Visiones nocturnas; recopilación de Douglas E. Winter; traducción de Albert Solé. Barcelona: Martínez Roca, 1991. Colección: GranSuperTerror; s/n. [Edición original: Night Visions 5, 1988].
Géneros – materias: terror – ciencia ficción – relatos – universos alternativos – fantasmas – maldiciones – vampiros – demonios – licántropos
Si comparamos el mercado contemporáneo con el de hace años veremos que, en el campo del terror, estamos en la actualidad bastante mal cubiertos. Se reeditan mil veces, con formatos distintos, clásicos como Drácula, Frankenstein o Los mejores relatos de vampiros —siempre los mismos—, cuando existen otros clásicos que aún permanecen inéditos en España —o que fueron editados hace demasiado tiempo y/o mal— y mucho del terror contemporáneo sigue desconocido a nuestros ojos. Como gran esperanza tenemos, ante todo, a Valdemar, y luego unas pocas editoras pequeñas que hacen lo que pueden.
Hace tiempo, editoriales como Martínez Roca ofrecían una selección amplia y variada de terror, y creo que resulta interesante —aprovechando que acabo de leerlo, tras muchos años en mi posesión— echar un ojo a esta edición, de nivel medio, pero representativa de cómo estaba el mercado en aquella época.
Douglas E. Winter es un escritor de literatura de terror, del que aquí, en esa faceta, conocemos bien poco, apenas cuatro o cinco relatos desperdigados en antologías dispersas; su novela Run fue nominada al premio Bram Stoker como mejor obra novel el año 2000, pero sigue sin interesar a nuestros editores. Pero, paralelamente a ello, y junto a su labor de abogado, también se ha granjeado cierto prestigio como ensayista de terror. Si el lector español rebusca en su hemeroteca podrá recopilar unos cuantos ejemplares de la revista Fangoria —edición de los noventa por parte de Ediciones Zinco— donde tiene una columna fija por su parte en algunos de los números. También tiene publicados ensayos dedicados a escritores como Stephen King o Clive Barker, y tiene varios volúmenes recopilatorios de relatos, del que este es una muestra.
Este Visiones nocturnas tiene una carrera editorial en Estados Unidos bastante peculiar. Apareció en primer lugar con el título de Night Visions 5[1], por parte de la editorial Dark Harvest, el 1 de julio de 1988. Al año siguiente fue reeditado como Dark Visions por Orion, el 10 de agosto de 1989. Y más adelante aparecería también como Dark Love y The Skin Trade.
Los libros antológicos suelen incluir una gran variedad de autores, pero en este caso solo tenemos tres: Stephen King, Dan Simmons y George R. R. Martin. Sospecho que el modo de confeccionarlo fue conceder a los tres escritores exactamente la misma extensión, y luego los creadores decidieron por su cuenta cómo aprovechar el espacio, si varias cosas cortas o una sola larga.
Comienza la antología el famoso Stephen King. ¿Qué decir de él a estas alturas? Solo que es el más famoso escritor de literatura de terror actual, aunque también ha mostrado su debilidad por el fantástico, la ciencia ficción y la novela criminal en distintas facetas. No sé lo que se tardó en concebir la presente antología, pero más o menos hacia las fechas de la misma (julio de 1988), King había publicado las novelas Misery (junio 1987) y Tommyknockers (noviembre 1987), esta última de una extensión monumental, y ya después La mitad oscura (octubre 1989). En medio, pues, de todo ello, debió participar en esta antología. Y no se lo tomó demasiado en serio, la verdad.
Así, comienza con un relato muy breve titulado “Los reploides” (“The Reploids”), donde, durante la grabación de un programa del show de Johnny Carson, de pronto aparece en su lugar otro individuo, un tal Edward Paladin. Llevado a la comisaría es interrogado, y todo hace suponer que procede de otra realidad. Una premisa fascinante, desarrollada sin embargo del modo más apático y carente de interés que se pudiera efectuar, representa uno de los logros más bajos del trabajo de King, aun cuando se percibe cierta influencia de la literatura de Richard Matheson. Tal vez, consciente de esa mediocridad, no lo ha vuelto a reeditar nunca. Esa realidad alternativa que presenta acaso podría estar conectada al universo de la Torre Oscura.
Le sigue “Playeras” (“Sneakers”), otro relato corto, pero de una extensión un poco mayor que el previo. En unos estudios de grabación discográfica, el protagonista, al ir al cuarto de baño, distingue bajo uno de los reservados unas zapatillas que, en sucesivas visitas, siguen ahí, con la misma mosca muerta sobre una de ellas. Comienza a sospechar que hay un fantasma en ese retrete… Un punto de partida interesante, muy atmosférico, con algunos momentos muy atractivos, ofrece una conclusión decepcionante, como si King no supiera realmente cómo acabarlo. De las pocas obras de su autor que plantea la temática de la homosexualidad, que sirve como contrapunto al tema sobrenatural. King lo reeditó en su antología Nightmares & Dreamscapes, en España, Pesadillas y alucinaciones, y en esa edición fue traducido como “Tenis” (de un modo absurdo, a mi juicio).
