En la Tierra se están produciendo constantes avistamientos de ovnis. Los astrónomos distinguen un objeto espacial del cual surgen otros que caen a la superficie, y especulan que ambos hechos pudieran estar relacionados. Pronto, en diversas partes de Japón cunde el pánico cuando ciertos testigos presencian la aparición de unas extrañas criaturas con aspecto de estrellas…
Dirección: Kôji Shima. Producción: Daiei Studios. Productores: Masaichi Nagata, Fujio Nakashiro. Guion: Hideo Oguni, según argumento de Gentaro Nakajima, [basado en el cuento popular japonés «Kaguya-hime»]. Fotografía: Kimio Watanabe. Música: Seitarô Ômori. Montaje: Tôyô Suzuki. Dirección artística: Shigeo Mano. FX: Kenmei Yuasa (director de efectos especiales), Tôru Matoba, Yonesaburo Tsukiji. Intérpretes: Keizô Kawasaki (Dr. Toru Itsobe), Toyomi Karita (Hikari Aozora / Ginko), Bin Yagisawa (Nº 2 pairano), Shôzô Nanbu (anciano Dr. Itsobe), Bontarô Miake (Dr. Kamura), Mieko Nagai (Taeko Kamura), Kiyoko Hirai (Mrs. Matsuda), Isao Yamagata (Dr. Matsuda), Fumiko Okamura (Madam Ohana), Toshiyuki Obara (reportero Hideno), Shikô Saitô, Frank Kumagai, Kanji Kawahara, Shô Natsuki, Shunji Tsuda, Gai Harada, Tetsuya Watanabe, Koh Sugita, Yûzô Hayakawa, Kenji Tani, Shin Karino, Kyôsuke Shiho, Akihiko Shima, Seiji Izumi, Keiichi Hosokawa, Kisao Tobita, Munehiko Takada, Noriaki Yuasa… Nacionalidad y año: Japón 1956. Duración y datos técnicos: 85 min. – color – 1.37:1 – 35 mm.
Pocas películas de ciencia ficción, estrictamente hablando, se habían rodado en el Imperio del Sol Naciente cuando se acometió la presente[1]. Si en Japón bajo el terror del monstruo (Gojira, 1954), de Ishirô Honda, se había puesto la vista como inspiración en El monstruo de tiempos remotos (The Beast From 20,000 Fathoms, 1953), de Eugene Lourié, con Asalto a la Tierra (Uchûjin Tôkyô ni arawaru, 1956), primera película nipona en presentar en su argumento a seres extraterrestres, sucede otro tanto con, al menos, tres películas norteamericanas.
Así pues, el principio de este tokusatsu eiga[2], con la caída de extraños cuerpos celestes sobre la superficie de la Tierra, y el movimiento de científicos que provoca, no puede sino pensarse en La guerra de los mundos (The War of the Worlds, 1953), de Byron Haskin. Resulta curioso, sin embargo, el ambiente en el cual se desenvuelven los personajes, llevándose el fenómeno directamente al pueblo, con el astrónomo y el periodista disertando sobre la situación en una coqueta taberna, con la tabernera interviniendo en la charla, y ofreciendo así las circunstancias desde la perspectiva del hombre de la calle. Magníficas las escenas de avistamientos de los extraterrestres, rodadas en penumbra, y que provocan fenómenos similares al fuego de San Telmo.
Una vez tenemos contacto con los extraterrestres, averiguamos, sin embargo, que están aquí con fines pacíficos, y nos vienen a advertir del peligro de la energía nuclear, deviniendo la cinta en un reflejo del miedo nipón por la bomba atómica, tal como acontecía en la primera entrega de la saga de Godzilla. Los extraterrestres comentarán que el pueblo japonés es el más capacitado para comunicar ese peligro a la población mundial, pues son ellos los únicos que han sufrido en sus carnes el horror atómico. Tenemos aquí, pues, una nueva influencia de una popular película norteamericana, en este caso Ultimátum a la Tierra (The Day the Earth Stood Still, 1951), de Robert Wise.
