Tres astronautas realizan un accidentado aterrizaje en un planeta desconocido. En este mundo descubren vida humana, pero tan primitiva que son poco más que animales. No se han recuperado de la impresión cuando conocen a la especie inteligente que domina el planeta: los simios.

Dirección: Franklin J. Schaffner. Producción: APJAC Prod., 20th Century Fox. Productor: Arthur P. Jacobs. Productor asociado: Mort Abrahams. Guion: Michael Wilson, Rod Serling, según la novela de Pierre Boulle. Fotografía: Leon Shamroy. Música: Jerry Goldsmith. Montaje: Hugo S. Fowler. Dirección artística: William J. Creber, Jack Martin Smith. FX: John Chambers (creador de maquillajes), L. B. Abbott, Art Cruickshank, Emil Kosa Jr. (efectos visuales). Intérpretes: Charlton Heston (George Taylor), Roddy McDowall (Cornelius), Kim Hunter (Zira), Maurice Evans (doctor Zaius), James Whitmore (presidente de la asamblea), James Daly (doctor Honorious), Linda Harrison (Nova), Robert Gunner (Landon), Lou Wagner (Lucius), Woodrow Parfrey (doctor Maximus), Jeff Burton (Dodge), Buck Kartalian (Julius), Norman Burton (líder de la cacería), Wright King (Dr. Galen), Paul Lambert (ministro), Dianne Stanley (astronauta Stewart), Billy Curtis, Felix Silla, Dianne Stanley, Priscilla Boyd, Ronald L. Schwary, Frank Delfino, Army Archerd, James Bacon, Jerry Maren, Harry Monty, Joe Tornatore… Nacionalidad y año: Estados Unidos 1968. Duración y datos técnicos: 112 min. color 2.35:1.

 

You maniacs! You blew it up!

Ah, Damn you!

God damn you all to hell!

 

Pierre Boulle (nacido como Pierre-François-Marie-Louis Boulle, 1912-1994) fue un escritor bastante popular durante las décadas de 1950 y 1960, aunque hoy día está bastante olvidado, y solo es recordado por ser el autor de dos novelas que dieron lugar a otras tantas películas mundialmente famosas, El puente sobre el río Kwai (Le pont de la rivière Kwaï, 1952) y El planeta de los simios (La planète des singes, 1963).

El autor refirió que la inspiración para su novela simiesca provino de una visita que realizó al zoo, donde la visión de los gorilas le asombró debido a sus expresiones casi humanas. Eso, según comentó, le hizo especular sobre una posible interrelación social entre personas y simios. En todo caso, el escritor no la valoraría entre sus mejores obras, refiriendo que hay porciones del texto de las que no estaba del todo satisfecho.

La novela es más bien una parábola moral y social dentro de una estructura de aventuras, aunque los conceptos de ciencia ficción son abordados por Boulle con respeto y cierta preocupación de credibilidad y coherencia. El autor francés invierte los roles de humanos y simios que se dan en nuestra sociedad para poner en su punto de mira a esta misma sociedad que se comporta de forma irreflexiva, despreciando la naturaleza animal de la cual procedemos, considerándonos superiores. Incluso por medio de esa parábola pone en duda nuestra propia «humanidad», un tanto al estilo a como hizo H. G. Wells en su magnífica La isla del doctor Moreau (The Island of Doctor Moreau, 1896)[1], y la sátira social que ofrece puede equipararse a la parábola de Jonathan Swift en Los viajes de Gulliver (Gulliver’s Travels; 1726)[2].

Algunos estudiosos también han querido ver cierto paralelismo entre la novela de Boulle y el clásico de Cyrano de Bergerac Viajes fantásticos a los estados e imperios de la Luna y el Sol (Histoire comique des états et empires de la Lune et du Soleil, 1657)[3]. En esta obra, Dyrcona, el protagonista, llega a una región de la Luna habitada por hombres que caminan a cuatro patas, esto es, «asilvestrados» diríamos.

Parece ser que el proyecto de una película adaptando la novela de Boulle procede del mismo año de la edición del libro en Estados Unidos, en 1964, y por parte de los hermanos King. Los tres hermanos King, Frank, Maurice y Herman, fundaron la compañía King Brothers Productions en 1941, y permaneció activa hasta 1969. Entre sus películas podemos destacar Dillinger (Dillinger, 1945), de Max Nosseck, la excelente El demonio de las armas (Gun Crazy, 1949), de Joseph H. Lewis, y El bravo (The Brave One, 1954), de Irving Rapper, ganadora de un Oscar al mejor guion. En 1963 abordan Las aventuras de Simbad (Captain Sindbad/Kapitän Sindbad), de Byron Haskin, coproducción con Alemania que intentaba imitar los clásicos de Ray Harryhausen.

La magistral El demonio de las armas

Es entonces cuando surge la idea de adaptar la novela. Para ello se ponen en contacto con un hombre llamado Rod Serling (1924-1975), uno de los nombres fundamentales de la cultura norteamericana de su época, responsable sobre todo de la mítica serie Dimensión desconocida (The Twilight Zone; 1959-1964). Este llega a escribir un boceto de guion, pero finalmente los King rechazan la idea por ser demasiado cara, en lo que respecta a plasmar la civilización simia. Serling comentaría: «Los hermanos King disponían hace ocho o diez años de los derechos del libro de Boulle, y me llamaron en ese momento. Mi recuerdo es que querían hacer una película por doscientos mil dólares, y poner máscaras a los actores, y en ese momento les dije que no podía asociarme con ellos»[4].

No se sabe con seguridad cuándo Arthur P. Jacobs se hizo cargo del proyecto. Él aseguraba que optó a los derechos del libro por medio de las galeradas en francés previas a la publicación de la novela, lo cual no coincide con lo referido con anterioridad por Serling. Es posible, pues, que los King comenzaran a trabajar en la idea antes de hacerse con los derechos, para después desechar la idea sin hacer ningún avance más.

Arthur P. Jacobs (el del paraguas)

Jacobs conversó respecto a la adaptación de la novela con J. Lee Thompson, que había rodado para él la fallida comedia Ella y sus maridos (What a Way to Go!, 1964). El productor, además, envió copias del libro a los grandes estudios de Hollywood (20th Century Fox, MGM, Paramount y United Artist), así como a Marlon Brando, a quien quería de protagonista. También se planteó a Paul Newman o Burt Lancaster, considerando a actores como Steve McQueen, George Peppard y Rod Taylor sin el suficiente prestigio. Y quería a Ursula Andress, o alguna otra «fantástica belleza», para el rol de Nova.

Ella y sus maridos

A requerimiento de Jacobs la 20th Century Fox compró los derechos de la novela, pero a la hora de encarar la producción se echaron atrás: el fracaso comercial de Cleopatra (Cleopatra, Joseph L. Mankiewicz, 1963) había puesto a los estudios al borde de la bancarrota, por lo cual el proyecto simiesco se suspendió, y los derechos fueron ofrecidos a otras productoras. En vista de todo ello, Thompson decidió abandonar el proyecto. Para reemplazarle, Jacobs pensó en Mervyn LeRoy, Fritz Lang o Terence Fisher, y como guionistas consideró a Stewart Stern o Paddy Chayefsky.

¿Fritz Lang, director de El planeta de los simios?

Por fin optó por Blake Edwards. Se tanteó a Warner Bros. con el fin de dar inicio a la producción a finales de enero de 1965, y se contrató a Rod Serling para el guion, considerándose a Shirley MacLaine (recordémosla de Ella y sus maridos) como Zira, Paul Newman (uno de los maridos del film previo) como el humano, llamado John Thomas en los primeros bocetos de guion, y Jack Lemmon o Rock Hudson como Cornelius (el Aurelio del doblaje al castellano).

Blake Edwards junto a Julie Andrews

Serling llegaría a escribir hasta treinta o cuarenta bosquejos del guion, según contó, y finalmente se cansó y abandonó el trabajo, decidiéndose por seguir desarrollando otras tareas. El planteamiento que proponía (fiel al libro, ofreciendo una civilización avanzada como la nuestra) salía demasiado caro, en todo caso. Mientras, Blake Edwards, descontento con esos continuos retrasos, abandonó, y Jacobs entonces intentó implicar a directores como Sydney Pollack o Irvin Kershner, y a Peter Ustinov como Zaius. Para el rol protagonista pensó en John Wayne, pero la Fox (que pese al rechazo seguía dándole vueltas al proyecto) opinaba que estaba demasiado identificado con el wéstern, y entonces Jacobs se decidió por Charlton Heston. Este quedó convencido para acceder al papel protagonista tras leer un guion de la etapa escrita por Serling; y además recomendó como director a Franklin J. Schaffner, con el cual estaba rodando en esos momentos la estupenda El señor de la guerra (The War Lord, 1965).

Charlton Heston en la estupenda El señor de la guerra

Al final, la Fox aprobó la película con un presupuesto de 5,8 millones de dólares, el protagonismo de Heston, y Edward G. Robinson como Zaius. En marzo de 1966 se rodó una bobina de diez minutos como prueba; el maquillaje lo realizó Ben Nye, un habitual de la Fox, y como música de fondo se colocaron temas de John Williams para la serie Perdidos en el espacio. Hay planos de Heston (vestido como un cazador en África) confrontado a Zaius, que luce un maquillaje sencillo pero efectivo; en otros planos, Zaius conversa con Zira (Linda Harrison, posterior Nova en el film) y Cornelius (el actor James Brolin).

Edward G. Robinson caracterizado de Zaius

Como maquillador se alistó a John Chambers, para la música firmó Jerry Goldsmith y se contrató a un nuevo guionista, Michael Wilson, que había trabajado en El puente sobre el río Kwai[5]. Este rehizo el texto de Serling, respetándolo hasta cierto punto. Otro guionista, John T. Kelly, sería contratado para hacer ajustes en los diálogos, pero no constaría en los créditos. El mayor cambio perpetrado por Wilson fue trasladar la acción hacia esa ciudad primitiva que todos conocemos, y para la cual los diseñadores se inspirarían en la obra de Gaudí. En todo caso, las permutas fueron tales que Serling se sorprendería de que su nombre permaneciese en los créditos.

La gaudiana Ape City

A la hora de ir a rodar, Edward G. Robinson decidió abandonar, debido a lo incómodas que le resultaban las sesiones de maquillaje. En su lugar apareció Maurice Evans, con quien Heston había trabajado en El señor de la guerra. Como Zira se plantearon actrices como Ingrid Bergman, Natalie Wood o Julie Harris, pero finalmente se contrató a Kim Hunter, otra represaliada del maccharthysmo. Para el papel de Nova se contó con Linda Harrison, en aquel entonces pareja del productor Darryl F. Zanuck. Como Cornelius firmó el gran Roddy McDowall.

¿Ingrid Bergman, de Zira?

La famosa conclusión con la estatua ha pasado, con justicia, a la historia de los finales más grandiosos de la historia del cine. Sin embargo, no queda claro quién tuvo la idea. Arthur P. Jacobs declaró que hablaba de un posible final con Blake Edwards, y que este planteó que podría descubrirse que durante todo el tiempo Taylor había estado en la Tierra sin saberlo. Pero necesitaban un golpe de efecto que lo demostrara; en ese momento descubrieron en un escaparate la imagen de la Estatua de la Libertad y vieron la luz.

En otras declaraciones, sin embargo, Edwards mencionó que él desarrolló la idea junto al diseñador Don Peters, mientras que este último clama que fue él solo quien la concibió. Por su parte, el productor asociado Mort Abrahams señala que todo estaba ya en los borradores de Rod Serling[6]. Por su parte, Serling declararía cosas ambiguas en distintas entrevistas, clamando a favor del final del libro en algún momento, en otras que fue una ocurrencia entre Jacobs y él, y en otros momentos que fue la idea de cuatro o cinco personas que coincidieron. Por su parte, Pierre Boulle refirió que no le gustaba ese final, y que prefería el suyo propio (más o menos respetado en el remake dirigido por Tim Burton).

Los años sesenta supusieron un cambio con respecto a los planteamientos industriales del cine de ciencia ficción. Si bien con anterioridad ya hubo películas ambiciosas en el campo de la producción (Metrópolis, La vida futura, Ultimátum a la Tierra, La guerra de los mundos, El increíble hombre menguante, La invasión de los ladrones de cuerpos…) en los sesenta aquello fue un poco a más. Quizás la primera gran producción de esa década fue Viaje alucinante (Fantastic Voyage, 1966), de Richard Fleischer, pero la mayoría de edad en ese sentido de la fantaciencia llegó, por supuesto, con 2001: una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey, 1968) de Stanley Kubrick, y El planeta de los simios.

2001: una odisea del espacio supuso una revolución dentro de la ciencia ficción

A priori, el film de Schaffner supone una cinta de aventuras fantásticas implantada en un entorno de ciencia ficción. Sin embargo, su enorme riqueza conceptual la hace ir mucho más allá de eso. La cinta representa una parábola en lo que respecta al propio ser humano y la ubicación de este en la escala evolutiva, poniendo en duda nuestra supremacía como especie en la Tierra. Los impulsos primitivos que aún conservamos, la ambición, los prejuicios, la sed de dominio y poder, son reflejados en la actitud de los simios que, a efectos prácticos, no son sino monos de imitación de nuestra propia condición.

En todo caso, en un estupendo círculo cerrado, esa reflexión, a su vez, es servida con unas soberbias formas lúdicas, y consagra emoción, aventuras, fantasía e incluso algo de humor e ironía. Salvo algunos bruscos usos del zoom por parte de Schaffner, su narración es límpida, y la excelente e innovadora partitura compuesta por Jerry Goldsmith aporta a las imágenes esa impronta de salvajismo que precisan. El excelente reparto que apoya la narración (Charlton Heston, Roddy McDowall, Kim Hunter, Maurice Evans y James Whitmore, principalmente) ayudan a otorgar credibilidad a una premisa que, si se analiza a fondo, podría haber derivado con facilidad en el ridículo. A la solidez del conjunto ayuda también, por supuesto, la excelente labor de los maquillajes de un equipo liderado por John Chambers, y que revolucionó el campo de los efectos especiales en este aspecto.

 

Anecdotario

  • Título de rodaje: Monkey Planet.
  • La película recibió un Oscar honorífico en 1969 por el maquillaje, y candidaturas al diseño de vestuario (Morton Haack) y a la música de Goldsmith.
  • En 2001 el film fue inscrito en el National Film Preservation Board.
  • Rodada con un presupuesto estimado de 5.800.000 dólares.
  • La filmación ocupó entre el 21 de mayo y el 10 de agosto de 1967.
  • El equipo de maquillaje estaba formado por más de ochenta trabajadores.

  • Jonathan Harris, el doctor Smith de Perdidos en el espacio, rechazó el papel de Dr. Maximus.
  • En el plató era habitual que los actores maquillados de simios recibieran un plátano como parte de su almuerzo. Kim Hunter se cansó bastante de esta broma en particular, que fue la fuente de un chiste en la tercera película, Huida del planeta de los simios (1971).
  • Los primeros intentos de maquillaje tardaban hasta seis horas en aplicarse y, una vez puesto, se quedaba rígido en la cara de los actores, de modo que era imposible mover los rasgos o expresar emociones. Se desarrollaron otros materiales que permitían el movimiento facial y dejaban respirar la piel del actor; además, solo se tardaba unas tres horas en aplicarlo.
  • Durante los descansos del rodaje, los actores disfrazados de diferentes especies de simios acostumbraron juntarse: gorilas con gorilas, orangutanes con orangutanes, chimpancés con chimpancés. No era obligatorio, sino que sucedió de forma natural.
  • Roddy McDowall, actor experimentado, recomendó a sus compañeros maquillados que añadieran con frecuencia tics, parpadeos y gestos faciales variados para dar sensación de realismo y evitar que el maquillaje pareciera una máscara.

  • Mientras rodaba la serie de televisión El planeta de los simios (1974), Roddy McDowall sorprendió a Carol Burnett cuando apareció en el episodio de su show «The Family/Bus Stop/Brief Encounter» (1974) totalmente maquillado como Galen mientras ella grababa su introducción hablando al público.
  • El merchandising de la película incluyó unos trescientos artículos con licencia, como juguetes, figuras de acción, cromos, rompecabezas, libros de pegatinas y para colorear, juegos de mesa y disfraces. Fue el mayor esfuerzo de merchandising de todos los tiempos, con un valor aproximado de cien millones de dólares.
  • La nave espacial del inicio fue reutilizada en The Illustrated Man [tv/dvd: El hombre ilustrado, Jack Smight, 1969], Huida del planeta de los simios (1971) y la serie de televisión El planeta de los simios (1974).

  • Secuelas:

Regreso al planeta de los simios (Beneath the Planet of the Apes, Ted Post, 1970).

Huida del planeta de los simios (Escape from the Planet of the Apes, Don Taylor, 1971).

La rebelión de los simios (Conquest of the Planet of the Apes, J. Lee Thompson, 1972).

Battle for the Planet of the Apes [tv: Batalla por el planeta de los simios; vd/dvd: La conquista del planeta de los simios, J. Lee Thompson, 1973].

El planeta de los simios (Planet of the Apes, 1974) [Serie de TV; 14 capítulos].

Return to the Planet of the Apes (1975-1976). [Serie de TV; animación; 13 capítulos].

  • Remakes / Otras versiones de la novela:

El planeta de los simios (Planet of the Apes, Tim Burton, 2001).

El origen del planeta de los simios (Rise of the Planet of the Apes, Rupert Wyatt, 2011).

  • Estrenada en Estados Unidos el 8 de febrero de 1968 en una premier en Nueva York, y luego de forma masiva el 3 de abril de 1968. En España tuvo su debut el 3 de junio de 1968, en Madrid, y luego más extensamente el 14 de junio de 1968.

 

Bibliografía

El planeta de los simios; trad. de Joaquín Rodríguez Castro. Barcelona: G.P., 1965. Colección: Libros Plaza; nº 377. T.O.: La planète des singes (1963). Primera edición española. 

Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)

 

CALIFICACIÓN: *****

  • bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra

 

[1] La isla del doctor Moreau; por H. G. Wells traducción de Catalina Martínez Muñoz. Madrid: Alianza Editorial, 2003. Colección: El libro de bolsillo. Biblioteca juvenil; nº 8062.

[2] Como cabe esperar, existen infinidad de ediciones en castellano, muchas de ellas adaptadas para los niños. Véase: Los viajes de Gulliver; por Jonathan Swift; edición de Pilar Elena; traducción de Pollux Hernúñez. Madrid: Cátedra, 2003. Colección: Letras universales; nº 115.

[3] Viajes fantásticos a los estados e imperios de la Luna y el Sol; por Savinien de Cyrano de Bergerac; traducción de Nicolás Estévanez; prólogo de Andrés Sánchez Robayna; ilustraciones de Bernard Buffet. Tenerife: Artemisa, 2009. Colección: Clásica plus; nº 2.

[4] En la revista Cinefantastique, enero de 1972.

[5] Inscrito en aquel entonces en la lista negra del senador McCarthy, al igual que Carl Foreman, co-guionista junto a él del film de David Lean, sus nombres no aparecían en los créditos, y fueron reemplazados por los del novelista Pierre Boulle. Cuando el film ganó un Oscar al mejor guion, lo recibió Boulle, que no había escrito una sola línea del libreto. En la actualidad, sus nombres han sido restituidos a las copias de la película.

[6] El elemento de los personajes hibernados, uno de los cuales muere por accidente, así como el camino a través del desierto de los supervivientes aparece en el episodio de la serie Twilight Zone titulado «The Rip Van Winkle Caper» (1961), perteneciente a la segunda temporada. Por otro lado, el episodio «I Shot an Arrow into the Air» (1960), de la primera temporada, va de una expedición espacial donde uno de los náufragos mata a los otros por falta de agua y descubre al final que está en la Tierra, cerca de una carretera. Ambos capítulos, por supuesto, están escritos por Rod Serling.