Cierra la participación de King la historia más larga, “Dedicatoria” (“Dedication”). Una mujer negra, que en tiempos trabajó en un hotel como empleada de la limpieza, recibe un libro publicado por su hijo. Relatará a una amiga una historia retorcida, con brujería de por medio, y su relación con un racista escritor. La capacidad de King de enganchar al lector se manifiesta en esta historia, donde sobresale por encima de todo la convicción con que están desarrolladas las dos amigas protagonistas. La estructura narrativa representa un borrador de lo que después sería, más depurado, Dolores Clayborne; aquí, pese a la profusión en la declaración de la narradora, se articula más el diálogo. Una de las pocas veces en las cuales King utilizada personajes de color, también muestra su ocasional predilección hacia determinadas idas de olla de carácter sexual. No es una historia de terror, sino más bien un drama social con un trasfondo de fantasía.
Pasamos a Dan Simmons, un escritor de gran prestigio pero que, por algún extraño motivo, no me acaba de enganchar. Arranca con “Metástasis” (“Metastasis”), relato corto que, en el apartado personal, debo referir tiene un punto de partida muy similar a un ultra-corto que yo escribí, titulado “Los invasores”[2]. Extrañas casualidades, sin duda. Pero he de reconocer que el relato de Simmons, por supuesto, es infinitamente superior. Tras un accidente, con una lesión cerebral, el protagonista es capaz de ver unas extrañas criaturas que son invisibles al ojo de los demás, y que pululan entre nosotros. Las llama “vampiros del cáncer”, y se alimentan de los tumores que aparecen en los enfermos, aunque no los curan. Malsano, inquietante, es una absoluta joya, y no en vano alcanzó el 2º del Premio World Fantasy en 1989. Este relato, así como los otros de la presente recopilación, Simmons los volvió a incluir en su propia antología Prayers to Broken Stones (1990), inédita en España, salvo error.
La segunda de las historias, de una extensión similar a la previa, es “Vanni Fucci está vivo, sano y en el infierno” (“Vanni Fucci is Alive and Well and Living in Hell”), un relato humorístico acerca de uno de esos típicos caraduras televisivos tan habituales en Estados Unidos (y últimamente aquí también) que se inventan una religión para sablear a la gente. Mientras hace el programa en directo, aparece un invitado sorpresa que procede del infierno. No demasiado trascendente, es simpático y divertido, lo cual se supone es su objetivo.
Y Simmons finaliza con “Los pozos de Iverson” (“Iverson’s Pits”), novela corta ambientada a principios del siglo XX, durante una celebración de la Guerra Civil norteamericana, en la cual un muchacho de diez años, en representación de los boy scouts de su pueblo, traba contacto con un anciano capitán que busca venganza. En exceso dilatada, le sobra parte de su arranque, donde redunda en describir lugares y situaciones pasadas, pero poco a poco se va caldeando y alcanza un nivel alto. Aunque no es exactamente un relato de guerra, es de esos que entrecruzan ese género con el terror, produciendo un aporte atractivo a la temática. Juega, además, con la sugerente ambigüedad del fantástico, pudiendo interpretarse desde un punto de vista realista (la exaltada imaginación de un niño) o sobrenatural.
George R. R. Martin es un escritor que, en la actualidad, despierta tanto filias como fobias debido a su éxito con la saga Canción de hielo y fuego. Pero antes de eso, mucho antes, era uno de los autores fundamentales del fantastique en sus tres vertientes, aportando al menos una obra maestra a cada una de ellas. Su única aportación al volumen es una novela corta, “Cambiando de piel” (“The Skin Trade”), la única que ya había leído con anterioridad, cuando hube de analizarla para mi libro Los hombres lobo en el cine[3]. Fue ganadora del premio World Fantasy como mejor novela corta en 1989, y nominada al Bram Stoker. Y es una absoluta maravilla. La novela supone una creación que, de forma particular, ofrece unos meritorios personajes, así, una detective privada cuyo padre policía murió asesinado por un hombre lobo, y un enfermizo y enclenque cobrador de morosos que sufre de asma y licantropía; dentro de este contexto, se desenvuelve una serie de asesinatos donde las víctimas aparecen sin un gramo de piel sobre sus descarnados cuerpos, hecho que conduce al descubrimiento de una sociedad secreta licantrópica que, desde tiempos inmemoriales, gobierna en secreto los hilos de la ciudad. Con una prosa de apariencia sencilla y ligera, se va desenvolviendo una narración que ofrece momentos de una sobrecogedora atmósfera.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
[1] Night Visions es una serie con relatos de terror independientes publicada por Dark Harvest entre 1984 y 1991, con nueve entregas numeradas del 1 al 9, más Night Visions: Dead Image y Night Visions: In the Blood. En España Martínez Roca editó el volumen 6 con el título de Visiones macabras, amén del presente.
[2] Incluído en Sueño del Fevre nº 4. Madrid: Recerca, Carlos Díaz Maroto, 1994.
[3] Los hombres lobo en el cine: licántropos y otros hombres bestia en la pantalla. Madrid: Ed. Jaguar, 2004.