Los minutos finales de la cinta se centran en un peligro que acosa la Tierra: la aproximación de un meteorito que puede acabar con nuestro planeta[3]. Esta parte, sin duda, procede de otro clásico yanqui, Cuando los mundos chocan (When the Worlds Collide, 1951), de Rudolph Maté. Aquí, sin embargo, el aire apocalíptico de la situación está mucho más conseguido, y ofrecen una tremenda fuerza las escenas que acontecen en el interior del observatorio astronómico que ha sido tomado a modo de refugio, con la atmósfera siempre impregnada de un atosigador filtro rojo.
La historia podría estar basada, según algunos estudiosos (aunque en los créditos no figura), en una leyenda popular nipona, «Kaguya Hime no Monogatari» [El cuento de la princesa Kayuga], también conocido como «Taketori Monogatari» [El cuento del cortador de bambú], fechada en el siglo X, y considerada el ejemplo más antiguo existente de narrativa nipona, y un ejemplo de «proto ciencia ficción», que narra la historia de una misteriosa muchacha llamada Kaguya-hime, descubierta de bebé en el interior de una planta de bambú, y que dice venir de Tsuki-no-Miyako [la Capital de la Luna], y cuyos cabellos resplandecen como el oro[4]. En la película este personaje podría estar representado por la pairana que adquiere apariencia humana.
En muchas fuentes figura que el film también está basado en una novela de Gentaro Nakajima, pero eso es inexacto. Gentaro Nakajima en realidad figura en los créditos de la película como argumentista; es un individuo que durante los años cincuenta fue productor y argumentista en la Daiei, pero no escritor ni novelista. Posteriormente se hizo político, llegó a diputado regional por la prefectura de Gumma e incluso, ya en los ochenta, a Ministro de Cultura.
La película, como es habitual en el cine nipón del género, ofrece una curiosa mixtura de gravedad e ingenuidad, que es de hecho una de sus mayores virtudes. Con todo, choca enormemente la conversación que establecen los extraterrestres en su idioma, y que podemos entender por medio de subtítulos, donde estos muestran su asombro ante el miedo que provoca su apariencia, y preguntándose por el concepto de belleza de los humanos. Si la mayoría de los terrestres suele ser superficial, ¿por qué no también los extraterrestres?
Destaca también el aspecto de los alienígenas, con forma de estrella, y realizados por medio de extras embutidos en trajes de esa apariencia. Pudiera parecer ridículo y cómico (algunos extras desvelan su pancita cervecera), pero sin embargo el resultado es tan naíf como fascinante, máxime por los decorados en que se desenvuelven, tanto en el interior de la nave —atención a esos aros siempre girando, idénticos a los que aparecerán en Supermán, la película (Superman, the Movie, 1978), de Richard Donner—, como sus atmosféricas apariciones en tierra, tal como comentamos con anterioridad. El aspecto de los pairanos (pues proceden de un planeta denominado por ellos Paira), diseñados por el escultor surrealista Taro Okamoto, también autor del monumento de la Exposición Mundial de Osaka de 1970, por ejemplo, posiblemente influyera en la creación de Starro (es exactamente igual: una estrella con un círculo en su centro), villano de la Liga de la Justicia que apareció por vez primera en el cómic Brave and the Bold nº 28 (febrero-marzo de 1960), y cuyo guionista fue Gardner Fox.
Koji Shima dirige todo con habilidad y fuerza, demostrando ser un buen narrador, y haciendo uso de una magistral fotografía en color para crear ambiente, amén de hacer uso de una gran variedad de escenarios naturales de apabullante belleza. El plano inicial de la película es una primerísima toma de una sombrilla tradicional; un elegante movimiento de cámara muestra a quien lo porta y dónde está ubicada: una estación de tren; de ese modo, en un único plano, se nos ofrece un contraste entre tradición y modernidad. De este realizador solo nos consta el estreno en España de otra película, Crin de fuego (Maboroshi no uma, 1955), un drama sobre un caballo, que participó en el Festival de Cannes de 1956 (la película, no el caballo). Sería interesante escarbar en su filmografía[5]. Carlos Aguilar, Daniel Aguilar y Toshiyuki Shigeta califican al director de «hombre-para-todo» de la Daiei en su imprescindible Cine fantástico y de terror japonés (1899-2001) (Donostia: Donostia Kultura, 2001).
