisajes de agua y bosques que han desaparecido de la Tierra. El viaje casi de placer, de crucero, va a ser interrumpido por un accidente: un asteroide choca contra la nave, sobre la zona donde está situado el combustible nuclear. El comandante opta por eyectarlo para salvar la nave y, como consecuencia, esta seguirá un nuevo rumbo. No hacia Marte, sino hacia un lugar incógnito del espacio. Sin combustible no es posible rectificar el rumbo.

Realmente, el film, la historia, empieza aquí. Ha finalizado la presentación, la farsa. El comandante lo tiene claro desde el primer momento: Aniara se ha convertido en un planeta independiente, y las leyes, las reglas que lo regirán, serán las propias de la situación según su personal opinión, sustentadas por su poder absoluto. Las propias (se ve enseguida) de una sociedad autoritaria o totalitaria, con una élite y el resto como súbditos que deben obedecer. Incluso las mentiras o las falsas esperanzas son legítimas para el poder, como la posibilidad de un rescate que los espectadores sabemos imposible.

A partir de este momento, lo que nos narran (y es algo muy grande) es la evolución de ese nuevo «planeta» y de sus habitantes. Una evolución hacia la mera supervivencia y hacia la desesperación. Las actitudes serán diferentes, según el carácter de cada cual, en una situación cada vez más complicada, más cercana a la subsistencia, sin esperanzas de rescate o de llegar a algún planeta. Esta es la sustancia de la película.

Los autores han tenido que tomar decisiones muy «radicales» desde la dirección de arte del film: con un presupuesto ajustado, o insuficiente, han combinado los efectos especiales imprescindibles con el recurso a elementos de la cotidianidad. Cuando los pasajeros llegan en unos ascensores a la enorme nave desembarcan en una especie de centro comercial o buque de crucero, con sus tiendas, sus lugares de ocio, sus restaurantes, sus camarotes… El efecto en el espectador (o, al menos, en este espectador), es perturbador. En una cinta de ci/fi tipo Hollywood, las decisiones de sus creadores tienden a fabricar un mundo espacial diferente a la normalidad de nuestro presente. El futuro tiene que ser diferente, y los efectos especiales, la ambientación, nos lo tienen que remarcar. El futuro será mejor o peor, pero siempre diferente.

En Aniara no es así. Estamos en un futuro, quizá cercano a nuestro presente, pero la vida asociada al consumo, la vida como un gran casino o centro comercial, es idéntica a la nuestra. Decisión presupuestaria, pero también estética, que yo considero que funciona. No hay nada más aterrador que, desde la normalidad de un centro comercial, pasemos a la desesperación de pensar si comeremos mañana, aunque solo sean algas.

Las decisiones tomadas por los directores respecto a los personajes también se salen del camino más trillado de la ciencia ficción. Desde esa normalidad que hemos comentado con la que los pasajeros embarcan en la nave observamos el cruce de miradas entre dos mujeres. Y es que en la nave Aniara existe el sexo y el amor. No es que en la ciencia ficción se obvie lo sexual (bueno, un tanto), pero no suele ser uno de sus ejes centrales. En esta película lo es. Lo que va sucediendo, la evolución mental de los pasajeros, está contado, en buena a parte, desde la relación entre Mimaroben (la técnica que dirige el simulador Mima) e Isogel, una de las tripulantes. Ambas rebeldes, ante el giro autoritario del comandante de la nave, y con dos actitudes diferentes ante el futuro, entre la esperanza y la desesperación.

Las actrices Emelie Garbes (Mimaroben) y Bianca Cruceiro (Isagel) son fundamentales para transmitir al espectador no solo su pasión, sino dos estados de ánimo que en buena parte se corresponden con la del resto de los pasajeros. Son también una manifestación de que la vida, el instinto o el placer existen o intentan consumarse en cualquier lugar y circunstancia.

Entre la hora uno y el tercer año tras del accidente de la nave Aniara, el nuevo planeta que rueda por el espacio, observamos cómo la mayor parte de los pasajeros han entrado en una fase de ansiedad ante la perspectiva, confirmada por los hechos y el tiempo, de que no existe ya el punto de partida (la Tierra), ni hay un punto de destino. El gran simulador Mima se ha «suicidado» después de manifestar que la humanidad no tiene futuro. Mima se parece a Solaris (Solyaris) en este punto, tanto a la novela de Stanislaw Lem de 1961, como a la adaptación de Andrei Tarkovsky de 1972: debemos aceptar, asombrados, esa capacidad de autoconsciencia de Mima y esa capacidad para captar los recuerdos agradables de los pasajeros y hacerles «creer» que los están viviendo durante el tiempo que dura la sesión.

A partir de este momento, los años van pasando, y la mini humanidad que reside en Aniara va evolucionando, pasando por etapas, que van desde el desenfreno a la instauración de seudocultos religiosos. Es la parte más débil de la película, pues la síntesis con la que están contadas esas etapas les resta profundidad y emoción.

En el año veinticuatro, los supervivientes (es decir, los que no se han suicidado), son consiente de que no viajan en un nuevo planeta, sino en un enorme sarcófago. La nave, cinco millones de años después, llegara a un planeta que se parece a la Tierra, que quizá lo sea, regenerado sin esa plaga que pueden ser los homo sapiens, pero no hay testigos para confirmarlo, ni para vivir en ella.

Un film de ciencia ficción que es una osadía, una obra de arte, pues además de entretenernos nos plantea incógnitas y nos hace vivir emociones. Una osadía por estar rodada en sueco y por adaptar un poema. Y por recordarnos que en el género de la ciencia ficción también existe el amor y el sexo.

 

Anécdotas

  • En el Les Arcs European Film Festival de 2018 fue premiada en las categorías de mejor actriz (E. Garbers) y el premio Cineuropa y menciones especiales del premio de la prensa y del público joven. En 2019, la Academy of Science Fiction, Fantasy & Horror Films la nominó en la categoría de mejor película internacional; y en el Festival de Cine Fantástico de Trieste ganó como mejor película internacional de ciencia ficción. En los premios Guldbagge de Suecia de 2020 fue premiada en las categorías de mejor dirección, actriz (E. Garbers), actriz secundaria (B. Cruzeiro) y efectos visuales.
  • Esta película solo se ha visto en España por medio de festivales.
  • El film tuvo su premier mundial en el TIFF (Toronto international Film Festival), en Canadá, en septiembre de 2018.
  • El poema que lee Mimarobe durante el funeral es el que inspira el film.
  • Existe también una adaptación del poema a modo de ópera, compuesta por Karl-Birger Blomdahl y con libreto de Erik Lindegren, representada por vez primera en 1959.
  • El cuarto álbum del grupo sueco de rock progresivo Seventh Wonder titulado The Great Escape (2010) está basado en esta obra. El músico sueco Kleerup también estrenó un álbum en 2012 basado en ella.
  • Otra adaptación del poema: Aniara (1960), de Arne Arnbom [Suecia; telefilm].
  • Estrenada en Suecia el 1 de febrero de 2019.

 

Bibliografía

Aniara; por Harry Martinson; traducción de Carmen Montes Cano; mapa dibujado por Ana Isabel Perujo Pérez. Madrid: Gallo Nero Ediciones, 2015. T.O.: Aniara (1956).

Gonzalo Francoblanco

 

CALIFICACIÓN: ***

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra