Una señal procedente de un planeta llamado Aura conduce a dos naves gemelas, Argos y Galliot, a su superficie. Los tripulantes de una de ellas perecen en un extraño enfrentamiento, pero los de la otra logran superarlo. El planeta es inhóspito, y pronto los muertos se comienzan a alzar de sus tumbas.

Dirección: Mario Bava. Producción: Italian International Film, Castilla Cooperativa Cinematográfica. Productor: Fulvio Lucisano. Productor asociado: Salvatore Billitteri. Guion: Alberto Bevilacqua, Callisto Cosulich, Mario Bava, Antonio Román, Rafael J. Salvia, basado en el relato «Una notte di 21 ore» de Renato Pestriniero. Fotografía: Antonio Rinaldi [y, sin acreditar, Mario Bava, Antonio Pérez Olea]. Música: Gino Marinuzzi Jr. Montaje: Romana Fortini, Antonio Gimeno. Decorados: Giorgio Giovannini. FX: Mario Bava (efectos especiales), Eugenio Bava (asesor técnico), Carlo Rambaldi (confección de modelos), Paolo Ketoff, Gino Marinuzzi Jr. (efectos electrónicos). Intérpretes: Barry Sullivan (capitán Mark Markary), Norma Bengell (Sanya), Ángel Aranda (Wess Wescant), Evi Marandi (Tiona), Franco Andrei (Bert / Garr), Federico Boido [acreditado como Rico Boido] (Keir), Stelio Candelli (Brad / Mud), Alberto Cevenini (Toby Markary / Wan), Mario Morales (Eldon), Ivan Rassimov (Carter / Dervy), Massimo Righi (capitán Sallas / Nordeg), Fernando Villena (Dr. Karan), Vito Fasano (miembro muerto de la Galliott), Giuseppe Mattei (Brent)… Nacionalidad y año: Italia, España 1965. Duración y datos técnicos: 88 min. – Technicolor – 1.66:1 – 35 mm.

 

El relato en el que Terror en el espacio / Terrore nello spazio (1965) se basa, «Una notte di ventuno ore», de Renato Pestriniero, fue publicado originalmente en junio de 1960 en la revista Oltre il cielo. Mario Bava lo descubrió en la antología Interplanet No.. 3, y compró los derechos por 200.000 liras, antes de conseguir productor alguno. Más tarde, contactó con Fulvio Lucisano, y este mostró interés en adaptarlo. Para conseguir financiación se unió a la productora madrileña Castilla Cooperativa Cinematográfica, perteneciente al director Antonio Román, y el primer esbozo de guion fue escrito entre este y Rafael J. Salvia, y luego pasó al equipo italiano. Pero Lucisano también contactó con la norteamericana AIP, que ya había tenido éxito distribuyendo otras películas previas de Mario Bava, y consiguió parte del presupuesto por la distribución en Estados Unidos del film. Fueron ellos quienes recomendaron como protagonista a Barry Sullivan, aunque ni Lucisano ni Bava lo conocían.

Sin embargo, el presupuesto seguía siendo insuficiente para un proyecto de este calibre. Ello sirvió para que Mario Bava, excelente realizador, pero también previo director de fotografía y experto en efectos especiales, sacara provecho de su preparación. El planeta estaba confeccionado de dos rocas de papier maché sobrantes de un péplum, e hizo amplio uso del sistema Schüfftan, inventado por el técnico alemán Eugen Schüfftan para la mítica Metrópolis (Metropolis, 1927), de Fritz Lang, que consistía la utilización de maquetas y juegos de espejos para introducir en aquéllas a los actores. No había dinero para emplear efectos ópticos, así pues hizo todos esos trucajes sobre la marcha, ante la cámara.

Como se ha referido, también había sido director de fotografía, y ello se comprueba por el espectacular lustre visual que detenta el film. Acreditado en esa labor está el italiano Antonio Rinaldi, habitual colaborador de Bava, pero este también trabajó en ese aspecto en Terror en el espacio, así como el español Antonio Pérez Olea, o al menos así aparece en la versión española, que en este tipo de coproducciones nunca se sabe. Es una lástima que el relato en que se basa el film no esté disponible en España, y no podamos comparar, pero el autor del mismo, Renato Pestriniero, comentaría: «Una película y un cuento tienen lenguajes muy diferentes, y estaba convencido de que serían necesarios cambios. Cuando vi Terror en el espacio me costó mucho reconocer mi historia. Bava decidió evitar el “espacio interior” [de los personajes] y enfatizar el componente de terror. En cualquier caso, hizo un buen trabajo. Me gustó la película, y muchos críticos y cinéfilos expresaron muchas opiniones favorables. Hoy en día, sigue siendo considerada una de las mejores películas italianas de ciencia ficción, sobre todo porque es una de las pocas que se inspira en una auténtica obra de ciencia ficción italiana»[1].

Tal como queda la historia en el film, es una típica aventura pulp en un planeta ignoto con muchos elementos de terror, donde se percibe una obvia influencia de un clásico como La invasión de los ladrones de cuerpos (Invasion of the Body Snatchers, Don Siegel, 1956) en dos aspectos: por un lado, los humanos son poseídos por las entidades alienígenas cuando duermen; por otro, los muertos son reanimados por estas, dándoles una apariencia normal (salvo las obvias lesiones que se les distinguen), pero careciendo ya de la humanidad inherente a ellos. Son seres de un mundo moribundo que desean sobrevivir parasitando otras especies.