En suma, toda una joyita altamente recomendable, que pide a gritos un mayor ahondamiento en la filmografía nipona del cine de ciencia ficción.
Anecdotario
- Títulos anglosajones: Warning from Space / Space Men Appear in Tokyo / Spacepeople Appear in Tokyo / The Cosmic Man Appears in Tokyo / The Mysterious Satellite / Unknown Satellite Over Tokyo.
- En el Asia Film Festival de 1956 fue premiada por su fotografía, efectos especiales y sonido.
- Primera película de ciencia ficción japonesa rodada en color.
- La gran popularidad de las películas de monstruos de la Toho ocasionó que la Daiei promocionase la presente con inmensas reproducciones de los pairanos cubriesen los edificios.
- Amén de trabajar como ayudante de dirección, en un papel muy reducido aparece el luego director Noriaki Yuasa, responsable de la primera aventura de Gamera, El mundo bajo el terror (Daikaijû Gamera, 1964), entre otras.
- En el programa humorístico español Muchachada Nui (2007) se añadieron escenas de la presente en un gag, titulado «Mundo Viejuno: Spa», en concreto en el tercer capítulo de la primera temporada.
- Estrenada en Estados Unidos en 1967 como Warning fron Space. Al final de la película se añadió un plano de un pairano convirtiéndose de humano en estrella; el plano se tomó de otro momento de la película, donde sucedía lo contrario, y se montó marcha atrás.
- En Japón se estrenó el 29 de enero de 1956. En España se estrenó el 11 de noviembre de 1957 en Barcelona, y en Madrid el 16 de mayo de 1960, pero con copias en blanco y negro.
Carlos Díaz Maroto (Madrid. España)
Agradecimientos a Daniel Aguilar
CALIFICACIÓN: ****
- bodrio * mediocre ** interesante *** buena **** muy buena ***** obra maestra
[1] Se considera que la primera del género fue Tomei ningen arawaru (1949), de Shinsei Adachi, también de la Daiei, y que presenta el tema del hombre invisible. Esto, efectivamente, se considera en muchas partes así, incluso en Japón, pero no es correcto. Hay cuatro películas de ciencia ficción de preguerra, como se dice en el libro Cine fantástico y de terror japonés: Akumu (1921), de Uichiro Tamura, una ucronía sobre bombardeos sobre Japón, Shin Nihonto (1926), de Yutaka Abe, aventuras y ciencia ficción al estilo de la posterior Agente 04 del imperio sumergido (Kaitei gunkan), de Ishirô Honda, Kaidenpa satsujin kosen (1936), de Misao Yoshimura, imitación nipona de Flash Gordon que presenta el primer robot en su historia, y Kaidenpa no senritsu (1939), de Toshihide Yamashita, remake de la previa, y la única sonora. La de Adachi, pues, es la quinta, y la de Shima (que es la primera de extraterrestres) es la sexta. Por otra parte, el nombre correcto de Adachi es Nobuo Adachi, y no Shinsei, como suele aparecer acreditado, y que es una pronunciación equivocada de los caracteres, error también muy frecuente.
[2] Término que significa «película de efectos especiales». Se aplica a aquellas centradas en esa técnica, ya sean de ciencia ficción o de guerra.
[3] Esta parte es un tanto similar a la posterior producción Toho Yosei Gorasu (1962), de Ishirô Honda, conocida en occidente como Gorath, y que presenta también al kaiju Magma.
[4] Esta leyenda ha sido llevada a la pantalla varias veces. Así, destaquemos Kaguya hime (1935), de Nobuo Aoyagi y Yoshitsugu Tanaka, como primera de ellas, salvo error; la famosa La princesa de la Luna (Taketori monogatari, 1987), de Kon Ichikawa; o el anime El cuento de la princesa Kaguya (Kaguya-hime no monogatari, 2013), de Isao Takahata.
[5] De temática fantástica también dirigió Kaze no Matasaburo (1940), adaptación de una hermosa leyenda nipona, obra de Kenji Miyazawa, sobre un misterioso niño que aparece en la escuela de una aldea, y Kaidan otoshi-ana (1968), clásico kaidan eiga, esto es, cuento de fantasmas, que cerró su filmografía.