Bava, con las limitaciones técnicas que se le imponen, juega con la inventiva y aporta un trabajo visual extraordinario. No solo por la bellísima fotografía que detenta, con unos abrumadores colores que extasían, sino por toda esa labor de composición que desarrolla, suministrando una atmósfera impresionante al planeta Aura. Apenas había para decorados, por lo cual llenó el plató de niebla; eso, unido a un efecto de sonido de un viento inclemente y constante, amén de la superposición de rocas, centuplicadas por efectos ópticos, y esas tonalidades rojizas que llenan las imágenes, crean un mundo irreal en todos los sentidos, concibiendo una joya escénica.

Hay escenas antológicas, como la resurrección de los muertos a cámara lenta y saliendo de los sudarios confeccionados de plástico que les cubren; además, ese ralentí, un efecto que pocas veces resulta convincente, aquí otorga a los planos un aura sobrenatural, de pesadilla. Otro momento impresionante es aquel en el cual abren la tumba, como en un film de terror tradicional, y de ella sale expulsado ese sudario/plástico, que aletea como si fuera un típico fantasma de sábana, conformando un «susto» de lo más efectivo. También cabe destacar el empleo del zoom, una plaga del cine de la época, sobre todo en el italiano, y que aquí es empleado con no poca firmeza, como cuando el capitán descubre a su hermano muerto, o cuando una de las astronautas se topa con uno de los resucitados.

El hecho de que los actores estén constreñidos en un decorado tan limitado, donde, literalmente, deben esconderse entre dos rocas, y luego todo a su alrededor es una ficción elaborada a partir de trucos visuales y espejos, en cierto sentido transmite al film un tono claustrofóbico, donde los propios personajes se ven limitados a un espacio cerrado, circunscrito entre las dos naves espaciales, y un estrecho camino que se forjan rodeado de un pantano sulfuroso. Solamente un pequeño desvío les conduce a los restos de una tercera nave, con los gigantescos esqueletos de sus previos habitantes, elemento que hace recordar un tanto a Planeta prohibido (Forbidden Planet, Fred M. Wilcox, 1956), pero que, a su vez, sirvió de obvia inspiración a Alien, el octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979) —y no únicamente ese elemento—.

El film se ve, además, rubricado con un final sorpresa de lo más sugestivo, y, en definitiva, Terror en el espacio representa una joya de la ciencia ficción sesentera, que a cierto público en busca de la trascendencia y el mensaje puede parecer trivial, pero que demuestra que, en arte, no importa tanto qué se representa, sino cómo. Y, además, es un delicioso divertimento de primer orden.

 

Anecdotario

  • Título del proyecto: Il mondo dell’ombra.
  • Títulos en Argentina: El planeta infernal [cines] / El planeta de los vampiros [TV]. Título en México: El planeta de los vampiros.
  • Títulos anglosajones: Planet of Blood / Space Mutants / Terror in Space / The Haunted Planet / The Haunted World / The Outlawed Planet / The Planet of Terror / The Planet of the Damned / The Demon Planet / Planet of the Vampires.
  • El rodaje empezó el 22 de abril de 1965, y se desarrolló a lo largo de seis semanas, en el estudio Cinecittà de Roma.
  • El ayudante de dirección fue Lamberto Bava. Es la primera película de su padre en la cual Lamberto colaboró.
  • Ib Melchior, acreditado como coguionista en determinadas fuentes, solo tradujo y adaptó los diálogos para la versión norteamericana.

  • Solo se hizo un modelo de nave espacial. La «segunda» era duplicada por efectos ópticos.
  • El vestuario para todo el elenco se confeccionó en veinte días.
  • Voces del doblaje al castellano: Francisco Sánchez (Barry Sullivan), Mari Ángeles Herranz (Norma Bengell), Jesús Nieto (Ángel Aranda), Ana María Saizar (Evi Marandi), Carlos Revilla (Franco Andei), Joaquín Vidriales (Fernando Villena), Luis Carrillo (Stelio Candelli), Santos Paniagua (Mario Morales), Julio Núñez (Ivan Rassimov), José María Prada (Alberto Cevenini), Francisco Arenzana (Massimo Righi).
  • Voces del doblaje al italiano: Carlo D’Angelo (Barry Sullivan), Gabriella Genta (Norma Bengell), Peter Fernandez (Ángel Aranda), Gianni Musy (Franco Andrei), Renzo Palmer (Stelio Candelli), Giancarlo Maestri (Mario Morales), Giulio Bosetti (Massimo Righi), Michele Malaspina (Fernando Villena).
  • Voces de doblaje al inglés: Joyce Gordon (Norma Bengell), Jack Curtis (Massimo Righi),
  • Bernie Grant (Fernando Villena). Barry Sullivan se dobló a sí mismo.
  • La versión norteamericana eliminó unos dos minutos, correspondientes a diálogos.
  • En Italia el film tuvo una taquilla de 90 millones de liras, y en España 38,2 millones de pesetas.

  • Estrenada en Italia el 15 de septiembre de 1965 y en España el 18 de abril de 1966, en Madrid, y el 5 de septiembre de 1966, en Barcelona. Tuvo una reposición en España tras el estreno de Alien, el octavo pasajero.

 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: ****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

 

[1]  Tim Lucas: Mario Bava – All the Colors of the Dark. Cincinnati (Ohio): Video Watchdog, 2013; pág. 625.